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Entrevistas

13 de Noviembre de 2019

Sergio Campos: “Este gobierno ha ido a la cola de toda la explosión social”

https://youtu.be/_5PEI47OpzE

La radio es el medio más creíble de Chile y en estos días agitados, la histórica voz del Diario de Cooperativa vuelve a estar alerta. El Premio Nacional de Periodismo analiza la situación del país con una mirada crítica al gobierno, a la oposición y al rol de los medios. “Hay un abuso de las emociones del televidente”.

Por

¿Qué te pasó ese 18 de octubre cuando empezó el “estallido”?  

-Yo he hecho un recuerdo sobre esta experiencia y te das cuenta de que esto se venía fraguando. El año pasado cuando cumplí 40 años en la radio Cooperativa, en abril, me ofrecieron un almuerzo y me decían cómo podrías contarnos la manera en que ves el mundo de hoy. Y yo hice toda una relación de la evolución que ha tenido la radio, de pasar del AM al FM, de la radio de nicho, pero la sociedad ha evolucionado… hubo muchas cosas que pasaron y la radio fue capaz de adaptarse. Pero al mismo tiempo hay un sector importante de la sociedad que se fue quedando atrás y fue sufriendo un nivel de discriminación. Por ejemplo, la educación que en términos históricos atendía a la elite, se hizo masiva, sobre todo la educación superior, la técnica profesional, pero esa masividad significó un costo muy grande para la familia porque era una educación pagada. Entonces la educación dejó de ser un derecho y tuvimos explosiones muy importantes. El 2011 por ejemplo, fue la más grande de los chiquillos de enseñanza media con las muchachas y después, en mayo del 2018, tuvimos una explosión por la discriminación a la mujer, el no reconocimiento a la diversidad sexual, entonces en el fondo, la conclusión a la yo había llegado era que estábamos en un terreno muy fangoso. 

¿Lo intuías de alguna manera? 

-Lo intuía. Mis colegas de la radio son testigos de que en ese almuerzo yo lo planteé. Al final del almuerzo me dijeron: “oye, pero tu visión es muy pesimista”. No, les dije, es realista. Porque he tenido el privilegio de seguir en contacto con la gente común y corriente. Voy a comprar a la feria, converso con la gente que va a comprar, con los que venden, pero también he hecho un trabajo muy intenso como profesor en la universidad… Y cuando tú le dices a los chiquillos, en la conversación, que levanten la mano los que tienen atención sicológica o atención siquiátrica. Y como has llegado a un grado de buena relación con los estudiantes, levantan la mano sinceramente y tienes a más del 50% con problemas de ese tipo. Y tú dices, este es el mundo que yo no quiero. Mis chiquillos son alumnos de 18, 20, 24 años y se merecen un mundo mejor. Eso te revela de qué manera la sociedad los va angustiando y marginando de un mundo que por otra parte se ve como un mundo de mucho progreso, grandes edificios, muchos viajes, pero hay un mundo que está marginado de todo eso y hay gente que no lo alcanza para llegar a fin de mes con los recursos que obtiene por su trabajo. 

Los jóvenes han impulsado cambios en distintos momentos de la historia y acá también partieron con este estallido. ¿Cómo ves a estos jóvenes? 

