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Reportajes

26 de Agosto de 2023

Un elefante blanco en el Barrio Bellavista: la historia del edificio que lleva más de 10 años vacío y en el pasillo de la muerte

Felipe Salgado

En el corazón de Santiago sobrevive un edificio que lleva una década esperando su demolición, que volvió a tener un lienzo colgado desde su decimoséptimo piso. El mensaje pide al alcalde Daniel Jadue entregar los departamentos y las nuevas resoluciones judiciales del “caso inmobiliaria” no dan tregua al enfrentamiento entre la Municipalidad de Recoleta y Desarrollo Inmobiliario Bellavista S.A. Según la inmobiliaria, son cientos de clientes que firmaron la promesa de compra y que aún esperan una resolución, mientras que en el municipio esperan la demolición.

Por Paula Domínguez Sarno

Al entrar al Barrio Bellavista por el acceso sur de Pío Nono, se impone en el poniente el edificio gris de más de 20 metros de alto de la Universidad San Sebastián. Hace 14 años cubrían su construcción unas planchas de madera OSB y tras ellas sobresalía, en lo más alto, la capilla del antiguo Liceo Alemán. En esos tiempos, se tomaba la agenda la resistencia a la estatua gigante de Juan Pablo II que querían instalar en la plaza José Domingo Gómez y una cuadra más arriba construían la nueva sede de la Universidad Andrés Bello. El paisaje estaba cambiando y los vecinos se preguntaban si esas calles nocturnas y residenciales se convertirían en el nuevo barrio universitario de Santiago.

Hoy, la cruz de la iglesia es lo más bajo de la manzana, cubren toda la planta baja del campus universitario unos latones metálicos que protegen la infraestructura y lo que se asoma, por arriba, son dos torres de 19 pisos cada una. Una decora sus ventanas con familias y cortinas de diferentes colores, mientras que la otra lleva más de 10 años esperando para ser habitada. O derribada.

A la vuelta de la casa de estudios, la esquina de Dardignac con Enrique Pinto Lagarrigue cubre sus rejas por fuera con biombos de dos metros de altura de madera liviana grafiteada. Corona la protección, un cerco perimetral con alambre de púa de apariencia carcelaria y los tres primeros pisos del edificio dejan ver latas de zinc en vez de ventanas. Adentro, funcionan sin pasajeros los ascensores.

Personas entran y salen a distintas horas de Dardignac 44 y nada les parece raro. Pero ahí está. Entrando, a la derecha, decora con decadencia el lado poniente de la manzana, el elefante blanco de Bellavista, que tiene como patio el sitio eriazo de la construcción, a medio empezar de una tercera torre. El déficit habitacional de más de 600 mil viviendas lo trae a colación cada cierto tiempo en uno que otro hilo de Twitter, pero con 11 años sin habitar, ya es un detalle ornamental del barrio.

Al atravesar la puerta del edificio está la recepción, solo que sin mesa, ni buzones, ni espejos, ni conserjes: solo que sin recepción. Al rodear el pasillo de los ascensores hay un baño, mesas de comedor para el personal de aseo y una pieza que cumple “momentáneamente” el rol de sala de administración. Es un espacio de poca luz con un par de mesones más, un escritorio de melamina con accesorios de oficina y, en una de las paredes, esperan colgadas las llaves de los 239 departamentos.

Las llaves que esperan colgadas hace 11 años

La discusión de 10 años por 10 pisos

Todo partió en 2012, cuando se destapó el caso de corrupción de Carlos Reyes Villalobos, el director de Obras Municipales de Recoleta que se desempeñó en su cargo durante los mandatos de los exalcaldes Gonzalo Cornejo (UDI) y Sol Letelier (UDI). Reyes fue acusado y condenado por nueve delitos de cohecho y uno de falsificación de instrumento público en sus funciones entre 2007 y 2012, años en los que se dio el permiso de edificación a la torre que hoy permanece vacía. Esta fue parte del proyecto “Conjunto Armónico Bellavista” de la empresa Desarrollo Inmobiliario Bellavista S.A., el cual incluía toda la manzana.

