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Entrevista Canalla

11 de Noviembre de 2022

Marcelo Comparini, comunicador: “Yo sólo he sido un gallo buena onda”

Tras el cierre de la radio Oasis, en la cual se desempeñaba hace ocho años, el periodista replantea su vida. A punto de cumplir 60 años, Comparini quiere pensar en otras cosas. Aquí habla de sus objetivos, de su nuevo despertar, del fin de los medios tradicionales, de su fama, de Federico Sánchez, de Camiroaga, de sus viajes y de sus sueños.

Por

Marcelo Comparini, según parece, acaba de abrir los ojos. Lo que ocurre es que días atrás, justo el 1 de noviembre, en pleno Día de los Muertos, la radio Oasis, 102.1 FM, dejó de existir bruscamente, como si la fulminara un infarto empresarial, y de inmediato Marcelo, uno de sus conductores, tal vez el escudo patrio de la emisora, el rostro con cuyas  cuerdas vocales animó tres programas, comenzó a existir. 

-Estoy más despierto- es la frase que acaba de emitir. 

-¿En qué sentido?

-Tengo ideas. Estoy mucho más despierto- insiste. Y, en efecto, al verlo, distinguimos a un adolescente de 59 años, a un adulto menor que adquirió energía y luce jovial. Comparini es la polera de color sobrio, el brazo velludo, la pierna escueta, el peinado inmutable, el colmillo varonil, la voz desorientada. Estamos ante un hombre que es famoso desde 1984, una celebridad del siglo 20 y del siglo 21, el fundador de Extra Jóvenes, el héroe de Plaza Italia en Rock and Pop, la voz escondida en City Tour. Es el célebre que ha adquirido la gloria sin bulla. Es el héroe que figura al costado de la foto.

-Se veía venir el final de la radio…- rezonga.

-¿Pero por qué?

El comunicador se alza de hombros. 

-Nos iba increíble, estábamos bien con los auspicios…

-¿Cuál es la razón entonces?

-Mm…no sé…pero creo que es mejor irse arriba, en un buen momento, que irse abajo. Lo encuentro genial.

Marcelo llevaba allí ocho años. Uno sintonizaba Oasis a cualquier hora y brotaba la voz sabiamente desorientada de Comparini. A las siete de la mañana ya estaba allí, entonando canciones al desayuno.

-Ámameeee…ámameee…áááámameeeeee…- coreaba lo que le pusieran. Mostraba ánimo al alba. Y a las 13 horas también estaba allí, condimentando el almuerzo con otras canciones. A las siete y media de la tarde permanecía allí, riendo, aferrado al dial y a Marco Silva, el partner, la dupla gloriosa Comparini-Silva, hitos lúdicos, garantía de pensamiento lateral, y ambos de algún modo acompañaban al auditor a preparar la comida, a bajar la cortina del día hábil. Componían juntos el 70% del rating de la radio. Y luego, vaciado por dentro, Comparini se iba a su casa. Y, al parecer, el hombre que llegaba a la casa en Chicureo, el hombre que era recibido por los perros, por los hijos grandes y una esposa con la cabeza llena de plantas, la misma paisajista con la que se casó hace 29 años, ese hombre, en fin, ya no era Comparini…

-Era un zombie…- relata Comparini.

-¿Cómo notaba que se había convertido en un zombie?

-No podía leer…

-¿Cataratas?

-No, agotamiento. Tomaba un libro y me quedaba dormido.

-Y a usted le gusta leer…

-¡Mucho! Pero no podía. Y si leía durante el día era peor…me dormía en todas partes.

-¿Le daba vergüenza dormirse en todas partes?

De pronto, como deslizando una infidencia, Comparini susurra:

-A veces dormía siestas…

-¿Cómo?

-Una horita. Durante el día.

El conductor estaba sin energía.

De modo que apenas murió la radio Oasis, Comparini, errático, tomó un avión. Horas después apareció tendido atrevidamente en una cama argentina. Paseó por Buenos Aires buscando novelas que intentará leer, discos que arrinconará en su colección, masticó el lomo que ofrecen a los turistas, observó a esa ciudadanía llena de hormonas, rió, quizás debatió de Boca a gritos con un taxista que adora a River, y, en pocas horas, ese hombre abatido por una súbita cesantía volvió a la vida. El reportero percibe conmovido que está ante la  paradoja de la electricidad: la radio Oasis se apagó y Comparini se encendió.

-¿Y qué le ocurre ahora?