-Ahí tenemos un caso que es muy comparativo. Por ejemplo, cuando ves el caso de Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas De Negri, que fueron quemados en la dictadura de Pinochet, eran jóvenes. Cuando tienes el caso de mi compañero de curso en la Escuela Normal Superior, Manuel Guerrero, era muy joven en esa época cuando lo secuestraron junto a José Manuel Parada y formó parte de un capítulo tan trágico de nuestro país… Ahora si lo miras desde la perspectiva de los jóvenes de hoy te das cuenta de que eso de que los jóvenes no están ni ahí es una falacia porque los jóvenes siempre estuvieron directamente vinculados a la realidad y tenían un grito de protesta y al mismo tiempo de esperanza. Y es lo que hoy día se está sintiendo. Si ves los estudios de opinión pública que están de moda en estos días, un porcentaje muy alto, el 70%, 80% (de los manifestantes) son jóvenes, gente menor de 30 o 35 años. En las redes sociales, fundamentalmente son jóvenes que están expresando opinión, algunos con dureza porque están descontentos. Hay un fenómeno que tiene una gran palabra con poquitas letras, que se llama rabia y esa rabia fue creciendo y se fue concatenando y empezó a explosionar a partir del 18 de octubre, con capítulos de violencia aguda que uno no quisiera pero que es parte de la realidad. Porque también hay un daño enorme a mucha gente que tiene recursos limitados, que tiene su empresita, su pequeño negocio y que resultaron dañados. Pero hay una expresión mayor que dice relación con los jóvenes en la calle. Me duele mucho que tengamos jóvenes muertos en distintas circunstancias, baleados por la Carabineros, me duele más aún que el representante del Gobierno chileno en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos haya descrito los daños materiales y no haya dicho una sola palabra acerca del daño humano que ha habido en estas circunstancias. Hay una insensibilidad en un gobierno encabezado por Piñera que es muy unipersonal. Él ha sido ministro de Hacienda, de Economía, de Salud, de Educación, ministro de todas las carteras. Hoy día se está desagregando el poder y el nos está mostrando en alguna medida su fracaso. 

¿Cómo encuentras que ha sido la reacción del gobierno? 

-Este gobierno ha ido a la cola de todo el fenómeno de explosión social, porque no lo entendieron, no lo interpretaron adecuadamente. Pero hay sectores dentro del gobierno que lo han visto con un poco más de claridad, por ejemplo el presidente de RN ha dicho que está dispuesto a una nueva Constitución o a cambiar la reforma tributaria mucho antes. Entonces los sectores más radicalizados de la derecha, incluido el segundo piso del gobierno de Piñera, son los que han ido provocando esta detención para un entendimiento ciudadano, porque lo que todos queremos es llegar a una paz, pero una paz con justicia social. 

¿Cómo has visto que ha reaccionado la oposición? 

-Yo creo que está inmersa en un mar de dudas e interrogantes y no logra atinar para elaborar una propuesta común. 

Falta un liderazgo…

-Falta un liderazgo y falta renunciar a ciertos espacios en la política, eso quiere decir mi futura candidatura a gobernador, a senador, a diputado, eso significa que hay que hacer una introspección y una resignación a esas cuotas de poder y poner toda la energía en función de crear consensos dentro de la oposición para tener un diálogo mucho más fructífero con los que tienen el poder en el ejecutivo. 

¿Ves un posible liderazgo en la oposición? 

-Han habido pero el panorama de aquí en adelante se configura en una forma totalmente distinta. Hay un antes y un después. Hoy día hablar de candidaturas presidenciales es una cuestión ociosa y hasta perversa porque no tiene ningún sentido andar proyectando nombres cuando lo que se necesita es la esencia y contundencia de una nueva Constitución y de cambios con una agenda social que sea potente en que los chilenos se sientan parte de nuestro país. La constitución tiene que ser la casa de todos, que todos la respetemos y todos la impulsemos como un macro reglamento donde estén garantizados los derechos sociales y que interprete desde el más humilde de los ciudadanos hasta el con más poder en Chile. Mientras eso no ocurra no vamos a lograr un entendimiento. 

¿Puede ser riesgoso que se arme una nueva Constitución y la gente no se sienta parte? 