La construcción dibujaba en sus planos el edificio de la Universidad San Sebastián y tres torres habitacionales de 19 pisos cada una. Alcanzaron a terminar de construir todo, menos la tercera torre, ya que, en 2013, las obras se paralizaron.

Ese año asumió la alcaldía Daniel Jadue -quien al contactado para este reportaje dijo que no se referiría personalmente al asunto y solo a través del abogado de la municipalidad para este caso- y solicitó un informe técnico a la Dirección de Obras Municipales que concluyó que el proyecto infringía la ley urbanística. De acuerdo a una de las normas, las construcciones no podían superar los 9 pisos y el edil decretó la demolición de una de las torres. Una, porque la otra ya había sido vendida. “Porque son terceros de buena fe –término utilizado para referirse al sujeto que se encuentra protegido ante un acto jurídico contra el verdadero dueño (la inmobiliaria)–, por eso no incluyen”, explica Ciro Colombara, abogado representante de la Municipalidad de Recoleta, sobre la razón por la cual no han decretado la demolición de todas las construcciones.

Sin la recepción final de la municipalidad no hay escritura y, sin ella, no hay propiedad para su venta. Sin embargo, desde la inmobiliaria aseguran que antes de 2013 ya se habían “vendido en verde” los 239 departamentos. Esto a través de promesas de compraventa y el pago del pie del inmueble.

Humberto Nilo (66) asegura ser una de las personas que quiso comprar en verde un departamento y llevar más de 10 años esperando poder finalizar su compra para tener su departamento. “Con 54 años de edad surge la idea de comprar un departamento de un ambiente en ese proyecto inmobiliario. Esto con la idea de contar con un recurso que mejorará mi pensión futura”, cuenta. “Al comprarlo con crédito, contaría con los ingresos por arriendo para servir la deuda hipotecaria en un periodo no superior a 15 años. De esa forma, alrededor de los 69 años ya se habría saldado la deuda y a partir de ahí solo generaría ingresos. No pasó de esa forma”.

Al pedirle los papeles que respalden su pago de promesa de compraventa, envía un pago por $222.097. Donde aparece el nombre y rut están borrados. Dice que no quiere mostrar esos datos.

María José Mondaca, Property Manager de Desarrollo Inmobiliario Bellavista S.A., presenta a Nilo como uno de los promitentes compradores de la torre. Es decir, uno de quienes firmaron la promesa de compraventa y que aún no ha pedido su dinero de vuelta a la inmobiliaria. “58 clientes han pedido de vuelta el pie”, asegura Christian Espejo, abogado de la inmobiliaria. Sin embargo, una fuente de la Municipalidad de Recoleta afirma que los promitentes compradores de los que habla la empresa son “palos blancos”.

Con la edad que tiene, dice Nilo, ya le es difícil acceder a un crédito hipotecario, además de que las tasas, hoy, se mantienen altas con las presiones inflacionarias. “Eso me imagino que es lo que le ha pasado a varias de las personas que siguen en el proyecto”, comenta.

“Alcalde Jadue, entregue estos departamentos. 250 familias necesitamos nuestro hogar”, se lee alto del edificio, desde la calle Bellavista, en un lienzo gigante que se extiende desde los balcones del piso 17 al 9 por su pared sur. Humberto cuenta que se organizaron junto a otros promitentes compradores y, con autorización de la inmobiliaria, lo colgaron. Desde hace dos semanas sigue ahí.

Cuánto cuesta demoler una torre

De acuerdo a la figura de los decretos de demolición, estas deben financiarse por el privado en caso de problemas con el Plan Regulador. Lo más importante es que la explosión, se realice completamente aislada de la vía pública, por lo que la Dirección de Obras Municipal determina las horas del día, cierres provisorios de calles y los medios mecánicos para el descenso de materiales, entre otras cosas.

