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Opinión

18 de Agosto de 2023

Columna de Pedro Valenzuela | Radiografía del voto en contra

Pedro Valenzuela Gentileza

El escenario para los consejeros es bastante adverso porque las razones para votar en contra son variadas y los grupos que defienden esta postura se ubican en los extremos ideológicamente", plantea Pedro Valenzuela, sociólogo e investigador Laboratorio Constitucional UDP, en su columna para The Clinic.

Por Pedro Valenzuela

El día de ayer se publicó la encuesta UDP-Feedback sobre el proceso constitucional, y una de las principales novedades es el aumento de la preferencia a votar “en contra”. Mientras que en el mes de julio el porcentaje de voto en contra alcanzaba al 44%, en la medición de agosto el porcentaje se eleva al 60%. En tanto, la opción “a favor” solo alcanza a un 23%.

En la encuesta también se preguntó respecto a si las personas quieren cambiar la constitución vigente y cuáles son los aspectos que más influyen en la decisión de votar en contra. A partir del análisis de los resultados de estas tres preguntas según la posición política de los encuestados, es posible hacer una radiografía del voto en contra.

El grupo de quienes señalan que votarán en contra está compuesto principalmente por quienes declaran tener una preferencia de izquierda (77%) o de derecha (63%) uniéndose en el mismo propósito los extremos del espectro político.

Podemos dividir el voto en contra según dos ejes. Uno que dice relación con las aspiraciones de los encuestados. Aquí están, por un lado, quienes votan en contra y no quieren cambiar la constitución. Por el otro, quienes votan en contra pero quieren cambiarla. Los que señalan que quieren que se cambie la actual constitución son principalmente de izquierda (96%), mientras que en el grupo de más a la derecha solo un (17,4%) quiere que se cambie la constitución vigente.

El otro eje da cuenta de las razones que llevan a los encuestados a votar rechazo. Por una parte están las “razones estructurales”, entiéndase como aquellas en las que el resultado del texto final no influye directamente en la preferencia a votar en contra. Es decir, son razones que no tienen que ver con la elaboración de enmiendas. Por la otra parte, se encuentran las “razones circunstanciales”, a diferencia de la anterior, dependen directamente de la labor que realicen los consejeros y del resultado del texto.

A partir de lo anterior podemos identificar cuatro perfiles del votante en contra:

  1. Personas que son de izquierda, que quieren cambiar la constitución y que votan en contra por razones estructurales, principalmente porque no se sienten representados por los pactos políticos presentes en el proceso.
  2. Personas que son de derecha, que no quieren cambiar la constitución y votan que en contra por razones estructurales, considerando que el proceso actual no es legítimo.
  3. Personas que son de izquierda, que quieren cambiar la constitución y que votan en contra por razones circunstanciales, pues no les gusta como está quedando el texto. Eventualmente estas personas podrían cambiar su opinión si la oferta de texto cambia considerablemente.
  4. Personas que son de derecha, que no quieren cambiar la constitución y votan en contra por razones particulares, y prefieren mantener la constitución actual.

El escenario para los consejeros es bastante adverso porque las razones para votar en contra son variadas y los grupos que defienden esta postura se ubican en los extremos ideológicamente. De este modo, los consejeros necesitarán más de una estrategia para revertir la actual situación.

Surgen dos interrogantes, ¿Cómo van a hacer los consejeros para sumar a este proceso a personas que quieren votar en contra por razones estructurales, porque no se sienten representados o porque consideran que el proceso no es legítimo? ¿Existe la posibilidad de redactar un “texto común”, que los de más a la derecha lo prefieran por sobre la constitución actual y a los de más a la izquierda les parezca un texto razonable? El desafío implica construir un texto lo suficientemente amplio como para abarcar izquierdas y derechas—pero al mismo tiempo, para convencer electores que progresivamente han ido explicitando su rechazo a un texto que hasta el momento parece no convencer.

*Pedro Valenzuela, sociólogo e investigador Laboratorio Constitucional UDP

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