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Entrevista Canalla

16 de Septiembre de 2022

Pancho Sazo, músico y filósofo: “Soy viejo, sólo diré: ahora hago pipí sentado”

entrevista-canalla-pancho-sazo-1 Marcelo Calquín

El grupo Congreso está pronto a sacar un nuevo disco y aquí hablamos con el legendario vocalista de la banda. Habla del nuevo disco, de la poesía, de su vejez, de su forma de vivir, de lo que le asombra, del grupo, del otro Congreso, de los políticos y de la humanidad.

Por

En la actualidad el Congreso más inspirado no reside en Valparaíso, sino en el barrio Miraflores de Viña del Mar, bordeando la 1 Norte, en un sector de ciudadanos apacibles, donde impera la marraqueta y la bolsa de té: allí vive Pancho Sazo, el líder de Congreso, el Congreso que está dotado de ritmo.

Allí está el líder de la banda infatigable, la banda de los virtuosos; y él es el ronco que pone el poema entre las corcheas, y el que acumula, unido a los otros integrantes, cincuenta y tres años de música e intelecto. Cincuenta y tres años de flautas, guitarras progresistas, música con armonía precolombina, viajes, escenarios, distancias, cercanías y poesía con el sello Sazo, poesía sazonada. Y Pancho Sazo, desde su Congreso, prepara un golpe pacífico:

-En unas semanas sacamos un disco.

-¿Cómo quedó?

-Bueno. 

Pancho Sazo tiene 70 años, una esposa legendaria (“¿Cuánto llevan casados?”/ “Chuta, un montón”, calcula a prisa), tiene dos hijos (“¿Qué edad tienen?”/ “Chuta… el mayor anda por los 38… la menor debe tener unos 34… los quiero mucho…”, calcula estresado, aunque los números le son indiferentes, a Pancho le interesa el interior de las personas), es filósofo, hace por ende clases de filosofía (dos asignaturas), habla de Heráclito, de los griegos.

En su tiempo doméstico es un abuelo enternecido. Piensa durante el día, lee durante la noche. No usa celular. Para localizarlo hay que tocar el timbre. Le dice, esforzadamente tecnologizado, emilio a los mail. Dice: “Mándame un emilio” ¿Cómo dice? “Mándame un emilio al Internet”, repite. Está sano, a veces tose. Pero es la tos del chamán. La tos del fuego. Y, de todos modos, pese a que es un señor sin fechas, Pancho Sazo piensa que es un hombre de edad avanzada. 

-Ay- se queja.

-¿Está bien?

-Me hice viejo- declara con seriedad.

-¿Cuándo?

-Hace poco, amigo -admite.

-¿Cómo nota que es viejo? Se le ve de mediana edad, Pancho…

-La espalda. Puta, a veces me duele la espalda. A los viejos les duele la espalda.

-¿Nota falta de aire al despertar?

-No, huevón.

-Creo que entonces es de mediana edad, Pancho.

-Saale. Estoy viejo, tengo cara de abuelo. De hecho, soy abuelo.

-Me parece que es un abuelo de mediana edad, Pancho…

-¡Pero si estoy viejo!

-Si me disculpa, su amigo, Nicanor Parra, vivió hasta los 103 años…- lo animamos.

-¡Eso no vale, ese huevón era el epíteto del eterno joven…!- y suspira, aparentemente tolerando un calambre.

Venía saliendo del Covid a principios de este año (“Fue duro”), y de pronto notó que estaba inspirado. Estaba sumido en lo que describe como un slalom de emociones. ¿Qué es eso, Pancho? “Cualquier cantidad de impactos”, resume. ¿Y qué hizo con esa cantidad de emociones? “Las ordené”, acota. Pancho, se figura el reportero, debe estar pensando que está hablando con un subnormal. Pancho, en verdad, está capacitado para volarse, para tutearse con genios que lucen un doctorado, y de pronto se enfrenta a un primate, a un reportero aferrado al dato sencillo; pero, bueno, este filósofo tiene la humildad de los formidables y toma todo con fluidez. 

-Agradezco su modestia- intervino el reportero en un momento sentimental.

-Yo soy más modesto que la cresta. 

-Lo que dice es soberbio, Pancho…

-Me sumo a una frase de Titae, el músico.

-¿Qué dijo?

-”Yo soy tan modesto, que debo ser uno de los huevones más modestos del mundo”.

