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Opinión

8 de Marzo de 2024

Columna de cine de Cristián Briones | Premios Oscar: “Esto no tiene nada que ver con merecerlo”

"El Oscar no es necesariamente una discusión sobre méritos, que los hay, en cada una de las disciplinas. Tampoco una evaluación objetiva sobre desempeños, porque es apreciación artística (en algún nivel al menos), y esa siempre será subjetiva. No es una votación por popularidad, aunque influye demasiado. Y no está ajeno a la contingencia política, pero mucho se le cuestiona que así sea", plantea el comentarista de cine sobre la premiación que se realizará este domingo. Una que tiene a "Oppenheimer" como la gran favorita, y que según el columnista sería "un triunfo en muchos aspectos".

Por Cristián Briones

-No me merezco esto… morir así. Estaba construyendo una casa.

-Esto no tiene nada que ver con merecerlo.

Uno de los intercambios verbales más memorables de “Los Imperdonables” es siempre lo primero que viene a mi mente cuando tenemos que aterrizar la conversación sobre una premiación u otra. Particularmente, los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas: el Oscar. No es necesariamente una discusión sobre méritos, que los hay, en cada una de las disciplinas. Tampoco una evaluación objetiva sobre desempeños, porque es apreciación artística (en algún nivel), y esa siempre será subjetiva. No es una votación por popularidad, aunque influye demasiado. Y no está ajeno a la contingencia política, pero mucho se le cuestiona que así sea, etc, etc.

El Oscar es un premio de la industria hollywoodense. Como tan bien lo definiera Kareem Abdul-Jabbar: “Un evento en que un grupo de millonarios va a aplaudirse entre ellos (Y, por lo mismo, debieran aguantar los chistes más rudos que vinieran del comediante de turno)”. Nació en ese lugar de glamour tan fascinantemente artificial como el arte que cultivan y poco se ha movido de ahí. Y es precisamente así como lo queremos y lo seguimos.

Una vez al año pasa más o menos lo mismo en la afición cinematográfica: habrá un grupo que estaremos pendientes de las alfombras rojas y los conductores, de cualquier chascarro o anécdota, con un listado de las que creemos que van a ganar, quizás otro con las que “deberían”, e incluso otro más con las que nos gustaría que se lleven un premio. Y luego está el otro contingente, que dice que el Oscar no sirve de nada, que cada galardón está mal entregado y que, en realidad, no importa en lo absoluto para definir las buenas películas del año… y, sin embargo, están igual de atentos que el otro grupo.

El Oscar es Hollywood puro y duro. Parafraseando a Billy Wilder, “un gigante siempre en peligro y a punto de caer: primero con el sonido, luego con el color, la TV, el VHS, el Cable, el streaming, etc”. Y aun así, siempre se adapta, se redefine. Un poco, nada más, para que parezca que se actualiza, pero, en el fondo, sigue siendo pura industria. Que no tiene nada de malo, por cierto, “de vez en cuando nos da obras de arte”. Pero su búsqueda es generar productos para sus mercados.

Otrora esa pesquisa se intentaba hacer produciendo obras de arte, hoy es una rareza. Y quizás por ello, el Oscar está pasando las mismas zozobras que las de los grandes estudios que la amparan. Cuando aquellas películas que se convirtieron en clásicos del cine, admiradas por crítica y público por igual, eran las que recolectaban estatuillas, la fiesta tenía las entradas agotadas. Hoy ya no tanto.

Concitar el mismo entusiasmo (ni hablar del prestigio) de antaño, es una lucha anual de la Academia. Pero lo intentan. Han tratado de incorporar aquellos productos que puede que alcancen altas cotas en su género de producciones masivas, ampliando la categoría para que el blockbuster del año también esté nominado a mejor película. Pero le cuesta conectar con las audiencias masivas que han estado viendo otras cosas.

