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Entrevistas

28 de Agosto de 2019

Felipe Bianchi: “No podría vivir en Chicureo e ir de vacaciones a Cachagua. No me gusta”

https://youtu.be/A0RvEk8dkSY

“Mucha gente en las redes sociales te dice pero es que ustedes nunca informan nada, nunca dicen nada de las cosas que están pasando. ¿Y dónde lo leíste, huevón? Me encanta responder eso”, dice el periodista sobre las redes sociales, mientras se toma un café a la vuelta de su casa, por el Parque Forestal.

Por

Felipe Bianchi Leiton lanza su primera reflexión apenas llega a la mesa del café de la calle Ismael Valdés Vergara, donde nos citamos para esta entrevista. 

“Pedí una revista en el quiosco y la única que tenían era esta”, dice con un ejemplar en sus manos de la revista Vivienda y Decoración. El tema no le es para nada ajeno, descubriremos después. 

“A mí lo que me encanta de cualquier ciudad del mundo es la vida de barrio, y la vida caminable de barrio. Que haya cafés cerca, quioscos, restaurantes, que te encuentres con gente lo más distinta posible. A mí un estilo de vida que me parece el infierno es eso de tener que agarrar el auto para ir a comprar un cigarro, chicle o no sé qué”, reflexiona cuando le preguntamos por este, su barrio, el que habita hace 30 años. 

¿Sí? 

-O que te ves todos los días con la misma gente, todo el tiempo y que después quieres ir a la playa donde está esa gente y al colegio donde está esa gente y al club donde está esa gente. Eso me parece aburridísimo. Por eso a mí me gusta mucho ir a hoteles, incluso de Santiago. No porque sean elegantes ni mucho menos, sino porque la gente cambia todos los días. Eso es lo que me gusta de los hoteles. Me gusta almorzar, me gusta la variedad.  Me encanta que estén hace mucho rato llegando muchos venezolanos, muchos dominicanos, muchos colombianos, muchos peruanos, como en algún momento llegaron muchos árabes, muchos alemanes, muchos italianos, muchos yugoslavos. Encuentro que es la razón por la que uno podría querer vivir en un país como este.

Foto: Emilia Rothen

Todos esos países muy homogéneos, que por suerte ya no quedan, me parecen espantosos. Y lo que no puedo entender es cierta mirada del mundo, que por un lado admira las sociedades como la inglesa, la norteamericana, la alemana, la francesa pero la admira de tan lejos que no se han dado cuenta cuál es el secreto de esas sociedades. Y el secreto de esas sociedades es la mezcla. O sea, Estados Unidos, ese país tan admirado por todos los liberales, supuestamente económicamente perfecto, pues bueno… ese país está construído en la mezcla total de razas, de personas, de religiones. Entonces admirar tanto esos países y por otro lado decir frenemos la inmigración es difícil de explicar. 

¿Nunca te has cambiado de comuna?

-Antes de casarme, mi primer matrimonio, mi segundo matrimonio y un buen tiempo que viví solo, siempre estuve acá, 15 cuadras a la redonda. De hecho hoy vivo en un departamento aquí en Ismael Valdés Vergara.  No me he cambiado ni de cuadra, me parece lejos el mejor barrio de Santiago. Y además estás al lado del centro, de Providencia. Me pasa lo mismo con la playa. Cuando tuve la oportunidad de tener una casa para ir los fines de semana afuera, no lo dudamos un segundo con mi mujer y nos fuimos a Las Cruces. Que es un poco lo mismo: no es la misma gente que veo todos los días en Santiago, son casas antiguas, tranquilas, muy mezclado y a mí me encanta eso. No es que le tenga desprecio, pero no podría vivir en Chicureo e ir de vacaciones a Cachagua. No me gusta, me aburriría pero cantidades. Pero bueno, son cosas de gusto. Por eso las ciudades que me gustan cuando voy de viaje son Roma, Londres y New York. Mucha vida cultural, con harto respeto por la cultura, por la naturaleza, pero también sucias, con problemas, con mezcla de gente… esas son las ciudades que me gustan. Río de Janeiro me encanta. Los resorts, gracias, pero no. Out. Prefiero mil veces la ciudad, la cosa viva permanente. Que te puedas encontrar con cualquier cosa. Eso me parece muy bueno. 

