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La Convención

19 de Abril de 2022

Victoria León, directora de Asuntos Públicos de Pulso Ciudadano, sobre baja aprobación de la Convención: “Las cosas pueden cambiar en la medida en que se discutan temáticas cercanas a la población”

Victoria León, directora de Asuntos Públicos de Pulso Ciudadano, sobre baja aprobación de la Convención: “Las cosas pueden cambiar en la medida en que se discutan temáticas cercanas a la población” Activa

Tras semanas de baja popularidad en las encuestas, el Pleno de la Convención votará la inclusión de un catálogo de derechos sociales -Salud, Educación, Vivienda y Seguridad Social- en la propuesta de nueva Constitución, espacio donde la investigadora identifica una oportunidad para que se revierta los índices de popularidad a partir de demandas que en un principio gatillaron el Proceso Constituyente. “Se están discutiendo temáticas que para la ciudadanía no son tan cercanas”, argumenta León, en referencia a temas áridos como, por ejemplo, el régimen político.

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Transversalmente, las encuestas llevan semanas augurando un desenlace complejo para la Convención. A cinco meses del Plebiscito de Salida, los sondeos muestran que el Rechazo se estaría imponiendo al Apruebo y que la ciudadanía habría perdido la confianza que alguna vez tuvo en el órgano encargado de redactar la propuesta de Nueva Constitución.

Ante la evidencia que arrojan estos estudios -marcados por las últimas ediciones de Cadem y Activa-, surgen lecturas para todas las sensibilidades. Mientras algunos ya están poniendo por adelantado una lápida sobre el proceso, otros acusan una presunta ofensiva comunicacional de poderes fácticos para inflar los índices contrarios a la Convención, alimentado por la incertidumbre propia del proceso como, por ejemplo, la eliminación del Senado en el sistema político que está tomando forma en el órgano constituyente. 

En ese contexto, hoy llegará al Pleno el segundo informe de la Comisión de Derechos Fundamentales, acaso la que reúne la mayor parte de las demandas ciudadanas que gatillaron el proceso constituyente y que buscará consagrar en la propuesta de Nueva Constitución los derechos a la educación, salud, seguridad social, trabajo y vivienda digna.

Con esto, la Convención tendrá la oportunidad de revertir la tendencia a la baja que han mostrado los sondeos de opinión sobre su desarrollo, debido a que buena parte del debate constitucional, al menos esta semana, estará enfocada en temas cotidianos para la clase media y los sectores más vulnerables.

Ante ese escenario, la directora de proyectos de Asuntos Públicos de Pulso Ciudadano, Victoria León, sostiene a The Clinic: “La gente no estaba pidiendo que cambiara el presidencialismo por un parlamentarismo, estaba pidiendo derechos a salud, a la educación digna, y esas fueron las principales banderas del movimiento que nos lleva a este proceso”, dice. 

“Es mucho más difícil repuntar cuando ya se perdió la confianza antes que construir desde cero. Esta recta final va a ser un momento bastante complejo para la Convención. Creo que todavía hay margen, pero hay mucho trabajo por hacer”, agrega la investigadora.

Las encuestas como Cadem y Activa muestran que en las últimas semanas el Rechazo se estaría imponiendo ante el Apruebo en el Plebiscito de Salida. En ese contexto: ¿Podría jugarse el Apruebo con la votación de estos derechos, dado el impacto que tienen en las familias?

-Es una muy buena pregunta. Sí, creo que una de las razones por las cuales la Convención ha ido perdiendo confianza, y es algo que vemos en los datos, tiene mucho que ver con el hecho de que se están discutiendo temáticas que para la ciudadanía no son tan cercanas. 

Por supuesto que es y debe ser relevante, por ejemplo, la organización política del país, pero también es cierto que los derechos fundamentales son algo que las personas pueden ver de manera cotidiana y que es algo que se levantó en las demandas populares de los movimientos sociales del 2019.

