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Mundo

4 de Agosto de 2016

Relatos: Los problemas de tener sexo en la pega

"Nunca pude volverlo a ver a los ojos sin recordar esa combinación extraña de sexo y mierda", soltó una de las personas que contó su experiencia.

Por

sexo YT

Para muchas personas, tener sexo en la pega puede resultar una fantasía de aquellas. Sin embargo, llevarlo a la práctica puede generarles a los ejecutantes problemas de todo tipo.

El portal web Vice.com recoge el relato de dos personas que se animaron y contaron cómo fue su compleja experiencia de hacerlo en el lugar de trabajo.

Tina de 31 años contó que “mi novio y yo trabajamos juntos en la Legislatura provincial, y un día decidimos tomar ventaja de la hora de la comida para tener sexo. Exploramos la oficina con antelación y decidimos que el baño de hombres era el lugar menos probable para que nos cacharan. Nos metimos a uno de los dos cubículos, pusimos una toalla en la tapa donde él se sentó, y yo lo monté. La estábamos pasando muy bien cuando escuchamos que la puerta se abría. Tan rápido como pudimos, levantamos nuestras piernas y apoyamos nuestros pies contra los costados del cubículo y esperamos”.

Añadió que “probablemente parecíamos dos personas jugando en los columpios. Además, tengan en cuenta que todavía estábamos, um, a media inserción para ese punto. ¿El intruso fue al mingitorio? ¿O al lavabo para lavarse las manos? No, por supuesto que llegó velozmente al cubículo contiguo para cagar después del almuerzo”.

“No tengo ni idea de cuánto tiempo nos sentamos allí, suspendidos como arañas con las piernas arriba, escuchando a este sujeto echarse una cagada interminable, tratando de no reír o respirar, y controlar las arcadas. Finalmente se fue y nos quedamos sentados por unos minutos, tratando de decidir si queríamos continuar. Uno pensaría que los sonidos y olores nos habían disuadido, pero al final no lo hicieron. Nos dimos cuenta de que nos lo habíamos ganado. Más tarde ese día reconocí al intruso por sus zapatos. Nunca pude volverlo a ver a los ojos sin recordar esa combinación extraña de sexo y mierda”, cerró.

Nora de 29 años relató la plancha que vivió mientras trabajaba en una clínica que ofrece métodos naturales para adelgazar. Allí las cámaras de seguridad resultaron ser su peor pesadilla.

“Los clientes vienen tres veces a la semana para una revisión de sus objetivos. Había un tipo que solía venir justo antes del cierre, de unos treinta años, que tenía esposa e hijos. Era muy dulce, y cuando empezó a perder peso, me agradeció que lo hubiera ayudado. Y entonces empezó a traerme regalitos. Era muy dulce”, partió diciendo Nora.

A su vez, detalló que tras un buen tiempo de gestos agradables por parte del hombre “empezamos a tener sexo por todo el lugar. Había un gran espacio abierto donde se hacían las ventas, un mostrador y habitaciones privadas para las consultas. Tuvimos sexo en todas esos cuartos. En las habitaciones traseras. En el espacio de ventas. En el clóset de mantenimiento. En todos lados. Esto se prolongó durante un par de meses”.

En este punto de la historia reveló que “un día la dueña me invitó a tomar un café, para ponernos al día. Justo después de que nos sentamos me dijo: ‘creo que debo decirte que instalamos cámaras de seguridad hace unos seis meses’. Y yo contesté: ‘oh’, tratando de sonar indiferente, porque siempre teníamos las luces apagadas. Pero entonces me dijo inmediatamente: ‘por cierto, las cámaras tienen visión nocturna. Sólo pensé que debería decirte porque, bueno, su esposa y yo estamos juntas en la Asociación de Padres de Familia'”.

“No me malinterpreten, lo tomó con mucha tranquilidad. Era una buena persona y un espíritu libre. De hecho me dijo: ‘En verdad aprecio que hayas esperado hasta la hora del cierre'”, aseguró la joven.

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