Y Pancho ríe.

Y, bueno, Pancho Sazo retoma el hilo y dice que entonces, a la hora de construir el nuevo disco, tomó todas las emociones que lo tenían rodeado -el virus, el estrés, la muerte de Patricio González (uno de los fundadores del grupo), impotencia, la rabia, el puño al cielo, el sol, el amanecer, los nietos, la vida- y se juntó con el resto de los integrantes de la banda. Puso las emociones en la mesa y el señor Aliaga, el Tilo, un mito de barba, le imprimió una armonía. 

-¿Cómo han sido estas reuniones de Congreso?

-Parecen reuniones de directorio. Pero un directorio formado por puros obreros.

-¿Por qué dice que son obreros?

-Porque vamos armando todo desde la base.

-Describa el proceso creativo de Congreso, por favor…- estimula la prensa.

-Bueno- tantea el filósofo- nos juntamos e inventamos cosas. 

-Entiendo. Continúe, por favor… 

-Y, bueno, estos obreros que te he señalado, que son todos unos obreros secos, empiezan a aportar, a condimentar, a toquetear una melodía.

-¿Y entonces nace la canción?

-De cierta manera. Y después grabamos por capas. Posteriormente grabamos todos juntos. Ese es el momento más bonito.

Nacieron en el año 1969: el hombre pisó la luna y un barbudo puso un pie en los escenarios. Francisco Sazo, el vocalista, era un ex escolar nacido en Quilpué que había tocado en la banda de rock creativo llamada Los Sicodélicos. Pancho, en tal banda, en una sola canción juntaba dos realidades, lo autóctono con el primer mundo: el joven Sazo tocaba la quena y cantaba en inglés. Pero en 1969 se encamina a su propia estrella, a su luna a ras de suelo, se juntan los talentosos, los que estudiaron ritmo en la universidad. Nace el grupo histórico. Sazo en las letras, el Tilo González en la música. Poesía y melodías de vanguardia. Metáforas y rock precolombino. Todo hecho con mucha barba, chalas, con atisbos de Aristóteles y desde el corazón de Quilpué. Luego se acumulan los veintidós discos. Después, la gloria. Una gloria sensata, madura, con fans ilustrados. Y luego los premios, las giras, entrevistas, inmortalidad. Cincuenta y tres años de escenarios, Sazo adherido al micrófono. La ronquera de Pancho Sazo, el vocalista hondo, ya es intergeneracional.

-Ja.

-Es así…

-Se ve que estoy viejo- razona.

-¿Cómo hace para mantener un matrimonio y una banda de música por tanto tiempo?

-Uf- y respira.

-¿Usted es estable, Pancho?

-Parece. Pero una banda es un compromiso. Y es amistad. 

-¿Siente que, respecto en específico al grupo Congreso, se fatiga el material?

-No, amigo. Por una cosa muy simple…

-¿Las presiones comerciales lo obligan a continuar?

-No, huevón. No se fatiga el material porque uno siempre se está sorprendiendo.

Por ejemplo, en la actualidad, año 2022, Pancho escucha la batería del Tilo González, un Tilo encanecido, con la barba de Walt Whitman, y queda desconcertado. Es la sorpresa inagotable, la permanente búsqueda de experimentos.

No se fatiga el material porque uno siempre se está sorprendiendo”.

-Y uno confía en los demás integrantes del grupo. Uno confía en el Tilo. Es Tilo el que conduce a los ciegos, el que la lleva…- reconoce sin conflictos de ego.

Y Pancho a lo suyo, las letras.

-Mis letras…- repite mecánicamente.

-Todos hablan de sus letras…- alienta la prensa.

-Mm…

Y da la sensación de que Pancho Sazo cree que todo el mundo está exagerando.

entrevista-canalla-pancho-sazo-2

El interior de Pancho

-¿Sus letras son poesía, Pancho?

-Ja. Mis letras no son versos. Sabemos que nunca seremos poetas. 

-¿Qué son sus letras?- el reportero habla con énfasis, como si estuviera en un noticiero.

-Yo he denominado a mis letras como Casi Poesía.

-¿Están a punto de ser poesía?

-Claro, mis letras están entre la antipoesía y la poesía.

A Pancho, en efecto, le gusta la antipoesía y también la poesía. Le gusta Nicanor Parra y también le gusta Raúl Zurita. Y él, al medio, pasa escribiendo los Casi Poemas. 

