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28 de Octubre de 2023

Por qué los precios de las comidas y bebidas son tan caros en los cines, estadios y aeropuertos

Fotos: Felipe Figueroa

$9.550 puede costar un sándwich en el principal terminal aéreo de Chile. $10.500, unas paquete de cabritas tamaño familiar en la confitería de un cine. Entre las razones de los sobreprecios están, según los operadores, los costos de arriendos, transporte y el reparto de ingresos de los locales. Desde las organizaciones de consumidores acusan que los valores "inflados" representan una amenaza para la libre competencia.

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En julio de 2022, un registro en redes sociales dejó ver los elevados precios de los sándwiches de una cafetería ubicada en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez. El video, subido a TikTok por el usuario @cristobalalonso, mostraba cómo en el principal terminal aéreo del país un completo costaba $10.550.

La publicación a los pocos días se volvió viral y llegó a las 401 mil reproducciones, además de ser replicada por otras cuentas en X e Instagram. Eso motivó al youtuber José Ignacio Lucero a ir al lugar y probar cómo era el plato y si se ajustaba al precio.

Lo cierto, detectó, es que no se trataba de la tradicional preparación con vienesa, tomate, palta, mayonesa, kétchup y chucrut, sino de una ciabatta con churrasco en láminas, tomate, mayonesa y chucrut. “Era ahí nomás, costaba muy caro. El pan es del porte de mi mano. Pesa menos que un paquete de cabritas. Está rico, pero no pagaría 10 lucas“, dijo en un video.

@cristobalalonso01 Completo a 10.550 bella ✨ 🫠 #f #fyp #chile #aeropuerto ♬ el que use este audio es normal – Nei

Lo que también es cierto es que los valores promedio de los alimentos y las bebidas en aeropuertos como el de Santiago llegan a duplicar e incluso triplicar la media de la ciudad.

En uno de los locales del terminal internacional, por ejemplo, un desayuno gourmet -con croissant con huevo, queso y jamón, pan de chocolate, un café o un jugo de naranja- para una persona puede costar $10.800. El precio sube $21.300 si es para dos y a $41.500 si es para cuatro. Para el almuerzo, un pollo en salsa de mostaza acompañado de vegetales y papas al horno cuesta $16.000.

La oferta de sándwiches es variada e incluye distintos ingredientes -carnes, quesos, verduras y tres tipos de panes-. Los precios, en tanto, varían entre los $8.550 y $10.550. El costo de una botella de agua mineral de 590 ml -el producto más vendido en los aeropuertos- en ese recinto es de $2.860, pero a sólo metros, en un local hermano, se puede encontrar el producto a $2.300. La bebida del mismo tamaño está, actualmente, en $2.960.

En un restaurante que ofrece, entre otras cosas, hamburguesas, papas fritas y productos para compartir, la preparación estrella tiene un precio que fluctúa entre los $10.900 y los $13.900. Esto contrasta con los valores que tienen los platos en los locales de Santiago, de $9.900 a $10.500.

Arriendos, horarios y costos del personal: Por qué un sándwich puede costar hasta $10.000 en el aeropuerto

Un ejecutivo del operador de una cadena de restaurantes reconoce a The Clinic que hace seis años el mayor índice de reclamos del aeropuerto era el precio de los productos. Pero los tiempos han cambiado. “Todo viene con la idea de que el aeropuerto es caro. Pero hoy, por ejemplo, en el terminal nacional ya no viaja gente de recursos. No puedes poner el garrotazo como era antes. Pero hay operadores a los que les da lo mismo, y llegan y ponen los precios”, confiesa.

Entre las razones que esboza para fijar los precios en un rango mayor al centro de la ciudad están los costos del personal. “Todos los servicios de los funcionarios se incrementan, son más caros que el resto. Ya sea por el transporte o la lejanía, aunque ahora llegue el Transantiago al aeropuerto”, dice.

Otro aspecto son los horarios: “La mayor venta se hace entre la mañana y la hora de almuerzo, no a la cena. Las cafeterías son un boom hasta las 16:00. Y tienes que tener personal que llegue a esa hora”.

Y, finalmente, apunta que el arriendo también influye. “El metro cuadrado cuesta al menos un 20% más caro de Chile en Las Condes y Lo Barnechea. Y ni hablar de construir el metro cuadrado en el aeropuerto”, señala el administrativo.

El funcionario plantea que la concesionaria del terminal aéreo no interviene en los precios, pero sí puede hacer sugerencias. “En España y Argentina se nos pide que presentemos las alzas de precios y que lo fundamentemos”, comenta.

