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Fotos: Felipe Figueroa

Entrevistas

23 de Noviembre de 2024

Abdulrazak Gurnah, Premio Nobel de Literatura: “El mundo fue racista y sigue siendo racista”

De paso por Chile, el Premio Nobel de Literatura 2021 habla con The Clinic sobre sus novelas, que retratan los impactos del colonialismo británico en África y también ficciona su propia experiencia cuando llegó desde Tanzania, con 18 años, a Inglaterra, donde sufrió las consecuencias del racismo. Hoy, con 75 años, asegura que nunca escribirá sus memorias y que en marzo publicará una nueva novela, "Theft", protagonizada por tres jóvenes, de distintos orígenes, que alcanzan la mayoría de edad en el siglo XXI.

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En la tarde del pasado miércoles llegó desde Perú a Santiago de Chile. Y su avión parte hoy sábado, desde la capital a Ciudad de México. Ya el 30 de noviembre dará una conferencia magistral en la Feria del Libro de Guadalajara. Una visita breve y rápida al país -participó en el ciclo La Ciudad y las Palabras de la UC-, de quien sufrió un cambio radical en su agenda luego que en 2021 lo llamaran desde la Academia Sueca para decirle que era el nuevo Premio Nobel de Literatura. 

Abdulrazak Gurnah (75), cuando respondió esa llamada desde Suecia, pensó que era una broma. “Al otro lado del teléfono, la persona fue muy educada y se tomó el tiempo, para explicarme que era verdad”, comenta a The Clinic con calma, pausado, el autor de diez novelas, además de un puñado de ensayos y cuentos, sentado en el salón de un hotel cerca del cerro San Cristóbal.  

Hace tres años, la decisión estaba tomada y el argumento que esgrimieron los expertos de la Academia Sueca fue que las novelas de Abdulrazak Gurnah “se apartan de las descripciones estereotipadas y abren nuestra mirada a un África oriental culturalmente diversificada y desconocida para muchos en otras partes del mundo”. 

Por entonces, igualmente llamó la atención que algunos medios de comunicación destacaron el color de la piel de Gurnah. La BBC señaló en su título de octubre de 2021: “Quién es Abdulrazak Gurnah, el primer autor africano negro en ganar el galardón en Literatura en más de 30 años”. Mientras que The New York Times apuntó que “era el primer escritor negro en recibir el premio desde Toni Morrison en 1993”. 

Luego del Premio Nobel en 2021 se han traducido al español, por editorial Salamandra, las novelas de Abdulrazak Gurnah, Paraíso, A orillas del mar, La vida, después y El desertor. En la mayoría de ellas, donde narra complejas vidas ajenas, aborda los impactos del colonialismo británico en África, el racismo endémico y el exilio. Pero siempre están los ecos de la vida del autor, de su pasado en su natal Zanzíbar, donde nació en 1948. Sobre todo: la violencia que ejercieron sobre él cuando, hace casi 60 años, con 18 años, llegó a Inglaterra, primero a estudiar en la Universidad de Canterbury (ciudad donde vive actualmente), para luego doctorarse en literatura en la Universidad de Kent a comienzo de los 80. 

En un pasaje de El desertor leemos el reflejo de las experiencias racistas hacia el autor: “Al principio percibí esta sensación de rechazo, más tarde ratificada por las risitas azoradas y los gestos de sorpresa e irritación que descubría en rostros anónimos por los pasillos y en las calles, y con el tiempo comprendí que mi presencia sembraba desconcierto y aversión. (…) Me llevó mucho tiempo aprender a no darle importancia, años, toda una vida”. 

–El drama de los refugiados y el exilio es un tema mundial. Usted ha contado que cuando llegó a Inglaterra sufrió actos de racismo. ¿Hemos aprendido algo, ve usted alguna evolución en la humanidad? 

–El mundo fue racista y sigue siendo racista. Ha habido mucho flujo migratorio en el mundo, sobre todo ahora en Europa, que debería haber aprendido algo… Haber sacado una lección. Por eso fue tan importante, por ejemplo, el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, y por lo menos, desde ahí, el mundo ha aprendido a abordar estas problemáticas de otra forma. También es importante y, es otro capítulo de la historia, el reconocimiento de la injusticia en el apartheid sudafricano. Todos estos terribles asuntos, por lo menos, ha llevado a la gente a pensar que el racismo no solo no es correcto, sino que también es un error. 

–Hace unos días participó en Perú en el Hay Festival Arequipa… ¿Qué sabía o le interesaba de Latinoamérica y, principalmente, de Chile?  

–El año pasado solo había estado en Colombia, en el Hay Festival en Cartagena. Mi experiencia y el primer conocimiento que tuve con el continente fue cuando estudiaba, hace ya varios años, en el colegio en África. Fue cuando pasábamos materias sobre colonialismo y abordamos la era del descubrimiento y recuerdo temas relacionados con Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Ya más grande, en Inglaterra, me enteré sobre hechos políticos e históricos asociados a Latinoamérica. Y sobre fútbol también. En el caso de Chile, sin duda, siempre estaba asociado a figuras como Augusto Pinochet, Salvador Allende y sus dos premios Nobel Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Y en los años de dictadura, conocí en Inglaterra a estudiantes que habían salido del país debido a esta situación. 

–¿Y qué escritores nacionales le han interesado?

