Boric frente al mar: El backstage de su retrato oficial
La historia detrás de la foto oficial del Presidente Boric cierra la serie especial de The Clinic donde retratistas y fotógrafos personales de los presidentes que asumieron desde 1990 repasan imágenes y desclasifican anécdotas. Hoy hablan las dos jóvenes fotógrafas que retrataron al actual mandatario en los acantilados de Tunquén.
Por Pedro Bahamondes ChaudCompartir
Permaneció callado la mayor parte del tiempo, contemplando el mar. El miércoles 2 de marzo de este año, Gabriel Boric se despidió del Congreso luego de dos períodos como diputado. Esa mañana estuvo en el edificio en Valparaíso, compartió con parlamentarios y funcionarios cercanos y antes del mediodía emprendió rumbo al balneario de Tunquén, en el litoral central. Acababa de regresar de sus vacaciones y faltaban solo nueve días para el cambio de mando. A medida que su agenda se estrechaba, seguía pendiente la tarea de tomar su fotografía oficial como nuevo Presidente de la República. Aprovechando su paso por la V Región, no cabía duda de que ése era el momento.
“Desde el comando nos dijeron: no hay más tiempo. Rezamos para que ese día estuviera despejado”, recuerdan Valentina Palavecino y Paloma Palomino, autoras de la imagen presidencial que desde el 11 de marzo pasado cuelga de las paredes de todas las oficinas públicas del país.
Luz natural, el mar de fondo y sin corbata. La propuesta de ambas fotógrafas fue seleccionada tras participar de una mesa colectiva en La Moneda chica junto a 15 creadores y especialistas, entre ellos la Premio Nacional de Artes Plásticas 2017, Paz Errázuriz, y miembros del comando del entonces presidente electo. La reunión se realizó poco después de la segunda vuelta y abrió el diálogo y una lluvia de ideas para crear el retrato oficial del presidente número 34 y el más joven en la historia de Chile.
Desde el comando nos dijeron: no hay más tiempo. Rezamos para que ese día estuviera despejado”, recuerdan Valentina Palavecino y Paloma Palomino, autoras de la imagen presidencial que desde el 11 de marzo pasado cuelga de las paredes de todas las oficinas públicas del país.
Valentina Palavecino tiene 24 años y venía retratando la escena musical chilena desde adentro y colaborando en videoclips. Paloma Palomino (36), en cambio, provenía de la fotografía documental y del trabajo institucional dentro de la Secretaría de Comunicaciones durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, a la que siguió por más de cuatro años. Las dos fotógrafas son también las más jóvenes en retratar a un Presidente de la República.
Cuentan que hubo consenso desde el principio en que la foto tenía que ser en exterior. La idea del paisaje natural como escenario de fondo cobró fuerza: se barajó retratar al presidente en el Estrecho de Magallanes, la tierra natal de Boric, también en el desierto de Atacama e incluso en la Alameda, en el casco histórico de Santiago. Ni una de esas propuestas las convencía.
“No queríamos meter al presidente en un estudio. Era algo muy dosmilero. Queríamos con eso dar cuenta de su cercanía con la gente y poner luz natural junto a un paisaje, un match perfecto. Eso nos permitía además estudiar la luz y ver varias locaciones. Consideramos mucho el hecho de que la gente no se siente tan cercana con una imagen tan publicitaria y que era importante sacarlo a terreno. Que saliera sin corbata era otro simbolismo muy potente”, comenta Palavecino.
“Hacerlo en una ciudad y en la capital más encima era muy centralista y nada que ver, partiendo porque el presidente proviene de región. Tampoco nos tincaba que fuera en la Alameda, que es muy simbólica, pero de otros símbolos. El desierto era un escenario muy particular, lo mismo Magallanes, y pensamos que el mar era más transversal que cualquier otro paisaje. En la propuesta que les enviamos hicimos guiños al litoral central: varias personas hemos tenido la oportunidad de veranear ahí, ese mar nos ha bañado, y nos pareció importante el hecho de que no había sido considerado. Era fundamental incluirlo en el retrato como parte de la geografía de Chile”, agrega.