Por su parte, Waldo Ramos, gerente de operaciones de Áreas Chile -empresa que administra 11 locales en Nuevo Pudahuel-, asegura que “el pasajero siempre va a encontrar alternativas de precio como en todos lados. Si cotiza bien, se podrá tomar un café barato y un agua mineral que no sea estratosférica. Hay que saber buscar y cotizar antes de venir y comprar por impulso”.

“Claramente no va a pillar un agua mineral en $1.000 o en lo que vale en el supermercado. Pero sí va a haber unas alternativas más baratas que al cliente no le va a doler pagar”, agrega.

Pop corn familiar a $10.500: los precios de los cines

Un lugar donde también se “inflan” los precios de alimentos y bebidas son los cines. En esos recintos, mientras una entrada bordea los $6.000, los valores en las confiterías se disparan.

En un cine de un concurrido centro comercial de Santiago, los precios de las ‘cabritas’ varían según el tamaño. Las más baratas se encuentran a $6.300. Por $8.400 se puede comprar la versión mediana y por $10.500, la familiar. Una botella de gaseosa de 590 ml, en tanto, ronda los $3.000 y las aguas, los $2.500. Los snacks, por su parte, van entre los $1.500 y los $3.000.

Uno de los combos -que incluye dos cajas de pop corn gigantes y dos bebidas- cuesta $16.900. Lo mismo cuesta una promoción de ‘palomitas’ XL, dos bebidas y un extra, que puede ser otras caja de ‘cabritas’, galletas, croquetas o papas fritas.

La explicación es clara. Según un funcionario administrativo del cine, “la confitería es cara porque la venta de entradas no es un ingreso sustentable para el cine. De la entrada, por lo general, sólo el 10% va directamente al cine y el resto se va entre las productoras y distribuidoras. Si el cine sólo vendiera entradas, se iría a la quiebra. No es un negocio rentable”.

En cambio, plantea, “el ingreso en la confitería es cercano al 90%. Por eso se le trata de sacar un valor”. Así, en temporada baja, entre $100 y $200 millones de los ingresos de los exhibidores proceden de las confiterías. En boleterías “puede ser un poco más o un poco menos, pero el porcentaje es más difícil de sacar, porque nos quedamos sólo con el 10%”.

El empleado del recinto añade que entre los clientes que llegan a la confitería, la mayoría son extranjeros y, particularmente, venezolanos, que compran ‘cabritas’ o productos salados.

Organizaciones de consumidores acusan amenaza a la libre competencia

Desde las organizaciones de defensa de los derechos de los consumidores miran con preocupación las diferencias de precios entre los aeropuertos, los cines y los estadios y el resto de las ciudades. A juicio del presidente de la Organización de Consumidores y Usuarios (Odecu), Stefan Larenas, “en una economía de libre mercado rige la libre competencia. Eso significa que el consumidor lo único que puede hacer es elegir cuando existe competencia”.

En esa línea, opina que “en el caso del aeropuerto no existe competencia, o existe muy poca competencia. Eso hace que se pueda cobrar lo que la empresa quiera. Ahí el consumidor sabrá si compra o no compra”.

Cosa diferente es la que ocurre, afirma Larenas, en espectáculos, como el cine o un partido de fútbol. “Ahí no sólo no existe libre competencia, sino que se prohibe la libre competencia. Todo esto porque, además, “no se puede entrar a esos recintos con comida de afuera. Es una falta grave a la competencia, y eso deberá ser regulado lo antes posible”.

El presidente de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios (Conadecus), Hernán Calderón, concuerda con esta tesis. “No tenemos ninguna herramienta para impedir esto, porque es parte de nuestro modelo económico. En nuestro modelo, los precios los regula la oferta y la demanda. No hay límite, puedo pedir lo que quiera”, reclama.

Calderón sostiene que, por ejemplo, en el caso de los terminales aéreos, el arriendo de espacios es mucho más alto y “la oferta es limitada. En algunos casos no hay una variedad de locales que compitan, y tienen un costo general muy alto”.

El presidente de la Conadecus apunta que “se podría avanzar en una regulación que permita ingresar con productos que no son del mismo proveedor del servicio del recinto. En algunos otros países no hay restricción”. Sin embargo, el tema no se ha discutido en el Congreso y “no ha habido resolución”.

“El problema es el modelo y cómo está construida la política económica chilena. Podemos hacer un modelo más regulatorio, para así ir cambiando el modelo”, insistió.

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