¿Qué tal tu reciente viaje a Londres? 

-Fui un buen papá al llevar a mi hijo de 15 años a conocer Londres, que era un viejo compromiso, porque la mamá había hecho lo mismo con las niñitas cuando cumplieron 15 y ahora me tocaba a mí con Manuel. Y a la vez fui un pésimo papá porque yo soy de esos que marca la ruta y no hay vuelta. Por ejemplo mi hijo preguntó por el museo de cera de Madame Tussaud y ninguna posibilidad. Es fome, está lleno de gente, no, le dije. Si es esto contra que conozcas el Kew Gardens, el jardín botánico más grande del mundo, yo no te voy a llevar a esa hueá a perder cinco horas que es una tontera. Imagínate la gracia que puede tener para un cabro de 15 años un jardín botánico, pero lo pasó increíble. Es más, fui exagerado porque quería conocer el London Eye, esa rueda gigante, y ni cagando. Tampoco.

Foto: Emilia Rothen

¿Cero posibilidad? 

-Cero. Vamos a ir a una exposición que hay de Bob Dylan… a propósito; qué bien que pintaba, increíble. Vamos a ir a otro museo, al Victoria and Albert, donde había una exposición de Mary Quant, la que en los años 60 inventó la minifalda y era muy bonito porque además que está viva, su primera tienda fue en Londres, y en la exposición estaba llena de viejitas con hijas contándoles cuando habían usado minifalda yendo a tal parte y era precioso. Te aseguro que lo pasó mejor que haciendo la cola con 100 mil turistas para estar dos minutos mirando el London Eye. Para él tuvo su lado bueno y su lado malo, pero se parece bastante a mí en los gustos. Le gusta mirar ropa, le gusta ir a los museos, le gustan los parques, los recitales…

A ti te gusta la ropa, se nota. 

No podría vivir en Chicureo e ir de vacaciones a Cachagua. No me gusta, me aburriría pero cantidades.

-Me gusta mucho, pero también en términos de saber de qué están hechas las telas, la historia de las marcas, puras huevás. Si la mezcla de tanta lana con tanta cachemira da un tipo de consistencia distinta. De los grandes diseñadores también, pero no por ir a comprar a las tiendas, sino conocer la escuela inglesa de chaquetas, la escuela napolitana de chaquetas, cuáles son las diferencias, cuándo surgieron, cómo se termina el hombro en un sastre napolitano y cómo puedes diferenciar la chaqueta, mirando altiro, de un sastre francés con uno inglés. Los tipos de zapato, cómo se arma un zapato, los que son hechos a mano y los que no… me parecen temas, humanamente interesantes, más que una cosa solo estética. 

¿Te vienes con mucha ropa de tus viajes? 

-Tema uno. Las cosas de ropa y las cosas de baño y las cosas de lectura para mí son clave en los viajes. 

¿De baño? 

Foto: Emilia Rothen

-Sí, de baño. Las cremas para afeitarse, las afeitadoras antiguas, los objetos en el fondo. Me gustan mucho los objetos antiguos, soy muy visual para esas cosas. 

¿Cómo los encuentras? 