El 1 de julio se cumplieron nueve años desde que el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, decretó la demolición del edificio. Desde entonces, se han abierto más de una decena de causas en la justicia entre la inmobiliaria y la municipalidad –tanto civil como penal– y, cada cierto tiempo, nuevas resoluciones y apelaciones sacan uno que otro titular.

La Property Manager de la inmobiliaria, María José Mondaca, afirma que el personal de aseo, electricistas y contratistas visitan todos los meses el edificio para revisar que todo esté en orden. “Están haciéndoles mantención a los ascensores”, dice mientras abre la puerta de las escaleras de emergencia para llegar a los departamentos. Mientras sube, ilumina los oscuros pasillos con la linterna de su celular y se lee en uno de los tubos PVC que protegen el cableado “27-07-2012”, escrito a mano.

Uno de los tubos que protege el cableado

Son tres los tipos de departamentos: el más pequeño es de una habitación y un ambiente, el intermedio es de una habitación, pero dos ambientes, y el más grande es de dos habitaciones; todos con cocina americana. En ella, la campana, quemadores y el horno FDV están aún con el plástico de burbujas, envolviendo adentro las bandejas metálicas. Las ventanas están forradas con papel craft para que el sol no arruine las alfombras y los soquetes cuelgan rendidos del cielo sin que nadie nunca haya puesto en ellos una ampolleta.

“Salirse de la compra y retirar la cantidad invertida siempre fue opción”, comenta Humberto Nilo. “Pero la idea es que, estando en pie el edificio, las cosas se hicieron de manera correcta, la inmobiliaria parecía seria y exitosa, con varios proyectos propios y en el mismo sector”, agrega. “Era impensable lo que vino luego”.

A través de una videollamada, Humberto cuenta sobre el momento en que decidió firmar el contrato de compraventa. Dice que la oficina de venta estaba en una casa frente al terreno, mientras toma una hoja de papel que lee e intenta mostrar a través de la cámara. No se alcanza a ver qué dice, pero explica que la empresa que allí sale se llama Vitalia. “Debe ser la empresa de venta”, explica, ya que no es el mismo nombre de la inmobiliaria que construyó.

Verónica Lanas también dice haber firmado el contrato de compraventa con la inmobiliaria pensando en su vejez. “Yo soy arquitecto y soy independiente. Entonces, cuando yo terminara de pagar este departamento, ya coincidiría con mi etapa de jubilación”, explica. “E iba a ser eso: mi jubilación. Esa era mi finalidad”. Cuenta que es parte del grupo que se organizó para colgar el lienzo en el edificio y que, entre los mismos, crearon una directiva de la cual ella es presidenta.

Desde 2014 la inmobiliaria comenzó una serie de acciones legales en contra de la municipalidad para evitar la demolición, algunas con “buenos resultados” y otras no. Entre apelaciones de ambas partes, los fallos de las cortes terminaron otorgándole a Desarrollo Inmobiliario Bellavista S.A., en más de una ocasión, la impugnación en contra del decreto de demolición.

“Lo discutido no fue la legalidad de los permisos, sino la impugnación en contra del Decreto de Demolición N° 2388 de 2014”, explica Ciro Colombara, abogado representante de la Municipalidad de Recoleta en los juicios del “caso inmobiliaria”. Por otro lado, el abogado de la inmobiliaria, Christian Espejo, afirma que, a pesar de que ganaron en 2017 y 2020 en la Corte Suprema, el alcalde Jadue ha cambiado las reglas. “En enero de 2021, va y decreta una nueva demolición y vuelve a negar la recepción con fundamentos fuera del permiso de edificación”, asegura. 

