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Cultura

29 de Marzo de 2013

Vida, sexo y muerte, bajo las cenizas de Pompeya y Herculano

Leer más en ABC.es Su mundo desapareció en 24 horas. Vivían sin saber que bajo las laderas fértiles del Vesubio latía el germen de su propia destrucción, que llegó por sorpresa en el año 79 antes de Cristo. Los habitantes de Pompeya, entre 12.000 y 15.000 personas según se estima, y los de la vecina […]

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Su mundo desapareció en 24 horas. Vivían sin saber que bajo las laderas fértiles del Vesubio latía el germen de su propia destrucción, que llegó por sorpresa en el año 79 antes de Cristo. Los habitantes de Pompeya, entre 12.000 y 15.000 personas según se estima, y los de la vecina localidad costera de Herculano, con unos 4.000 habitantes, murieron sepultados por sus propios techos, asfixiados por los gases tóxicos de la erupción, o carbonizados por un flujo abrasador de roca y aire ardiendo que se abalanzó sobre Herculano a 30 metros por segundo y 400 grados de temperatura.

Una nube volcánica de 35 kilómetros llevó la oscuridad a la bahía de Nápoles. La falta de visibilidad impedía la huida a los pompeyanos, que tuvieron unas pocas horas más de vida. Pero su mundo había sido el del aire fresco que disfrutan los actuales visitantes cuando recorren sus calles ordenadas, con el volcán al fondo. Un universo urbano de placeres y gozos cotidianos que desvela con sorprendente ternura la exposición que inaugura mañana el British Museum: «Vida y muerte en Pompeya y Herculano».

La muestra actúa como una varita mágica que insufla vida a las piedras muertas, reconstruyendo con sorprendente eficacia a través de 450 objetos (algunos no habían salido nunca de Italia) aquellas escenas que solo la imaginación del turista podía hasta ahora recrear. Y la vida romana que enseña está muy lejos del rugido de los gladiadores. Pompeya y la pequeña Herculano eran localidades cosmopolitas con una fuerte proporción de esclavos libres entre sus ciudadanos. Se estima que Pompeya debió tener entre 9 y 30 burdeles, la misma ciudad en cuyas paredes se han encontrado más de 50 graffitis con citas del poeta Virgilio. Un mundo de escenas tabernarias y conversaciones de alcoba que lleva a «The Times» a proclamar que «Sexo en Nueva York» ya lo descubrieron los romanos.

«Pompeya y Herculano eran dos ciudades romanas ordinarias que tuvieron un final extraordinario, y es esa ordinariedad la que nos dice tantas cosas de la vida de los romanos», explica Paul Roberts, comisario de una exposición estructurada siguiendo la vida en las calles, primero, y las diferentes estancias de las casas después. En ellas, las familias de Pompeya se retrataban con un sorprendente afán ilustrado e igualitario. Una de las pinturas muestra a «Terentius Neo y su mujer» codo con codo. Él sujeta un pergamino enrollado, símbolo de poder y sabiduría asociado a los cargos públicos, mientras ella se abraza a una tabla de escribir en representación de su estatus intelectual. «El papel de la mujer era muy diferente al de otras sociedades, como la griega», explica Roberts.

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