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Opinión

12 de Diciembre de 2009

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Por Juan Pablo Opazo

A menos de un día ya todos tienen elegido su voto o hacia donde va su preferencia. Yo me decidí en votar por Marco Enriquez no porque lo considere un gran político ni porque quiero a la Doggeinweiler de primera dama tomando el te con Michelle Obama. Más allá de sus desaciertos (que han sido varios), voto por el por lo que representa en esta elección.
Ver una persona joven y “nueva” disputando la presidencia de la república, me suscita el mismo interés que deben tener incluso los obligados adherentes de Frei, Piñera y Arrate. Estos tres señores llevan decenios en la política y representan toda la máquina desgastada partidista chilena que pretende una renovación sin antes pasar por una necesaria jubilación.
Marco es el candidato de la disidencia, el candidato por el cual votamos para demostrarle a los dos bloques políticos llamados Concertación y Coalición por el cambio que podemos soñar con un país con mayores libertades, que Chile no es tan conservador como nos quieren hacer creer en los medios manejados por ambos bloques, que habemos cientos y miles de personas que pensamos distinto, que queremos que el país avance de una manera progresista, liberal en el cual podamos decidir por nuestras propias opiniones sin temor a que ni la Iglesia ni los grupos conservadores nos digan que hacer, que comprar o donde mirar
En elecciones pasadas Arrate podría haber suscitado dichos votos, sin embargo, las elecciones se ganan con ideas, planteamientos de gobierno y no con simples llamados de tratar de parar a la derecha por ser tal. Arrate quiere vencer el binominal haciendo pactos con la DC para tratar de llevar un par de representados a las cámaras vendiendo su alma a los conservadores y apostando migajas en un eventual gobierno de Frei.
Marco representa el bullado término de “cambio”, porque la derecha con las mismas caras de siempre incluyendo lo que voto la ola de la concertación (Schaulsohn y Flores) o la concertación llamando a renovar Chile con una figura que ya fue presidente y que llego a ser parte de este nuevo proceso eleccionario por acuerdos políticos sobre cuatro paredes no lo representan.
Chile requiere de nuevos acuerdos, nuevos bloques políticos, nuevas caras y nuevas ideas. Chile requiere que se renueve la política mirando hacia el próximo siglo, dejando atrás el pasado que tanto nos daño, jamás olvidando pero si aprendiendo de los errores y de este modo avanzar con la gente y no sobre la gente. Avanzar y progresar con lo que el pueblo pide y no imponiéndole a este la forma de actuar o pensar. No escogiendo “algunos libros” para bajar el impuesto, no llamando a “vivir mejor” cuando lo único que se plantea es continuidad, no generando imágenes de progresismo sobre derechos reproductivos, sexuales y culturales cuando toda la vida han votado en contra de ellos.
Porque yo no quiero a Américo cantando el himno de Chile, porque yo no quiero a Luciano Cruz-Coque como el representante chileno a ganar los oscars, porque no quiero a la Martita presumiendo ser amigui de Hillary, porque no quiero cuatro años más sentado viendo pasar una vieja película frente a mis ojos que ya he visto suficiente, voto 2. Porque creo que se puede hacer historia, porque creo que el progresismo es posible y que el país no puede tener tanta mala memoria.

(Envía tu columna a [email protected])

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