Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

TV

29 de Mayo de 2023

Crítica de TV | Succession: el final perfecto

Este domingo terminó una de las mejores series estadounidenses de los últimos años -junto a Better Call Saul-, que tuvo un cierre brillante, desolador y hermosamente grabado. Esta columna tiene spoilers, no leer si aún no se ha visto el episodio.

Por

Fue un final perfecto, redondo, como un rompecabezas donde solo calzan las piezas porque se ha pensado de esa manera desde un inicio. Succession tuvo un falso final feliz -esa vibrante secuencia de la cocina donde Shiv y Roman preparan la “comida digna de un rey” a Kendall- y un abrumador desenlace, con los tres hermanos devorados por sus ansias de poder y con “el rival más débil”, Tom, quedándose como CEO de Waystar Royco.

¿Qué encanto oculto tenía Succession, para que quisiéramos tanto a un grupo de personajes insoportables, ególatras, multimillonarios mimados y capaces de traicionar a los suyos para quedarse con el poder?

De partida, un elenco sobresaliente, que va desde Brian Cox y Jeremy Strong hasta Kieran Culkin y Sarah Snook. Todos formidables, ojalá los llenen de premios Emmy en la entrega que viene en septiembre. Un guion que transitaba sin problemas desde el drama y el suspenso, pasando por la comedia negra y la sátira. Y a un creador, Jesse Armstrong, que siempre pensó en esta historia para cuatro temporadas y que no estuvo dispuesto a transar, a alargar y ni siquiera a hacer spin-off, sencillamente porque no es necesario, algo que HBO respetó y que no siempre sucede con las cadenas de TV.

Esos márgenes en los que se movió Succession tienen innumerables ejemplos, pero uno, así a la rápida, es que el primer episodio de la primera temporada y el inicio del cuarto ciclo comienzan del mismo modo: con el cumpleaños del patriarca, Logan Roy. Como si se tratara de un arco argumental perfecto, que lo fue, donde cada escena tiene un significado y una importancia en el momento y para más adelante en la trama.

Cuando aparece una gran serie y especialmente cuando termina, suelen haber reseñas que hablan de que estamos en presencia de algo importante y sobran los adjetivos. Pero la gradilocuencia no se queda larga para Succession: es una de las series más importantes de la historia de la TV, en el mismo peldaño que The wire, Six feet under, Mad men, Los Soprano, Breaking bad y Better call Saul. Por la perfección audiovisual que construyó, por la influencia que tendrá en la ficción estadounidense -el estándar de aquí en adelante- y por su relevancia mundial, con las redes sociales y los medios de comunicación volcados en reseñar cada capítulo de la última temporada como el espectáculo televisivo que fue.

Los guiños evidentes a la obra de Shakespeare, especialmente a El Rey Lear, prevalecieron de principio a fin, pero una vez más: ¿Cómo se logra que una serie con tanto personaje desagradable termine enganchando tanto?

La clave está en cómo están escritos los personajes y, para no ir lejos, demostrados en el último capítulo, cuando los tres hermanos se juntan primero en el mar y luego en la cocina, como tres niños chicos haciendo travesuras y riéndose. Hay tanta química de los actores en esa escena, es tan conmovedor ver a los tres personajes unirse en pos de una causa, pero al mismo tiempo uno sabe que se trata de una ilusión, que no perdurará. El instante queda grabado, como una secuencia aparentemente menor e intrascendente, pero clave para humanizar a los personajes (¿Alguien no se conmovió con Roman destruido en la iglesia, en el funeral del padre, llorando sin control y camino a la destrucción o la deconstrucción?).

Luego, esa secuencia brutal en la oficina, en medio de la votación, con los tres hermanos sacándose los ojos casi literalmente, el vaivén de tres personajes tan fracturados, tan dañados que, pese a sus severos problemas para tratar bien a alguien -un espejo de cómo los trataba su padre-, terminan siendo entrañables. Queribles.

En esa secuencia, además, queda en evidencia que Roman y Shiv han entendido que no tienen cómo ser los sucesores de su padre. Lo querían, lo deseaban tanto, pero comprenden que no tienen las condiciones y que todo el mundo ve que les falta mucho para llenar esos zapatos, salvo Kendall, completamente absorto, enloquecido ante un mínimo de poder, capaz de subir sus pies al escritorio del padre -ante la mirada desagradada de Shiv-, creyéndose rey antes de ser coronado.

Es un final brillante porque los personajes, uno por uno, tuvieron lo que merecían. Kendall, nuestro antihéroe favorito, de quien siempre supimos que no iba a llegar a quedarse con el trono, porque era el más dañado de todos; Shiv, quien debe conformarse con ser la pareja del CEO, un Tom con corona pero sin dinero y degradado por su nuevo jefe (quien lo humilla diciéndole que quiere acostarse con su esposa y que lo cree menos inteligente que su mujer); y Roman, que no obtiene lo que anhela, pero que al contrario de sus dos hermanos, consigue ser libre y, como ya se había visto en el penúltimo episodio, humano.

Qué gran serie es la que acaba de terminar.

Temas relevantes

##Succession#HBO#series y tv

Notas relacionadas

Deja tu comentario