Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

31 de Mayo de 2019

El hallazgo sorpresivo de “Una vida”: la escultura perdida de Rebeca Matte

Hace poco más de un año la vida de María Ester González tomó un rumbo diferente al encontrar parte del legado de una mujer que la inspira, la conmueve y la identifica. En una conversación en las oficinas de The Clinic contó como fue el proceso -y el día- que dio con la obra, que se había dado por extraviada, de la primera mujer escultora de Chile: Rebeca Matte.

Por

María Ester (49) está radicada en Roma hace 16 años y está estudiando Historia del Arte en la Universidad de Roma III, además de trabajar como guía turística y en la plataforma de difusión Grandes Mujeres Chilenas, dedicada a revelar la historia de las que han quedado en silencio.

En 2014, tras varias idas y vueltas, retornó a Italia tras romper con todos los esquemas tradicionales que le imponía su familia: decidió no ser madre e irse a vivir lejos y sola. Estaba pasando por un mal momento tras una separación y se dio cuenta de que lo más probable era que existían otras mujeres que habían salido al mundo y pasado por situaciones similares, por lo que buscó en Google “mujeres chilenas en Italia” y se encontró con Rebeca Matte Bello.

Fue ahí cuando comenzó su interés por conocer la historia y la trayectoria de la primera escultora chilena, leyendo el libro Manos de mujer: Rebeca Matte y su época de la historiadora chilena -y la mayor investigadora de la bisnieta de Andrés Bello- Isabel Cruz de Amenábar, donde se encontró con la única fotografía de la escultura “Una vida”, que se había dado por perdida.

Tras investigar la vida de Matte, su vida y las dificultades que había tenido, María Ester se vio reflejada en ella y decidió ir a conocer las esculturas que estaban en una de las galerías más famosas de Europa, que es el Palazzo Pitti.

Al llegar a dicho museo, en la ciudad de Florencia, fue directo a la escultura que está en exhibición ahí para luego ir a leer las fichas de otras dos que conservan. Al momento que sacó los papeles del plástico en el que estaban, para más comodidad, se dió cuenta que estaba la ficha de “Una vida” y que decía que estaba en el Museo Stibbert, alejado del centro histórico de la misma ciudad.

“La señora que me estaba atendiendo llamó por teléfono, preguntó por la escultura y verificó que efectivamente estaba ahí. Escuché que le decían ‘finalmente alguien reclama esa escultura, porque no sabíamos de quién era’. Inmediatamente decidí ir”, afirmó María Ester.

González contó que se fue muy emocionada y que cuando llegó a Stibbert, le preguntó al guardia dónde estaba la escultura y le dijo que estaba rodeando la casona. “Caminé, con el corazón palpitando muy rápido, y la encontré. La vi de lejos y mientras me acercaba, en línea recta hacia la escultura, sentí que nuestras miradas se cruzaron y que me hizo un gesto de ‘finalmente alguien me encontró’. Parecía que de manera mágica se enderezaba y sonreía”.

“Una vida” muestra a una mujer desnuda, con un manto, que “de manera delicada cubre su cabeza y parte de sus hombros, de líneas suaves, reclinada sobre unas rocas, con los codos apoyados en la cabeza de lo que pareciera una esfinge egipcia, mirando al infinito, tal vez rememorando un intenso pasado, tal vez viendo partir a los que ama imposibilitada de reacción”, describió. La obra está firmada en la parte baja: “R. Matte 1913”.

“Me siento a su lado para ver lo que ella por siglos ha observado, para entender su silencio y los cantos de los pájaros agregan al momento aún más emoción. Comienza entonces a pausar su paso mi corazón, resbala el sol de las copas de los árboles y se pierde también mi mirada en una solitaria tarde de abril”, narró.

Para María Ester, Rebeca Matte ha sido una revelación. “Conociéndola a ella me he ido conociendo y siento que tenemos cosas similares, mirándolo desde la perspectiva de ser mujer. A ella la catalogaron, como a mí, de ser una mujer frágil e indefensa y creo que es lo que pasa siempre con nosotras las mujeres, nos ven desvalidas y no nos creen capaces de sobrellevar las dificultades de la vida. Creo que ella le dio al clavo: a pesar del miedo no se coartó de hacer lo que quería hacer, sino que estaba convencida de lo que era capaz. La mujer, que muchos dicen que era frágil, era muy audaz”.

Actualmente, González está terminando su carrera y ya dio conferencias en la Academia de Artes del Diseño -lugar donde a Rebeca Matte le otorgaron el reconocimiento Docente Ad Honorem-, y en el Instituto de Restauro de Florencia -donde están restaurando la escultura en bronce “La Militza”, cuya obra original en mármol se encuentra en el Museo de Arte y Artesanía de Linares- para conmemorar los 90 años del legado de la escultora chilena, quien murió el 14 de mayo de 1929.

“El arte es así, es suerte y llegó en un momento perfecto. ‘Grande es la Audacia pero la artista es más grande que la audacia misma’, así se titulaba uno de los artículos que comenzaban a familiarizarse con el arte de Rebeca Matte en Florencia, el año 1913. Creo que la artista se quiere revelar, decir algunas cosas. Tenemos que empezar a valorarla como se merece porque el mayor patrimonio de ella está acá, en Chile ”, finalizó María Ester.

Notas relacionadas