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Opinión

13 de Junio de 2017

Jorge Mateluna, exfrentista condenado por el asalto a un banco: “Cada minuto, cada segundo de esta prisión es injusto”

El próximo 17 de junio, el exmiembro del FPMR Jorge Mauricio Mateluna Rojas cumplirá cuatro años de los 16 que le dieron por participar en el asalto a un banco Santander en Pudahuel. Antes estuvo 12 años preso por infringir la Ley Antiterrorista y fue indultado en 2004. Pero esta vez Mateluna dice que es inocente. Que se juzgó su pasado y operó una cadena de mando de Carabineros para inculparlo. Ahora, mientras su defensa busca una oportunidad para apelar a la Corte Suprema, una obra de teatro que recoge su historia recorre el mundo denunciando los errores de un juicio que lo mandó de vuelta a una celda en la Cárcel de Alta Seguridad.

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
Por

Foto de Jorge Mateluna Rojas del momento de su detención, contenida en la carpeta de investigación de su caso. Junio de 2013.

Jorge Mateluna Rojas sólo ha podido imaginarse la obra de teatro de Guillermo Calderón que inspiró su historia leyendo el guión en su celda. Sabe que ha tenido éxito y que a través del teatro se han mostrado los errores en una investigación criminal que terminó condenándolo por segunda vez a la Unidad Especial de Alta Seguridad de Gendarmería.

Allí había permanecido durante 12 años, tras una condena por Ley Antiterrorista en 1992. El año 2004, tras una huelga de hambre de más 75 días, salió en libertad como uno de los 23 beneficiados de la Ley de Indulto. Alcanzó a estar nueve años fuera hasta que fue detenido en medio de un operativo policial que buscaba a los asaltantes de una sucursal del banco Santander en el Parque Industrial ENEA que se llevaron 60 millones de pesos y que se enfrentaron con un fusil M-16 contra los carabineros que los perseguían. (Lee la historia completa acá).

Vestido con un traje grafito brillante y zapatos con punta mejor lustrados que los de los gendarmes, en una sala de clases que se llueve en el segundo piso de la CAS, después de cruzar siete puertas de seguridad y dos detectores de metales, Mateluna dice que estuvo en el momento y el lugar equivocados. Que fue prejuzgado por su condición de rodriguista indultado durante un gobierno de la Concertación y que en su caso operó una cadena de mando para no contrariar a un general de Carabineros que en todos los canales de televisión dijo que exfrentistas habían participado de ese robo. Hoy busca una oportunidad para apelar a la Corte Suprema mediante una querella por falso testimonio contra un carabinero que lo inculpó en el informe de una rueda de reconocimiento con testigos que nunca lo reconocieron. Es la única herramienta legal que le queda para acreditar que no hay pruebas suficientes para probar que es un asaltante.

¿Cómo recibes el éxito e impacto que ha tenido la obra de teatro que recoge tu historia y reclama tu liberación?
-Mira, la obra de Guillermo Calderón, ha sido gratificante, emocionante y esperanzadora, porque la obra ha logrado visibilizar mi problemática. Me refiero a la injusticia de esta prisión, pero también a un gran número de personas -familiares, amigos, compañeros- que me han ido acompañando en este tiempo. Por lo tanto, ha sido un impacto bastante positivo lo que ha logrado, esta aberración jurídica que permitió el hecho de que hoy día esté en prisión ya por casi cuatro años y esperanzadora en el sentido de que a través de la obra se ha sabido mucho y se ha sumado mucha gente a esta exigencia de libertad. Y se ha difundido en otras instancias internacionales, la obra estuvo presentándose en Brasil, Portugal, España, Alemania, incluso antes que en Chile. Me quedo con un titular de un diario portugués que decía algo como ‘cuando la policía miente, el teatro tiene el deber de decir la verdad’. Y creo que esa es la particularidad de la obra Mateluna.

