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Reportajes

8 de Diciembre de 2023

Los Mac’s: crónica del adiós a los pioneros del rock chileno

Fotos: Jorge Severino/huelladigital.cl

La primera banda nacional se despidió en el Rockódromo de Playa Ancha, a 61 años de su formación en Valparaíso. En la vorágine de recuerdos, Don Francisco se burla, los colegios del barrio alto demandan su colérica presencia, una canción no deseada se convierte en el primer himno del rock hecho en Chile, y un intento de carrera en Europa los desintegra.

Por Marcelo Contreras

Niños se encaraman en los cañones que tronaron en el mar contra Perú en el frontis de la Escuela Naval, mientras sus familias retozan en el césped esperando que la música arranque en el Parque Alejo Barrios inmediatamente al frente, una gigantesca explanada de tierra que de parque no tiene nada. Jornada final del Rockódromo en Valparaíso el sábado 2 de diciembre en su decimonovena versión, y los números se retrasan por culpa del viento en los tres escenarios principales bautizados como Cecilia, Ángel Parra y Los Mac’s. 

La implacable ventolera playanchina amenaza las estructuras, desprende telones, y obliga a los roadies a encaramarse como marineros de otros tiempos para asegurar el velamen. En un escenario auxiliar, una decena de adolescentes de la School of rock de Reñaca interpreta Silly love songs de Wings, y luego arrancan otras bandas y solistas. El rock en vivo y en directo multiplica sus ecos en la tarde porteña. 

A lo lejos, en medio del tierral, aparecen Los Mac’s, como una pandilla del siglo pasado presta a su último asalto. David (80) y Carlos (79) MacIver caminan lentamente, escoltados por los músicos que los acompañarán para celebrar una última tocata, la despedida. 

Hablamos de guitarras con David. Su Gibson SG, obtenida tras canjear una ES-335 de la misma marca en una volada en ácido hace más de 50 años, tiene problemas. En reemplazo, empuñará una Fender Stratocaster. 

El guitarrista Eisis Fernández cuenta que hicieron ocho ensayos para la media hora asignada. “Todo muy bien”, resume entusiasmado. Optaron por un bajista -dice- debido al Parkinson que afecta a Carlos. 

David revela “muchos problemas de salud”, molestias gástricas y dolores en las manos. Acaso nervios, pregunto.

“No -replica encogiéndose de hombros-. Un viejazo”.

Cuánto cobras

Reversa hasta 1962, a pocas cuadras del Alejo Barrios en el liceo 2 de Playa Ancha, donde David y Carlos eran alumnos. Con un par de guitarras de palo se atrevieron en el típico acto escolar de los lunes con un cover de The Everly Brothers, el dúo que influyó en las armonías que hicieron brillar a Los Beatles. “Aprendimos el ritmo del rock -recuerda David-, que es country prácticamente”. 

Cuando terminaron, entre el asombro y el reconocimiento de sus compañeros, la profesora de inglés les preguntó cuánto cobraban por cantar en una fiesta. “Es que no había nada”, explica el guitarrista de Los Mac’s, en un momento en que la música juvenil figuraba más cerca del cha cha chá, el bolero y el pop inocente de La Nueva Ola, que de la agitación rocanrolera y afiebrada de Elvis. 

Consagrados en Valparaíso como quinteto, Los Mac’s se radican en Santiago en 1965 y casi naufragan. Los músicos no se acostumbran a la capital y regresan al puerto, excepto David y Carlos. A través de Jorge Pedreros conocen al cantante y tecladista Willy Morales y al batero Eric Franklin, provenientes del popular grupo Alan y sus Bates, donde no había ningún Alan. El gusto por Los Beatles hermanó a la nueva alineación. 

Los Mac’s consiguen un contrato para grabar con RCA, se hacen habitués de programas radiales, y se unen a las giras por provincias de La Nueva Ola. Se divierten en esos viajes interminables en buses destartalados, pero en los shows les va pésimo. La música beat parece desagradar al público fuera de la capital, excepto cuando interpretan versiones de los omnipresentes Beatles. 