-¡Desperté!

-Qué…

-De verdad…

-¿Pero qué es despertar? 

-Estoy más inteligente… ¡estoy lleno de ideas!

Dicen que Comparini es un señor que siempre ha contenido sus emociones. Jamás ha derramado una lágrima en horario prime. Pero el reportero conoce el corazón blando de este artista y, en sus nuevas frases, en las frases perplejas que brotan desde la cesantía, Comparini se ha tornado emocional.

-¿Qué ideas tiene?

Los ojos le brillan. 

-Quiero inventar nuevos espacios.

-¿Qué le está ocurriendo?

-No sé. Me siento más rápido de mente.

-¿Cómo puede ocurrir eso?…

-Siento que me llegan las ideas. 

-¿Le están llegando ideas en estos momentos?

-¡Constantemente!

-…pero…

-Es como el caso de George Costanza en Seinfeld, la serie.

-¿Qué le pasó?

-Un día dejó de tener sexo y se puso brillante. Ocupaba la energía en aprender varios idiomas a la vez. Etc.

-¿Usted dejó de trabajar y adquirió lucidez?

-¡Estoy despierto!

-¿Cómo aprovechará este arranque de frescura? ¿Qué objetivos tiene en mente?

Comparini sube la voz.

-¡Quiero escribir una novela!

-Eso es magnífico.

-Es que siempre he querido escribir una novela. Y creo que ha llegado el momento.

-¿De qué tratará?

-¿Eh?

-Su novela…¿qué historia va a contar?

-Bueno…mm…ahí voy a ir viendo…¿esto es un taller literario acaso? jajaja

-Jajaja- el reportero empatiza con el nuevo entusiasmo de Comparini. Está en un momento renacentista, capacitado para todo: novelas, pinturas, nuevos espacios de comunicación, deportes (“aunque me duele la rodilla”, admite, en su único rasgo de vejez).

-¿Y qué opina de los medios tradicionales?

Y el nuevo Comparini sonríe irónico, desencantado, modernista.

-Todo cambió…

-¿De qué habla?

-Los medios tradicionales están muriendo. Las radios están muriendo. los diarios están muriendo. La tele abierta está muriendo. No hay nada. Todo se acabará. 

El reportero, atónito, lo mira con los ojos abiertos.

-Y el que no se sube a ese carro…- especifica.

-¿Murió?

Y Comparini ríe. Y a medida que habla al reportero le da la sensación que Comparini va rejuveneciendo. 

El fin 

“Todos”, resume, “están complicados”. Las revistas de papel couché ya expiraron. Lo que viene es la crisis del papel, aventura. Los diarios dejarán de ser análogos. “Mira”, señala, “la torta publicitaria antes se repartía entre cuatro…ahora se reparte entre treinta”. Y lanza un dato matemático:

-El 30% de la torta publicitaria se destina a medios tradicionales…el 70% restante se destina a otros medios.

-Y las grandes figuras mediáticas…Pancho Saavedra, Jorge Zabaleta, los hitos de hoy, están enfocadas en el contenido digital…

-Así es. 

-¿Murió el periodismo?- al reportero le tiembla la voz.

-Hay que encontrar nuevas formas de hacerlo.

-¿Qué está pensando?

Y mira la lejanía, la imagen es parcialmente poética.

-Ir a lo nuevo…

-¿De qué habla?

-¡Lo nuevo, lo nuevo! ¡La onda digital! Otra forma de contar…

El reportero percibe un subtexto en la declaración de Marcelo Comparini. 

-¿Usted planea alejarse de la radio y de la televisión?

–…

-¿Qué?

-Bajar un cambio.

-¿Cómo dice? ¿Reducir la jornada?

-…algo de eso…

-¿Qué está buscando en verdad?

La pregunta es fundamental, es el punto clímax de una vida humana, el objetivo mayor, lo que quedará a fin de cuentas. Y el nuevo Comparini asiente con su nueva cabeza. El nuevo Comparini, el portador de adrenalina, el cesante contento, declara simplemente:

-o sea…empezar a vivir…

-¿Cómo?

-Hacer las cosas que quiero. Que siempre quise…

-¿Por qué le ha venido esto?

-En unos días más cumplo 60 años…¡60 años!…- y queda pensativo.

-La fecha es emblemática…

-Claro…y la vida no puede ser únicamente trabajar. 

-¿Qué le falta? 