-Ni te imaginas. Hago mi investigación previa al viaje, soy experto en esos temas. De qué están hechas las afeitadoras, si algunas de marfil u otras de madera, cómo se hace el torno para eso… son temas que me gustan. Qué tipo de ceras, porqué algunas son con agua y otras no, cuáles son más antiguas y así. He cachado, por ejemplo, que Italia e Inglaterra son los mundos perfectos para ese tipo de cosas, pero le he seguido el origen a ciertos productos de marcas que se comenzaron a hacer en el 1.700 en Florencia o en Londres. Es como la gente que le gusta coleccionar cuadros. En eso soy muy de objetos, muy meticuloso, pero más que una cosa como tener el bolso Louis Vuitton lleno de logos. Ese no es mi tema, pero sí puedo mirar una chaqueta y decir la primera marca que hizo ese tipo de chaqueta con chiporro adentro fue Levis en la década del 50 y cuál es la diferencia con otra… esas cosas me entretienen. Huevás de uno. 

¿Lo último que te trajiste? 

-Zapatos y chaquetas, cosas así, que aquí en general no hay. Pero de marcas específicas o tipos de diseño que aquí no hay tanto. Y me traje un bastón, que hace mucho rato quería tener, de una casa inglesa que aparece hasta en los cuentos de Sherlock Holmes. La casa se llama James, Smith & Sons y que es una tienda preciosa, que está en una esquina en Londres, que vende solo bastones y paraguas. Y como en todas las tiendas buenas inglesas, dice desde 1785. Tú entras y hay una variedad de maderas, de tratamientos, increíble. No sé si voy a usar ese bastón, pero ese tipo de huevás me entretienen y mucho.

Periodismo deportivo 

¿Nunca te saturaste del medio deportivo?

-Muchas veces. Y a ratos dejé completamente de hacerlo, porque a ratos se pone fome. Es un poco chato el mundo del periodismo deportivo y específicamente el fútbol. Es una especie de círculo vicioso, que se repite una y otra vez. Cambian los nombres pero los dirigentes hacen más o menos lo mismo. No se solucionan los problemas y mentalmente te aburres también un poco de estar hablando si se lesionó tal o cual jugador. Yo siempre trato de ir un poquito más allá que solo la pelotita. A mí me encanta pelear con algunos jugadores o exjugadores o con los hinchas que dicen “hablen más de fútbol”. Yo les dijo no, justamente se trata de no hablar solo de la pelotita. Sería, para mí al menos, una simpleza demasiado extrema. Tiene temas mucho mayores el deporte y la vida en general que dedicarse solo a algo como la pelotita. 

¿Algún episodio que te marcara dentro de tu carrera en el deporte?

-El Maracanazo, con el Cóndor Rojas, me tocó vivirlo muy de cerca porque cubría la Selección en esa época. Me tocaron las giras previas a esas clasificatorias donde se va generando cercanía con los jugadores, de hecho estuve durmiendo en la casa del Cóndor Rojas en Sao Paulo. Comiendo con su familia, acostado en la cama viendo una película comiendo salchichas con arroz y tomate. Me acuerdo hasta la película, “Escape de New York”. En ese tiempo las cosas eran así, era mucho más cercana la relación de los periodistas con los deportistas. En ese escenario y en esa lógica, vino lo del Maracanazo. A mí me tocó estar en el camarín de hecho, encerrado con los jugadores. Para todos nosotros era imposible creer que alguien se iba a autoinferir una herida y al igual que todo el país vivimos el engaño. Eso para mí fue muy marcador. De ahí para adelante tuve algo claro que a muchos colegas más jóvenes se les olvida, que hay que mantener la mayor distancia posible de las fuentes. No podís ser amigo de los jugadores ni de los dirigentes. Hay un respeto, puede haber hasta cariño, pero siempre distancia. 

Foto: Emilia Rothen

Desde ese ambiente al actual hay un salto súper grande en el medio en general y también en nosotros, los que trabajamos en esa época. Yo soy, y hemos tenido grandes peleas en el mundo del deporte con otros periodistas, muy defensor de lo que hicieron Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli. Y todo el mundo me dice lo de las viudas de Bielsa, los defensores de Bielsa. Los cuatro años que estuvo Bielsa en Chile fui su principal defensor pero no hablé nunca con él. Ni una sola vez, nunca nos juntamos, nunca nada. Pero así me parece que debe ser una relación fuente periodista, a base del trabajo de otro, no más que eso. 

