Lecciones del caso TVN-Matías del Río: Tres académicos reflexionan sobre la tensión, la precarización de los medios y la libertad de expresión
Invitamos a tres profesionales expertos en medios de comunicación y ética periodística a analizar el anuncio de salida -y luego de reincorporación- de Matías del Río de la conducción de "Estado Nacional". Los académicos invitan a pensar más allá de este caso puntual, comentan acerca de los equívocos de TVN y recuerdan que, más allá de redes sociales, la audiencia siempre puede realizar denuncias mediante organismos como el CNTV o el Consejo de Ética delos Medios de Comunicación.
Por Amanda Marton RamaciottiCompartir
Fue una de las grandes noticias de la semana: la salida de Matías del Río de la conducción de “Estado Nacional”; las críticas o apoyos a esta medida en distintos espacios sociales y políticos y finalmente la decisión de TVN de mantener al periodista a la cabeza del programa.
Lo ocurrido generó un debate acalorado entre profesionales de la prensa y políticos, lleno de interpretaciones a menos de un mes del plebiscito. Frente a eso, invitamos a tres académicos especializados en medios de comunicación y ética periodística a reflexionar sobre el episodio. Aquí, sus respuestas.
¿Cómo se lee lo ocurrido entre TVN y Matías del Río?
Claudia Lagos Lira, académica de la Facultad de Comunicaciones e Imagen de la Universidad de Chile, cree que hay que despersonalizar el caso, “más allá de lo intenso y duro que es para cualquier profesional verse expuesto a la crítica pública como es el cao de muchos periodistas y presentadores de televisión”.
“La decisión editorial de las nuevas autoridades de prensa, siguiendo lo que ha señalado TVN, de introducir modificaciones en sus programas (presentadores, etc.) es parte del funcionamiento de los medios y de la autonomía tanto de este canal como de otros, públicos o privados. Al mismo Del Río lo sacaron del noticiario central en 2018 y lo reemplazó Ramírez, sin haber generado en ese momento la reacción que generó ahora. Para entonces, Del Río también provocaba ácidas críticas en redes sociales”, comenta la también investigadora adjunta del Núcleo Milenio para el Estudio de la Política, Opinión Pública y Medios en Chile (MEPOP) y del Núcleo de Investigación en Televisión y Sociedad (NITS).
En ese sentido, la experta considera necesario pensar en los embates a la televisión pública en el largo plazo. “En diez años, ha disminuido a la mitad su planta de trabajadores, muchos de ellos del área de prensa. Los recortes presupuestarios y despidos de personal en los medios han sido discutidos y analizados como un área crítica para un ejercicio independiente, autónomo y plural del Periodismo”, sostiene.
Claudia Lagos Lira también invita a mirar lo ocurrido desde una perspectiva histórica y considerando cómo funciona TVN desde la ley que reformó la empresa en 1992: “TVN, en particular su área de prensa, ha sido un escenario de tensión donde los actores involucrados (directorio, director ejecutivo, directores de prensa, presentadores/editores programas de alto impacto) han sido protagonistas permanentes. Vale hacer memoria para quienes estiman que el episodio que ha afectado a Del Río es el más grave desde el retorno a la democracia o como una vulneración a la autonomía del canal y/o a la independencia editorial del área de prensa y/o a la libertad de expresión en particular del periodista”.
Alfredo Sepúlveda, profesor de ética y legislación periodística de la Escuela de Periodismo UDP, coincide en que este caso debe ser entendido “en un marco de precarización general de los medios de comunicación, y de su consiguiente debilidad institucional. El marco de gobernanza de TVN, creado en la época de la transición y los consensos, a mi juicio hace agua en el escenario actual, que es mucho más polarizado”.
En su opinión, en el caso puntual que afectó a Matías del Río, “TVN se creó un problema gratuito por no saber leer el marco político general del país. Originalmente radicado en el ámbito profesional, rápidamente el asunto escala políticamente. Pero esto era evidentemente predecible”.
El académico recuerda que antaño la dirección ejecutiva tenía grados altos de relación con el sistema político. “Pero desde hace un par de directores, el cargo tiene más bien un perfil técnico: al punto de que este gobierno ratificó al director ejecutivo que venía ejerciendo el interinato en la administración Piñera. Es decir, creo que se ha debilitado la respuesta política ‘desde dentro’ de TVN, que debe seguir respondiendo a las trampitas y triquiñuelas que siempre se le han tendido desde la política dura; a la vez que debe mantener el buque financiero a flote”.
“El gobierno corporativo de TVN siempre ha sido difícil porque debe ser la única empresa del Sistema Público en la que los directores son libres de ventilar sus cuitas por la prensa o por las redes sociales, y no les pasa nada. Además, se ha dado la práctica media tóxica de que, justamente, a lo largo de los años, el programa Estado Nacional es visto con especial atención por el directorio, con ciertas ambiciones de ejercer gestión editorial en él”, plantea.
Pero la campaña en redes sociales contra Matías del Río, “que lleva años y es muy tóxica, estalinista y violenta”, comenzó a pesar en quienes toman las decisiones, sostiene Alfredo Sepúlveda. “No es algo malo per se, ya que entre las funciones de los directores de prensa está, efectivamente, el cuidado de la marca y de los rostros. Sin embargo, ¿cuándo esta tarea legítima se transforma en una abdicación por parte de TVN de su rol de curatoría informativa? Es ella quien tiene el deber de pautear a las redes sociales, no al revés”.
