Columna de Camila Miranda (Nodo XXI) sobre las enmiendas del Consejo Constitucional: Dejarnos sin libertades

A estas alturas del debate constitucional, cuesta enumerar cada problema que la propuesta constitucional nos traería en la vida, en la estabilidad política, en la cohesión social, para imaginar el futuro de quienes vendrán. Lo paradójico es que se viste como una propuesta para la libertad, que en realidad nos deja sin libertades.

Tras la promesa de la libertad de elegir, ya se vislumbra una nueva forma de liberalización económica anclada en los derechos. Las respuestas a la pregunta sobre ¿Quién puede hoy elegir? – que hace algunas décadas estallaba en los problemas del modelo educacional, o en la evidencia de pérdida de libertad y dignidad al jubilar, por indicar algunos ejemplos-, quedan reducidas a una suerte de obligatoriedad por elegir al mercado.

Normas que miradas de buena fe, podrían considerarse como graves errores de una presentación apresurada, como que “sólo la ley podrá regular, limitar o complementar el ejercicio de los derechos fundamentales”, pero que puestas en una perspectiva sistémica, en conjunto a otras enmiendas, en realidad lo que hacen es atrofiar la capacidad de la acción pública a tal punto, que el mercado termina siendo el único espacio para resolver la vida. Lo que se les olvida compartirnos, es que una premisa de esa concepción, es la desigualdad: que algunos sean libres y ya sabemos, no necesariamente por sus méritos o esfuerzo.

La conquistas de libertad en tiempo, autonomía, en libertades políticas, han sido el resultado de la vida de miles de compatriotas en nuestra corta, pero intensa vida nacional. Lo que hoy nos parece obvio, como tener jornadas de trabajo, que podamos estudiar, usar anticonceptivos, que se nos deba tratar con dignidad, no siempre lo ha sido y en estos días queda más que clara su fragilidad.

El cuadro es una propuesta constitucional que se presenta como patriota, pero que en efecto, ofrece al mejor postor pedacitos de la vida: las aguas, la salud, la dignidad. Una propuesta que declara preocuparse por los reales problemas de la ciudadanía, como la apuesta por el fin a las contribuciones a la primera vivienda, o las medidas populistas para afrontar los conflictos en distintas zonas del país, pero cuyo resultado es dejar sin libertad a quien no pueda comprarla o  suprimírsela, a quien no tenga las redes para no ser sujeto de sospecha. Una Constitución que nos impone un juez sobre la moral, sobre la identidad, sobre los cuerpos.

¿Libres? ¿Quiénes?

Camila Miranda Medina, presidenta de la Fundación Nodo XXI.