La máxima cercanía que uno puede tener es a partir de entrevistas, no más que eso. Esas relaciones así como compadre le voy a dar una información para que la cuente, siempre tienen alguna segunda intención, alguna segunda lectura. Eso lo digo en general, no solo en el deporte. En política con mayor razón. 

¿Y las reuniones que organizaba Jorge Sampaoli con miembros de la prensa? 

-Es que esas fueron varias, y yo creo que hay una confusión porque eran totalmente oficiales. No es que él citó a sus preferidos como en algún momento trató de venderse, sino que eran reuniones que se hacían en Juan Pinto Durán en las cuales Sampaoli contaba cómo era su proceso de análisis y de trabajo. Y a mí, como muchos otros, me invitaron en algún momento y obviamente fui. No ir a eso me parecía absurdo, eso sí es parte de la pega. Sentarse a tomar un café en su casa ya es distinto. 

A propósito que hablábamos de chaquetas ¿Te la diste vuelta con Reinaldo Rueda luego que Chile llegara a semifinales en Copa América? Tú has sido bien crítico con el técnico colombiano

-No fue una buena Copa América. ¿Por qué fue buena? Perdió con Argentina, perdió con Uruguay, le ganó a Colombia por penales, perdió con Perú, le ganó a la selección de Japón, ¿por qué fue buena? Ahí está el problema. Hay cosas súper fáciles en el análisis de los hinchas. Vuelta de chaqueta en este caso, cero. Ninguna. Con Juan Antonio Pizzi lo mismo. Partió muy mal, después mejoró el equipo porque los jugadores lo obligaron y hoy todo el mundo lo reconoce. Pizzi tuvo que cambiar porque los jugadores le pidieron que los hiciera jugar como jugaba Sampaoli. Cuando Pizzi dejó de creerse importante fue cuando la Selección mejoró y así se contó la historia. Eso no es darse vuelta la chaqueta, es decir estaba mal y ahora está bien. Eso es relatar una realidad. Con Rueda pasó relativamente lo mismo, pero al revés. Los que se equivocaron fueron los que dijeron que Chile había demostrado mejor fútbol que en los partidos previos y no fue así. Fue una actuación bajo el 50% y las contingencias hicieron que llegara a semifinales, pero la historia bien contada es que perdió la mayoría de los partidos. Jugó mejor pero porque tuvo que volver a un sistema de juego que no quería Rueda en un comienzo. El que cambió fue Rueda, no los críticos. Los críticos le acertamos plenamente. 

Hoy me deben seguir 618 mil personas y debo haber bloqueado a unos cuatro mil

¿Escucha poco Reinaldo Rueda?

-Al revés. Yo creo que escucha demasiado a los jugadores. Una de las gracias que tuvieron Bielsa y Sampaoli fue no escuchar casi a nadie del medio chileno. Eso les hizo bien, porque a veces la lógica, a mi modo de ver, es generalmente equivocada. A Bielsa le pedían algo e hizo otra cosa totalmente distinta. Bielsa no escuchaba ni a los periodistas ni a los técnicos chilenos ni a los jugadores chilenos y eso está muy bien. Por eso pudo hacer todo lo que pudo hacer. Rueda escucha demasiado, desde luego todo lo que pasó con Vidal, Medel y Claudio Bravo es un reflejo. No me gusta que escuche demasiado a los jugadores. 

¿Te ha decepcionado? 

