La historia de la familia chilota que salvó a un pudú: “Le pusimos Panchito”

Francisco Nancun se encontraba disfrutando unos días libres junto a su polola en Chonchi, el lugar donde creció en Chiloé, cuando al costado de una ruta divisó unas manchas en el agua del lago Huillinco. Primero pensó que se podía tratar de personas, se preocupó porque en estas fechas los chilotes y veraneantes no se suelen bañar en el mar, ni en los lagos, ni lagunas de la isla. Preocupado se acercó a la escena divisando algo completamente distinto a lo que pensaba. Dos perros asilvestrados estaban atacando a un pudú, a quien no le quedó otra que refugiarse en las aguas del lago Huillinco.

Francisco y su pareja vieron como al pudú, una especie que se encuentra en la categoría de conservación vulnerable, es decir, que enfrenta un riesgo alto de extinción, estaba siendo mordido. 

Su reacción natural fue arrojarse al mar y salvarlo de la muerte. “Tratamos de ayudarlo. En la desesperación nos pusimos a gritar. A mi polola le afectó la situación. Traté de tirar piedras para espantar a los perros y ahí fue cuando tomé la decisión de meterme al agua y rescatarlo”, cuenta Francisco. 

Luego de algunos intentos, Francisco logró sacar al pudú y alejar a los perros, lo tomó en brazos y lo subió al auto. Lo llevó a la cabaña de su madre que se encontraba a pocos minutos de ahí.

“El pudú llegó con hipotermia, lo abrigamos y le dimos mucho calor y después hicimos los contactos para que el SAG lo pudiera venir a buscar”, comenta Ingrid Ojeda, la madre de Francisco. 

Las autoridades encargadas, no pudieron coordinar una salida a Chonchi para la jornada de ayer lunes, cuando se materializó el rescate, por lo mismo el pudú debió pasar la noche con la familia que le salvó la vida. 

El tiempo que pasaron juntos, naturalmente provocó un encariñamiento de la familia con el animal. De hecho lo bautizaron Panchito, en honor a su salvador. “A mi hijo le decíamos Panchito cuando era chiquitito. Así que al final decidimos dejar como Panchito al pudú”, cuenta Ingrid Ojeda. 

“Yo toda la noche me sentí muy enternecida. Lo hubiera cargado si no fuera un animal salvaje. Lo hubiera apapachado, porque me daba mucha ternura mirar sus ojitos, sus cachitos. Se le caían las lágrimas, me daba la sensación de un bebé abandonado”, agrega la mujer.     

Además del cariño brindado, Francisco, su pareja y su madre le brindaron cuidados básicos a “panchito”. Siguiendo las instrucciones brindadas por el SAG lo alimentaron con pasto y lo calentaron con una estufa a leña. 

“Tiritaba de frío, después de abrigarlo y alimentarlo. Después lo dejamos solo porque el SAG nos dijo que las personas podían ponerlo nervioso. Yo la verdad no sabía que le podían causar las personas”, señala Francisco, quien agrega:

“Hicimos lo que cualquier persona haría. Hoy llegó el personal del SAG, se lo llevaron en una jaulita para curarle las heridas que le dejaron los perros en el cuello”, redondea. 

Sobre el futuro de Panchito, la familia sigue en contacto directo con los encargados de su cuidado. Francisco y su madre esperan poder volver a verlo algún día. 

“Hay un caballero del SAG con el que seguimos en contacto. Él me dijo que ahora el Panchito está en Castro para revisarlo con veterinarios. Al parecer las heridas del cuello no son tan profundas. Me dice que ahora está en buenas condiciones, muy activo y que están evaluando si lo llevarán a un centro de animales silvestres a Ancud o si lo liberarán”.