Nacional
29 de Octubre de 2014El “señor de la corbata azul” envía mail a emocionada madre y seguro la dejó aún más emocionada
"Nos soy muy bueno para estas cosas de la computadora", dice en un mail el hasta ahora desconocido personaje que desinteresadamente ayudó a una mamá y esta, en agradecimiento, mandó una carta al diario La Estrella de Iquique para destacar su gesto, dado que en el momento ni supo cómo se llamaba y no tenía otra forma de contactarlo.
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Su nombre es Manuel Salas, y luego de que la publicación titulada “solidario señor de la corbata azul” fuera ampliamente compartida en la redes, a su vez agradeció el gesto de Carla Lira, la mujer a la que socorrió cuando intentaba bajar una silla de ruedas de un taxi y al mismo tiempo calmar a su hijo, quien es autista y nervioso la esperaba sentado en la cuneta.
“Cuando la vi a usted con su hijito en el suelo y sacando algo del auto de mi colega, solo vi el desamparo de su hijo, sin ofenderla, desamparo por ver que nadie hacía nada”, le escribió ahora en la misiva que publica SoyIquique.
El hombre dice que acudió a Panchito, de 5 años, al ver que lloraba, miraba al cielo y agitaba las manos. “Sólo me senté con él, le ofrecí un caramelo pero ni mi miró”, relata. El tema, es que al niño no le interesó el dulce, sino que la prenda que le daría el apodo a Salas. “Solo miró mi corbata, jejejé, por eso me la saqué y se la pasé, y sé que le gustó”, cuenta.
“Luego la vi a usted tratando de abrir la silla mirándome extraño, tratando de explicarme algo, y si le dije que no me dijera nada no fue para no escucharla. Claro que no, señora mía. Tal vez tenía que yo explicarle a usted y pedirle disculpas por la crueldad de la gente por no dar una mano a un ser indefenso, por ver a una madre como usted luchando con la intolerancia de todos nosotros. Yo tenía que pedirle disculpas a usted, mi señora”, explica el taxista.
Luego le cuenta a Carla, la madre, que él tiene un niño vecino con una enfermedad parecida a la de Panchito. “Somos rebuenos amigos, yo le toco la guitarra y él es feliz, señora mía. Ud. no de más explicaciones a la gente porque su hijo grita o agita las manos en demasía”, agrega.
“Hacer algo por alguien hace bien. Pucha que se siente bien uno. Ojalá todos lo hagan y pucha que van a hacer felices y no andar tan amurrados en la vida. Yo buscaré el momento de comunicarme con usted, pero dejémoslo así por ahora y no llore más. Cuando pase algo así piense qué pobre es ese ser humano. Un abrazo grande a su hijo… y nos veremos en algún recorrido, téngalo por seguro”, termina en la carta.