Lyuba Yez, periodista especializada en ética de las comunicaciones y prácticas periodísticas, comenta que el problema de lo ocurrido fue que “TVN tomó la decisión de sacarlo y la ejecutó mal, dejando espacio a cuestionamientos al periodista y a múltiples interpretaciones que solo perjudican al canal, que es el lugar donde se toman las decisiones”.
De todos modos, plantea que “cada medio de comunicación puede tomar las decisiones editoriales que estime pertinentes, pero debe ser claro en el por qué y cuidar a sus trabajadores, obviamente”.
Por otro lado, recuerda si la audiencia considera que algún periodista realiza un trabajo sesgado y lejano a lo que se espera, Chile cuenta con organismos de autorregulación como el CNTV o el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación, y puede denunciar.
¿Qué conclusiones se pueden sacar en términos de libertad de expresión y ejercicio periodístico?
Lyuba Yez comenta que en otros países “es más saludable que los periodistas, sobre todo los más visibles, transparentan su posición política, sin que eso le permita hacer proselitismo por supuesto; en ese sentido, al igual que con los medios de comunicación, tú decides si seguirlo o no”.
La periodista también defiende que “el pluralismo es fundamental dentro de un departamento de prensa y así como se espera que TVN no sea un canal del gobierno de turno, es importante que cuando se notan posiciones contrarias se ejerza la tolerancia. Por otro lado, los medios de comunicación tienen todo el derecho a tomar decisiones editoriales, pero deben hacerlo con la delicadeza suficiente para no enviar mensajes equivocados”.
En ese sentido, considera que la reintegración de Del Río es una forma de apoyarlo, “pero es confusa después de haberlo sacado”.
“Este es un momento extremadamente delicado para entregar información, porque las interpretaciones ficcionales de lado y lado están en todas partes, entonces una decisión poco prudente despierta muchas conjeturas que no aportan a la conversación que se necesita”, advierte.
Por último, la experta invita a mirar el panorama general de la libertad de prensa actual: “Hay bastantes más problemas, presiones e intervenciones contra la prensa a las que no se les da visibilidad porque aquí hay un aprovechamiento político también de la decisión, y eso puede ser lado y lado a un mes del plebiscito”.
Claudia Lagos Lira recuerda, por su parte, que ya en la elección presidencial del año pasado hubo una discusión pública “crispada” respecto a las propuestas de algunos candidatos de armonizar y modernizar las regulaciones sobre medios, libertad de expresión y periodismo. “Estos son campos de disputa política importante: cómo definimos libertad de expresión, el derecho a la comunicación y autonomía del periodismo es un desafío central y son campos y definiciones en disputa y se han ido complejizando desde mediados del siglo XX, luego de la Declaración de Derechos Humanos a fines de los 1940”, comenta.
“Este episodio, también, es una continuidad de ese debate y del que se dio, luego, en la discusión sobre el texto de la propuesta por una nueva Constitución”, añade.
La académica afirma que, en el caso de Del Río y considerando términos estrictamente legales y estándares internacionales de DD.HH. y de libertad de expresión, no le parece que haya habido una vulneración a esta al remover al periodista de su rol como conductor del programa.
Aun así, concluye, “los discursos que han circulado luego, amplificados por el uso intensivo de las redes sociales por parte de prensa y otros actores políticos, cabrían, a la luz de esos estándares, en la crítica legítima, dura, sin duda (a TVN, a los actores involucrados, al periodista Del Río)”.
De manera similar, Alfredo Sepúlveda cree que los periodistas deben estar sujetos a la crítica pública, y que esto es algo que viene con su trabajo. “Otra cosa, distinta es que se tenga que aceptar que sean humillados, ninguneados e insultados en redes sociales porque a alguien no le gusta cómo pregunta o lo que pregunta, o porque no llenan las expectativas ideológicas a gusto del consumidor”.
“Eso está con nosotros hace ya varios años y, si bien es parte del ejercicio de libertad de expresión de los ciudadanos, no debería tener una significación especial a nivel de toma de decisiones en los medios de comunicación. Los medios de comunicación, y especialmente TVN, no son redes sociales, y deben resistirse a estar sujetos a las veleidades que allí ocurren”, agrega.
Lo que le pareció particularmente grave durante los últimos días fue el rol jugado por la presidenta del tribunal nacional de ética del Colegio de Periodistas (Ethel Pliscoff). “Ella es nada menos que la máxima autoridad de un tribunal colegiado que, mediante un debido proceso, debe resolver si hay una vulneración ética o no. Es más: ella está obligada, por el art.14 de su propio Código de Ética, a acudir a su propio tribunal para que allí se vea el asunto, no a los medios de comunicación, aún si el profesional acusado no está colegiado, y hasta donde sé, esto no ha ocurrido”.
“Es decir, el problema ético objetivo y evidente está en ella, porque además está obligada a la reserva (en el caso de que hubiera llevado el caso al tribunal). Se ha producido así, en la práctica, un ataque al ejercicio profesional, usando a la ética profesional como excusa, completamente gratuito, antes del debido proceso y fuera de toda norma (¿qué tiene que ver con la ética la extensión temporal de las preguntas, o la incorporación de opiniones en ellas, que fueron algunos de los argumentos de la presidenta? Esos son asuntos de praxis periodística, no de ética)”, concluye.