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25 de Julio de 2012

El sumario completo con que la PUC amenaza a estudiantes por la funa a Jaime Guzmán

Tras seis meses de investigación, la Universidad Católica decidió formular cargos contra 29 alumnos que participaron en la funa del 15 de diciembre pasado en el Campus Oriente que le aguó la fiesta a la fundación del fundador del gremialismo. Las denuncias van desde cantar consignas del movimiento estudiantil, comerse el cóctel de los invitados, hacer carapálidas y hasta correrle mano al rector Ignacio Sánchez. En su defensa, los estudiantes afirman que el rector no asomó ni la nariz para la inauguración del Memorial de Detenidos Desaparecidos en el Campus San Joaquín un mes antes del acto UDI.

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Garabatos varios, avioncitos de papel con poemas, carapálidas y corridas de mano al rector. Esos son los cargos que se les imputan a los 29 estudiantes del Campus Oriente de la Universidad Católica formalizados por el sumario interno (ver al final de la nota) que realizó esa casa de estudios después de la funa al acto de conmemoración de los 20 años de la Fundación Jaime Guzmán, el 15 de diciembre pasado.

La PUC, un tanto más leguleya en su apreciación de las faltas en las que según su criterio incurrieron sus alumnos, en el documento de 61 páginas al que tuvo acceso The Clinic Online habla de “menoscabo de los principios e imagen de la universidad; expresarse públicamente y por cualquier medio de forma deshonesta o en menoscabo de algún miembro de la comunidad universitaria; incitar o cometer actos de violencia o intimidación en contra de miembros de la comunicad universitaria, o contra persona ajenas a ella desde recintos universitarios o dentro de ellos; cometer actos contrarios a la moral y a las buenas costumbres…”, etc.

En el documento se revela que la gran mayoría actuó motivada por la interrupción de clases y ensayos claves para el cierre de semestre, además de la presencia de varios ministros de Estado, incluido el ex ministro de Educación Felipe Bulnes, sólo un par de meses después que ese campus fuera el único en toma de ese plantel durante el conflicto estudiantil del 2011.

El sumario, ordenado por el rector Ignacio Sánchez, tuvo seis meses de investigación y numerosas pruebas aportadas por la Fundación del asesinado senador gremialista y académico de la PUC: una carta que llevaba adjunta videos y fotos, los “documentos” tirados en forma de avioncitos de papel a los asistentes al acto, sobres con recortes de prensa, tres cd con imágenes y videos de medios de prensa, 32 declaraciones y 34 fichas académicas.

En dicho documento también se daba cuenta de la fecha de cierre del sumario, el pasado 19 de julio, y la notificación a los universitarios involucrados para que prepararan su defensa, cuando muchos de ellos ya estaban de vacaciones.

El segundo piso

En la investigación, el subdirector de la Fundación Guzmán, Jaime Bellolio Avaria, narró su versión de los hechos. Dijo, por ejemplo, que el día anterior al evento se había reunido con la guardia presidencial, la administración y la seguridad del campus Oriente para ultimar los detalles que conmemorarían los 20 años de la Fundación Jaime Guzmán, en el último lugar donde se le vio con vida al ideólogo de la UDI.

Y prometía ser una gran gala. La Fundación, según consta en el documento, había trabajado durante un año en su realización: el presidente Piñera y buena parte de su gabinete estaban convocados, muchos de ellos ex alumnos de la PUC.

Pero había un detalle que los tenía preocupados: el segundo piso del patio donde sería la recepción.

Intentaron cerrarlo, pero a la negativa del Campus al final se determinó acabar con las clases que se desarrollaran después de las 18:00 horas para evitar alguna manifestación. Sin embargo, ese día una veintena de estudiantes se enteraron de lo ocurrido y armaron una funa que terminó con el Presidente sin aparecerse por el campus y un bochorno que llevó al día siguiente al rector a pedir en el Consejo Superior investigar los hechos.

De paso, un año de trabajo de la Fundación a la basura.

“Hijos de puta, fascistas culiaos”

Según cuentan los denunciantes, los problemas comenzaron cuando los alumnos vieron al ex ministro Bulnes, junto al ministro Lavín y al ministro de Hacienda, Felipe Larraín. Con su aparición a vista de los alumnos apostados en el segundo piso, comenzó el bombardeo de avioncitos de papel -sacados del Versero Ciudadano, un pasquín que surgió durante la toma del campus- y la música andina, coreada con los típicos gritos de las marchas estudiantiles.

Les gritaron de todo. “Hijos de puta”, “conchas de su madre”, “fascistas culiados”, cánticos contra el gobierno, contra el entonces ministro Bulnes y contra la Constitución, también creación del difunto. Todo esto junto a la música y bailes andinos de un grupo formado por alumnos de ese campus.

“Se notaba preparación porque empezaron a gritar todos al mismo tiempo, y se escuchaban bombos y platillos. Tenían muchos papeles picados. Gritaban muchos cánticos ofensivos”, declaró el subdirector de la Fundación Jaime Bellolio, al que los alumnos le gritaban “fascista culiao”. Bellolio, ingeniero comercial PUC y Master en la Universidad de Chicago, a esas alturas espantado con el espectáculo, cuenta que después comenzaron a lanzarles huevos, a subir el grado de grosería (“hijos de puta”) y violencia y que esa parte de la funa la coronaron tres mujeres que hicieron carapálidas a los asistentes.

La situación, contraria a la moral y las buenas costumbres según el sumario, es confirmada por las mismas ejecutoras y otros denunciantes. Entre ellos, la declaración del Vicedecano de la Facultad de Derecho, Carlos Frontaura, quien dice que después de aumentar el volumen de los gritos e insultos “hay dos personas paradas en el balcón que muestran el traste a los invitados”.