Tú has señalado que esta condena tiene que ver con motivaciones políticas, incluso aludiendo a la detención en periodo de campaña, en año electoral. ¿Te consideras nuevamente un preso político?
-Me considero un preso político y así me reivindica gente que está trabajando por mi libertad. Primero, partiendo de la base que yo no tuve ninguna participación en ese asalto. Por lo tanto, aquello que propicia mi encarcelamiento tiene que ver con una consideración política: mi historia como exfrentista es la que a fin de cuentas pesa y establece un prejuicio antes del propio juicio oral, donde a través de distintos medios de comunicación masivos, lo que se instala y construye en el inconsciente colectivo es que hay un frentista y no puede sino ser culpable, aún antes de que se muestren pruebas.

Esto es horas después de tu detención.
-A la hora. Me detienen a las 10 de la mañana y a las 11 de la mañana asume el mando del operativo el general Pacheco. Y lo hace porque no le dan la connotación de un asalto. A partir de ese momento la noticia no es un asalto, es un frentista asaltando un banco, según ellos. Y no solo un frentista, es un frentista indultado por la Concertación. Ahí entra la lógica de este aprovechamiento político que hace la derecha -no olvidemos que cuando yo soy detenido estábamos en gobierno de Piñera- donde ministros y otros personajes del gobierno de turno, se encargan de ensalzar e insistir es que es un frentista indultado por la Concertación. Un ejemplo de ello es que van donde (Ricardo) Lagos y le preguntan ¿qué le parece este frentista asaltando un banco?

¿Entonces tú crees que la actuación del general Pacheco incidió finalmente en la condena? Porque la condena vino un año después, en 2014, con la Nueva Mayoría.
-Correcto, pero te insisto: se me prejuzga y se instala en el inconsciente, no solo de la gente sino que seguramente de los propios jueces, que acá hay un exfrentista inculpado. El general Pacheco aparece a la hora de mi detención dando unas cuñas en televisión, y están las grabaciones de Cenco que lo certifican donde él pide que llamen a la prensa, sin tener él todavía conocimiento de cuál es la participación o en qué condiciones se me estaba inculpando. Las dos personas, en este caso los dos carabineros que me detienen, son subordinados directos, por lo tanto, lo que intentan estos carabineros -y de ahí el cambio de versión que hacen de cómo me detienen- es congraciarse con su general.

¿Cuáles crees tú que son las motivaciones para que Carabineros, la Fiscalía y un Tribunal perseveraran en la acusación en tu contra con pruebas que tú y tu defensa califican como insuficientes?
-Son insuficientes porque son pruebas débiles, que si tú las sometes a un análisis con cierto grado de objetividad te vas a dar cuenta que no son pruebas finalmente. Son subjetividades que operaron conforme a esta idea de instalar a este frentista asaltando un banco. Yo creo que esto parte de un error de un par de carabineros que participaban del cierre de un plan cuadrante que se había dado por el asalto al banco, que coinciden conmigo en la calle, que me hacen un control de identidad y en ese control se dan cuenta que es un frentista. En ese momento pasa lo que yo creo que opera en cualquier carabinero: es un frentista, un oponente, un peligroso, etcétera. Es el estigma con el que los rodriguistas quedamos.

Hoy día tu defensa está concentrada en una prueba relevante del juicio, que es este falso testimonio de un perito del OS9. Hay un informe la PDI que consigna sus errores. ¿Crees que existió dolo por parte de él para inculparte?
-Yo estoy convencido. La evidencia así lo establece. Después de nueve meses de investigación, si uno observa la carpeta con cierto grado de objetividad, no existía ninguna prueba contra mí. No había un testigo que me sindicara, no había una prueba de ADN, no había nada. ¿Qué es lo que hacen nueve meses después? Ordenan una rueda de reconocimiento. Concurren testigos del asalto al banco, y los testigos señalan con claridad a uno de los imputados, que no soy yo. Lo reconocen, le hacen dar un paso adelante; es decir, no había lugar a equívocos para estampar luego en el informe quién era el reconocido. Pero además, este informe lo entregan un par de meses después que lo recibe el fiscal. Que había que escanearlo, fotocopiarlo, qué se yo. Finalmente nos hacemos de este informe y nos damos cuenta de lo que ahí se había urdido. En la preparación de juicio nos hicimos parte de toda la prueba de la fiscalía, incluyendo el video. Sin embargo, el fiscal se opuso a su incorporación.

