Cerró el Coliseo: dueños explican por qué decidieron bajar la cortina de su emblemático local de Las Condes tras 45 años de historia

Rapallo es una comuna de casi 30 mil habitante perteneciente a Genova, en el norte de Italia. La ciudad destaca por sus playas y es considerada una perla de la zona de Liguria. En abril de 1951, la poeta chilena Gabriela Mistral se estableció por algunos meses en la ciudad tras ser designada cónsul. Además, autores como Ezra Pound, Ernest Hemingway y el filósofo Friedrich Nietzsche pasaron temporadas ahí, escribiendo y mirando la olas del Mar de Liguria. 

En esa ciudad nació Renato Revello, italiano que llegó a Chile para incursionar en el mundo gastronómico de Santiago. En 1979 abrió un local de preparaciones con helados y pastas. El local lo bautizó como Coliseo y se ubicó por 45 años en la intersección de Avenida Cristobal Colón con Sebastián Elcano, en la comuna de Las Condes. 

Con los años, el giro del local fue cambiando a supermercado y fueron los hijos de Renato, Roberto y Massimo, quienes quedaron como propietarios del local. Por su parte, el patriarca y fundador de Coliseo decidió volver a Rapallo y está próximo a cumplir 100 años. La clave de su longevidad, dicen su hijos, es la belleza de la ciudad y una dieta mediterránea.

Al entrar al local no queda practicamenta nada del concurrido supermercado. Una balanza desenchufada, dos check out de las antiguas cajas y una oficina con dos computadores y dos sillas que miran hacia el local. “De acá se ve si alguien está robando”, dice Roberto Revello. Sin embargo, la delincuencia no fue la razón del cierre del comercio. “Después de 45 años viniendo todos los días, toca descansar”, asegura. 

El local está en arriendo y los hermanos Revello comentan que están en conversaciones con posibles interesados. Lo más probable, cuentan a The Clinic, es que sea un giro similar o quizás una farmacia. Una esquina que ya tiene otras dos boticas. 

-¿Tú crees que alguien le va a interesar la historia de este supermercado en Las Condes?, pregunta Roberto. 

La historia de Coliseo es, en parte, la historia de la ciudad y de la zona donde se emplaza el supermercado. Massimo relata que uno de los momentos que más recuerda es la Copa del Mundo de España 1982. Ese año, Italia de la mano del guardameta Dino Zoff y el goleador Paolo Rossi levantaron el tercer trofeo global de la azzurra. “Salimos a celebrar en una moto y aparecimos en una foto en el diario. Los vecinos se quedaban pegados viendo los partidos aquí”, cuenta.

Otro momento histórico que recuerdan fueron las protestas contra la dictadura de Augusto Pinochet. Personas lanzaban cadenas a los cables y provocaban apagones. Para no dejar de atender ningún día – algo de lo que se jactan en sus 45 años de historia – encendían dos autos y con las luces apuntaban al interior del local. 

Los hermanos Revello fueron testigos del auge de las tarjetas de crédito. Cuentan que en un inicio tenían un libro de morosos con las instituciones bancarias. Cada vez que alguien pagaba, revisaban de manera manual si el número de la tarjeta estaba en ese archivo. De ser así, podían retenerle el plástico al comprador y el banco los premiaba con 20 mil pesos. “Pero claramente no podíamos decirle a la cajera que se enfrascara en una discusión con clientes para quitarles sus tarjetas”, aseguran.

Sobre el momento actual de Coliseo, aseguran que llegaron a tener 130 proveedores y utilizaban el método de “trabajo antiguo”, es decir, estar encima de todo y que la familia fuese quien se hiciera cargo del negocio. Eso se los agradecían los vecinos, un trato cercano que hoy se extingue mientras avanzan las cadenas como Oxxo en los barrios de Santiago. Incluso, los vecinos llegaban a pedir la impresora y el teléfono. 

Una de las críticas que algunos compradores hacían al local eran los precios de los productos. Los hermanos Revello explican que es imposible competir con los precios de los supermercados, pero aseguran que en licores y vinos peleaban a la par con las grandes cadenas. Los proveedores les pidieron subir el valor del vino, porque los supermercados estaban reclamando. 

¿Y ahora qué? Tras 45 años atendiendo todos los días el Coliseo, los hermanos deben rehacer su rutina. “En nuestra casa, mirando tele, no nos podemos quedar. No sabemos estar quietos”, responde Roberto. A él le pidieron una asesoría para abrir un local similar y dijo que no. En tanto, Massimo quiere apoyar a su hijo en un proyecto de comida italiana, tal como Renato Ravallo hizo en 1979 al llegar de Rapallo.