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Nacional

26 de Junio de 2013

Gonzalo Rojas se supera a sí mismo en El Mercurio: “La igualdad no es posible, ni deseable, ni siquiera imaginable”

El abogado Gonzalo Rojas dedicó su columna de hoy en El Mercurio a analizar las opciones ideológicas que se enfrentarán en las primarias de este domingo. Para el columnista existen dos grupos: los que están por la justicia (alianza) y los que están por la igualdad (Nueva Mayoría). “Este domingo, en todo Chile, la Justicia […]

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El abogado Gonzalo Rojas dedicó su columna de hoy en El Mercurio a analizar las opciones ideológicas que se enfrentarán en las primarias de este domingo. Para el columnista existen dos grupos: los que están por la justicia (alianza) y los que están por la igualdad (Nueva Mayoría).

“Este domingo, en todo Chile, la Justicia y la Igualdad van a competir entre sí, como si fueran dos bellas doncellas enfrentadas en un concurso televisado. En este primer acto, la competencia es desigual, aunque continuará en noviembre. Desigual, porque la Justicia es seria, sonríe poco, estudia y calcula, no promete lo que no puede cumplir, “justamente” porque quiere ser… justa. Vaya limitaciones que se impone a sí misma. La Igualdad, por su parte, sonríe mucho, lo promete todo, encandila pero no alumbra, vacila. No hay límites en su estrategia, porque no hay frenos en su concepción del poder”, partió diciendo.

Luego, Rojas comenzó a darle con todo al concepto de igualdad, al que detesta: “si de verdadera igualdad se tratase, entonces sus partidarios debieran exigir solo un tipo de casas en las ciudades del país, una sola forma de organización empresarial, un mismo salario para todos, una educación idéntica y sin diversidades, y un solo partido al mando del Estado (ya nos vamos entendiendo)”.

La igualdad, según el autor, es “simplemente, una linda palabra, manzana contemporánea, imán de incautos, coro de sirenas conscientes de que muchos no quieren taparse los oídos, garra tendida hacia la mano incauta. Una vez aterrizada, la igualdad es por sí misma una caricatura, y no hay manera de ejemplificarla sinceramente sino en situaciones que provocan risas o espasmos”.

“En la práctica, toda persona comprueba que la igualdad no es posible, ni deseable, ni siquiera imaginable. Y todavía quedan unos pocos chilenos que recuerdan su propia experiencia durante la UP: sometidos a los experimentos igualitarios, hubo quienes -socialistas, se hacían llamar- administraban en su beneficio la supuesta igualdad, mientras otros -burgueses, enemigos de la revolución, fascistas, eran llamados- intentaban sobrevivir en medio de la persecución. Ya pasamos por eso. Y nos fue muy mal”, agrega.

“Al otro lado, quienes prefieren la Justicia, un Chile justo, están obligados a ser mucho más serios, a dejarse de abstracciones. Tienen que ser capaces de demostrar que darle a cada uno lo suyo exige casi siempre actuar contra la igualdad. Tienen que lograr el diseño de soluciones que actualicen la noción de bien común, es decir, condiciones que permitan un pleno desarrollo a cada persona: casas para el tamaño de la familia deseada, salarios de acuerdo con el rendimiento entregado, escuelas para una diversidad de opciones legítimas, partidos múltiples, siempre que no oculten fusiles por si las moscas”, sigue.

“Para los de la Justicia, la subsidiariedad es imperativa, porque solo desde ella se puede lograr hacer el bien: ayudar al más necesitado en la medida debida, impedir que el aprovechador se suba por el chorrito, exigir al potentado que colabore con lo suyo. Dar y tomar con criterio. Por eso, cuando los de la Igualdad hablan de reemplazar el Estado subsidiario por un Estado solidario, los de la Justicia tienen que ponerse en guardia frontal: no hay tal, eso no existe, porque bajo la apariencia de solidaridad -virtud exigida entre pares-, el Estado, un desigual, terminará absorbiéndolo todo, convirtiéndose una vez más en el más desigual de los iguales”, cerró.

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