Ustedes tuvieron que interponer un recurso para obtenerlo.
-Tuvimos que recurrir de una cautela de garantía porque la fiscalía no lo quiso entregar en su momento, lo que me lleva a sospechar que ellos sabían que el resultado del video no era lo mismo que lo que se había puesto en el informe. Y cuando llega este capitán a declarar en el juicio, nosotros sabiendo que el sujeto había mentido, se le preguntó claramente, previo a la exhibición del video, si él sabía distinguir perfectamente quiénes eran los tres imputados y él dice que sí, que los distingue con claridad. Luego de eso nosotros exhibimos este video y se comprueba que el carabinero miente. Por lo tanto, eso de ‘me equivoqué, fue un error, me confundí’ no es cierto.


Foto del montaje de la obra “Mateluna” de Guillermo Calderón, inspirada en la historia del exfrentista.

LA MAÑANA DEL ASALTO

Te quería llevar a esa mañana, al lunes 17 de junio de 2013. Me gustaría escuchar de ti qué fue lo que pasó.
-Mira, lo que pasó esa mañana es lo que le podría haber ocurrido a cualquier persona, hombre o mujer, que tuviese el mismo historial de lucha que yo. Es decir, una persona con antecedentes de exfrentista que hubiese estado caminando por ese sector y que le hubiesen hecho el mismo control de identidad que me hicieron. No me detuvieron cruzándome el auto ni nada, me hicieron un control de identidad donde aparecen mis antecedentes y ese es el motivo por el cual, de manera equívoca, piensan que soy uno de los asaltantes. Luego lo que hacen es sostener lo que ya habían dicho. Ya había aparecido un general celebrando a modo de trofeo la detención de este frentista. Había aparecido el ministro del Interior de la época señalando la reagrupación de distintos grupos armados, conexiones con no sé qué, por lo tanto tenían que sostenerlo a como diera lugar.

¿Qué hiciste tú esa mañana?
-Esa mañana yo me dirigía hacia la municipalidad de Pudahuel a vender un proyecto de mi productora. Era un proyecto de rescate patrimonial que habíamos ofrecido a otros municipios, entre ellos Providencia y Santiago. En una de estas reuniones surge que esta idea calza con un proyecto que tenían algunos municipios, entre otros Pudahuel, para el año siguiente, pero que podíamos hacer una ronda a estos municipios para exhibirles este proyecto. Con mi socio nos propusimos que ese día lunes yo partía a Pudahuel a presentar el proyecto. Nos cuestionaron que no teníamos cita previa, cosa que no es raro porque a veces no te daban cita y lo que hacíamos era concurrir directamente y conseguirla. Era lo más sencillo de hacer. No me fui en vehículo a Pudahuel porque no la conozco mucho y tenía mi licencia vencida, me fui en micro. En algún momento esa micro no se va por San Pablo, que es lo que yo pensaba que era el recorrido que iba a tomar, me doy cuenta que va por J.J. Pérez, que ya no se va directo a la municipalidad y decido bajarme de la micro. Camino unas cinco, seis cuadras y me encuentro con una radio patrulla. Este radio patrulla no se me acercó de manera violenta, nada. Ellos los que hacen es acompañarme y establecen un diálogo conmigo.