La gente no estaba pidiendo que cambiara el presidencialismo por un parlamentarismo, estaba pidiendo derechos a salud, a la educación digna, y esas fueron las principales banderas del movimiento que nos lleva a este proceso. Por supuesto que las cosas pueden cambiar en la medida en que se discutan temáticas más cercanas a la población. Hoy en día se están discutiendo temas que, si bien son relevantes, son mucho más técnicos y con un lenguaje leguleyo muy difícil como para que las personas lo puedan seguir.

¿Podría ser entonces un punto de inflexión esta votación respecto a la opinión pública?

-Hay una fracción importante de personas que todavía no sabe si es que se va a inclinar por aprobar o rechazar, que es más o menos un tercio de la población. Por lo tanto, no hay nada seguro hoy día. El hecho de que el Rechazo esté por sobre el Apruebo hoy día, no implica un triunfo del Rechazo propiamente tal; estamos hablando de cinco o seis puntos porcentuales de diferencia cuando tenemos un tercio de las personas que todavía no sabe bien cómo votar. Es algo que está bastante más parejo de lo que era, por ejemplo, el Apruebo o Rechazo de entrada.

Obviamente la Convención lo tiene bastante difícil, porque recordemos que partieron con mucho más respaldo por parte de la ciudadanía, y eso se ha ido perdiendo. En este caso, ellos tenían la confianza y perdieron mucho de ese respaldo por la manera en que se ha llevado a cabo, por cómo se ha cubierto en la prensa; es un poco de todo, no hay ningún elemento político que sea el principal responsable. 

Es un hecho que la confianza se ha perdido y es mucho más difícil repuntar y dar vuelta ese escenario de lo que era antes para la posición del Apruebo. Todavía hay margen, pero hay mucho trabajo por hacer y también mucha responsabilidad de parte de todos y todas en informarse, fijarse en las fuentes de información y no divulgar información falsa.

Un ejemplo: ¿puede que el rechazo de la iniciativa popular de norma “Con mi plata no” -enfocada en la propiedad individual de los ahorros previsionales-, afecte en la baja aprobación de la Convención?

-Me acuerdo de un caso que refleja bien la discusión. Había una iniciativa popular de norma que se llamaba “Cárcel para Sebastián Piñera” y que pasó un primer filtro porque resulta que el texto no decía que la Constitución debería establecer que las personas llamadas Sebastián Piñera debían ir a la cárcel, sino que tenía un apartado sobre los castigos que deberían tener los presidentes que cometieran ciertos delitos con respecto al pueblo. 

Lo mismo pasa con “Con Mi Plata No”. Tiene un título que es muy atractivo y fácil para que la ciudadanía se sienta interpelada, pero el cuerpo del proyecto no fue lo suficientemente sólido para pasar por el Pleno. Y lo que se discute respecto de los temas que van en la Constitución no son tan específicos como con las leyes, y eso es algo que también la ciudadanía tiene que ir aprendiendo.

Así como ocurrió en este proyecto, muchos otros parecían apuntar a ser leyes más que artículos de una Constitución. Ahí se produjo una falsa expectativa que también daña el prestigio de la Convención. Como salieron estos proyectos, la gente asimiló que un artículo y una ley eran equivalentes, entonces presentaron iniciativas populares de norma que tenían que ver con el cultivo de marihuana y con cosas que son muy específicas y que no van a quedar nunca en la Constitución. 

Se generaron falsas expectativas con el proceso, a sabiendas que una Constitución no puede quedarse en los detalles, sino que tiene que ser el marco en el cual se construyen las leyes en un país.

En una encuesta de Cadem encargada por Isapres Chile, concluyó que habría una preferencia entre los consultados a poder elegir entre los sistemas públicos o privados de salud. ¿Advierte una contradicción entre las expectativas de la ciudadanía y lo que se propone en la Convención, o es un mero asunto metodológico?

-Siempre teniendo el mayor respeto por todas las encuestas que salen, que son un aporte para el debate público, en la nuestra no se hacen preguntas tan específicas, porque es complejo metodológicamente hablando el cómo vas a preguntar algo a ese nivel de detalle y que realmente te entregue la opinión de una persona sin sesgos. 