La distancia técnica y el desempate

El permiso de edificación del conjunto fue otorgado por Carlos Reyes, el director de Obras Municipal condenado por corrupción. Se suma al cuestionamiento, el hecho de que la manzana en cuestión une dos zonas de edificación, cada una con una norma distinta de urbanización. La diferencia entre ellas es que una permite que las construcciones puedan tener más de nueve pisos y la otra no. “El proyecto en cuestión debió haberse configurado en torno a un permiso de edificación, y no dos como aconteció”, se lee en uno de los documentos de la Contraloría presentado en Fiscalía.

En el último piso del edificio vacío, desde el balcón de uno de los departamentos con vista a la calle Bellavista, se pueden ver los restos de la construcción incompleta de la tercera torre. Allí, a diferencia del lado de Pío Nono, se ve poca gente. En el sitio eriazo a veces aparecen llaves de autos y billeteras, según cuenta Mondaca, la Property Manager del edificio. Al lado, adornan la vista a la calle, los techos de la capilla del ex Liceo Alemán y del lado oriente está la torre que alcanzó a ser habitada. En diagonal, si no fuera por el edificio universitario del conjunto, podría verse la emblemática y antigua Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

En 2019, la institución, junto a parte de sus funcionarios, profesores y alumnos, también interpusieron una demanda para que anulen el permiso otorgado a Desarrollo Inmobiliario Bellavista para la construcción del Conjunto Armónico Bellavista. Este caso se encuentra en tramitación y la inmobiliaria y la municipalidad comparten bandos, ya que la querella es contra ambas entidades.

Según Ciro Colombara, esta es una de las causas más relevantes del caso, puesto que, de ganarla, todos los edificios de la manzana perderían su permiso de edificación, incluyendo la torre habitada y el Campus Bellavista de la Universidad San Sebastián.

Se suma a las acciones legales, otras contra Daniel Jadue como representante de la Municipalidad de Recoleta. Sin embargo, esta es de materia penal por el delito de negociación incompatible y prevaricación administrativa. Solo el recién pasado 14 de agosto, la inmobiliaria anunció un nuevo recurso ante la Corte de Apelaciones para dejar nula la sentencia del 7 de agosto que sobreseyó al alcalde. “El Ministerio Público investigó y, después de hacer todas las diligencias, cerró la investigación y decretó la decisión de no perseverar”, explica Colombara.

La inmobiliaria recurrió al Tribunal Constitucional, pero aun así, el alcalde fue sobreseído. “Fue sobreseído temporalmente”, corrige el abogado de la inmobiliaria, Christian Espejo, quien además explica que la “derrota” no es de fondo, sino técnica.

“A mí me han llamado y me han dicho: ‘¡Ay, qué rico, te van a entregar el departamento!’. Pero veo al mismo tiempo en las noticias que Jadue celebra que le ha ido bien en su juicio. Y, por otro lado, la inmobiliaria también celebra que le ha ido bien”, cuenta Verónica Lana. “El sistema judicial puede eternizar este tema. Aquí los únicos que están ganando, en realidad, son los abogados a los que les están pagando. Tanto de la inmobiliaria como de la municipalidad”.

Dice sentirse frustrada y, desde un inicio mostró interés en denunciar su experiencia cuando fue contactada para este reportaje. Pero al pedírsele mostrar el contrato de compraventa que firmó para comprobar que es una de las promitentes compradoras, se negó. “No estoy dispuesta a enviarte documentos privados”, dijo.

Actualmente, lo único antiguo que queda en la cuadra en disputa es la capilla. La rodean una universidad metalizada, dos torres de 19 pisos y un sitio eriazo con construcciones subterráneas sin terminar. Tal como especulaban los titulares de los medios en 2009, el director de Obras de la Municipalidad resultó ser corrupto, la estatua gigante de Juan Pablo II finalmente no se puso y el lugar se convirtió en uno de los barrios universitarios más emblemáticos de Santiago. Mientras, el elefante blanco de Bellavista espera paciente a que decidan si su futuro es, después de tanto tiempo, demoledor.

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