-Mientras no haya una Constitución garantizada por el voto popular, no vamos a alcanzar la paz. En 1980 aquí se hizo un plebiscito en torno a la Constitución que además traía una cartita bajo la manga: prolongar el mandato de Pinochet hasta 1989. Ese plebiscito se hizo sin registros electorales, le pegaban una estampilla a la gente en la cédula de identidad. Una cuestión totalmente fuera de norma y de la inteligencia de este país. La gente se sintió prácticamente obligada a votar, porque después si tu ibas a hacer un trámite con tu carnet y no tenías las estampilla, eras como la oveja negra de este país. Por lo tanto, ese plebiscito fue fraudulento, y tal como se ha afirmado, la de 1980 es una Constitución espuria. Aunque se le hicieron algunas modificaciones pero nunca con la profundidad que el país requiere en el siglo XXI. 

¿Te imaginabas vivir nuevamente un estado de emergencia y un toque de queda? 

-Pensé que podía haber un fenómeno de protestas, de explosión social pero nunca pensé que iba a intentar ahogarse esa expresión ciudadana con un toque de queda y un estado de emergencia. Encontré gravísimo sacar los militares a la calle porque eso constituía la incapacidad política del gobierno de manejar la crisis y no tener una respuesta adecuada a las demandas ciudadanas. El gobierno ha ido soltando de a poco soluciones pero que no son las que la ciudadanía aspira. Todo el programa de gobierno que tenía Piñera ya no corre, está obsoleto, la ciudadanía lo descartó. Si una mira la elección presidencial, de los chilenos habilitados para votar, la mitad no votó y más del 50% votó por Piñera, o sea, él tuvo un voto de cuatro ciudadanos que tenían habilidad para votar. Eso hay que tenerlo en cuenta como dato para esta causa. Hay que retrotraer esta negociación que se hizo de terminar el binominal pero dejemos el voto voluntario. ir a votar tiene que transformarse en una obligación. Cualquiera sea el resultado yo tengo que asumirlo como chileno. Muchos se marginaron de votar pensando que esa indiferencia iba a contribuir a que reaccionara la clase política y la clase política no reaccionó. 

¿Volviste a sentir miedo con este toque de queda? 

-Sí, produce miedo y preocupación. No tanto en lo personal pero sí en la gente cercana, por tus amigos que tienen pensamientos discrepantes del sistema actual. Sientes miedo por lo que pueda pasarle a los chiquillos que salen a la calle a protestar, a las muchachas que han sido baleadas y lesionadas. Este chiquillo Gatica que perdió un ojo y puede perder otro, uno siente miedo por los demás. 

Cada uno tiene distintas sensaciones al escuchar los tambores de Cooperativa. ¿Qué te pasa al oír esos tambores? 

-Los tambores del Diario de Cooperativa por una parte marcaban una situación de alerta frente a la contingencia en dictadura pero por otra parte significaba que un hecho grave estaba ocurriendo. Por eso decía “el Diario de Cooperativa está llamando”. Cuando volvió la democracia se hizo un aggionamento de los tambores y pasamos a una etapa de mayor entendimiento con la ciudadanía, ya no en el afán de crear mucha expectación. Era otro contexto entonces había que hacer un cambio. Pero siempre la música del Diario de Cooperativa para mi tiene una tremenda significación por muy modernizada que esté.

¿Ese ruido te pone en alerta? 

-Me pone en alerta, todavía. Y pienso que hoy día más que nunca. 


En las grandes emergencias la gente vuelve a la radio. Es el medio con más credibilidad. ¿Por qué crees que la gente confía tanto en la radio? 

-En el caso nuestro, la Cooperativa que es una radio informativa donde hay verosimilitud. Lo que informamos la gente verifica que es cierto y eso trae consigo la credibilidad. Entonces la gente busca alimentarse con esa información. Hoy día tenemos una gran competencia. En las redes sociales la información circula con una tremenda velocidad pero ahí una cantidad de información falsa. Algunos propagan informaciones malintencionadamente y otros se dejan llevar por la euforia, la rabia, el entusiasmo o lo que tú quieras y propagan informaciones que no corresponden a la verdad. 

¿Cómo has visto el rol de la televisión en este estallido? 

