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Entrevistas

17 de Mayo de 2019

Fernanda Pinilla, la científica de la Roja femenina: “Mis profesores me preguntaban ¿Cuándo vas a dejar el fútbol para dedicarte a la ciencia?”

La defensora y licenciada en física de la Universidad de Chile se apronta para embarcarse a Francia a disputar el Mundial femenino con la Roja. Aquí cuenta que estuvo a punto de dejar el fútbol profesional antes de la Copa América de 2018, mientras postulaba al doctorado que hoy tiene congelado por cumplir su sueño: jugar en la Segunda división de España en Córdoba y prepararse para el Mundial de Francia, el mismo que siguió por televisión cuando era chica, admirando a Iván Zamorano y Marcelo Salas, dos de los referentes con los que creció. “En la academia los científicos son súper competitivos. Entonces entiendo un poco ese manejo de querer que el estudiante se dedique al cien a la investigación o a su trabajo, porque así hay mejores paper, uno publica mucho más en el año y eso al final es lo que va certificando o definiendo a un buen científico, por así decirlo. Pero no todos queremos ni esperamos eso en la vida”, cuenta a The Clinic.

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Son las 5 de la tarde y el frío empieza a caer con fuerza en la cancha del barrio Baquedano, en Paine. Ahí, a dos semanas de embarcarse al Mundial Femenino, que se disputará en Francia, está Fernanda Pinilla (25), la defensa nacional que juega en Europa y que sin ningún tipo de aspavientos le regala su tarde a los niños de la Fundación Fútbol Más.

No hay cámaras, no hay auspiciadores de por medio, menos premios. Simplemente, el compromiso de Fernanda con la organización que ocupa el fútbol como elemento sociodeportivo para fomentar la resiliencia de niñas y niños de barrios vulnerables.

Es muy lindo porque yo comencé así, comencé jugando como ellos en mi barrio, con puros niños, siendo la única mujer entre medio de una decena de puros hombres. Nos levantábamos temprano y lo primero que hacíamos era jugar a la pelota. Después nos íbamos a almorzar, volvíamos a jugar a la pelota, entrábamos a tomar once y volvíamos a lo nuestro: jugar a la pelota. Todo giraba en torno al balón”, dice con cariño la defensora y licenciada en física de la Universidad de Chile, que está con su doctorado congelado luego de decidir enfocar su energía al deporte que más ama.

¿Recuerdos lindos?

Preciosos. Estar acá es volver a esa Fernanda de unos 15 años atrás y te da por pensar en todos los sueños que tenías de niña. Imaginándome jugando un Mundial… recuerdo mucho el Mundial de Francia ’98, yo con siete años y deseando estar ahí. Pensando en ese entonces que si yo llegaba a la Selección iba a jugar con hombres, porque no sabía que existía una selección femenina. Después uno va creciendo y se va dando cuenta de las diferencias.

CIENTÍFICA CONGELADA

El sueño de representar a Chile en una cita planetaria, jugando fútbol, es algo que Fernanda anheló siempre, desde que salía a pelotear en el paradero 29 de Puente Alto, en la villa El Arrayán, pero no era el único sueño que tenía.

La verdad es que nunca me vi inmersa en un solo mundo al cien por ciento, solo con eso”, dice Fernanda, que se reconoce tan futbolista como científica, aunque “solo tengo el grado de licenciada en física, porque congelé el doctorado que cursaba en la Universidad de Chile para aprovechar mi cuerpo y darle con el fútbol”. El llamado vino desde España, del Córdoba Femenino de Andalucía.

¿Te cuestionaste posponer tu desarrollo profesional como científica por el fútbol?

Sí, claro. Y me pasó en grande. Yo estaba trabajando, terminando mi carrera universitaria y mis profesores me hicieron escoger entre el fútbol o la física. Sé que es fuerte, porque si bien en una profesión uno necesita el tiempo completo, por así decirlo, la verdad es que nunca me vi inmersa en un mundo al cien o solo con eso. Creo que somos personas multidisciplinarias en muchas cosas, entonces tenemos que aprovechar de hacer hartas cosas. Y sobre todo yo, que me siento muy plena con el fútbol y también con la ciencia.

¿Por qué?

Porque el fútbol en Chile no te entrega nada. El fútbol femenino no te permite vivir de la actividad. Es mucho sacrificio, mucho dinero propio invertido en tus cosas y, en cambio, tienes el lado académico y profesional, que te permite optar a una beca, a un buen trabajo y así. Entonces me hicieron dudar. ¿Cuándo vas a dejar el fútbol para dedicarte a la ciencia? Y ahí yo creo fue el momento que más dudé y en el que pensé de verdad en dejar el fútbol.