¿Antes de eso tú no escuchaste sirenas?
-No, para serte sincero no me di cuenta que había un operativo. Revisando luego la carpeta investigativa del asalto, es coincidente el horario en que me bajo con el operativo que carabineros ya estaba realizando en ese sector. Es un operativo amplio, no en dos o tres cuadras, es en toda la comuna. Y en esa situación es que estos carabineros me controlan, me piden el carnet de identidad y pasa lo que pasa: me detienen y me suben al radio patrulla.

En tu testimonio señalas que alcanzaste a hablar con una persona y otro testigo incluso intervino y le preguntó a los carabineros qué estaban haciendo.
-Es tan normal la situación de mi detención hasta que, según lo que yo recuerdo, se dan cuenta que soy un exfrentista, y recién ahí desenfundan las armas, cosa que es rara porque como ellos habían señalado, venían en una persecución y se había producido un enfrentamiento. Si tú eres carabinero la experiencia indica que no te vas a poner a conversar con el sujeto. O sea lo detienes, le apuntas antes, lo reduces de manera más sorpresiva. En ese instante, hay una persona que está al otro lado de la vereda cuando me detienen, y esa persona atraviesa la calle y le pregunta al carabinero ‘oiga, por qué lo están deteniendo’. El funcionario se da vuelta, algo le dice y hace un gesto con la mano, y el testigo se repliega. Esa persona es el único testigo civil de mi detención. Y no está empadronado, no se le tomó declaración, no aparece en ninguna parte, cosa que es bien rara porque es el único testigo civil, por tanto el primer sujeto al cual debieron haber empadronado. Yo creo que lo empadronaron, pero no les resultó conveniente la declaración de tipo.

¿Tu defensa nunca pudo dar con esa persona?
-No, no pudimos ubicarlo. En su momento intentamos ubicarlo, pero al parecer el tipo se cambió de casa y nadie quiso entregar nombres. Hay que entender que esto sucede en una población donde la gente a veces es temerosa de entregar información, más cuando se trata de un hecho policial.

Hay malas coincidencias en este caso, porque los otros dos condenados también tienen antecedentes por causas políticas.
-No, lo que se demostró en juicio es que ninguno de los dos tienen antecedentes acá. Los dos fueron considerados como primerizos. En el caso de Astorga, registra antecedentes en Perú, como militante del MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) entiendo yo, y estuvo preso allá. A Astorga no lo conozco, no lo había visto nunca. Estando preso en los años 90, si escuché del caso de los chilenos presos en Perú, como pude haber escuchado de un montón de otras cosas similares. O como pude conocer a más de 300 presos que pasaron por la prisión política en su momento.

Pero el tercer condenado, Sanhueza, señala en un peritaje al SML haber estado preso en Chile.
-Sanhueza señala que estuvo y no recuerdo haberlo visto ahí. Entiendo que él estuvo procesado por una causa y fue absuelto, por eso a él no se le consideró tampoco. De hecho, ni carabineros lo menciona dentro del juicio.

En la sentencia, el juez estima que tú mentiste en la declaración y que los demás condenados no colaboraron al intentar exculparte.
-El juez tiene un discurso bien ambiguo. Él señala en una frase textual y medular del fallo que de acuerdo a la luz de las evidencias fotográficas, videográficas, científica, testigos, etcétera, Mateluna siempre estuvo en el lugar de los hechos. Esa es una frase rimbombante que a primera vista suena muy potente, pero yo lo señalé y lo señalo de nuevo mediante este medio: de lo 37 exámenes de ADN que se hicieron, ningún ADN es mío. De los 34 testigos civiles, que estaban dentro del banco, clientes o cajeros, ninguno señala que me pueda reconocer. Ninguno siquiera se fija en mí. No hay huellas mías. De los peritajes de ADN tampoco, incluidos elementos que carabineros intentó achacarme, como por ejemplo un gorro pasamontañas, un chaleco antibalas. No hay ninguna fotografía mía de las 124 fotografías que se utilizaron en el juicio y que fueron analizadas por el OS9. Todos los elementos que jugaban a mi favor fueron descartados, no fueron considerados y fueron omitidos por el tribunal. En particular por este juez, Cristián Alfaro, que redactó mal, se equivocó, tergiversó, manipuló o lo que sea, pero se equivocaron.

