Columna de Carolina Urrejola | Relaciones en el Congreso: una dinámica tóxica

El problema más urgente que enfrenta el país es la crisis de seguridad. Y sin embargo, el Congreso parece no entenderlo, confirmando que su desconexión con la realidad es más severa de lo que creíamos.

Dos ejemplos de esta semana: las comisiones unidas de Seguridad y Defensa de la Cámara de Diputados deben avanzar en la Ley de Reglas del Uso de la Fuerza, las famosas RUF, que pueden habilitar -con normas claras y en circunstancias excepcionales- la participación de militares para apoyar la seguridad pública.

Citaron a una sesión a la ministra del Interior, Carolina Tohá, pero no pudo acudir por otras responsabilidades. Sí estuvo presente el subsecretario de Defensa Ricardo Montero, dispuesto a avanzar en la negociación pero no fue posible.

La diputada Pamela Jiles no dio la unanimidad para proceder con la sesión, amurrada porque Carolina Tohá no asistió. De hecho se le pidió a Montero y sus asesores que se retiraran de la sala.

Hay un peligroso infantilismo en ese tipo de actitudes. Con el pretexto de defender la dignidad parlamentaria al reclamar por la ausencia de la titular de Interior y de miembros de las FF.AA., sólo se logró entorpecer el avance de una ley fundamental para nuestra convivencia. De paso, se menoscabó la autoridad del subsecretario de Defensa.

Pésima señal para los capos del crimen que siguen con gran atención, qué duda cabe, el debate sobre las leyes que pueden afectar su lucrativo negocio. 

El otro ejemplo de la distancia sideral entre los inquilinos del Congreso y el resto de los mortales, es la maquiavélica elección de la mesa del Senado.

Además de romperse el fair play que aún primaba en esa instancia, vimos y escuchamos todo tipo de reproches y declaraciones vergonzantes. Si en su momento creímos que tras los dos procesos constitucionales volvería una cierta normalidad al mundo político, los hechos demuestran lo contrario. Seguimos en una lógica adversarial tóxica.

El drama es que no podemos prescindir de la política y los partidos. Y es justamente en esa grieta entre lo que necesitamos y lo que obtenemos de nuestros políticos, por donde se meten los líderes anti democráticos. Así de profundo es el deterioro y así de graves sus consecuencias. 

Esta semana que termina también se habló de economía y estancamiento, a partir de la cifra del 0,2% de aumento del PIB en 2023. En ese contexto el destacado economista Manuel Marfán declaró lo siguiente: “El principal problema que explica por qué el crecimiento económico ha venido deteriorándose con los años es el mal funcionamiento de la política. Y eso va a seguir presente mientras no se cambien las reglas de la política”.

“Chile no crece debido a un sistema político endogámico pulverizado”, agregó sin anestesia. 

Y efectivamente esto no da para más. Después del último plebiscito quedó pendiente una reforma al sistema político que evite la fragmentación. Una reforma que termine con los incentivos perversos para trancar las leyes. No podemos permitirnos que esta urgente tarea se dilate, pero son los propios parlamentarios los que deben tramitarla. Por lo visto esta semana y las prioridades exhibidas por los incumbentes, no tenemos para cuándo.