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Nacional

4 de Agosto de 2011

Contraloría denuncia al Ministerio Público maltrato a la elefanta “Ramba” y ordena sumario en el SAG

El servicio encargado de velar por la flora y fauna chilenas y de las especies extranjeras usadas en circos, no cumplió con los convenios internacionales de protección animal, violó las leyes de Caza y la orgánica de la entidad que debiera iluminar el norte fiscalizador del servicio. Así da cuenta un dictamen de Contraloría que publica The Clinic Online. En el documento también reciben duras críticas Joaquín Maluenda, el empresario de “Los Tachuelas”, la Universidad Mayor y el Zoológico Metropolitano. Todos se pasan la pelota.

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Si San Francisco de Asís estuviera vivo, de seguro habría armado un escándalo de proporciones al ver las condiciones físicas y de salubridad en que se encontraba la elefanta “Ramba” en la “parcela de descanso” de los empresarios circenses “Los Tachuelas”. No le habían cortado las uñas -algo muy necesario para estos animales de gran tamaño- no tenía una piscina con barro, ni temperatura adecuada, entre otras anomalías atendida su vejez. Y eso que se habían comprometido a cuidarla.

La Contraloría tomó cartas en el asunto y luego de verificar en terreno los hechos, ordenó sustanciar un sumario administrativo en el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) -pues se violó la ley y los tratados internacionales de protección de especies- y denunció la situación al Ministerio Público para que inicie una investigación por maltrato animal.

En un largo dictamen de respuesta a una presentación formulada por el PS Fulvio Rossi, el organismo fiscalizador hizo fuertes cuestionamientos a los expertos del Parque Metropolitano, al SAG y otras entidades universitarias.

En el documento que publica íntegramente The Clinic Online (al término de la nota), puede leerse que las anomalías cometidas por el Estado respecto a la tenencia y cuidado de “Ramba”, como también a la responsabilidad asumida por Joaquín Maluenda Quezada, el empresario de “Los Tachuelas”, ha sido total.

Al respecto, la abogada patrocinante del escrito ante la Contraloría Alma Sánchez, se manifestó satisfecha con los argumentos del organismo fiscalizador.

Sánchez, quien representa a las ONG’s Ecópolis y Cefu, explicó a este diario que con el dictamen entró en el tema de fondo sobre el maltrato animal desde las anomalías administrativas que hubo detrás.

“El dictamen está perfecto. Por primera vez un contralor abordó este tema. Antes se había intentado, pero sin suerte, nunca antes se habían aplicado los tratados internacionales, así que desde ese punto de vista está perfecto”, indicó Sánchez.

La profesional anunció además que el próximo 18 de agosto la fiscalía formalizará a Maluenda Quezada por el maltrato a “Ramba”, e indicó que en los próximos días presentará una querella criminal por los mismos hechos para conseguir que se aplique todo el rigor de la ley.

Historia de un peloteo

El paquidermo fue decomisado en 1997 al ciudadano argentino Eduardo Val Scigliano dueño del circo “Miami”, ya que no acreditó su dominio, toda vez que lo tenía en “cautiverio y exhibición en malas condiciones”. En la oportunidad, señala el dictamen, el SAG no retiró el animal, aun cuando tenía la obligación de hacerlo y de enviarlo a un centro de rescate o rehabilitación como obliga la Ley de Caza. La Contraloría buscó los antecedentes en el SAG para saber por qué en ese año no se tomaron las providencias para salvaguardar a “Ramba”, pero “no se obtuvo los antecedentes que sustenten dicha falta de retiro”.

En 1998 Val Scigliano, aún cuando no podía hacerlo, vendió 49 días después del decomiso a “Ramba en US$ 30.000. La compró Joaquín Maluenda Quezada, el dueño del circo “Los Tachuelas”. Al hacer esto, Val Scigliano debió haber sido multado y condenado penalmente, ya que además violó la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestres (CITES) a la que Chile suscribió en 1975.

Por su parte, el SAG debió denunciarlo a la justicia, pero omitió el trámite, cometiendo un delito ( el de no poner los antecedentes en conocimiento de los tribunales) que, por el tiempo transcurrido, se encuentra prescrito.

En 2003, Ramba fue nuevamente decomisada esta vez a “Los Tachuelas” y nuevamente el SAG no la retiró para enviarla un lugar donde le dieran las atenciones que ordena la ley, quedando en las mismas manos.

De acuerdo al dictamen, el paquidermo, sólo como última instancia, es decir luego de agotadas las posibilidad de enviarla a un lugar como el zoológico o devolverla a su lugar de origen, podía quedar en manos del infractor. La Contraloría estimó que hubo “fundamento alguno para dicha medida”. El SAG, esta vez violó la ley que rige el correcto comportamiento a los funcionarios del Estado.

Es más, el organismo fiscalizador requirió al SAG una explicación “para que indicaran las alternativas que fueron evaluadas para la custodia de la elefanta y el fundamento de la decisión que se adoptó, sin que se entregara antecedente alguno que sustentara tal medida”.

“Ramba” sólo fue inscrita por “Los Tachuelas” en 2004, es decir nueve meses después de que se la entregaron a su cuidado y aún cuando no estaba autorizado para funcionar.