En una parte de la sentencia, él dice que tú habrías mentido respecto del trayecto por los movimientos de la tarjeta Bip que se te incauta.
-Sí, pero él omite lo siguiente. Primero, a mi me vinculan a una tarjeta Bip que no sabemos si es la tarjeta que ellos señalan. Yo cuando declaré en estrado efectivamente dije que tomé tal micro, que se fue por tales calles y que la pagué con una tarjeta Bip que andaba portando. Lo que él no considera es que todo lo que estuvo en torno a mi detención, como incautación de especies que se me atribuyen, del lugar del suceso donde se me detiene, se actuó sin protocolo. La investigación completa estableció siete sitios del suceso y no existe el sitio de la detención de Mateluna. No está porque ni Labocar ni OS9 lo fijaron como tal. Quienes dan cuenta de lo que ahí pasó, pudo haber pasado o se dice que pasó son los dos carabineros que me detienen. El juez dice que yo mentí porque esa tarjeta no tiene movimiento ese día. Lo que él omite o se relaja en torno a decir es que la incautación no siguió los protocolos. La tarjeta no tiene mi nombre, tiene un numero de serie. Y ahí vuelve a equivocarse el juez porque él señala que esa tarjeta pertenecía al señor Mateluna. Eso el Metro jamás lo dijo porque no puede decirlo respecto a esa tarjeta o cualquier otra.

 
Foto de agosto de 2004, cuando Jorge estaba en huelga de hambre presionando para que se aprobara una Ley de Indulto. Luego de eso salió en libertad.

LA CÁRCEL

Estás pronto a cumplir 4 años, los que se suman a los 12 que ya cumpliste anteriormente. ¿Qué significa la cárcel para ti? Son 16 años de tus 43.
-La cárcel es un lugar en el que uno nunca quisiera estar. La prisión pasada, esos 12 años, correponden a una época distinta, no sólo en términos de tiempo sino que también en términos de madurez o reflexión política. En un contexto diferente al de hoy, nosotros como militantes del FPMR hicimos algunas acciones conforme a los ideales que abrigábamos y que muchos seguimos abrigando, pero con una metodología distinta. Esa prisión es completamente distinta porque en última instancia, con lo injusto que uno pudiese haber reclamado era parte de un ideal y finalmente era por algo que andabas haciendo. Hoy día no, es diferente. Cada día, cada minuto, cada segundo de esta prisión es injusto. Injusto porque yo no cometí un delito, injusto porque lo que se condena es mi pasado. Injusto porque uno sabe que hay cientos de injusticias cotidianamente. Ahora, me afecta directamente porque soy yo quien está acá, pero también a mi familia, a mis hijos, a mi señora, a mi entorno de amigos que con impotencia vemos que el poder que se le entrega a tres jueces logra con tanta facilidad condenar a una persona inocente, insisto, sin tener pruebas objetivas.