Si lo medimos por escala puramente de la vilipendiada pero siempre ansiada taquilla, el 2023 fue un muy buen año para el Hollywood que intenta reflejar el Oscar. Si tan solo nos concentramos en las diez nominadas a mejor película, los números generan un total cercano a los 2.700 millones de dólares. El problema es que dos de ellas, el fenómeno “Barbenheimer” se llevan 2.400 millones, “Los asesinos de la luna” se lleva 160 y las restantes siete nominadas se reparten el exiguo resto.

Sandra Hüller.

Me encantó Sandra Hüller en “Zona de interés”. Pero, ¿cómo podría pretender que fuese nominada también por ese rol, si su película recaudó menos de dos millones de dólares en todo el mundo? Lo cual no indica un fracaso económico necesariamente, pero sí una escasísima atención. ¿Cómo podríamos pretender que el Oscar se dedique a instalar obras magníficas en la palestra cuando un concierto exhibido en cine recauda casi lo mismo que ocho de las diez obras escogidas para disputar el título a mejor película del año? De nuevo, es un negocio, el arte es apenas una parte de su engranaje.

Los ratings del Oscar han ido en bajada hace ya bastante tiempo, y eso considerando que la conexión de los premios con la audiencia es la mayor de toda la temporada de premios. Denle una vuelta a ese detalle, porque significa que todo el resto de las premiaciones reúnen todavía menos ojos pegados a las pantallas ansiando el triunfo de una favorita o recabar información para admirar obras que pudieron haber pasado por alto.

Y claro, hay otras fórmulas perseguidas para tener mayor alcance. El Oscar ha ampliado sus bases para permitir que nuevas miradas le permitan diversificar su mercado y, por lo tanto, generar un mayor impacto. Tres de las nominadas este año no están habladas en inglés. Ninguno de los cinco documentales son de origen norteamericano. Mejor película animada tiene dos producciones extranjeras, la gran favorita, en japonés. Pero aun así, no le alcanza para tener al mundo expectante para el próximo domingo 10 de marzo.

Y de nuevo, por calidad no se queda. El 2023 fue un buen año para el cine en general: “Cerrar los ojos”, “Los colonos”, “Beau is afraid”, “Ferrari”, “A thousand and one”, “All dirt roads taste of salt”, “Monster”, “Eileen”, “Los delincuentes”, “Hojas de otoño”, “How to have sex”, “Afire”, “El viejo roble”, “Asteroid City”, “Priscilla”, “Bastarden”, “Amerikatsi”, y un nada despreciable listado a nivel mundial de obras con resultados altísimos o irregulares, pero con intenciones de calidad innegables, que no cosecharon nominación alguna. Y probablemente esté bien que no lo hayan conseguido, porque eran superadas en cada categoría, pero también da cuenta que “la gran fiesta del cine” nunca tendrá espacio para todos. Y ni siquiera entremos a hablar de cine de género, porque perfectamente “Cuando acecha la maldad” podría levantar la mano y pedir la palabra.

“Oppenheimer”.

Lo más probable es que el Oscar a mejor película este domingo se lo lleve “Oppenheimer“. Y será un triunfo en muchos aspectos. Una obra casi de otro tiempo: sobre un asesinato político, de tres horas, con extensas secuencias en blanco y negro, el resultado de la persecución de un autor reverenciado y referenciado por toda una generación de afición cinematográfica y lo más importante, con una recaudación que rozó los ambicionados mil millones de dólares. Una gran película, sin duda. Aunque la mejor del año sea ese portento americano llamado “Los asesinos de la luna”. O esa magistral obra sobre la percepción y los sesgos, sobre la verdad y los juicios, que es “Anatomía de una caída”. O esa pequeña historia sobre los amores pasados, o…

Pero estas son las reglas del juego. Uno que adoramos o adoramos odiar, cada cual decide. Si es que no lo estarán viendo, estarán en RRSS despotricando o entusiasmados. Así funciona. El Oscar, por su parte, se esperanza de conseguir un mejor rating con estrellas del pop nominadas a mejor canción, mientras cada categoría reside un sobre con un sólo nombre, nos apunta una escopeta a quemarropa y nos lo recuerda:

-Esto no tiene nada que ver con merecerlo.

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