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Opinión

29 de Octubre de 2023

Columna de Carolina Urrejola: Un país infernal

Carolina Urrejola The Clinic

"Al Presidente Boric le ha costado contener la molestia por la forma en que se cubren aspectos de su gobierno. Ha emplazado a reporteros y reporteras en puntos de prensa, bajó desde su oficina a interpelar duramente a un fotógrafo a vista y paciencia de sus colegas y, en general, no evita el impulso furioso contra el periodismo. Es extraño viniendo de un hombre de su talante moral e intelectual, que expone sus convicciones democráticas a quien quiera escucharlas", escribe la periodista en su columna semanal para The Clinic.

Por Carolina Urrejola

Uno de los aspectos más ingratos de gobernar es ser blanco permanente de las críticas. Sobre todo, porque sólo ejerciendo el poder se comprende la compleja red de esfuerzos que implica hacer que el país salga adelante. O, por lo menos, intentar que se mantenga a flote. Por consiguiente, una de las habilidades más útiles cuando se está en las altas esferas es saber mantener la cabeza fría, recoger en silencio la crítica -por artera o malintencionada que sea- y seguir adelante. Esto es especialmente sensible en el caso del Presidente o la Presidenta de la República.

La pachotada del Presidente Gabriel Boric contra los diarios en su discurso en el Encuentro Nacional de la Industria -“Cuando leo los titulares de los diarios […]. En verdad, leo poco los diarios a estas alturas. Pero es impresionante el afán de preferir las malas noticias. Yo no sé cómo quienes siguen leyendo El Mercurio, La Tercera, La Segunda, quedan con su corazón después, porque, en verdad, es como si viviéramos en un país infernal. Y no estamos en eso”- se inscribe en una copiosa tradición de bronca presidencial contra los medios. Revisemos los casos más recientes.

En 2016, la Revista Qué Pasa publicó el testimonio de un operador político de la UDI que intentaba involucrar a Michelle Bachelet en el Caso Caval. La entonces Mandataria se querelló por injurias contra cuatro periodistas en una decisión sumamente polémica que se volvió en contra de Bachelet. Meses después retiró la querella porque el Consejo de Ética de los Medios sancionó a la revista por faltas a la ética, lo que le pareció “suficientemente contundente” como para desistirse de la acción legal. La justicia obligó a la expresidenta a pagar los honorarios de la defensa de los profesionales en un penoso episodio que puso en duda su real compromiso con la libertad de expresión.

En 2021, una asesora directa de Sebastián Piñera, Magdalena Díaz, llamó al propietario de La Red en Miami para quejarse por una entrevista y criticar su línea editorial. El medio recurrió de protección a la justicia y la Corte Suprema falló a su favor. “La conducta de la recurrida, dada su investidura, constituye una injerencia que inhibe la actividad periodística y la libertad de expresión”, señaló el fallo.

Es más. Los días posteriores al estallido social de 2019, el expresidente Piñera llamó personalmente al director de otro medio de comunicación para increparlo, indignado, por el tenor de la cobertura.

Como vemos, no es una cuestión de izquierdas o derechas. Son arrebatos que la primera figura de la República debe evitar a como dé lugar.

Al Presidente Boric le ha costado contener la molestia por la forma en que se cubren aspectos de su gobierno. Ha emplazado a reporteros y reporteras en puntos de prensa, bajó desde su oficina a interpelar duramente a un fotógrafo a vista y paciencia de sus colegas y, en general, no evita el impulso furioso contra el periodismo. Es extraño viniendo de un hombre de su talante moral e intelectual, que expone sus convicciones democráticas a quien quiera escucharlas.

Extraño además de quien, como parlamentario, fue siempre respetuoso del trabajo de los medios, rechazando filtrar información o usarlos interesadamente para perjudicar a adversarios, un verdadero deporte olímpico en la política local.

Y extraño viniendo de alguien que debiera entender que, por reprochables que sean las acciones de algunos medios y sus periodistas, hay vías institucionales para levantar quejas.

Desprestigiar a la prensa es un nuevo deporte entre demagogos y populistas del más alto nivel. El Mandatario debiera ser cuidadoso y no inscribirse en esa tradición que tanto daño le hace a la democracia, porque debilita la autoridad del periodismo para ejercer su rol de fiscalización del poder. “El periodismo debe incomodar a los poderosos”, decía Boric durante su campaña. Bueno, él es poderoso y está incómodo. Más que evitar leer los diarios, debiera auscultarlos de manera concienzuda y autocrítica. Esa también es una parte de su trabajo.

¿Puede hacer uso el Mandatario de su derecho a la libertad de expresión para criticar a determinados medios? Puede. ¿Es neutra su opinión, como la de cualquier otro ciudadano? No lo es. Su propia investidura lo obliga a mantener prescindencia del rol de la prensa que, bajo las reglas de la democracia, escruta sus acciones.

Hay una luz bajo la cual la declaración del Presidente Boric no debiera llamar la atención. Y es la tesis que defiende uno de sus referentes ideológicos y compañero intelectual en la nueva izquierda, el político español Pablo Iglesias. En septiembre, Iglesias estuvo en Chile por los 50 años del Golpe de Estado y señaló en una entrevista en La Tercera que actualmente los grandes actores políticos, sociales e ideológicos son los medios de comunicación y exhortó a la izquierda a entender que es en su terreno donde se juega la nueva política.

Siempre será necesario en una sociedad democrática que sus ciudadanos empujen el pluralismo. Siempre será un mínimo ético que los periodistas seamos autocríticos y revisemos permanentemente nuestras prácticas y estándares. Pero el camino nunca debe ser menoscabarlos, pretender golpear su autonomía o derechamente censurarlos. Es de esperar que el Presidente Boric comprenda lo que está en juego.

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