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Opinión

7 de Agosto de 2019

Columna de Juan Carlos Quezada: La escuela de Temucuicui

La escuela de Temucuicui muestra, una vez más, que el problema no son las comunidades Mapuche ni sus reivindicaciones, sino la alianza que los gobiernos chilenos han realizado con una parte interesada del conflicto, y la perspectiva con que abordan la relación del Estado con ellos.

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*Por Juan Carlos Quezada, militante del Movimiento Democrático Popular (MDP)

Después de mucho esfuerzo, y con el asesinato del joven comunero mapuche Camilo Catrillanca durante las etapas finales de construcción, el 1 de agosto se entregó a la comunidad de Temucuicui su nueva escuela. La escuela municipal G-816 Temucuicui.

La zona roja, la ciudad prohibida, la intocable, el enclave quemante, son solo algunos de los nombres con que se ha calificado a la Comunidad Mapuche de Temucuicui, que desde fines de los años 90 inició un proceso ininterrumpido de recuperación de tierras que la ha enfrentado al poder económico y político tanto en la región como a nivel central, convirtiéndose sus integrantes y dirigentes en objetivo habitual de la construcción del enemigo interno por parte de ministros y subsecretarios de interior de distintas administraciones.

El gobierno actual, empeñado en defender los intereses de la industria forestal en la zona y adelantar su ley corta antiterrorista para seguir criminalizando a las comunidades en resistencia, no está interesado en dar a conocer la inauguración de la escuela, porque es un ejemplo concreto que desmiente la visión policiaca que se ha querido imponer sobre las comunidades, y que muestra de manera evidente que sobre la base del respeto a la comunidad y sus autoridades, así como el trato entre iguales, se logra un buen entendimiento tanto con las autoridades regionales como con el sector privado, a cargo en este caso del diseño y la construcción de la nueva escuela.

Hace un par de años, y debido al deterioro de la escuela original, el centro de padres y apoderados y la directiva de la comunidad de Temucuicui, en trato directo con el gobierno regional, lograron que se iniciara el diseño de la nueva escuela con participación y consulta a la comunidad educativa. El diseño arquitectónico, que representa a un kultrún, fue desarrollado por una oficina de arquitectura regional. Una escuela circular donde todos los recintos dan a un pasillo o patio cerrado, que consta de recintos para los docentes, baños, cocina, bodega, comedor, biblioteca, salas de clases, sala de pre-básica con su patio cerrado y otra construcción para servicios donde está el estanque de agua, la sala de caldera, el grupo electrógeno y sala de bombas.

La construcción se realizó en 2 etapas. Un primer llamado que fue la construcción del plan de contingencia, adjudicada el 2017 y que se construyó entre junio a agosto de 2017, y que consistía en una obra para el funcionamiento de la escuela durante el periodo de construcción, que se hizo en paneles con 2 salas de clases más una de pre básica, comedor, cocina, baños y un patio techado. A pesar de ser una construcción liviana tiene un buen estándar y ha sido cuidada y mantenida por la comunidad estando en muy buenas condiciones. La comunidad pretende dejarla como establecimiento de uso comunitario, ya que se ubica en una suerte de barrio cívico de Temucuicui, donde está la escuela, el jardín infantil y la posta de salud rural.

En septiembre de 2017 se aprobó con financiamiento del FNDR la segunda etapa, que contemplaba la construcción de la escuela definitiva, de 1.072 m2. El contrato fue adjudicado en enero de 2018 y los trabajos comenzaron con la entrega de terreno el 20 de marzo de 2018. La fecha de término se fijó para el 7 de mayo de 2019, retrasándose la entrega debido al asesinato de Camilo Catrillanca, ocurrido a unos 700 metros de donde los trabajadores se encontraban realizando la construcción.

Por el monto de la obra, el Gobierno Regional de la Araucanía hizo el llamado a propuesta pública para empresas inscritas en registro MOP de obras mayores. En la región hay varias, pero producto de la política de criminalización de las comunidades, solo una empresa se presentó.

Durante la construcción propiamente tal hubo muchos problemas, principalmente por la negativa de algunos proveedores a vender o llegar con materiales a la obra. Las empresas regionales tienen una visión racista hacia las comunidades. El comentario generalizado referente a la escuela era “ojalá la cuiden”, asumiendo una condición de atraso social de la gente y dando por hecho que las obras no se terminarían, que se desistiría de continuar los trabajos después de un tiempo. Marcelo Catrillanca, el padre de Camilo, tuvo un importante rol en la construcción de las confianzas necesarias entre los miembros de la comunidad y trabajadores y profesionales externos para terminar la obra dentro de los plazos.

El concretar este proyecto desmiente a quienes hablan de falta de Estado de Derecho y piden instalar más presencia policial en la región. Por el contrario, la intervención policial a la comunidad de Temucuicui siempre fue constante, como una especie de provocación por parte de carabineros, la que se interrumpió solo cuando salieron pillados en todas sus malas prácticas de montajes y mentiras luego del asesinato de Camilo Catrillanca.

Conflicto hay, y es uno que enfrenta a las comunidades que buscan recuperar sus tierras, con quienes se han apropiado del poder, la riqueza, las tierras y las aguas. Pero también hay la normalidad de las familias que quieren educar a sus hijos y vivir en paz. Una comunidad educativa al igual que en el resto del país.

La escuela de Temucuicui muestra, una vez más, que el problema no son las comunidades Mapuche ni sus reivindicaciones, sino la alianza que los gobiernos chilenos han realizado con una parte interesada del conflicto, y la perspectiva con que abordan la relación del Estado con ellos. Miles de millones de pesos se han gastado por décadas en abordar policialmente el conflicto del Estado con el pueblo Mapuche, a costos humanos altísimos para los últimos. Cuando se pretende seguir el mismo camino que no ha resultado ni una ni otra vez, quizá el dialogo directo con las comunidades y la resolución política son una vía de solución. Por lo pronto, han permitido levantar una excelente infraestructura educativa para las niñas y niños de Temucuicui.

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