“Nos vestíamos de otra manera y no teníamos temas populares”, resume David. 

Enviados directamente por el gerente del sello, fueron a Sábados gigantes. “Don Francisco arruinó la actuación”, rememora el guitarrista. El animador los presentó y les pidió murmurando una característica musical, antes de la canción programada. “No teníamos tal cosa -cuenta David-, así que empezamos a tocar, y se instaló delante de nosotros poniendo cara de idiota”.   

En cambio, en el sector oriente de Santiago, era la banda de moda formando una incipiente escena rockera junto a Los Vidrios Quebrados y Los Jockers. 

David y Carlos MacIver

“Actuábamos en Vitacura y nos vio Andrés Morales, representante de Los Red Juniors, que se estaban separando”, cuenta Carlos MacIver. “Nos ofreció pega y trabajamos como locos. Llegó un momento en que Los Mac’s eran tan conocidos que los colegios corrían la kermesse para que fuéramos. Tocábamos en El Nido de Águilas, el Villa María. Nos fue bien. Se identificaban con nosotros”. 

Los Mac’s sampleando a Bob Dylan

Convertidos en número fijo de Los Portones de Lo Beltrán en Vitacura, hasta donde llegaban hijos de diplomáticos, coléricos y chicas a go-go del barrio alto, Los Mac’s se trasladaban durante el verano a los balnearios de la costa central. No eran masivos, pero disfrutaban incipientemente del estilo de vida del rock. La marihuana se integra al menú cotidiano y la ropa era de diseñador.     

A mediados de 1967, el DJ de radio Balmaceda y amigo de la banda Robinson Retamales, anuncia el estreno de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Los Mac’s reacomodan el horario de una de sus tocatas, para escuchar en el vehículo de su representante -”un auto antiguo enorme con amplificador a tubo”- el nuevo álbum de Los Beatles. 

Los Mac’s no podían salir del asombro, cada canción parecía fenomenal. La producción completa planteaba un nuevo contexto y parámetros, como si el rock hubiera ascendido de categoría en un salto elástico, dejando una estela de tonalidades lisérgicas y conexiones con otros lenguajes musicales. 

La banda chilena sintió que debía emular la hazaña del cuarteto de Liverpool y, de paso, nivelarse con Los Vidrios Quebrados y su álbum debut Fictions (1967). Invitados a un ensayo, Willy Morales y Eric Franklin quedaron impresionados con el nivel de sus colegas. 

Hasta ese momento, los dos primeros álbumes de Los Mac’s –Go go / 22 y G.G. Session by The Mac ‘s, ambos de 1966-, eran elepés de versiones. En cambio, Los Vidrios Quebrados habían compuesto íntegramente su disco.  

Sin gran entusiasmo del sello, indiferente a la consistencia de Fictions por su condición autoral, con el director artístico de RCA Hugo Beiza convencido del carácter elitista del rock, Los Mac’s se proponen grabar un álbum con músicos de cámara, cintas y solos de guitarra en reversa, y el sampleo de la voz de Bob Dylan.  

“Venían cambios a nivel político y cultural. No era una nueva moda, sino una onda más amplia, algo más consistente”, reflexionó David MacIver hace años, rememorando la génesis del álbum. 

“Nuestro argumento era que La Nueva Ola ya no era lo mismo -continuó- y que los diarios del mundo hablaban todos los días de Los Beatles. Eran noticia por lo que fuera. Lo dicho por Bob Dylan sucedía. No solo era poesía. Era crónica”.

Equipados con la primera partida de instrumentos y equipos Fender llegados al país, más el primer distorsionador de guitarra fabricado por un ingeniero militar estadounidense que los vio tocar en Viña -”lo hizo con una caja de betún”, reveló Willy Morales en una conversación previa-, el grupo convence a Hernán Serrano, director general de la RCA, de grabar el ambicioso long play. 