¿Cuándo fue eso?

Fue antes de la Copa América del año pasado, unos años antes de ese torneo. Lo pasé mal vocacional y emocionalmente. Pero, afortunadamente, nunca me alejé del fútbol. Cambié los profesores, cambié de jefe y me topé con un jefe espectacular; un tutor de tesis, porque yo entré a un doctorado, que en agosto lo congelé para irme a España. Francisco Muñoz fue el que al final me entregó la energía e hizo que me reencantara con el fútbol y la ciencia. Yo estuve preparándome para la Copa América estudiando para entrar a un doctorado y lo pude hacer. Y eso se lo atribuyo a todo el apoyo que él me entregó. Se nota que falta cambiarle la mentalidad a hartas personas dentro de la academia universitaria.

¿Desde la academia vinieron las voces que te hicieron dudar?

En la academia los científicos son súper competitivos. Entonces entiendo un poco ese manejo de querer que el estudiante se dedique al cien a la investigación o a su trabajo, porque así hay mejores paper, uno publica mucho más en el año y eso al final es lo que va certificando o definiendo a un buen científico, por así decirlo. Pero no todos queremos ni esperamos eso en la vida. Ahí es donde uno tiene que saber con quién trabajar y con quién no. La verdad es que siempre he sentido que estuve en la mejor universidad de Chile, pero falta mucho trabajar la vocaciones de los alumnos. Hay que reforzarlas. Al final, somos personas integrales y no nos podemos enfocar en un solo aspecto. 

¿Te decepcionaste de la ciencia?

Un montón. Sobre todo por todas las cosas que uno se va dando cuenta que ensucian la ciencia y la universidad. Como hay tanto poder y tanto manejo de ese poder, también. Y te vas decepcionando de verdad. Yo no me metí a estudiar ciencia por querer ser una científica conocida en el país o ganarme un Nobel. Yo estudié ciencia porque soy curiosa y me llama la atención desde cómo cae una hoja de un árbol hasta cualquier cosa.

¿A qué aspiras dentro de tu profesión?

Yo quiero aprender y ese conocimiento tratar de llevárselo a la gente, acercar la ciencia a la gente porque también el resto de las personas están súper ajenas a lo que pasa y cómo se maneja la ciencia. No nos preocupamos de comunicar la ciencia, en general, en este país. Y esa es un área que a mí me gustaría mucho explotar, sobre todo con los niños. En la academia hay varias cosas que me decepcionaron de las personas que trabajaban ahí. De cómo se desenvolvía la ciencia, de cómo el poder terminaba cambiando a las personas… igual espero algún día retomarlo. 

CONICYT, UN RIVAL DIFÍCIL

A diferencia de muchos de sus pares Fernanda congeló sus estudios científicos para dedicarse a su otra pasión. Pero muchos de sus amigos y colegas no tuvieron la misma suerte y le bajaron la cortina a su postgrado por el recorte presupuestario, como a cientos de investigadores de la Comisión Nacional de Investigación y Tecnología (Conicyt).

Aquello implicó cercenar programas que apuntaban a investigación científica y tecnológica. Las becas correspondían a recursos para cuatro años de estudios y beneficios en pasantías, dinero para gastos operacionales, posibilidad de cotutela en el extranjero y una potencial extensión de la beca para defender y publicar estudios.

Desafortunadamente no me gané esa beca y al final obtuve una del departamento de la U. de Chile. Así pude estudiar mi primer semestre, pero tengo muchos amigos que estudiaron con esas becas Conicyt y les recortaron dineros. Quedaron ahí. La verdad es que siendo científico, optando a un doctorado o a un máster, que son a tiempo completo, tú no puedes estar trabajando media jornada y tratar de dedicarte a la investigación”, dice la seleccionada nacional.

¿Qué te pareció la medida?

Es algo completamente inviable estar al cien metido en generar tus recursos para costear la educación y la investigación, porque quedas sin tiempo para llevarlas a cabo. Falta impulso y desarrollo en la ciencia. Falta apoyo para los alumnos. 

¿Cómo fue tu caso?

Yo entré al doctorado el 2018. Hice un semestre y me fui a jugar en agosto al Córdoba. Entonces ahí congelé. Y cuando uno congela, los estudios te duran un año parados, entonces yo debería retomar mi doctorado ahora en agosto, pero lo más probable es que siga jugando afuera. Así que no lo voy a retomar. Eso significaría perder mi cupo de doctorado. No pierdo el semestre que hice, pero sí el cupo de volver a entrar a la Chile. Tendría que volver a postular nuevamente. Esto es por reglamento, no hay nada a qué apelar para mantener mi cupo en el doctorado, pero imagino que tratando de conversar con la gente de la U se pueda llegar a algo. Igual un doctorado requiere más tiempo. Y si estoy jugando en el extranjero es imposible estar haciendo un doctorado acá. Así que estoy viendo la opción de comenzar estudios en España. 

