Coronavirus
8 de Abril de 2021¿Hay que encender la alarma por el ritmo de vacunación de los menores de 60 años?
No es un misterio que se ha desacelerado el proceso de vacunación. De hecho, el miércoles se registró la cifra semanal más baja de los últimos meses y el propio ministro Paris admitió que hay menos personas que están concurriendo a vacunarse. En la mesa hay varias hipótesis en discusión, que van desde la falta de stock y las largas filas que estarían desalentando a los pacientes, hasta el escepticismo de la población más joven, la baja percepción de riesgo y la penetración del discurso antivacuna en un contexto donde los menores de 60 años son los que están llenando las salas UCI.
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Preocupación existe en el ambiente médico por cómo ha afectado el Covid-19 a la población más joven durante esta segunda ola de pandemia.
Sólo en el último mes, el número de hospitalizados entre los 50 y 59 años se duplicó (pasó de 407 a 892 en 30 días) y se convirtió en el segmento etario con mayor cantidad de pacientes en la UCI. Además, si se suman todos los rangos menores de 50 años, superan las mil camas críticas ocupadas.
Las cifras coinciden con una baja en el ritmo de vacunación en estos segmentos. Para las últimas dos semanas, se estableció un calendario para vacunar a la población sana que tiene entre 50 y 59 años. Si bien durante esta mañana el Minsal realizó una corrección de las estadísticas reportadas por el DEIS, los números siguen siendo desalentadores.
A tres días de terminar la semana (incluyendo los rezagados), aún hay 652.651 personas de este rango que no se han vacunado. Es decir, una de cada cuatro pacientes de esta edad aún no recibe la fórmula.
Por otro lado, si bien han habido avances con la vacunación de la población prioritaria y personas con comorbilidades menores de 50 años, el panorama se ve cuesta arriba, ya que se trata de segmentos más numerosos. De hecho, dicha población supera las 9.5 millones de personas, y hasta ahora se han vacunado 2.7 millones de ellas.
Durante el último reporte diario, el ministro de Salud, Enrique Paris, aseguró que “el ritmo de vacunación se mantiene sobre las 200 mil personas al día, de lunes a viernes”. Pero además, recalcó que durante esta semana se ha estado “privilegiando” la inoculación de la segunda dosis.
“En primera dosis tenemos una cantidad menor diaria, y en segunda dosis casi el doble porque, como todos sabemos, es muy importante colocar la segunda dosis, ya que después de los 14 días se obtiene la inmunidad”, detalló.
Sin embargo, el dato del ministro ignora que el miércoles 7 de abril se anotó con la menor cifra semanal de vacunación: sólo se inoculó a 27.992 pacientes con la primera dosis y a 53.068 con la segunda. Es decir, 81 mil personas en las últimas 24 horas.
¿FALTA DE STOCK?
Durante esta semana, la Corporación Municipal de Puente Alto anunció el cierre de tres centros de vacunación y señalaron que sólo van a estar inoculando la segunda dosis, debido a una falta de stock de la fórmula de Sinovac.
Si bien hoy el proceso se retomó con normalidad, la falta de stock también se ha producido en otras comunas. Sin ir más lejos, durante semana santa, se tuvo que suspender la inoculación de segundas dosis de Pfizer en Viña del Mar ya que, según la dirección de salud de la Municipalidad, habían llegado 450 vacunas menos de las comprometidas.
El ministro Paris reconoció que han tenido que enfrentar este problema en comunas como Osorno, Puyehue, El Quisco y Quillota, sin embargo, indicó que no se trata de un problema de suministro.
“La vacuna sigue llegando (…) cada vez que tenemos una alarma o aparece alguna comuna con algún retraso, yo personalmente me preocupo incluso de llamar por teléfono, tanto a las dependencias municipales como a las Seremi de Salud correspondiente”, indicó.
La dra. Stephania Passalacqua, infectóloga del Hospital Base de Osorno e integrante del Consejo Asesor Vacuna Covid-19, también duda de que existan problemas reales de abastecimiento, sobre todo ahora que se comenzará a proveer una tercera fórmula: CanSino, que ya recibió la aprobación del Instituto de Salud Pública (ISP) para su uso de emergencia.
Sin embargo, ella reconoce que aún así hay algunos problemas estructurales que desalientan a los pacientes a vacunarse, como las largas filas que se están produciendo fuera de los centros de vacunación o que el personal encargado de vacunar contra el Covid-19, al mismo tiempo, tiene que cumplir con labores de trazabilidad y la vacunación contra la Influenza, lo que podría producir demoras.