“Pensamos que el mar era más transversal que cualquier otro paisaje. En la propuesta que les enviamos hicimos guiños al litoral central: varias personas hemos tenido la oportunidad de veranear ahí, ese mar nos ha bañado, y nos pareció importante el hecho de que no había sido considerado. Era fundamental incluirlo en el retrato como parte de la geografía de Chile”, cuenta Valentina Palavecino.
La elección del punto exacto donde finalmente se tomó la fotografía oficial tampoco fue sencilla. Debían encontrar un lugar donde el presidente se relajara y sintiera en confianza.
“La gente quería saludarlo en todas partes. Por lo tanto, no nos servía la playa. Necesitábamos un espacio más solitario y en altura además para que el mar quedara por debajo de sus hombros. También queríamos que se viera el horizonte y el mar más calmo. Cuando apareció la opción de hacer la foto en Tunquén, la locación nos hizo sentido”, cuenta Paloma Palomino.
“Estudiamos la zona todo el verano; era un lugar privado rodeado de acantilados, pudimos trabajar la luz y teníamos claro lo que íbamos a hacer, pero había factores que no podíamos manejar -agrega la fotógrafa-. Se podía nublar en cualquier momento y tampoco sabíamos cómo se iba a dar todo con el presidente. Creo que él ha cambiado un poco ahora en este aspecto, pero en ese momento le costaba con las cámaras”.
Ese día, 2 de marzo, hubo un sol radiante que hacía relucir las tranquilas aguas de Tunquén. Gabriel Boric llegó junto a una pequeña comitiva, saludó a las fotógrafas y al resto del equipo, que ya estaba instalado en uno de los acantilados. “Él conocía nuestra propuesta y le gustaba mucho que tuviese el mar de fondo”, cuenta Palomino.
“Estuvo súper callado y contemplativo. Eso ayudó mucho. Recuerdo que el traje se lo había hecho un sastre y que era la primera vez que se lo ponía. Se lo estaba probando, estaba muy ordenadito, maquillado y sentí que estaba entrando un poco en el personaje. Gabriel y yo tenemos la misma edad y en un momento se lo dije: ‘Tengo 36, igual que tú’. Para él era muy rara toda la situación; el traje nuevo, la banda presidencial por primera vez, tomarse la foto y la enorme responsabilidad que tenía por delante. Empaticé mucho con él en ese momento”, recuerda la fotógrafa.
Cuando ya estaba todo listo –incluido él–, Boric les dijo: “Bueno, ustedes son las que saben”.
Hicieron más de mil disparos en 15 ó 20 minutos, detallan. Ese mismo día, la dupla de fotógrafas se vino de vuelta a Santiago, bebieron vino, editaron el material y lo enviaron al equipo del presidente. “Ese mismo día se resolvió cuál era la oficial, fue todo muy rápido. Defendimos que esta fuera la foto y así fue”.
Estuvo súper callado y contemplativo. Eso ayudó mucho. Recuerdo que el traje se lo había hecho un sastre y que era la primera vez que se lo ponía. Se lo estaba probando, estaba muy ordenadito, maquillado y sentí que estaba entrando un poco en el personaje”, recuerda Paloma Palomino.
El viernes 11 de marzo, Boric asumió como Presidente y su retrato oficial fue desplegado en todo el país. Inmediatamente se convirtió en uno de los más comentados de los últimos años; fue tendencia en las redes sociales y cientos de copias se vendían en las calles.
“Pudimos conversar con toda confianza con el Presi. Él fue muy cercano y estuvo trabajando en equipo junto a nosotras –recuerda Valentina Palavecino–. Después de que hicimos la foto, lo primero que hizo fue irse solo a la punta de un acantilado a mirar el mar. Paloma hizo una foto de él de espaldas; no era un atardecer pero se sentía la inmensidad y lo pequeños que somos todos. Verlo ahí en la playa, con su banda presidencial y cómo lo ponía el mar, yo creo que él pensó: ‘Oh, la mansa volaíta’”.
