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Entrevista Canalla

28 de Enero de 2023

Juan Pablo Queraltó, periodista: «No se me cae el pelo por ser un animador de estudio»

Es el notero del momento. Pasea por todas las playas del litoral central, haciendo despachos para el matinal de CHV los cuales congregan masas y duran horas. Aquí habla de lo que ha sido su verano, de ser notero, del éxito, las selfies, la plata, el hecho de ser un actor de reparto y no un conductor estelar, de la bondad, de los colegas, de su familia, de su suegro, de política y de sí mismo.

Por

“Estoy tranquilo”, revela, mirando el vacío, reflexivo y bellísimo, el hombre del verano, el gran comunicador de enero, el reportero que difunde el litoral por las mañanas, Juan Pablo Queraltó, 38 años, animado periodista multifuncional, apto para el protagonismo y los focos (Sabingo) y también para el sabio rol secundario en terreno (Contigo en la Mañana), casado con Francisca Sfeir, la artista musical, dos hijos, Amador y Clemente, y un suegro afín a la izquierda verde y que, decorado con túnicas y una cola capilar blanca, quiso ser Presidente de la Nación. Es Queraltó, una marca en dulzura, el notero de la gente, la estrella abundante en bondad que proviene de Rancagua, que egresó con éxito del Rancagua College, y que este verano se ha paseado por todas las playas perfilando al veraneante para el matinal de CHV, y para el regocijo de Julio César, el emperador, que untado en maquillaje y atornillado en la capital, celebra las frases del pueblo. 

-Usted es el hombre del momento…- exagera el reportero, conmovido, hablándole al notero. 

-No, por favor. De ninguna manera. -Lo es- enfatizamos.

-Naa…pero es increíble la cercanía que se produce con la gente…- responde Queraltó, modesto.

-¿Cuántas selfies le sacan en cada playa?

-No las he contado…muchas.

-¿Es usted un hito?

-No, por favor.

-¿Cuántas personas lo acompañan en cada despacho playero?

-Se juntan, no sé, cerca de doscientas personas. Y me van siguiendo. Es una procesión- suspira, célebre, Queraltó. Habla desde el asiento del copiloto de un auto que lo traslada estelarmente desde Papudo a Santiago. Acaba de triunfar ahí en Papudo con otro despacho de dos horas. Acaba de decirle a una señora…

-¿Y usted a quién le quiere mandar un saludo?

-A mis hermanos- dice una mujer.

-¿Y usted?

-A mis nietos- dice un hombre nervioso.

-¡Aproveche y mándele entonces un saludo!

-¡Saludos!- el señor vive el momento más público de su vida. 

Y ahora, en el auto, liberado de las selfies, Queraltó se encuentra consigo mismo. 

-Uf…- transpira.

-La gente lo quiere…

-Lo sé.

-¿Qué valora?

-El cariño de los niños.

-¿Qué más?

-A los abuelitos.

Se dirige a Santiago a ejercer velozmente la paternidad. Luego partirá a Algarrobo donde, frente a las cámaras, le darán un golpe de karate en una costilla y por ese motivo, herido, dirá: “¡Aaarrg…conchatumadre!”. Así es su verano, de playa en playa, de selfie en selfie, de despacho extenso en despacho extenso, preguntando…

-¿Y usted con quién vino a Papudo?

-Con mi señora y mi suegra…

-Chuuuu…- e ironiza Queraltó, liderando el ráting, generando destellos de simpatía, humor AM, vínculo agradable, pinceladas de absurdo. Este hombre ha sido el nexo entre la playa y el televidente. Juan Pablo Queraltó trasladó el litoral central al dormitorio de cualquier chileno. 

-Doy gracias a Dios…- murmura de pronto, beato.

-¿Por qué?

-Porque podamos permitir a la gente mandar saludos. Eso es muy importante para la gente y si podemos hacerlo es maravilloso.

-Lo felicito.

-Me quedo con el corazón lleno…

Un silencio profundo. 

Una ex animadora de televisión, desde las sombras, le había dicho al reportero lo siguiente:

-Ese huevón (Queraltó) es bueno de verdad.

-¿Por qué?

-Ama a su familia.

Y el reportero, estremecido, le preguntó:

-¿De qué tamaño es su corazón?

Y ella dijo:

-Más grande que la cresta.

Y por eso en este instante, frente a la estrella sencilla, el reportero pregunta:

-¿Usted es bueno? 

-¿Comunicando?