-La televisión tiene una tremenda potencia. Siempre traigo a la memoria a Giovanni Sartori, que es un sociólogo italiano, que habló del homo sapiens al homo videns, lo que significa que hay una cultura visual hoy día que es muy potente. La comodidad y el atractivo que tiene una imagen en colores es impresionante… Hay manejo muchas veces irresponsable, porque si hay un incendio que es parte de la realidad, no lo puedes repetir 50 veces. La televisión impacta muy fuerte a la afectividad, a las emociones de la gente. Hay un abuso en determinados momentos de esas emociones del televidente. El televidente es un ciudadano, común y corriente, pero es impactado emocionalmente y muchas veces situaciones que tienen un nivel tres de intensidad, con la repetición termina en un nivel cinco o siete internamente y eso es muy grave. El manejo que tiene este medio tiene que ser muy responsable. En un comienzo la pantalla destacaba “el espectáculo” de los destrozos. Después empezaron a recoger el testimonio ciudadano relacionado con la rabia porque más allá de la dimensión de los destrozos materiales, de los incendios, está el espíritu pacífico de los chilenos. Una de las marchas más impresionantes que ha habido en este país, con un millón doscientos mil chilenos reconocidos por el gobierno en Santiago, más de 800 mil en regiones, o sea más de dos millones de chilenos en una actitud pacífica, eso tiene un valor extraordinario, es lo que hay que recoger. 

En la calle se siente mucha rabia también con los medios de comunicación. ¿La has percibido? 

-La rabia definida es una explosión que se produce al interior de las personas y que tiene una expresión física, a través del grito, de la acción violenta, y esa rabia hay que canalizarla. Nosotros como medio de comunicación, buscamos la manera de dar información lo más fidedigna que se pueda en términos de ver los acuerdos que se pueden alcanzar, entrevistando a los protagonistas de la elite del poder pero también a la ciudadanía, a la gente que marcha en las calles, a la gente que está en el sindicato, en la fábrica, en el negocio, en la empresa. Eso te va configurando la policromía de voces que hay en la ciudadanía. Cada uno tiene que hacerse cargo de esa rabia que llega a los medios de comunicación y de hecho han provocado cambios importantes, especialmente en la televisión.  

¿Has sentido esa rabia en la calle? ¿Has ido a marchar? 

-Participé el viernes y quedé impresionado de la manera de cómo la gente que sale a la calle. Pero por otra parte voy a muchos lugares, voy a la feria y la gente me conversa, hay una buena recepción. En la calle hay gente que me ubica, trabajé 10 años en Mega, siete en La Red y ahora estoy en el Canal del Senado. Eso te da otra visibilidad, la gente te identifica por la imagen. Otras veces te identifican por la voz. Es curioso el fenómeno. Pero yo me siento un trabajador de la comunicación, nunca llegué a considerar que era un astro de la televisión y de la radio, eso sería una cuestión de vanidad y como soy un profesional del magisterio, nunca me despego de la realidad, siempre estoy en contacto con la realidad. 

¿Se te ha quebrado la voz al aire? 

-Un poco. Pero en el fondo uno tiene el enano que te dice, tú tienes que seguir adelante, tienes que ser responsable en esto porque la gente espera que hagas lo que tienes que hacer. Es como la tarea de los bomberos, los voluntarios que han tenido una capacidad extraordinaria para enfrentar toda esta situación. Eso me interpela para seguir trabajando en la misma línea. 

¿Hasta cuándo te ves en radio? 

-Difícil decirlo porque uno se siente muy comprometido con la audiencia, con la gente común y corriente, que sigue la radio, que te hablan de Temuco, de Puerto Montt, de Arica, algunos te han visto alguna vez otros te han escuchado no más. Eso es parte del calor humano que te irradia. A lo mejor cuando se me empiecen a olvidar las cosas. Espero que no sea tan luego. 

*Agradecimientos al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos

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