Todos los temas que tenían que estar resueltos siguen sin estarlo. Han pasado más de dos años y si bien es evidente que la Selección nunca va a volver a jugar como llegó a hacerlo con Bielsa y Sampaoli, aunque ese no es el parámetro porque sería demasiado injusto (otra época, jugadores más jóvenes, técnicos de altísimo nivel, etc.). Lo que sí me pasa es que el problema al interior del plantel, que era muy doméstico y que tenía que ver con peleas entre familiares, y no fue capaz de solucionarlo en dos años. Y tampoco ha solucionado el tema del recambio. Cómo se hace un recambio de jugadores. Lo que hizo Rueda fue probar durante muy poco tiempo a más de 100 jugadores. Eso no es manejar un recambio. Manejar un recambio es lo que hizo en algún momento Bielsa. A mí el volante de contención que más me gusta del medio chileno se llama Carlos Carmona y voy a transformar a Carmona en lo que yo quiero que sea. Voy a transformar a Isla, a Beausejour y así. Cuando vas a hacer un recambio tomas a los jugadores que crees que serán la materia prima y trabajas con ellos hasta que juegan como tú quieres.

¿Cuánto fútbol ves? En un momento Juan Cristóbal Guarello te acusó de no ir al estadio. ¿Cierto o prejuicio?

-Veo fútbol toda la semana. No solo el fin de semana. Es cierto y es un prejuicio. Durante mucho tiempo trabajé los fines de semana leyendo las noticias mientras él estaba en el estadio; mientras él estaba en el estadio yo hacía Tolerancia Cero; mientras él estaba en el estadio yo hacía C.Q.C. entonces muchas veces no iba el fin de semana al estadio, lo que no significa que no viera los partidos. A mí modo de ver el tema se juega en la calidad que tiene tu análisis de lo que es un partido de fútbol y en nuestro medio hay muchos periodistas que son como los jugadores. Algunos llevan 30 años jugando y todavía no entienden de qué se trata el juego. No son capaces de verbalizarlo, entenderlo y explicarlo. A muchos periodistas les pasa lo mismo. Da lo mismo que vayas siempre al estadio si no sabes leer el fútbol. Y a algunos les pasa. Es mucho mejor ver el fútbol en el estadio y de hecho no hay nadie que tenga tantas horas de estadio con la Selección como yo. 

Redes sociales

¿Manejas tus redes sociales personalmente? 

-Tengo un amigo que revisa y ve Twitter y me dice qué salió y qué no. No es alguien que esté contratado para eso ni mucho menos. Pero en general me preocupa más que eso, que son anécdotas y tonteras, me preocupa que la gente le dé más importancia de la que tienen a las redes sociales. Sobre todo porque uno trabaja en los medios. Muchas de las cosas que aparecen en las redes sociales las dice nadie. Yo soy de una generación que se formó con la lógica que para que algo sea cierto tiene que tener detrás un reporteo previo de alguien que está calificado para reportear, para contar una historia, establecer una lógica y así. Hoy ese discurso facilista que todos los medios mienten y la verdad está en las redes sociales lo encuentro súper peligroso porque es exactamente al revés. En las redes sociales escribe cualquiera y cualquiera no tiene la capacidad para avalar información. Ahí después uno elegirá a qué medio le cree más o menos. Informar es una profesión. Hay una lógica que me parece compleja, se ha terminado sobrevalorando las redes como medio de información y subvalorando los medios y eso lo encuentro socialmente y culturalmente muy peligroso. 

Mucha gente en las redes sociales te dice pero es que ustedes nunca informan nada, nunca dicen nada de las cosas que están pasando. Todas las cosas que se conversan en las redes sociales son posibles porque se hicieron investigaciones en los medios que develaron casos de corrupción. Ustedes con el Milicogate, por ejemplo. ¿Y dónde lo leíste, huevón? Me encanta responder eso. 

¿Has bloqueado mucha gente? 

-Todavía no logro encontrar la herramienta que me diga cuántos he bloqueado en Twitter, porque me encantaría saberlo. Sí he bloqueado a mucha, pero mucha menos de la que todavía está. Hoy me deben seguir 618 mil personas y debo haber bloqueado a unos cuatro mil. Lo recomiendo totalmente y me parece un acto de total justicia. 

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