-En todo…

-Creo que sí. Yo soy bueno, amigo. Creo, de hecho, que yo soy demasiado bueno. Yo soy excesivamente bueno…

-¿Roza lo gil? Se lo pregunto con el respeto de siempre…

-A veces…- y su vitalidad decae. 

Y añade:

-Pero soy tolerante para todo. Le diré algo, amigo…

-Diga…

-Mi actitud es positiva. Siempre mi actitud es positiva.

-Eso se transmite en televisión- adjuntamos, solidarios.

-…y sí…me ha tocado aportar desde distintos roles, no siempre lo que más he querido, aceptando cosas que pude no haber aceptado…

-¿Por qué las aceptó?

-Porque las acepté no más, por compromiso, por inexperiencia, en fin…

El auto aumenta la velocidad y va directo hacia un túnel. Entonces, previo a la oscuridad, y dado que esta es una conversación sostenida vía Zoom, el reportero lanza a prisa:

-…dígame señor…

-¿Qué?

-¿Le incomoda estar siempre en una segunda línea?

-Pierdo la señal- avisa Queraltó.

-¿Merece ser más protagonista?

-¿Qué? No te copio…no te copio…

-¿¿¿Aspira a ser el sucesor de Julio César???

El auto ingresa al túnel y se cae la comunicación: la cara de Queraltó se queda congelada, con la boca abierta y los ojos enloquecidos, en la pantalla del HP del reportero.

El notero

-Perdona, el túnel…- la señal ha retornado, Queraltó se ha descongelado y vuelve a ser cálido. 

-¿Le incomoda ser segunda línea?- insiste la prensa.

-¡Para nada! No tengo la ambición de ser primera línea.

-Usted podría ser primera línea…- se abre el reportero.

-No se me cae el pelo por ser un animador de estudio. 

-¿Cómo se califica usted?

-Polifuncional. Eso me acomoda bastante. 

-¿Un segunda línea será siempre un tenaz segunda línea?

Queraltó, este Queraltó reflexivo que viaja en el auto, este Queraltó que habla en voz baja, que fija la vista en el paisaje, agotado, con tanta selfie en el cuerpo, se pone a pensar.

-Bueno, no sé…me gustan los programas de concurso… ya hice El Último Pasajero… quizás por ahí se generen los espacios para ser un primera línea… Pero no hay que etiquetar.

-¿Es usted el mejor notero de Chile?

-¡Estai loco!

-¿Quién es el mejor notero de Chile?

-¡No tengo idea!

-¿Quienes han sido los más importantes?

-Uf…chuta…

Queraltó revisa a tantos colegas. Y menciona, a tientas, a Chavito y el entusiasmo;  a Germán Valenzuela, el amor platónico de la dueña de casa; a Nacho Pop y su humor físico; A Simón Oliveros y su periodismo ciudadano; A Gino Costa y su carcajada rutilante. Y habla de las nuevas generaciones de noteros: Noteros con menor ansiedad, menos aullidos, “noteros más amables”, define. “Noteros más humanos”, agrega. 

-¿Y usted es cercano?

Queraltó, por primera vez, asiente con convicción. 

-Sí- confiesa, sin titubear.

Y otra vez:

-Sí, amigo. Yo soy cercano. 

-¿Es usted el notero más cercano de Chile?

-Algo de eso puede haber, algo de eso puede haber- matiza, sonriendo.

Su carrera, dice, “ha sido lenta, pero segura”. Fue un notero de farándula, un perito en histerias de discoteque, y un día se propuso ser un panelista de farándula. Lo logró. Se encumbró en S.Q.P. Aportó desde el estudio, desde la silla. Fue cómplice de Avello (“Un genio”). Creció. Se dijo a sí mismo, dice, “ahora voy al horario nocturno”. Y se introdujo en Primer Plano, la farándula con mocasín. Y luego se fue a Canal 13 (“Quería salir un poco de la farándula”), estuvo al alero de Cárcamo, el emperador rubio, y dicen que su vitalidad tuvo una merma, tal vez le vino un remanso a su euforia. La carcajada se suavizó. Volvió a CHV, a la gloria: condujo El Último Pasajero (“Lo hicimos en Argentina, y, aunque no me conocían allá, me pedían fotos, me felicitaban”), conduce Sabingo, retornó a la calle, al afecto ciudadano, al despacho-show. 

-Y me encanta- interviene.

-¿Gana bien?

-Me alcanza.

-¿Su sueldo es de seis ceros o es de siete ceros?

-Eee…- y suelta esa risa explosiva, la risa de un señor feliz, de un notero realizado. 

Y el reportero entonces le señala:

-¿Es usted el sucesor de Julio César?