En la obra se lee una carta tuya enviada al elenco sobre la cárcel de hoy, donde hablas de cómo han sido los cambios de tu antigua condena. Las cosas que se hablan, la música que se escucha.
-Bueno, eso es más o menos normal hoy día, en este espacio. Esta cárcel era exclusivamente para prisioneros políticos, de distintas organizaciones pero compartíamos un lenguaje, intereses y sueños comunes e historias similares. Hoy esta prisión es una más como cualquier otra, por lo tanto, ya no está ese compañerismo. Hay una relación con sujetos que tú no conoces, que coincides en la prisión y en el drama, culpables o no de vivir el encierro, de estar lejos de su familia, etcétera. Y hay una dinámica distinta, por cierto. Entonces lo que hacemos con estos intercambios epistolares es atendiendo al llamado que hace Guillermo (Calderón). El trabajo de esta obra en particular no es un trabajo de ficción, es un trabajo que toma un elemento real. Y lo que quiere hacer es exhibirlo de la manera más real posible. Ahí nace este cuento de cómo es la realidad hoy día de la prisión. Ya no se escucha Víctor Jara, se escucha reggaetón. Ya no se habla de política, se habla de otros temas comunes y menos sustanciales para uno, pero que posiblemente para la gente de acá tienen más sentido. Ahora, de manera sincera yo jamás he tenido ningún problema con otro prisionero acá. Afortunadamente hay un respeto hacia la historia. Así como en un caso juega en contra, en este caso hay una relación de mucho respeto por la historia de uno.

Tú recibiste un indulto en 2004, tras una huelga de hambre de más de 70 días. ¿Cómo fue el proceso reinsertarte en la sociedad? ¿Cómo lo ves ahora que buscas llegar a hacer lo mismo?
-Alcanzar la libertad mediante esa ley de indulto fue un proceso donde todos los presos participaron, se construyó entre todos. Cada uno de nosotros llegó al mundo exterior a intentar desarrollarse conforme a los intereses que tenía. En lo particular, si bien mi proceso no fue fácil, me costó mucho encontrar trabajo. Me aboqué después a los estudios en la universidad gracias a una beca que teníamos. Estuve estudiando un tiempo dos carreras ahí (Sociología y Bellas Artes), luego fui al mundo laboral, con las complicaciones que esto tenía porque hasta el día de hoy mantenemos esos antecedentes. Sin embargo, en lo personal sí recibí mucha ayuda, de personas que apoyaron ese proceso de la huelga de hambre que estando fuera tendieron una mano. Ese proceso inicial no fue fácil, pero lo logré. Tenía mi trabajo en mi productora más un trabajo en otra empresa donde me desempeñaba también con un sueldo fijo mensual. Necesidades de tipo económica no tenía, la verdad. Había logrado constituir mi grupo familiar con mi compañera Claudia, mi hija Giselle, mi hijo Alekos y desarrollaba mi vida normal más mi quehacer en DD.HH., algunas cosas sociales que jamás dejé de lado. No sé si la palabra es inserto, pero que me desenvolvía en esta sociedad que sigue manteniendo elementos que no me gustan, sí me desenvolvía en ella.

¿Nunca volviste a tener algún tipo de militancia?
-No, los que salimos en esa época, en términos de militancia como la tuvimos a fines de los 80, principios de los 90, no. Sí en la condición de expreso me vi varias veces bajo el ojo de la policía.

¿De qué forma?
-Había un asalto y nos iban a chequear. Es decir, estaban ahí un par de funcionarios punto fijo que nos seguían. Era notorio, uno lo veía, y no solo me pasó a mi, también a otros compañeros. En algún momento cuando nos encontrábamos en alguna marcha o algo, nos comentaban y nos reíamos incluso diciendo ‘estos tipos nos van a seguir toda la vida’. Y a mí que me siguieran, si yo iba a dejar a mi hijo al colegio, a mi señora al trabajo, después me iba al trabajo yo. Por lo tanto, que vieran lo que tenían que ver. No había nada extraño. Mi trabajo en el CODEPU lo mismo, etcétera.

¿Qué piensas hoy del FPMR, sobre lo que hicieron en la época de mayor apogeo? De la lucha armada.
-Las acciones que desarrolló el Frente en ese contexto más conocido, de acciones armadas, obedecían a un contexto en particular. Obedecían a la lógica del contexto que estábamos viviendo, en dictadura y luego en los primeros años de la transición, donde siguió operando hasta cierto punto. Las acciones que el FPMR hacía, las hacía y no era necesario explicarlas porque se entendían. Porque había una realidad que vivía, que palpitaba en cada una de las personas que habitaba este país, que eran las más desfavorecidas, en este caso por la dictadura o por la decepción que existió en los primeros años de la transición.