En ese sentido, detalla que los pacientes que concurren a vacunarse “son personas que están en horario de trabajo, la mayoría sin teletrabajo. Por lo tanto, acudir al centro de vacunación puede significarle varias horas de pérdida”.
En esa línea, sugiere reforzar la dotación de personal que colabore con el proceso de vacunación y evaluar una flexibilización del calendario, para que no sea “tan estricto” en edad. “Sería una buena medida ir ampliando los rangos, eso permite que las personas se programen mejor y puedan acudir en mayor número. Vamos a llegar a un punto en que va a tener que ser así”, añadió.
EL ESCEPTICISMO
El ministro Paris intentó sacudirse cualquier atisbo de culpa por la baja en el ritmo de vacunación. De hecho, enfatizó que “nosotros no fijamos cuotas de la población a vacunar, llamamos libremente por edades, así dice el calendario. La vacuna es voluntaria”.
“Si en el pasado acudían muchas más personas, es porque los adultos mayores fueron mucho más propositivos y colaboradores, y fueron en masa (…) Si ha bajado la cantidad de gente que se quiere vacunar, no es porque nosotros no queramos vacunar, es porque no están concurriendo”, indicó.
Sin embargo, el dejar a la población con la última palabra puede transformarse en un problema. Así al menos se puede advertir en el Estudio sobre Acceso y Uso de Información sobre Covid-19 en Chile (EIS), una encuesta que fue realizada entre septiembre y diciembre por un grupo de investigadores de la U. Diego Portales.
Macarena Peña y Lillo, directora del proyecto, explica que en esos meses, cuando aún no habían certezas sobre la llegada de una vacuna al país, había un 21.2% de los encuestados que consideraba que era “muy poco probable” que se fueran a vacunar, es decir, que tenían dudas frente al proceso, frente a un 53.8% que señalaba que era “muy probable que si lo hicieran.
“Nos dimos cuenta que las personas, a mayor edad, se ubicaban en el grupo muy definido o nada definido. Las personas más jóvenes, en tanto, estaban ubicadas en el grupo de dudas. No estoy diciendo que ese 20% sean antivacunas, pero sí son personas con mayor reticencia”, aclara.
Dichos resultados concuerdan con la mirada que tiene la dra. Passalacqua con respecto a la penetración de estos discursos en la sociedad chilena. “Afortunadamente, nuestro país no tiene un movimiento antivacuna poderoso, pero lo que sí existe con esta vacuna es que, por ser nueva, hay más escepticismo. Estos rangos etarios tienen mayor acceso a internet, donde es más fácil encontrar noticias falsas”, señala.
A su juicio, la principal arma para enfrentar este tipo de discursos es la información. “Es importante hablar que las vacunas contra el coronavirus son seguras, no sólo necesarias. Hay personas que confían en las vacunas, pero tienen suspicacias con estas porque son nuevas”, subraya.
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN DE RIESGO
En ese escenario resulta fundamental la comunicación y los mensajes que puedan emitir las autoridades. Macarena Peña y Lillo explica que durante buena parte de la pandemia “las personas más jóvenes no sentíamos invulnerables ante la amenaza, porque era muy prevalente este discurso de que eran las personas mayores las que tenían más riesgo”.
Además, añade que la vacunación perdió vigencia en la agenda pública en los últimos días. “Conforme avanzaba el proceso, ha habido menor difusión. En algún momento se estaba hablando mucho, iban a buscar los cargamentos al aeropuerto y todo el cuento. Pero en las últimas semanas, lo que ha pasado es que se volvió a tomar la agenda pública el tema de los casos, los fallecidos, las camas disponibles y los ventiladores. Y la vacunación pasó a segundo plano”.
En esa misma línea, la dra. Passalacqua enfatiza que en los segmentos más jóvenes, junto con el escepticismo, también existe una “baja percepción de riesgo”. Sin embargo, descarta que sea un problema propio de los jóvenes.
“Hay adultos que probablemente piensan que no tienen mucho riesgo o les da miedo la vacuna porque es algo nuevo, entonces van a esperar que esté todo el mundo vacunado o que sea obligatorio. Eso lo he escuchado mucho y creo que está en el colectivo de las personas. Por eso el mensaje tiene que ser que no se trata de vacunarse en algún momento del año, sino de vacunarse lo antes posible”.