A Los Mac’s les preocupaba el sonido. Los responsables de los estudios solían aplicar exactamente las mismas técnicas para registrar a una banda militar, un grupo de cueca, o un flamante grupo de rock. Por lo mismo, las sesiones fueron increíblemente largas para la época, abarcando dos meses. Las sesiones con los músicos de cámara resultaron tensas por la necesidad de grabar en conjunto sin yerros. Cortes como Dear friend Bob y El amor después de los veinte años incluían guitarras en reversa, complicando a David en la cuenta de los compases. En Degrees, a instancia de Robinson Retamales que además contribuyó en la letra, insertaron la voz de Bob Dylan. Según Willy Morales, el responsable del sample mediante una cinta -cuando el concepto no existía-, fue el legendario ingeniero Luis Torrejón, el mismo que había grabado el año anterior Las últimas composiciones de Violeta Parra. En opinión de Morales, responsable de la música de Los Mac’s en tanto David escribía las letras en español e inglés, “quedó perfecto”. 

Los Mac’s en Italia.

Con los años, pese al orgullo que representa Kaleidoscope men para los miembros de Los Mac’s con todo su arrojo instrumental y técnico embebido de psicodelia y barroquismo -un disco que lleva décadas circulando entre coleccionistas sin que el grupo reciba regalías-, David Mac-Iver siente que la influencia Beatle es demasiado flagrante. Según el guitarrista, junto al músico de La Nueva Ola Carlos González, involucrado en el proyecto, se dedicaron “a podar” los ropajes que resultaban demasiado obvios, como ocurre en A través del cristal, enlazada sin disimulo a Strawberry fields. 

Mientras el grupo deseaba como single la juglaresca Nothing sweet girl, Hernán Serrano eligió la única pieza en español del disco: La muerte de mi hermano, una canción de protesta antibélica escrita por el músico porteño Payo Grondona y el crítico de cine Orlando Walter Muñoz. No era del agrado de Los Mac’s -Willy Morales asegura haber hecho cambios dramáticos al original- y lo incluyeron a regañadientes. En 1993 fue versionado por distintos músicos contando a Álvaro Henríquez, Arlette Jequier y Mauricio Redolés en un cedé de la Asociación de Trabajadores del Rock, como un reconocimiento a la primera canción del género hecha en Chile. 

El álbum tuvo escasa repercusión. Los Mac’s, con la excepción del instrumental El evangelio de la gente sola, con su teclado en espiral, la batería jazzie y la guitarra reverberante, no podían reproducir en vivo las complejidades y trucos de estudio de Kaleidoscope men. El sello exigió un nuevo disco con material más accesible y covers. Publicado en 1968, el último paso del conjunto por una sala de grabación sólo llevó el nombre de la banda. 

Ese mismo año, la RCA gestionó un álbum en Milán. Los hermanos Mac-Iver, Willy Morales y Eric Franklin se embarcaron en un transatlántico en Valparaíso rumbo a Europa

Instalados en Italia, la realidad golpeó: el nivel promedio de los músicos era muy superior. Les costó un año de ensayos alcanzar un estándar que les permitiera subsistir tocando. Nunca grabaron y la banda se desintegró. 

Carlos y Eric se marcharon a Nueva York. “Vi a Eric Clapton en el Fillmore East”, recuerda el bajista y cantante de Los Mac ‘s. También a Mike Bloomfield, el virtuoso guitarrista que acompañó a Dylan cuando se electrificó, “tocando en la calle después de haber actuado en el mismo teatro”. 

Los inicios de Los Mac’s

En la Gran Manzana se encontraron con el guitarrista Sergio del Río de Los Jockers y formaron Destrucción Mac’s, junto al vocalista estadounidense Ward Williams. Viajaron a Chile en 1971 y grabaron tres singles, ofreciendo multitudinarios conciertos, los primeros de rock pesado en Santiago. Terminaron en disturbios “con apaleos y gases lacrimógenos”, recuerda Carlos. 

