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Música

19 de Marzo de 2024

La historia de “Corazones”, el disco sentimental que marcó la primera separación de Los Prisioneros

La historia de Corazones, el disco que marcó la separación de Los Prisioneros Imagen de archivo.

En octubre de 1989, Jorge González, quien lideraba la banda, viajó a Estados Unidos para grabar el nuevo álbum de la banda. Antes, junto a sus compañeros había grabado los demos, pero no le gustaron y los desechó. Desde ahí, los desencuentros se hicieron cada vez más recurrentes.

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Corazones es el nombre del cuarto álbum de Los Prisioneros, que la icónica banda chilena lanzó el 22 de mayo de 1990. El disco fue producido por Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel para Emi Odeón Chilena y grabado, mezclado y masterizado en Los Angeles, California.

Tras su lanzamiento, Corazones se convirtió rápidamente en un éxito y, tras vender más de 180 mil copias, consiguió cuádruple disco de platino. Así, se volvió un must del grupo surgido en 1983 e integrado por Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia, quienes se conocieron en el Liceo 6 de San Miguel.

El álbum, que explora el synth pop y el dance pop latino ―lo que lo hizo destacarse en el continente―, tuvo una particular historia, que culminó con la salida de algunos integrantes y la primera separación de Los Prisioneros.

Así, a fines de los ’80, mientras el país se preparaba para el plebiscito que puso fin a la dictadura de Augusto Pinochet, el grupo comenzó a planificar la grabación de un nuevo disco. Ésta se concretó entre julio y agosto de 1989, cuando González, Narea y Tapia llegaron a los Estudios Konstantinopla ―de propiedad de Carlos Cabezas, líder de Electrodomésticos― a grabar los demos de lo que sería el futuro álbum.

Sin embargo, las grabaciones no le gustaron al vocalista y líder de los sanmiguelinos, quien las desechó. Dos meses después, Jorge González viajó a Los Angeles, acompañado por el mánager de Los Prisioneros, Carlos Fonseca, para grabar el disco. En él, sólo incluyó 10 canciones compuestas por él mismo.

Ni Narea ni Tapia pudieron viajar a Estados Unidos. El primero, porque estaba alejado de la banda, y el segundo porque tenía problemas con su visa. Ambos había escrito tres temas para el álbum, los que no fueron aceptados por González. Entre ellos, uno de los eliminados fue We are sudamerican rockers, que después alcanzó gran notoriedad.

Un disco marcado por los conflictos

Con el apoyo de Santaolalla y Kerpel, las grabaciones de Corazones avanzaron rápidamente y tuvieron modificaciones. En una entrevista, Jorge González resaltó que “su producción fue fabulosa. En la canción Tren al Sur, por ejemplo, se le ocurrió meter el sonido de un charango que tocó él mismo. Brillante. Fue el primero que me dijo que yo era buen músico”.

A diferencia de los discos anteriores de Los Prisioneros, la cuarta producción tomó un tono más sentimental y electrónico, marcado por el uso de sintetizadores y la menor presencia de guitarras. Las letras, por su parte, reflejaban romance, intimidad y melancolía, y habrían estado influenciadas por lo que vivía el líder de la banda. “Cuando compuse y grabé ese disco estaba sufriendo de amor por una mujer, por un amor imposible, el mejor amor. Convertí un drama personal en arte, en música. Sabía que hacía un clásico, la música y la letra lo decían”, confesó el vocalista.

Por entonces, González mantenía una relación sentimental con Claudia Carvajal, la esposa de Claudio Narea. Aunque el guitarrista sabía del affaire al menos desde inicios de 1989, se mantuvo en Los Prisioneros por razones económicas, pero eso se acabó en enero de 1990.

En un ensayo de la banda el líder mostró varias veces las canciones de Corazones que habrían estado dirigidas a su mujer. Tras ello, decidió salir del grupo, y fue reemplazado por Cecilia Aguayo y Robert González en las presentaciones, mientras que Jorge González tomó la guitarra.

Tras meses de promoción y una gira que se extendió hasta 1992, Los Prisioneros se disolvió y no fue hasta 2001 que volvió a los escenarios.

“Un leve estado de embriaguez”

En una entrevista que Jorge González dio en 1990 a la revista Rock&Pop Internacional, el líder de Los Prisioneros se refirió al nuevo estilo de la banda. “Nos gusta sonar como un grupo distinto, inclusive en cada canción. Es un viraje natural dentro de nosotros… no tener un sonido, sino tener una identidad”, expresó.

En la misma conversación, el músico reconoció que tanto Tren al Sur como Es demasiado triste, que abren y cierran Corazones se escribieron “en un leve estado de embriaguez”.

“Fue muy interesante, yo nunca tomé en mi vida, fue de romántico. Es muy raro ser chileno y no ser borracho, es medio fascista. Claro que el trago te hace mal, te pone tonto, te pone feo… Tren al Sur está hecho bajo ese efecto. Es como un homenaje a la infancia. Igual es como una canción de amor, de querer escribir de cualquier cosa menos de amor. Y la última canción es de cuando te empiezas a dar cuenta de que te pones un poco viejo. Ya somos un grupo de 25″, confesó.

También, en otro diálogo, González se refirió a Corazones Rojos, una canción que causó controversia y explora incluso el hip hop. Fue compuesta para el grupo Las Cleopatras, con una letra que reflexionaba sobre el machismo y el patriarcado. Casi 30 años después, tras el mayo feminista de 2018, el colectivo Las Tesis lanzó una nueva versión del tema, con una adaptación del texto. Ésta fue avalada por el líder de Los Prisioneros, quien a fines de los ’80 “estaba en otra y no quería saber nada con el rock“.

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