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16 de Noviembre de 2017Juzgue usted: El origen de la desigualdad en el mundo estaría en la sociedad agrícola
Un grupo de científicos de Estados Unidos ha vinculado el origen de la desigualdad económica y social al paso de las actividades de caza y recolección a la agricultura en las sociedades neolíticas, informa hoy la revista Nature. El equipo de la universidad de Washington, encabezado por Tim Kohler, averiguó asimismo que las sociedades pos […]
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Un grupo de científicos de Estados Unidos ha vinculado el origen de la desigualdad económica y social al paso de las actividades de caza y recolección a la agricultura en las sociedades neolíticas, informa hoy la revista Nature.
El equipo de la universidad de Washington, encabezado por Tim Kohler, averiguó asimismo que las sociedades pos neolíticas del Viejo Mundo (Eurasia) experimentaron más desigualdad que las del Nuevo Mundo (América del Norte).
Colaboraron en este estudio un total de trece instituciones, que analizaron miles de viviendas de 63 sociedades arqueológicas en Norteamérica, Europa y Asia, y dos de África, utilizando como referente de riqueza el área de la casa.
Estas sociedades cubrían un periodo de unos 11.000 años e incluían diferentes sistemas económicos, desde los de poblaciones cazadoras-recolectoras a los de ciudades antiguas y otros tipos de asentamientos, apunta la investigación.
Los autores constataron que las sociedades cazadoras-recolectoras tenían menos desigualdad, debido a que “su movilidad dificultaba la acumulación de riqueza y aún más el paso de ésta a través de las generaciones”.
Señalan que, “como era de esperar, la desigualdad en la riqueza aumenta con el tiempo”, pero un hallazgo que les sorprendió es que “se incrementó mucho más en Eurasia que en Norteamérica”.
Incluso en asentamientos altamente urbanizados del Nuevo Mundo, “las casas tenían un tamaño similar”, agregan.
Los investigadores atribuyen esta disparidad a que, a diferencia de América del Norte, en Eurasia había animales domésticos grandes, como caballos, cerdos y ganado.
Estos animales podían ser usados para arar la tierra, transportar bienes y como montura en la guerra, lo que llevó al desarrollo de una elite de guerreros a caballo, explican.
Estos guerreros permitieron a su vez a las sociedades de Eurasia “extender sus territorios y adquirir más riqueza”, lo que amplió la brecha de la desigualdad, concluyen los investigadores.