¿Qué es lo que tanto te apasiona de la física?

Cuando estaba en el colegio quería entrar a astronomía. No me dio el puntaje y entré a licenciatura en física en Juan Gómez Millas. Creo que fue lo mejor que me pudo haber pasado porque me terminó gustando otra área de la ciencia: la física del estado sólido, que es el área de materiales principalmente. Y el estudio de materiales para el desarrollo de la tecnología, que es lo que se busca hoy en día. Lo que yo estaba haciendo antes era estudiar los aisladores topológicos, que son un material nuevo de los últimos 10 años y es a lo que me gustaría dedicarme más adelante. Me gusta mucho el potencial de este nuevo material. 

ANDALUCÍA, SANTIAGO, PARÍS: A CUMPLIR EL SUEÑO

Fernanda llegó hace poco a Chile desde Córdoba, España, donde juega desde septiembre pasado en el equipo femenino del mismo nombre. La defensa nacional llegó con buen cartel al equipo de Andalucía y marcó un hito cuando en enero se transformó en la primera jugadora del club en ser nominada a una selección absoluta.

Allá hace mucho calor. Es una muy linda ciudad y la disfruto bastante. Hay una mezcla de culturas muy ricas. Obviamente hay que entender que es un equipo al que no le sobra nada, pero se puede vivir cómodamente”, dice Pinilla, aunque no esconde el mal momento por el que atraviesa la institución pese a que ellas hicieron lo suyo y subieron de categoría: con la llegada de Fernanda se fortaleció el equipo y las chicas ascendieron a Primera B, la división previa a la máxima categoría del fútbol femenino español.

Van tres meses que no cobramos el sueldo”, cuenta a la pasada Fernanda, que aunque se ha tenido que apretar el cinturón, está confiada de que las cosas van a mejorar dentro de su plantel. Aunque nosotras estemos bien, al final el cuento depende mayoritariamente del equipo masculino y ellos descendieron de segunda división a segunda B (tercera), en rigor”, agrega.

Con todo, Fernanda destacó en la brillante temporada de su equipo. Incluso se dio el gusto de anotar goles y llenar la vista de los analistas del Córdoba Femenino. “Le acompañan los goles de Martín, el estilo de Encarni en la construcción y la aportación en cualquier zona de la chilena Pinilla. A ese grupo esencial de futbolistas, el Córdoba Femenino ha unido un estilo ofensivo, vistoso y atrevido que le ha permitido brillar”, rezan las crónicas en Andalucía sobre la actuación de la chilena.

Volví acá y empezó el frío, justo dejé allá la primavera y ahora volvemos a Europa para el Mundial. Van algunas amigas que se costearon ellas mismas el pasaje y todo, pero no mi familia. Ellos lo seguirán por la tele”, añade la defensora, que vislumbra con cautela a Estados Unidos, Tailandia y Suecia, los rivales de Chile en la cita mundialera que arranca el próximo 7 de junio.

¿Hay más nervios o más ganas que empiece ya?

Yo creo que más lo segundo. Ha sido el sueño de toda la vida y ya quedan dos semanas así que imagínate. Desde chica he seguido a Colo Colo. Porque crecí con eso. Mi familia es colocolina, mi papá con mi hermano principalmente, y yo crecí con mi primo Sebastián y ambos éramos fanáticos. Mis tíos también. Con mi primo jugábamos y pensábamos que yo era Héctor Tapia, que él era Sebastián González, de ese Colo Colo te hablo. A veces nos imaginábamos siendo Iván Zamorano o Marcelo Salas, porque eran los goleadores. Eso nos imaginábamos y fantaseábamos.

Y hoy vas a jugar un Mundial en Francia representando a Chile, como ellos.

Todavía cuesta creerlo, pero está ahí. Aquí con niños, esta cancha, me acuerdo del colegio. Los niños de los otros cursos se preguntaban qué hacía una mujer jugando a la pelota en los recreos y me decían que fuera a jugar con el resto de las niñas, que no jugara y así, pero cuando se daban cuenta que yo sabía jugar, que era la mejorcita, cambiaban las cosas. Me dejaban jugar, me pegaban harto y así, pero ahí estaban mis amigos que iban al frente por mi. ‘¿Oye y cuál es el problema?’ A ver, domina la pelota si le ganai a la Fernanda’, les decían ellos, tirándome al choque. Entonces, ahí quedaban en vergüenza. Hoy tengo a mis compañeras y vamos al Mundial.

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