-No sé…a veces no me daba cuenta si el día estaba con sol o estaba nublado. No digo que sea la persona más trabajadora del mundo, soy claramente un privilegiado, pero igual hay cosas que uno deja de lado…

-Usted, en el fondo, quiere ser libre…

-Sí.

-Usted quiere un día, a cualquier hora, salir a pescar…

-Mm…no sé…

-¡Usted quiere hacer lo que tiene ganas de hacer!

-Sí.

-Usted quiere vivir…- se emociona la prensa.

-Quiero hacer un montón de cosas. Quiero tener menos pie forzado. Quiero pensar más. 

-¿Volver a soñar?

-Es lo que dijo Rodrigo Jordan, el andinista, tras hacer cumbre en el Himalaya a los 30 años: siempre es necesario volver a soñar.

-¿Usted cree que está a tiempo?

-Creo que sí…

Y relata la historia de éxito de Jacques Cousteau, el explorador francés. 

-…sus famosas expediciones empezaron cuando él tenía 65 años…y recién ahí se hizo un aventurero conocido…

El reportero siente la energía: Comparini revive, carajo; Comparini es atemporal. Y se desliga de la histeria, de los medios, de los pasillos plagados de alaridos. Se torna un librepensador enfocado en la simpleza. Y dice:

-Uno siempre puede partir de nuevo…

Y agrega:

-Y de alguna manera he vivido así siempre. Cuando uno está en los medios nunca tiene la certeza si al año siguiente podrá seguir allí…Fui formado en la incertidumbre. 

-¿Su señora qué dice?

-Está acostumbrada.

-Ahora ganará menos que lo que solía ganar…

-Puede ser…pero me parece desafiante saber que todo, en cualquier minuto, puede cambiar…

Y el héroe sonríe. 

Es el Comparini con menos trabajo.

El hombre libre.

Un famoso normal

-Usted fue un hombre de duplas– afirma el reportero que ha estudiado su biografía.

-Sí.

Formó dupla con Felipe Camiroaga en Extra Jóvenes. Formó dupla con Felipe Izquierdo en radio Duna. Formó dupla con Marco Silva en Plaza Italia y en Oasis. Formó dupla con Federico Sánchez en City Tour.

-¿Con qué dupla se queda?

Y piensa.

-Creo que la dupla con Felipe Camiroaga fue muy importante en su momento…

Y piensa otra vez.

-…qué difícil era ser Felipe Camiroaga…

-¿En qué sentido?

-Ser una megaestrella. Todo el mundo siempre lo estaba mirando. Todos estaban pendientes… 

-Usted también es famoso, señor…

-Naa…

Comparini calcula su fama en tan sólo dos o tres selfies por restaurante al que acude. Es, juzga, una fama moderada, una celebridad del montón.

-Yo no soy una megaestrella. Yo sólo he sido un gallo buena onda. 

-¿De qué habla?

-Yo siempre di la sensación de partner. 

-¿Cuál es la diferencia entre una megaestrella y un buena onda?

-El buena onda es más horizontal.

Y dice que Felipe Camiroaga era una estrella. Y Felipe Izquierdo era el más divertido. Y, junto a Federico Sánchez, “somos unos pendejos de mierda”. Y con Marco Silva “nos conocemos desde los 25 años…hemos crecido juntos”. 

Y el hombre renovado, el Comparini libertario, aflora otra vez y dice:

-Y, bueno, también quiero viajar…

-¿Pero no ha viajado bastante ya con City Tour?

-Son viajes de trabajo. Quiero ser un turista…

Y relata que con Federico Sánchez jamás compartieron una pieza por tanto ignora cómo es el verdadero aspecto de ese peinado. Y relata que recorren usualmente las zonas sofisticadas de la capital porque es el objetivo del programa: analizar la estética. Y que el lugar del mundo donde más pleno se ha sentido…

-Es la Toscana…ahí me trajeron unas trufas…y mirando el paisaje…

Y cuenta que por trece años consecutivos de City Tour, sin descanso alguno, lo han pasado bien. Y que, bueno, en líneas generales, a lo largo de su vida completa Comparini afirma que lo ha pasado bien.

-He tenido una vida feliz- concluye.

-Y ya son 60 años- le recuerda el reportero.

Y Marcelo Comparini, el adolescente con dolor en la rodilla, el hombre que ha decidido aflojar su carga laboral, comenta:

-Sí, son 60 años. Tengo que ponerme a hacer un montón de cosas- y sonríe, hace un gesto cordial, y empieza súbitamente a despertar.

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