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Opinión

25 de Mayo de 2024

Columna de Isabel Plant: ¿Comienza la era del anticonceptivo masculino?

Las píldoras anticonceptivas masculinas han sido un tema popular, sobre todo entre los jóvenes. Hace un tiempo se hicieron ensayos, los cuales no tuvieron éxito debido a sus efectos secundarios y la resistencia que estos generaron (aun cuando estos eran muy similares a los que tienen las mujeres). Sin embargo, el tema ha vuelto a retomar fuerza, donde por ahora los anticonceptivos para los hombres son dos: el preservativo y la vesectomía, cada vez más practicada en Chile. Frente a esto la columnista Isabel Plant escribe: "Estos pequeños brotes verdes podrían crecer y convertirse en uno de los mayores cambios del siglo XXI: que hombres y mujeres estén igualmente comprometidos al elegir o no su paternidad y maternidad. Eso es lo que yo llamo una Revolución".

Por Isabel Plant

Alrededor del mundo, algunos hombres que se han apuntado en ensayos clínicos se ponen un poco de gel todas las noches en los hombros. El medicamento se llama Nestorone y es uno de los más prometedores anticonceptivos masculinos que hoy se prueban: hay quienes dicen que en cinco años podría estar listo para el mercado.

Aplicando el mismo principio que los anticonceptivos femeninos hormonales, esta terapia de uso tópico usa progesterona para bajar los niveles de hormona reproductora masculina, pero también incluye algo de testosterona, para no perder la líbido. Con la absorción de estos componentes en la piel y luego en la sangre, se inhibe la producción de espermatozoides. 

Otros hombres están testeando una pastilla anticonceptiva masculina, pero sin hormonas. La YCT-529 bloquea el acceso a la Vitamina A y, con esto, también se impide la producción de espermios. Hasta el momento ha probado ser efectiva, reversible y, válgame Dios, sin efectos secundarios. 

Aunque hay décadas y décadas de estudios y pruebas, los métodos anticonceptivos masculinos son básicamente dos: condones (que además previenen enfermedades, pero con algo de resistencia por algunos para ser usados) y la vasectomía. Esta última ha tenido un crecimiento explosivo en la última década en Chile: las cifras son de 2022, pero arrojan un aumento de un 500 por ciento con respecto a 2012. 

Yo tengo un grupo de estudio acotado, pero cercano: casi la totalidad de maridos y parejas de mis amigas, una vez que han decidido “cerrar la fábrica”, han acudido a doctores para hacer esta intervención ambulatoria. No solo quieren asegurarse que no vengan más hijos, tiene que ver también con que las parejas mujeres no quieren seguir preocupándose ellas de las píldoras o los anillos anticonceptivos. Además, este mismo medio reportaba hace unos meses sobre el aumento que han visto las consultas con menores de 30 para vasectomías, por quienes ya han decidido no ser padres. 

Todo esto es nuevo. Lo que se está vislumbrado, ya sea con ensayos médicos como con el aumento de las vasectomías, es un cambio cultural del tamaño de un planeta: hombres dispuestos a compartir el peso del control de la natalidad. 

Es un buen momento. Hoy, en TikTok, las nuevas generaciones de mujeres consideran a la píldora como un equivalente a Satanás. Pero es necesario hacer memoria y recordar lo que significó para sus abuelas: los anticonceptivos femeninos lo cambiaron todo en los años 60. Les dieron a las mujeres la libertad de decidir cuándo se es madre y cuántos hijos se quiere. De poder tener sexo, separándolo de la reproducción (y por lo mismo se le daba en un principio solo a las casadas). Un antes y después que terminó con una esclavitud de la propia biología y permitió, entre muchas otras cosas, que las mujeres pudieran estudiar y graduarse más. 

Yo la tomé sagradamente por veinte años, sin problemas. Bien tomada, sigue siendo el método más efectivo. Puede ayudar a algunas mujeres con los sangrados excesivos, dolores menstruales o a regularse. Pero no todos los cuerpos son iguales y muchas mujeres odian las migrañas, la falta de apetito sexual o el aumento de peso que pueden acarrear las pastillas. A quienes tienen cáncer de mama se les aconseja no tomarla, lo mismo a las mujeres con antecedentes de trombosis. 

Hay parte de desinformación en su rechazo actual, pero también hay algo que va más allá de lo científico: ¿Por qué, medio siglo después de la revolución, siguen siendo las mujeres las que deben responsabilizarse por prevenir el embarazo?

Volvamos entonces a los hombres: una búsqueda sencilla en los archivos de The New York Times arroja noticias que anuncian la cercanía a una píldora anticonceptiva masculina desde 1978. Los científicos expertos en el tema cuentan que desde los años 90 se dice que el logro está a la vuelta de la esquina, pero nunca llega. ¿Qué lo ha impedido? Hay un tema biológico. Como las mujeres ovulamos una vez al mes, es más fácil controlar el ciclo, mientras que los hombres producen espermios constantemente y los eyaculan por millones, haciendo la química farmacéutica algo más complicado de manejar. 

Pero también hay un tema de tolerancia y resignación. Tras algunos ensayos, hombres habrían reportado efectos secundarios a la terapia hormonal que van desde cambios de humor, a aumento de peso o incluso depresión. Y con eso, aunque las mujeres han tolerado síntomas similares desde los años 60 por necesidad, adiós ensayos. Se consideró por parte de las farmacéuticas que con eso era imposible hacerles buen marketing y, por ende, recuperar la inversión. 

Francamente. 

Pero pareciera que hoy una nueva generación masculina está dispuesta a dar el paso a la anticoncepción, y la medicina pareciera ponerse al día. Las cifras del aumento de la vasectomía, al menos, parecieran dar fe de ello. 

Es enfurecedor el camino que hemos tenido que recorrer las mujeres para llegar esto, mientras los hombres han podido esperar cómodos. Pero estos pequeños brotes verdes podrían crecer y convertirse en uno de los mayores cambios del siglo XXI: que hombres y mujeres estén igualmente comprometidos al elegir o no su paternidad y maternidad. Eso es lo que yo llamo una Revolución. A esperar y ver. 

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