–Hace muchos, pero muchos años, vi en la televisión un programa donde mostraban a Pablo Neruda leyendo sus poemas. Fue un acto tan hermoso, que luego de eso lo empecé a seguir, a admirar, y ahora vengo de estar, algunos días, en Machu Picchu, salimos de Urubamba. Es interesante la poesía de Neruda. Me gusta la poesía y también la he enseñado. Por mucho tiempo enseñé en la universidad literatura inglesa y de los autores románticos que me interesaban la mayoría eran poetas, y con pasión, también leíamos a Wordsworth, Byron, Shelley… También di un taller sobre literatura del Caribe donde está presente, por ejemplo, la obra de la poeta guyanesa Grace Nichols.   

–Pareciera que la literatura africana tiene un potencial mayor en el mundo ante las historias que narra…  

–Esto ocurre porque es una muy buena literatura. Allí hay una destacada escritura. Están los habituales nombres, J. M. Coetzee y Chimamanda Ngozi Adichie. Pero en el norte y sur de África hay muy buenos escritores como el keniata Ngũgĩ wa Thiong’o, varias veces, por lo demás, candidato al Premio Nobel de Literatura. 

El suajili, la nueva novela y la tecnología que orbita al Premio Nobel de Literatura

Muchos de los personajes de las historias de Abdulrazak Gurnah hablan árabe, pero sobre todo el idioma suajili que, con más de 200 millones de hablantes, es uno de los 10 idiomas más hablados del mundo. Como ocurre con Khalil en la elogiada novela Paraíso (finalista del Premio Booker 1994), quien “adiestraba” a Yusuf, de 12 años, el que fue entregado por su padre por una temporada a un supuesto tío. Pero, lo cierto, es que su padre lo ha empeñado, ante una deuda imposible de pagar. 

El suajili es un idioma que volverá a aparecer en las páginas de la novela, Theft, en marzo de 2025, que es el primer libro que publica Gurnah tras ganar el Nobel de Literatura. La novela está protagonizada por tres jóvenes que alcanzan la mayoría de edad a inicios del siglo XXI. Las vidas de Karim, Fauzia y Badar son de orígenes muy disímiles, pero que se entrecruzan, en una ciudad africana, donde de nuevo aparecen retratadas las calles de Zanzíbar, una isla que también inspiró al poeta Arthur Rimbaud.

–En sus libros aparece con recurrencia el idioma suajili, “a diferencia de muchas lenguas africanas era una lengua escrita antes del colonialismo europeo”, ha escrito. ¿Cree que el Premio Nobel fomentará la lectura en su país de origen? 

–Lo que ocurre realmente es que estamos hablando de una cultura que no es muy lectora. La gente lee cuando los obligan, les dicen lo que tienen que leer en las escuelas. Además, esto tiene que ver con el costo de los libros, que son muy altos, sobre todo si vienen del extranjero. Y hay pobreza, las personas deben decidir, mes a mes, en qué gastar su dinero. Y la lectura no es una prioridad. Ahora no sé si la gente va a leer más mis libros, pero por lo menos el Premio Nobel permite una mayor y mejor circulación. Yo espero que exista un cambio. No por mis libros, sino porque exista de verdad un fomento a la lectura.   

–Tras obtener el Nobel, su elogiada novela Paraíso recién se tradujo al suajili…

–El suajili es una lengua que se habla no solo en Tanzania, también en Ruanda, Kenia, Uganda, Mozambique, Congo, Somalia, Malaui y Zambia… No tengo las estadísticas, pero es una de las lenguas más habladas de África. Ahora hay una campaña de la Unicef para que el suajili se enseñe como cualquier otro idioma, como el inglés o el alemán, que sea una lengua más conocida y popular. Incluso en Colombia se promociona el desarrollo de su habla.  

–En Theft, novela que aparecerá en marzo próximo, el turismo y la tecnología remueven la tranquilidad de un apartado lugar en el mundo… ¿Cómo vive el fenómeno de las nuevas tecnologías?

–Lo cierto es que yo solo leo en pantalla mis correos electrónicos (se ríe). Pero tengo un iPad que uso por las noches. Leo, en este aparato, algunas páginas de un libro antes de dormir. Igual es sorprendente, como casi todo el mundo pareciera que no puede vivir sin el celular. Para pagar la luz y el agua, el mismo banco me pide una aplicación que debo bajar del teléfono móvil. Lo negativo de esto puede ser las personas que no saben manejar los dispositivos con habilidad o que no tienen dinero para acceder a un celular, por ejemplo, de última tecnología.   

–En varios ensayos se ha referido a sus inicios en la escritura, antes y después de llegar a Inglaterra. ¿Le dedicaría un tiempo a escribir sus memorias?

–No, para nada. Mi vida no es interesante. Prefiero concentrarme en mis libros y que estos sean interesantes. Mis novelas y cuentos… Mi vida es muy apacible. Vivo en la ciudad de Canterbury, pero no comparto allí con muchos escritores. Bueno, mi esposa es académica y escritora, Denise de Caires Narain. Escribí un libro sobre Salman Rushdie, pero eso no significa que somos necesariamente amigos. Ahora no es que me junte en un bar con amigos, y sea aquello una tradición, pero sí tengo algunos amigos escritores que nos vemos de vez en cuando. También hay que escribir. La vida pasa muy rápido.  

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