¿Qué piensas de la situación de Ramiro, cumpliendo condena por el secuestro de un empresario brasileño?
-Respecto de eso, no me puedo pronunciar porque lo desconozco. Con la experiencia que uno ha tenido, yo no sé si es culpable, inocente o si participó. No lo sé. Lo que sí tengo claro es que Mauricio (Hernández Norambuena) está preso desde el 98 me parece y lo han sometido todos estos años en la cárcel de Brasil a un régimen que es draconiano, diría yo. Mauricio tiene una historia de lucha no menor, un compañero destacado, una persona a la cual yo le tengo mucho cariño sin habernos conocido afuera. Yo a Mauricio lo conocí acá en prisión y guardo mucho respeto por su consecuencia, por los valores que alberga, y me parece que es justo que se lo traigan. Que este mundo rodriguista y otras organizaciones que están albergando eso ojalá lo consigan con prontitud.

¿Qué piensas del PC hoy? Siendo parte del gobierno, con representación parlamentaria.
-Lo que te puedo decir respecto de ellos es que cada cual hace lo que cree que corresponde. Ahora, quien los pueda juzgar, sancionar o aplaudir es el pueblo. Es como pensar en el FPMR de los años ochentaytantos. Los tiempos van cambiando y cada uno conforme a sus políticas va ocupando su lugar en el escenario político que le toca vivir. Yo no soy militante comunista. Fui de las JJCC en los años 80, después pasé a formar parte del FPMR, por lo tanto, no me gusta por respeto a la historia que cada uno lleva. Me parece que hay procesos interesantes en ellos, sobre todo en esta camada de cabros más jóvenes que surgen respecto del movimiento estudiantil, que es un fenómeno interesante de visualizar, sin necesidad de encapsularlo o llevarlo a un ámbito más partidista.

Hace un par de semanas murió Agustín Edwards. ¿Qué te pareció esa noticia?
-No te voy a decir que lo aplaudí. Se murió un viejo nefasto para la historia de este país. Un sujeto que fue instigador, financista del golpe, y por tanto responsable en varias dimensiones de toda la catástrofe que debió sufrir nuestro pueblo esos años. Es impensable sacarle a Agustín Edwards la imagen de los detenidos desaparecidos, de los ejecutados políticos, de todo aquello que se posibilitó con el golpe y la dictadura militar. Por lo tanto, le llegó su tiempo, su hora. Lamentablemente, como muchos sujetos que participaron y que ocupan o ocuparon cargos civiles, no respondió jamás ante la justicia y volvemos a lo mismo, sobre qué clase de justicia tenemos, cómo opera la justicia, si la balanza es efectivamente equilibrada o no.

Eso es lo que tú reclamas.
-Es que todo da cuenta de que no es así. De que hay una justicia para pobres, a pesar de lo que se pregone en distintas instancias. Hace poquitito salía el Fiscal Nacional hablando de que la justicia era para todos, independiente de los personajes, sus rangos, sus investiduras y debían ser procesados como correspondían. Y yo lo llevo a un caso súper sencillo, como el mío. Acá hay un capitán de Carabineros que cometió delito, independiente de lo potente que pueda ser esa situación para el proceso de lucha que estoy dando por mi libertad. El paco cometió delito y cometió delito.

Mateluna: La historia del exfrentista que inspiró la obra de Guillermo Calderón – The Clinic Online

Un exmiembro del FPMR con 12 años de prisión en el cuerpo aparece a dos cuadras de una persecución policial. Dos carabineros lo detienen, lo suben a un carro y 15 meses después es condenado a pasar otros 16 años en la Cárcel de Alta Seguridad. Él afirma que es inocente.

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