Tú le dices a alguien “¿usted está de acuerdo con que se ocupen sus fondos para otras pensiones?” por decir algo, y la gente va a decir ‘no, si la plata es mía’. Pero si le preguntas ‘¿usted está de acuerdo con que todos tengamos acceso a la educación pública, gratuita y de calidad?’, también todos te van a decir que sí. Entonces, la forma en cómo se pregunta es súper delicado.

Efectivamente la gente tiene una preocupación por cuidar sus fondos de pensiones, pero también tiene una aspiración de poder acceder a salud universal, por ejemplo. No podemos aislar una cosa de la otra porque las personas tampoco viven en blanco y negro. Hay cosas donde las personas consideran que es relevante tener protección del Estado o pensar más en la comunidad, y otras donde consideran que es más relevante cuidar su patrimonio. Pero no es una postura dicotómica.

A nivel de lo que nosotros medimos y analizamos no tenemos preguntas de ese tipo porque sabemos que ocurre eso. Quién va a decir que no frente a una afirmación como esa, es difícil, pero, si hilamos más fino, vemos que las demandas sociales sí tenían muchos puntos de beneficios sociales colectivos. Y a la vez también existe la preocupación real de cuidar el ahorro propio para la futura pensión o para sacarlo cuando se considere conveniente.

Entonces no es que la Convención esté malinterpretando las demandas ciudadanas…

-Es que las demandas ciudadanas son mucho más heterogéneas de lo que a veces parecen. Hay mucha gente que le va a parecer correcto tener un resguardo con los fondos propios, y va a haber mucha gente que le va a parecer correcto tener bienes públicos y de calidad. Lo que le pasa a la Convención no es que tome uno e ignore el otro, o que no escuche las demandas de la ciudadanía, sino que hay un problema anterior: el tema de las expectativas. 

Se generaron muchas expectativas y en un comienzo la gente tenía mucha más fe en lo que iba a resultar y eso no se ha dado de la manera en que la ciudadanía esperaba. Hay una desilusión, y con eso vienen críticas al proceso y a los convencionales, porque por supuesto la gente se está dando cuenta de que la esperanza que tenía puesta estaba un poco sobredimensionada.

¿Qué tan determinante pueda ser para revertir la opinión pública el resto del trabajo que le queda a la Convención, donde gran parte del debate tendrá que ver con temas alejados de esas demandas más directas de la ciudadanía?

-Ahí va a depender mucho de cómo se maneje comunicacionalmente la Convención, que es algo que gran parte de quienes la conforman han mencionado como un problema. Y como ya hablábamos, es mucho más difícil repuntar cuando ya se perdió la confianza, antes que construir desde cero.

Esta recta final va a ser un momento bastante complejo para la Convención. No diría que el Rechazo está asegurado o que el Apruebo está lapidado. Aún hay espacio para convencer, ya sea de una postura u otra, a gran parte de la población que todavía no se ve reflejada con ninguna de las posturas.

También es relevante lo que se discute y el producto final. Sé que es difícil que todos lean el texto, pero sí es importante que la ciudadanía tenga acceso a ese material y que tenga difusión. Que se hagan espacios más ciudadanos, más cercanos, en espacios más coloquiales, cosa de acercar estas temáticas a la ciudadanía. 

Independiente de quien vaya a ganar, es importante que al menos la ciudadanía pueda votar informada y sin caer en noticias falsas. Todavía queda espacio para que la Convención reponga las confianzas, pero es una tarea difícil.

¿Identifica otro factor que influya en la baja de la aprobación de la Convención, además de las expectativas sobredimensionadas o que se traten temas alejados de la realidad diaria de la ciudadanía?

-Cuando partió la Convención, rápidamente perdió el apoyo popular por los factores de que parecía que se estaba replicando lo que a la gente no le gusta del Senado o la Cámara, que son las discusiones de pasillo. La elección de la segunda presidencia y vicepresidencia estuvo mucho más compleja que la primera, hubo muchos más de esa política interna que a la gente no le gusta. Eso también le afectó y eso se ve en cómo la ciudadanía fue evaluando el proceso.