“Acostumbrándose a las cámaras”
Durante casi la mitad de su primer año de gobierno, Gabriel Boric ha comenzado a estrechar un lazo con sus fotógrafos. El comentario general que emerge desde su equipo es que el Presidente está cada vez más relajado y acostumbrándose a las cámaras. Al comienzo no las quería tan encima suyo. Está en pleno proceso, dicen, de aprender a olvidarse de ellas.
De los cinco fotógrafos que hoy están en el palacio de Gobierno, se repite con fuerza el nombre de Fernando Ramírez, fotógrafo oficial de la campaña de Boric y al que muchos señalan como el más cercano al Presidente hoy en día.
“Se está pensando en un registro fotográfico más documental, histórico y personal del Presidente. Ese proyecto lo está llevando Fernando”, revela un funcionario de gobierno de Boric.
La discreción es un principio fundamental y un código de lealtad inclaudicable para cualquier fotógrafo de La Moneda que pretenda convertirse en la sombra de la máxima autoridad de la nación. Y Ramírez se cuadra a cada uno de ellos: “Los de presidencia tenemos un voto de silencio obligatorio. Lamentablemente, no puedo hablar”, señala a The Clinic.
Archivo histórico y disponible: un pendiente
El despacho de los fotógrafos de La Moneda, ubicado actualmente junto a La Copucha -la sala de prensa-, fue también el antiguo Departamento de Fotografía del palacio de gobierno que inauguró Patricio Aylwin en 1990. “Durante el segundo mandato de Piñera encontramos cajas con negativos y DVDs de Aylwin, Frei y Lagos que estaban empolvándose adentro de un closet, ahí en nuestra oficina”, cuenta Marcelo Segura, quien pasó del segundo periodo de Sebastián Piñera a trabajar también en el actual gobierno.
El hallazgo correspondía a otra parte de los archivos perdidos de Jesús Inostroza, el retratista personal de Aylwin.
“Nosotros archivamos nuestras fotos del día a día en una base de datos que se almacena en un disco duro en La Moneda que se divide en dos: fotos editadas, que son todas las que se envían a los medios de prensa y agencias, y fotos en bruto, que son las que muy pocos llegan a ver”, explica Segura.
“Todo ese material que se desconoce es lo que podríamos imaginar como un futuro archivo. El problema es que cada gobierno se lleva su disco duro y no existe nada que lo regularice. Sería choro y valioso que ese material fuera patrimonial y de acceso público”, agrega.
El problema es que cada gobierno se lleva su disco duro y no existe nada que lo regularice. Sería choro y valioso que ese material fuera patrimonial y de acceso público”, señala el fotógrafo Marcelo Segura.
Ximena Navarro sobrevivió también al cambio de administración en La Moneda. Estuvo en los segundos gobiernos de Bachelet y Piñera, y hoy también forma parte del equipo audiovisual que le sigue los pasos al presidente Boric. Compuesto por cinco fotógrafos y tres camarógrafos, al grupo le toca cubrir la pauta diaria del presidente, acompañarlo en sus viajes y, ocasionalmente, prestar servicios a la Primera Dama, Irina Karamanos.
“El archivo fotográfico de los presidentes sí existe, sólo que es de poco conocimiento”, dice Navarro. “El Archivo Nacional pone lo que tiene a disposición en la Biblioteca, que no está completo ni todo digitalizado. Al menos lo de la presidenta Bachelet en su segundo gobierno, está. Antes había una persona dedicada especialmente a traspasar y a guardar todo ese material en cds y dvds, pero se fue y no se puso a nadie más en el cargo. Es una lástima, porque se trata de un registro que requiere de una mirada histórica que le dé continuidad y lo haga más visible y accesible”.