-Y, bueno, casi siempre he hecho letras por encargo. Para que calcen con la música. La idea es no imponer una letra. No hay una ruta en las letras.

Y añade:

-Hasta he pensado en hacer un trap…

-Sería interesante…

-¡Te imaginas a mí perreando!

-¡Claro que sí!- simula el reportero.

De pronto Pancho ríe solo.

-Ja.

-¿Qué?- indaga el reportero, intrigado.

-A veces, a cinco minutos de grabar, tengo que terminar las letras de las canciones.

-¿Cómo?

-Jaja… A veces las armamos ahí…

Pancho Sazo no es, entonces, el filósofo que compone Casi Poesía en un bosque, o mirando poéticamente el mar: Pancho Sazo inventa Casi Poesía rodeado de ingenieros de sonido. 

De pronto, el reportero carraspea. Y pregunta:

-¿Dónde está la poesía, Pancho?

Él no demora.

-En todas partes. Hay que saber dónde mirar.

-Perdone, pero parece que usted se asombra mucho…

-Mucho.

-¿Qué más lo tiene asombrado?

-Algo muy simple…

-Qué…

-La vida, compadre. 

-¿En qué sentido?

Pancho extiende un silencio. Y habla.

-A mí lo que me sorprende es que estoy vivo. Todo lo que sucede alrededor. Descubrir los nuevos pequeños espacios. Todo es asombroso. Todo te puede maravillar.

La voz le sale fuerte, con tono de profesor.

Cuando era niño le sorprendía, dice, la sonrisa que su papá tenía a primera hora del día. Cuando joven, dice, le sorprendía ir a los recitales que ocurrían en Valparaíso. En la actualidad, dice, le sorprende simplemente despertar. O también hoy se sorprende con algunos versos. Con algunas palabras. 

A mí lo que me sorprende es que estoy vivo. Todo lo que sucede alrededor. Descubrir los nuevos pequeños espacios”.

Y recita uno de los versos que más lo ha sorprendido:

-“Lo que escribo no es para ti, ni para mí,…es para la niña que nadie saca a bailar, es para los hermanos que enfrentan la borrachera”… es de Jorge Tellier…

Y Pancho Sazo queda pensativo, maravillado, vivo.

El exterior de Pancho

Pancho tiene un nuevo disco y los amigos de siempre. Pancho Sazo y el Tilo González tienen la misma barba y el talento de toda la vida. Se especula que su nuevo disco es de primer nivel. Pancho hizo letras emocionales, pues, admite gravemente que está convertido en un adulto sensible. Está muy preocupado por la humanidad.

-Así es…

-¿Qué piensa de la humanidad?

-Está cambiando la cosa. La pandemia mató a mucha gente, no podemos seguir siendo los mismos. Que las vacunas, que los hospitales, que el Estado… ¿sabes lo que pasa?

-¿Qué?

-Creíamos que todo era obvio. Y todo se fue al tacho. 

-¿Y hoy, dado como están las cosas en el Congreso político, le incomoda que el grupo se llame Congreso? 

-No. Fue más incómodo durante la dictadura de Pinochet. Pero fíjate que muchos grupos emblemáticos de hace algunos años tienen nombres politizados: La Ley, Los Prisioneros, Fiskales Ad-Hok…Congreso…es para diván…

-¿Entonces le gusta el Congreso?

-Hay que tener cuidado: la política es importante. Pero los políticos tienen que cambiar. Deben tratar de ponerse de acuerdo.

Y luego resalta: 

-Nos falta sentarnos en la misma mesa y mirarnos a los ojos. No en un altar. En una mesa. Con copas de vino. Con un mantel. Somos todos parientes. Aquí estamos todos juntos.

La estrella ahora enmudece.

-¿Y de verdad se siente viejo?

-Ja. Soy viejo, sólo diré: ahora hago pipí sentado.

-¿De qué habla?

-¡Soy viejo!

Y ríe. A Pancho, en realidad, le es indiferente envejecer. 

-Qué bueno que vuelva Congreso, el Congreso de la música- admite el reportero.

-Estoy contento. Estamos felices con lo que saldrá a la luz.

-¿Qué significa para usted este disco?

Pancho Sazo sonríe.

-Es mi nuevo hijo. El hijo que tuve a los 70…- y se queda largo rato en silencio, inmutable, pensando. Como hace todos los días.

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