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Opinión

9 de Julio de 2023

Columna de Francisco Undurraga (Evópoli): No queremos dejar un país enfermo para las próximas generaciones

"Los casos de corrupción contribuyen al desprestigio generalizado de la política y permiten que los discursos populistas vayan ganando terreno vengan de donde vengan", escribe el diputado Francisco Undurraga en esta columna de opinión.

Por Francisco Undurraga

La corrupción no es un fenómeno nuevo en Chile, ni menos en Latinoamérica. Durante las últimas dos décadas, hemos sido testigos de una serie de casos de alto conocimiento público que han minado la credibilidad de nuestras instituciones y la disposición de los ciudadanos a confiar en ellas. Hemos visto diferentes modus operandi y delitos asociados, que van desde la presentación de boletas falsas hasta el tráfico de influencias y el mal uso de fondos públicos con fines partidistas. El caso más reciente, que involucra a parlamentarios y funcionarios del Gobierno del Frente Amplio, ha vuelto a recordarnos que la corrupción no es una situación aislada, sino más bien un cáncer con difícil tratamiento.

La corrupción no solo socava la fe pública de los ciudadanos en la clase política, sino que también alimenta el populismo y la demagogia. Los casos de corrupción contribuyen al desprestigio generalizado de la política y permiten que los discursos populistas vayan ganando terreno vengan de donde vengan.

Es ilusorio pensar que se puede erradicar por completo la corrupción. Cualquier promesa, en ese sentido, es demagógica. Sin embargo, es posible mantenerla a raya y marcar la diferencia entre países donde la corrupción está institucionalizada y aquellos que han logrado reducirla a niveles mínimos. Es en este último grupo es donde nuestro país debe aspirar a estar y para lo que considero importante esbozar dos ideas.

En primer lugar, la prensa libre juega un papel vital en la lucha contra la corrupción. Por lo anterior, la creación de una “comisión asesora de la desinformación”, solo viene a traspasar una delgada línea de censura. Que no le hace bien a nadie, pero sobre todo al derecho que tiene la ciudadanía a estar informada de forma diversa y descentralizada.

Es justamente la capacidad de los medios de informar y fiscalizar la actividad política la que juega un rol fundamental para combatir este problema. Sin embargo, hago hincapié en que tampoco podemos dejar todo en manos del llamado “cuarto poder”, ya que es una responsabilidad del Estado.

Como segunda idea, si queremos reducir la corrupción, es indispensable modernizar el Estado y el servicio público. Modernizar es una forma de asegurar que la mejor gente sea la que sirva al Estado. Y para esto es necesario simplificar los procesos burocráticos, revisar a profundidad el anquilosado Estatuto Administrativo y aprender de la experiencia de otros países en la lucha contra la corrupción.

El foco debe estar en robustecer un Estado moderno con todas las herramientas de fiscalización. Acompañado de una justicia ejemplificadora que no deje una ventana abierta para la reiteración constante de delitos como la malversación de fondos públicos, fraude al fisco, trafico de influencias, entre otros.

De estos hechos de corrupción debemos ser capaces de salir todos juntos. Porque nadie quiere ni espera que nuestros hijos o nietos reciban un país enfermo. Enfrentarla no será una tarea fácil ni rápida, pero debemos mantener viva la esperanza de un Chile mejor. Esta es una tarea que nos debe convocar a todos, sin cálculos políticos cortoplacistas, pues lo que está en juego es demasiado importante. No se trata de la próxima elección, sino de la vitalidad de nuestra institucionalidad y del resguardo de la democracia.

* Francisco Undurraga, Diputado de Evópoli por el Distrito 11.

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