La autoridad, en su respuesta, enviada a través de un email el 20 de julio de 2011, “informó que la demora se debió a la gran envergadura y nivel de inversión que se requirió para dar cumplimiento a las exigencias establecidas en el reglamento de la Ley de Caza, por parte del señor Maluenda, los que tomaron aproximadamente nueve meses para su completa finalización a satisfacción del Servicio”. La Contraloría, al analizar el oficio, estimó nuevamente que “el argumento que no desvirtúa la existencia de la infracción, ni el incumplimiento normativo en que ha incurrido el servicio”.

Mala vida

Ramba se encontraba en una “parcela de descanso” de Los Tachuelas. Los fiscalizadores de la Contraloría pidieron los documentos para verificar si, al menos ahora, le elefanta vivía en mejores condiciones y si en los viajes que realizaba se cumplía con las normas del SAG. Pues bien, una vez más el organismo encargado de proteger la flora y fauna chilenas cometió anomalías, según el dictamen.

En sus pesquisas, el organismo fiscalizador, dirigió sus pasos a determinar si existían razones esgrimidas por especialistas respecto al estado de salud y condiciones de vida del paquidermo. Hubo nuevas sorpresas.

El acta de entrega formal a Los Tachuelas está fechada el 27 de septiembre de 2010. La custodia la autorizó el SAG “sustentando su decisión en un Informe de Salud emitido por el Zoológico Metropolitano”. Rossi, en su presentación indicó que el documento, “carecía de rigor científico”. Sobre el punto, la Contraloría explicó en su dictamen que no podía pronunciarse sobre ello porque excedía su “ámbito de atribuciones”.

“No obstante, es útil hacer presente que el referido Informe de Salud emitido por el Zoológico Nacional del Parque Metropolitano de Santiago, con fecha 6 de septiembre de 2010, aparece firmado por el médico veterinario, Jefe de la Sección Salud Animal del citado Zoológico, sin que se advierta la participación de un experto en paquidermos y tampoco se aprecia la realización de exámenes clínicos a su respecto, pues expresamente se da cuenta de que se informan los resultados de una inspección visual”. De hecho, el informe del zoológico recomendaba que “Ramba” ni siquiera viajara con el circo porque un “traslado de larga duración para un ejemplar de este tipo podría llegar a ser fatal”.

Hasta la “parcela de descanso”, el pasado 2 de mayo, y luego de analizar un informe de Mel Richardson, un consultor del santuario de elefantes de Tennessee, Estados Unidos, se constituyó un equipo multidisciplinario con especialistas del SAG, un etólogo, dos veterinarios de zoológico y un biólogo que trabaja con elefantes africanos en el Zoológico Metropolitano, para realizar exámenes y hacer una observación durante cuatro días a “Ramba” para “determinar el real estado de salud de la elefanta”.

Allí comenzaron las falencias. Al paquidermo no se le habían cortado las uñas, presentaba signos de descuido. Ramba es, en relación a un humano, un animal que está en la tercera edad. Los expertos determinaron que ni siquiera contaba con las condiciones para acostarse, no había maquinaria para mantener una temperatura adecuada “en razón de su vejez”.

Los peritos del Zoológico Metropolitano junto a una veterinaria de la Universidad Mayor, sin embargo, aseguraron que el animal “presenta buena condición corporal, pero recomendaban construir comederos en altura, acondicionar dormitorio con loza radiante y calefacción central, habilitar una piscina o tiesto con barro y aplicar baños de vaselina, entre otras medidas”.

“Sapeo” barato

Los fiscalizadores de la Contraloría se dejaron caer sin aviso previo a la “parcela de descanso” de Los Tachuelas el 18 de julio pasado. “Se observó que el lugar donde habita no había sido aseado, no se han proporcionado los cuidados podales recomendados, no se ha implementado un montículo de arena o tierra para que la elefanta pueda acostarse y, respecto del calor, no se ha adoptado la medida sugerida por los expertos, toda vez que el recinto mantiene el mismo sistema de calefacción”.

En la tarde del mismo, para hacerles una pillada, los funcionarios de Contraloría concurrieron nuevamente, esta vez junto a fiscalizadores del SAG. Las dependencias de Ramba, en esa oportunidad ya estaban limpias. Sin embargo, en forma previa, el SAG le avisó que irían a fiscalizarlo de nuevo “cuestión que si bien no vulnera disposiciones legales específicas, no se ajusta a las técnicas recomendables de auditoría”, se lee en el documento.

Las conclusiones del dictamen fueron claras: el SAG no cumplió con los convenios internacionales de protección animal, violó las leyes de Caza y la orgánica que ilumina el norte fiscalizador del servicio. Por esta razón, la Contraloría le ordenó adoptar “de inmediato, todas las medidas necesarias a fin de regularizar las situaciones observadas, sin perjuicio de ponderar la instrucción de un procedimiento disciplinario a fin de determinar las responsabilidades administrativas que pudieren derivarse de los incumplimientos normativos ya referidos”.

Más allá de las investigaciones asociadas a estas graves irregularidades con el paquiderno, hay un final feliz: “Ramba” pasará los últimos años de su vida en el santuario de elefantes de Tennessee, Estados Unidos, junto a otros de su especie.

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