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Humor

6 de Febrero de 2012

¡Evasores del mundo, uníos! Los mejores tips de los que no pagan en el Transantiago

El Transantiago subió una vez más de precio, el pase escolar no sirve durante febrero y en la mente de muchos aflora la pregunta: “¿Por qué voy a pagar $580 por un servicio como el pico?”. Bueno, un grupo de gente piensa que la respuesta a esa pregunta es simplemente evadir. Si en otros tiempos […]

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El Transantiago subió una vez más de precio, el pase escolar no sirve durante febrero y en la mente de muchos aflora la pregunta: “¿Por qué voy a pagar $580 por un servicio como el pico?”. Bueno, un grupo de gente piensa que la respuesta a esa pregunta es simplemente evadir. Si en otros tiempos existía la posibilidad de pedirle al tío micrero si te llevaba por menos plata, la irrupción de la tarjeta Bip descartó esa posibilidad. Mete la mano ahí que el pico ya te lo metieron en el ojo. Así son los mejores trucos usados por los santiaguinos para hacerse los locos con los 580 pesos.

-Romper la Bip

Parece un acto extremo, pero tiempos extraordinarios merecen acciones extraordinarias. Una fiscalización tipo es más o menos así para los que no la han vivido: La micro se detiene, se sube personal del Ministerio de Transportes con una máquina similar una Redcompra en la mano, y unos pacos se paran en algunas puertas resguardando la salida. ¿Y qué pasa si tú evadiste el validador y no quieres comerte un parte de 58 lucas? Para que esta medida funcione, se necesitan de dos tarjetas Bip. Una la que usas siempre, y una sin saldo, de utilería. Cuando se acerca el inspector, rompes la tarjeta Bip extra. Y de ahí tienes dos opciones de juego: La primera es hacerte el loco, pasarle la tarjeta Bip rota y cuando el fiscalizador te diga que no pagaste, decir “¡Pero sí pagué! ¡Te lo juro! ¡No voy a aceptar este atropello, yo no soy un ladrón!”. Eventualmente el fiscalizador se dará cuenta que la tarjeta está rota y que no fue tu culpa. La otra opción es poner cara de pena y decir que le pediste al chofer que te llevara hasta algún lugar donde puedas comprar una tarjeta.

-Escapar

Esta es de choros. Cada puerta de las micros del Transantiago tienen una pequeña palanca que fuerza la apertura de ellas en caso de emergencia. Entonces, la idea es, cuando se suba el fiscalizador del Ministerio (o Davor Gjuranovic si tienes muy mala cueva), raudamente accionar la palanca, empujar la puerta y salir. El mecanismo es un pequeño pituto rojo que se puede ver en una apertura circular en la esquina superior derecha de cada puerta, y se debe jalar en dirección al fondo de la micro. Hay que tener cuidado con salir y encontrarse con un paco de frente, así que ojo.

-A lo Indiana Jones

Una variación de la idea anterior, es bajarse con la misma precisión con que Indy zafó de la puerta que se cerraba en El Templo de la Perdición (algo más o menos así). Apenas veas que la micro se detendrá y se subirá un inspector, escapas por la puerta abierta en el último momento. No te olvides de meter la mano y recuperar tu sombrero.

-Comunas con las que tener cuidado

El ministerio no fiscaliza en todo Santiago. Sería un desperdicio. Existen algunas comunas donde la evasión es mayor y eso lo saben. Por ejemplo, el ministerio redobla sus esfuerzos en comunas como La Florida, Puente Alto, Peñalolén, algunas zonas de La Reina y Maipú, entre otras. Además, los fiscalizadores suelen ponerse en el eje de La Alameda. “En lo bonito. En lo que se ve. Si todo lo que se ve, es lo que pasa al lado de La Moneda”, dice Jonny Vega, micrero de la Zona E. Entonces, zonas a evitar son Providencia, Alameda y las comunas mencionadas.

-Viajar después de las 7 de la tarde

Los valientes hombres que fiscalizan que “nadie meta la mano ahí” (más que los empresarios del transporte) también cumplen con horarios laborales. Así que es bastante seguro viajar desde la tarde. Además, cuando ya es de noche, los micreros rara vez exigen que se valide la Bip, por temor a agresiones de descerebrados que se sienten envalentonados en el amparo de la oscuridad. Así que de noche, puedes viajar gratis.

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