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Cultura

20 de Julio de 2011

“P” de José Tomás Labarthe Cardemil

Por Alen Pinar “A sus amigos sinceros / y sus clientes asiduos Feliz año les desea / el recolector de residuos” Roberto Fontanarrosa Por segunda vez, 300 veces, José Tomás Labarthe lo intenta. Por segunda vez osa escribir y plasma en libro lo que él denomina: poesía. Y por segunda vez, una vez, oso hablar […]

Por


Por Alen Pinar

“A sus amigos sinceros / y sus clientes asiduos
Feliz año les desea / el recolector de residuos”

Roberto Fontanarrosa

Por segunda vez, 300 veces, José Tomás Labarthe lo intenta.
Por segunda vez osa escribir y plasma en libro lo que él denomina: poesía.
Y por segunda vez, una vez, oso hablar de su osadía.
Valga la cacofonía.

Digamos, primero, que los 300 de las Termópilas la tuvieron más fácil contra los Persas… Los 300 de este segundo libro, -que tal vez sean los 300 del primero, quien sabe- se encontrarán con una voz que comienza a definir mejor su mundo.

De “de cierto florido”, primer libro, que venía en un formato casi de texto de estudio, pasamos a una “P” casi de bolsillo.

Y qué ha pasado. Nada. Y eso es lo bueno.

Nuestro querido amigo, persiste en escribir en Presente, Aquí, Ahora.

Persiste en ofrecer sus caligramas, sus fotos, sus juegos con el objeto libro, el papel y todas esas señales que va recogiendo a su paso por la cotidianeidad, que casual y organizadamente, van componiendo los motivos e imágenes de la poesía residual de José Tomás Labarthe.

Decimos casual y organizadamente, porque están en su búsqueda estética ambas
actitudes y conductas. Es más, ellas se verifican en casualidades organizadas y organizaciones casuales de recuerdos, de encuentros y de reflexiones, que tienen que ver con una visión de mundo que descompone y compone la realidad, que la formatea y somete a examen, que pasa por la historia y al rato reniega de ella, que cuenta historias prosaicamente y luego las versifica. Lógico si se está yendo Asia dentro, si se menciona el Budismo, si se citan parlamentos de películas de cine.

Podría tratarse de un experimento posmoderno, otro más, pero no lo es. José Tomás va más lejos, quiere y no quiere ir más lejos. Tanto que se promueve como partícipe de una Nueva Edad… y eso es mucho, muchísimo, si no fuera porque se ríe de su propia pretensión. Y eso también es bueno.

Como en “de cierto florido”, Labarthe se pone el parche antes de la herida. Se cuida y se blinda con sus cascos de pelota de fútbol, en una actitud que bien puede ser calificada de liviana de cascos, si no fuera -otra vez- porque va profundo, y esa profundidad muchas veces está, literalmente en los márgenes. En ellos mueve sus piezas el autor, que nos quiere hacer ver a otros autores y movimientos que no son los suyos pero que han inspirado su quehacer.

Este escribidor está buscando su estilo. Y está mostrando su ruta y sus huellas. En la antigüedad, en la prehistoria, el creador-cazador buscaba una piedra, una piedra que romper y que al romperse se revelara lápiz y cuchillo: su silex. Una vez hallado, su marca se volvería identificable, así las muescas: su escritura cuneiforme quedaría grabada y lo reconocerían.

En esa anda José Tomás Labarthe, que está cada vez más cerca de ser simplemente: Silex. No sería malo acompañarlo en su jornada.

Ficha del libro:

Autor: José Tomás Labarthe Cardemil
Editorial: La Calabaza del Diablo
Género: Poesía
Número de páginas: 130
Precio referencia: 5.000$

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