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Opinión

19 de Abril de 2025
Imagen: Sandro Baeza/The Clinic

Adiós solteronas: estamos en la era de las solteras (más) felices

Las solteras han comenzado una revolución: atrás queda el estigma de mañosa o solterona, y bienvenida sea una nueva era. Hoy para las solteras emparejarse es una decisión, no es obligatorio, por lo que no están dispuestas a aguantar todo con tal de tener pareja. Es en muchas partes del globo el grupo demográfico que más crece. ¿Se han dado cuenta los hombres del cambio?

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“De verdad, mejor sola que mal acompañada. Una no está para salir con hombres que no levantan el plato, o que lo invitas a tu casa y no llega con nada para tomar. Acostumbrados a tener una mujer que los atienda, ya sea su mamá, la nana o la polola”, me dice una amiga por teléfono. La llamo para preguntarle cómo es hoy la soltería (madura, tenemos 41), siendo que yo técnicamente abandoné el estatus -aunque no legalmente- hace ocho años.

Dejé el mercado como soltera de treinta y pocos, cuando Tinder había hecho su entrada triunfal y antes de que fatigara a todo el mundo, pero a mí me daba estrés usarlo. Entre relación y relación, ya había vivido sola, viajado sola, ido a matrimonios sola. Pero en ese entonces, ser soltera pasados los 30 aún era motivo de comentarios tipo “no te vayas a quedar sola” o “no seas mañosa”. Si me iba de viaje, lo único que le interesaba a todo el mundo era si había pinchado (y yo muy mirando museos) y mis familiares insistían en presentarme a hombres sacados de debajo de piedras. Es decir: aún corría firme el estigma de la “solterona”.

Pero, dicen las encuestas y estudios, todo cambia. Por supuesto que no hay mejor momento en la historia para ser una mujer soltera (que no es lo mismo que sola): si hace unos siglos la única posibilidad de no casarse era meterse a un convento o quedarse en casa cuidando a padres ancianos, hoy es posible retrasar y optar si se quiere o no la maternidad; es posible tener (o aspirar) a la independencia económica; y el sexo ya lleva décadas separado de la mera reproducción.

Soltera por decisión

Un reportaje reciente en El País de España analizaba por qué hay cada vez más solteras de 30 y 40 años, sin intenciones de asentarse con una pareja (la soltería es el grupo demográfico que más crece en ese país). Las entrevistadas, de distintas partes de Hispanoamérica, básicamente repetían un mantra: porque emparejarse hoy ya no es obligación, sino que una decisión, para las que somos cada vez más selectivas. “Básicamente, nos dimos cuenta de que somos unas reinas y los hombres muchos son bastante barsas”, me dice mi amiga soltera por teléfono, medio en serio y medio en broma, cuando le comento el artículo.

Y claro, qué suerte para las más jóvenes que el no querer emparejarse no signifique que una tiene algo malo. Mi amiga me dice que se tiene que seguir bancando el que la consideren mañosa, pero que ya nadie la tortura con presentarle gente. Que feliz si encuentra a alguien para pasar sus noches, para compartir películas en Netflix e inviernos fríos, pero que no se ha dado desde que se separó hace unos años y eso no le quita el sueño. Ese sí que es cambio, porque hasta hace unas décadas, habría significado todo tipo de insomnio.

Fue ya en 1929 que Virginia Woolf abogaba por la necesidad de tener un cuarto propio e independencia económica para poder crear siendo mujer. Lo que pasó es que logramos tenerlo, para luego cargarnos además en la espalda las tareas domésticas junto con las laborales. Las solteras, en sus cuartos propios y bien cómodas, quizás nos miran y miran a sus madres y abuelas y dicen: no señor, no gracias.

Recesión romántica

En Estados Unidos, el Survey Center on American Life publicó hace pocos meses un estudio sobre la “Recesión romántica” y cómo el cortejo en ese país está dominado por el pesimismo y la desconfianza. En una encuesta realizada junto a Ipsos a más de 5 mil mayores de 18, muchas preguntas apuntaban a cómo las divisiones políticas están afectando también los encuentros románticos.

Además, por ejemplo, informaba que el 62% de los hombres encuestados y 67% de las mujeres creen que tener citas es más difícil que hace diez años, y por añadidura, miran con poco optimismo la posibilidad de encontrar una pareja con la que estarían feliz.

Ahí viene quizás el signo de los tiempos: un 56% de los norteamericanos encuestados que no están casados dicen estar más preocupados de terminar emparejados con la persona equivocada que de quedarse solos. 55% de las solteras encuestadas creen que ellas son más felices que las casadas, mientras que el 40% está en desacuerdo con esto (los hombres encuestados, por su parte, en su mayoría creen que las mujeres casadas son más felices, en contraste).

Veremos qué cambios demográficos arroja el nuevo Censo al respecto, cuando entregue detalles de cuántos somos y cómo nos conformamos como sociedad hoy. Pero algo pareciera ser seguro, las solteras hoy no están dispuestas a tolerar lo que aguantaron mujeres por siglos: los pasteles, los mandones, los que quieren compartir ingresos, pero no el cuidado de los hijos. Ya no vale todo solo por el hecho de estar en pareja. La duda es si todos los hombres se han dado cuenta de esta silenciosa revolución.

Hay una famosa entrevista a la cantante Cher, hecha en 1996. La entrevistadora le pregunta por qué alguna vez dijo que los hombres no eran una necesidad, sino que “un lujo”. Cher contesta: “Absolutamente, como el postre, los hombres no son necesarios”. La entrevistadora, ceño fruncido, le pregunta si lo dijo para parecer “pesada y amargada”. “No, para nada. Me encanta el postre. Amo a los hombres, creo que son muy cool… pero no los necesitas realmente para vivir. Mi madre me dijo un día, sabes amor, debería asentarse y casarte con un hombre rico. Le dije: mamá, yo soy el hombre rico”.

Cher, a sus 78, hoy está soltera, pero en una relación con un hombre 40 años menor.

Todos sabemos que siempre fue una adelantada.

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#amor#Parejas#solteras

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