Según Claudio Osorio Romero, abogado ex alumno de la UC e investigador asociado de la fundación, cuando los alumnos estaban en el segundo piso se sentía “relativamente seguro porque afuera del Campus estaba lleno de carabineros”, algo que cambió drásticamente cuando ellos bajaron y por ende “estábamos a merced de la voluntad de los manifestantes”.

Pellizcones en el trasero

En ese momento, los denunciantes decidieron dejar el cóctel y pasaron directo a la carpa donde se desarrollaría la cena-homenaje, viendo como los estudiantes bajaron al primer piso y se comieron y bebieron lo que estaba dispuesto para los invitados. Canapé, cebiches, jugos y vinos fueron “arrasados” por los estudiantes, lo que a juicio del vicedecano de Derecho “son el tipo de cosas que hacían los bárbaros en las fronteras del imperio romano”.

Después de eso, dicen que algunos alumnos intentaron romper unos paneles y “atentaron” contra los elementos que pertenecieron a Jaime Guzmán, dispuestos ahí para el homenaje. Un escritorio del asesinado senador, una máquina de escribir, una lámpara, una silla y los arreglos florales dispuestos para el solemne acto. Según Osorio, las cosas corrían peligro y las tuvieron que sacar. Después de eso pintaron con velas los vidrios e incluso un alumno entró al patio con una manguera, donde se encontraba la carpa de los invitados.

Entre medio, el rector salió a tratar de dialogar con los organizadores de la funa, pero no lo pescaron. Al contrario, los alumnos lo rodearon y lo encararon por el evento que se estaba realizando. En ese minuto el rector sintió el fragor de la lucha.

Según el vicedecano de Derecho, cerraron un círculo a su alrededor y lo comenzaron a empujar por lo que tuvo que levantar las manos un par de veces para protegerse. Pero no le alcanzó. “El rector me comentó al día siguiente que le habían llegado pellizcones en el trasero”, dice su declaración.

Mientras Sánchez sudaba la gota gorda, la Fundación observaba como la planificación de un año se les fue a las pailas. Piñera no llegó, avisado por la guardia apostada en el lugar y los ministros Lavín y Bulnes terminaron saliendo por la cocina. El ministro Longueira, por su parte, llegó hasta el estacionamiento cuando fue avisado y se devolvió. La cena siguió con los que estaban adentro, pero el evento ya había fracasado.

Falta de respeto

Para los estudiantes, lo que ocurrió ese día fue una vulneración de sus derechos. Todos se sintieron pasados a llevar. Además de suspenderles las clases y ensayos -muchos de ellos los últimos antes de rendir examen-, los alumnos sintieron que se tomaban su casa.

Si bien algunos reconocen que el lugar es usado frecuentemente para eventos e incluso matrimonios “los viernes”, ese día sintieron que “estaban pasando a llevar un espacio que habíamos tratado de crear”. Todos los estudiantes declararon que fue una falta de respeto e incluso que hubo provocación desde los invitados.

Las tres mujeres que hicieron los carapálidas dicen no arrepentirse del hecho. “Si esta fundación quiere hacer un acto político en su fundación me da lo mismo, pero no en ese lugar”, dice una de ellas en su declaración.

Todos cuentan que la intención de la funa era molestar y, de resultar bien, impedir que se llevara a cabo. Por eso cuando supieron de qué se trataba el evento que interrumpiría sus clases se organizaron para molestar a los que llegaran. Una asamblea a la que no todos llegaron, pero que la mayoría apoyó.

Eso sí, ninguno de ellos dice haber agredido a alguien. Varios incluso dicen no haber cantado cosas contra los presentes y haberse limitado sólo a bailar o gritar consignas del movimiento estudiantil. Además, los alumnos reprueban la actitud del rector, quien participaba entusiasmado del acto pero no asomó ni la nariz para la inauguración del Memorial de Detenidos Desaparecidos en el Campus San Joaquín un mes antes.

“Creo que en esta universidad hay familias que vivieron algo horrible y no hay personas sólo de un lado. Creo que todo lo que hice, y todos los garabatos que grité no son nada con la corriente que le pusieron en los genitales a mi tata, que a mi abuela la violaron y le quebraron la cadera. Si el Papa pidió perdón por las atrocidades que ocurrieron en Alemania, cómo este país no aprende y no pide perdón”, dice una de las alumnas sumariadas.

Al final, para la universidad sólo tres de los alumnos investigados no participaron y se sobreseyó su responsabilidad. A los otros 29 se les formularon cargos por los actos tendientes a impedir el evento “incurriendo en exabruptos verbales y físicos, faltando el respeto a los invitados a dicha actividad y al propio rector de la Universidad” y “exhibiendo conductos de intolerancia que exceden la mera confrontación de pensamientos e ideas discordantes”.

Los castigos pueden ir desde una amonestación verbal o escrita hasta la expulsión del plantel. Para hacer sus descargos, se les dieron entre cinco y siete días hábiles a partir de la notificación, realizada el pasado 10 de julio. Sin embargo, la gran mayoría de los alumnos pidió una prórroga por encontrarse de vacaciones de invierno.

Desde la universidad dicen que el proceso aún no ha terminado por lo que no van a hacer declaraciones hasta que esto termine. Mientras tanto, la Federación de Estudiantes prepara la defensa conjunta de los alumnos afectados y espera contrarrestar el documento, alegando los “conflictos de interés” de algunas autoridades que estuvieron en el acto y que decidirán el futuro del sumario.

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