“Llenamos un par de canchas de tenis con siete mil compadres y todos piteando -relata-. Los que no pudieron entrar empezaron con destrozos. Nos llamaron del Ministerio del Interior: prohibido seguir tocando”.    

David se quedó en Italia, hizo giras como músico de acompañamiento, vio a Yes “bien desafinados pero excelentes músicos” y a Led Zeppelin con Jimmy Page súper borracho, entre otros clásicos. Una noche carreteó con Vangelis, bajoneado por el fin de su banda Aphrodite’s Child. El cantante, un tal Demis Roussos, quería hacer carrera solista.       

Willy se dedicó seriamente a la música como compositor y se quedó en Italia. Eric Franklin participó en los 80 de la Banda Metro, pioneros de la new wave en Chile, y ha hecho carrera en EEUU y España. En un par de links, incluyendo Discogs, se asegura que tocó para Donna Summer y Miguel Bosé. 

En 2010, los hermanos MacIver y Willy Morales se reunieron para grabar el álbum El Tiempo es lo de menos. Tal como había ocurrido en el pasado, congeniaron poco. Un reencuentro agridulce marcado por diferencias políticas y un dejo de ninguneo artístico de Willy hacia los MacIver. El primero siguió ligado al mundo musical, en tanto los hermanos mantuvieron una actividad intermitente con nuevas alineaciones de Los Mac’s, dedicados a sus trabajos para ganarse la vida; Carlos como chofer, David en la actividad portuaria.  

Fuerza natural 

Conversamos en Recreo, en el departamento que comparten los hermanos y familiares en la población Lord Cochrane, un clásico del formato DFL 2 de fines de los 50. En una repisa descansa una copa entregada por una representante del Ministerio de la Cultura, las artes y el patrimonio, en medio del set en el Alejo Barrios. Pancho Sazo de Congreso los acompañó en Anne Marie, y un niño se sumó espontáneamente en el cierre haciendo coros en La Muerte de mi hermano. 

Hablamos de las bandas jóvenes de la tarde. Carlos cuenta que los miembros de una de ellas, unos chicos en edad de ser sus nietos, le pidieron una foto cuando se bajó del escenario. Los hermanos Mac-Iver sintieron que estaban pasando la posta, entregando el testimonio a las nuevas generaciones. 

“El rock es una fuerza de la naturaleza”, reflexiona David sobre el género que remeció su vida, desde el día que su padre llevó a casa un sencillo de 45rpm, de un artista llamado Elvis Presley. “Es inevitable. Es el choque de la cultura negra y blanca”.

“El rock nos dio notoriedad -apunta Carlos-, sabiendo que no fuimos una banda popular”. 

El municipio porteño los reconoció como ciudadanos ilustres en 2021 -en rigor, los MacIver nacieron en Providencia y vivieron en varias ciudades antes de arribar a Playa Ancha-, en la misma ceremonia que distinguió a Claudio Parra de Los Jaivas, nacido en el puerto. 

Valparaíso, cuyas avenidas, calles y pasajes suelen recordar nombres de oficiales de la Armada y presidentes, supo reconocer a tiempo a estos pioneros del rock en Chile, que a su vez ya sucedían a solistas como Harry Shaw y Los Truenos, William Reb y Los Rock Kings, y bandas como Los Blue Splendor y Los Tigres, artistas de una ciudad cuyos cerros habían accedido al rock & roll antes que el resto del país, gracias a los vinilos traídos por los marinos mercantes locales, o que se negociaban en los muelles con tripulantes gringos. Los adolescentes reunidos en la plaza Victoria a fines de los años 50, lucían como los del film Semilla de maldad (1955), la primera cinta en incluir rock en el soundtrack con la presencia de Bill Halley y sus cometas.  

Se acaban las preguntas. Un abrazo como despedida. 

“Hay que poner orden -comento a Los Mac’s-, ya que los amigos de Conce insisten en ser la cuna del rock en Chile”.

David y Carlos se ríen del atrevimiento penquista. 

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