-¡Por ningún motivo soy el sucesor de Julio César!

-¿Quiere ser el sucesor de Julio César?

-¡No! ¡Cero sucesor!

-¿Cómo es Julio César?

Y Queraltó ríe. Y exclama tres características de Julio César.

  1. ¡Es lo máximo!
  2. ¡Es una máquina!
  3. ¡Ama su trabajo!

-¿Y el ego?- pregunta vagamente el reportero.

-Hay ego- afirma vagamente el entrevistado.

-¿Todos?- insiste vagamente el reportero.

-Todos- corrobora vagamente el entrevistado.

-¿Qué tipo de ego tiene usted?

-Por supuesto que tengo ego. Y quiero que me vaya bien. Y todo eso.

Y si, por ejemplo, Juan Pablo Queraltó tuviese que construir un Animador-Frankestein, usando las virtudes de las estrellas que están en el medio local, haría esto: 

-Tomaría la experiencia de Don Francisco- dice. 

-Tomaría el virtuosismo de Rafael Araneda para animar masas- dice. -Tomaría el cariño y la nobleza de Martín Cárcamo- dice. 

-Tomaría la risa de Pancho Saavedra- dice. 

-Y, bueno, tomaría…la sencillez de Queraltó- dice, atrevido, sin complejos.

-¿Y el físico? ¿De quién tomaría el físico?

-De Julián Elfenbein, sin duda. Es un huevón alto y es perfecto.

Y ríe.

El humano

El auto ya se acerca a Santiago. Tomará ruta hacia Chicureo, donde está el hogar de los Queraltó-Sfeir. 

-Estoy solo con los niños- argumenta Queraltó, ya con el ceño fruncido. Ha ingresado a su faceta de papá. Por las tardes el notero se extingue.

-La familia es lo más importante- admite.

Y confiesa: “Mi señora me apoya en todo”.

O lanza: “La felicidad de mis hijos es lo que me hace más feliz”.

-¿Y su suegro, el señor Alfredo Sfeir, qué piensa de usted?

-Mi suegro me ama.

-¿De verdad?

-Me ama. A veces me llama por teléfono y me dice: “Tengo que hablar urgente contigo, por favor”. Y yo le digo: “¿Qué pasa?”. Y él me dice: “Te acabo de ver en televisión…y debo decirte que eres el mejor entretenedor de la televisión chilena. Te felicito”.

-Ese es el único elogio que necesita…

-Mi suegro me dice eso y ya nada más me importa…

Los ojos le brillan. 

No es emoción.

Es cansancio. 

Este notero se despierta todos los días a las cuatro de la mañana. Hace ejercicios. Mejora su aspecto y endurece el estómago. Se dirige al canal. Le ordenan ir inmediatamente a una playa. Va a la playa, se muestra explosivo, humano, vital. Vuelve a la ciudad, juega con los hijos, y con ellos se muestra explosivo, humano, vital. Aparece su esposa. Se juntan en la noche y ahí, según desliza, él hace lo que puede.

-¿La tele no va en declive? ¿Cómo enganchar con los jóvenes que ya no ven tele?

-No creo que vaya en declive. Yo noto mucha cercanía con los jóvenes y con los abuelitos. 

-¿Los ejecutivos de la televisión son brillantes o son fabricantes de salchichas?

-Noo…hacen grandes esfuerzos para ingeniárselas y sacar cosas nuevas.

-¿La tele está mala?

-Yo no creo que esté mala. Lo que pasa es que ya no están los recursos de antes. 

Y dice Queraltó, el notero cercano, que no ha ido a una marcha. Que no grita. Que no es político. Pero, dice Queraltó, que hay que ayudar al Presidente. Queraltó, además, le da las gracias por todo a Julio César. Y Queraltó, fantaseando, dice que le gustaría trabajar en Argentina. Que le gustan los concursos, el show, la simpatía. Y Queraltó piensa que no tendrá más hijos. Piensa, a la vez, que nunca se sabe. Anuncia que su meta, simplemente, es seguir creciendo. Creciendo, aclara, en la calle o en un estudio, creciendo en su casa y, justamente, mirando crecer a los hijos. 

-Vamos llegando- advierte.

-¿Es el más cercano de Chile entonces?

Y Queraltó, la leyenda viva del despacho, el padre de familia que casi no duerme, el amigo del pueblo, el correcto, el bueno, sólo dice:

-Lo soy, amigo. Lo soy- y, con una sonrisa, como si posara para una última selfie, el notero de la gente pulsa el botón stop.

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