Además, no podemos dejar de lado el factor de Rodrigo Rojas Vade. Es algo que pegó muy fuerte comunicacionalmente. En los gráficos que hacemos de continuidad, se ve que hay un salto muy alto de gente que pierde la confianza a partir de ese evento y eso marca indudablemente la trayectoria de la Convención.

Además de eso, me parece que los procesos de normas también generaron expectativas distintas a las que una Constitución puede abordar. Quizás ese es un problema que se arrastra desde mucho antes, cuando la gente pedía una nueva Constitución, ahí también había más expectativas respecto de cuál es la capacidad que tiene una Constitución dentro de una República como la chilena. Pero tienen que ver muchos hitos comunicacionales que fueron afectando y que no fueron bien manejados por la Convención.

Ahí se ve que las personas que estaban dentro tienen menos experiencia política y manejo con los medios que, por ejemplo, en el Senado.

“Nadie se hizo cargo de lo que implicaba comunicar los avances”

Algunos convencionales sostienen que existe una ofensiva comunicacional contra la Convención que podría incidir en su baja aprobación. ¿Coincide con esa acusación?

-No está en mis capacidades saber si efectivamente la prensa lo hace con un afán informativo o de mala intención, ahí cada uno tendrá su opinión y todos los medios tienen su línea editorial. Lo que sí es cierto es que la Convención se preocupó de armar un funcionamiento interno al principio y eso implicó también que, como no tenían un departamento de comunicaciones fuerte, cosa que sí hay en otras instituciones del Estado, quedó un poco más al debe cómo se comunicaba lo que estaba pasando hacia afuera.

Por ejemplo, se transmitían todos los procesos, pero seamos realistas: ¿quién va a estar viendo un debate de doce horas de la Convención? Eso no pasa. No es suficiente tener una cámara ahí para que todo quede grabado, sino que nadie se hizo cargo de lo que implicaba comunicar los avances, sobre todo en un proceso tan único en el mundo y tan histórico. Se dejó de lado eso y les pasó la cuenta.

En términos de opinión pública, ¿qué tan unidas está la suerte de la Convención y la del gobierno del Presidente Boric?

-El gobierno de Boric tiene una postura respecto de la Convención y por supuesto que lo principal para un gobierno es velar por la participación y la transparencia de las elecciones, pero claramente una derrota en el Plebiscito le pegaría muy fuerte al Gobierno. 

No se pueden separar ambos procesos políticos porque, además, gran parte del gabinete son personas que abiertamente hicieron campaña por el Apruebo en el 2020. Son rostros que se asocian con esta postura política y es una coalición que ha estado atrás del Apruebo todo el tiempo. O sea, se llaman Apruebo Dignidad, está en su naturaleza, en su inicio. Evidentemente una derrota le pega mucho más fuerte que una derrota senatorial u otra elección. Sería un fracaso para el gobierno de Gabriel Boric.

En ese sentido ¿Podría entenderse el Plebiscito de Salida como una suerte de referéndum del gobierno?

-No, me parece que ahí se da un salto muy grande. En primer lugar, esa institucionalidad no existe en Chile. Cuando hay elecciones, dentro de un gobierno se ve que se ganan o se pierden apoyos, o se ve a un gobierno más sólido o más débil. Pero de ahí a pensarlo como un referéndum, creo que es un salto cualitativo arriesgado. 

El gobierno está en sus primeros meses y para el Plebiscito va a llevar menos de un año y aún es tiempo de ajustes. Obviamente, como vemos en los datos que hemos analizado en Pulso Ciudadano, la luna de miel con el gobierno duró poco y nada, pero en este momento no veo de esa manera el Plebiscito. El gobierno sigue teniendo legitimidad y fuerza, y el gobierno anterior también venía de momentos críticos, quizás mucho más críticos, y aún así no hubo una crisis de legitimidad severa como para pensar algo así.


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