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Comer y beber

24 de Enero de 2024

Restaurantes itinerantes y reciclados: la receta de Cristóbal Muhr, creador de los bares “El Bajo” y “El Retiro”

Nelson Mena | The Clinic

El actor Cristóbal Muhr ha participado en la fundación de siete locales: desde el restaurant itinerante "La Jardín" hasta el bar "El Bajo" ubicado en el zócalo del GAM. El sello que ha dejado en cada uno de esos establecimientos se refleja en sus enfoques culturales, sus decoraciones ornamentales, y sus muebles reciclados que están cargados de la historia de todos sus proyectos.

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“Mis restaurantes no tienen ideas muy preconcebidas. Necesito estar en el lugar, pasearme mil veces, imaginarme los recorridos”. Quien habla es Cristóbal Muhr, dueño de uno de los bares de moda en Santiago ubicado en pleno Centro Gabriela Mistral (GAM). Dicho lugar se transformó en un punto verde en medio de la calurosa explanada, con un techo cubierto de suculentas y cactus que resguardan a los comensales, mientras beben un mojito o una cerveza.

Muhr -creador de los bares El Bajo”, “Valdivia y El Retiro– además fue el fundador original de “La Diana” y el local itinerante La Jardín. Este último fue un espacio que tuvo tanto de restaurant como de instalación artística, y estuvo cerca de dos años funcionando en Santiago.

Quienes han visitado estos locales, saben que comparten algunos sellos distintivos, como las plantas que decoran cada rincón y sus muebles rústicos, pero prácticos y con historia. Lo que pueden desconocer, es que muchos de estos objetos, como cangrejos migrantes, han ido heredándose de local en local. The Clinic conversó con Cristóbal Muhr para conocer el proceso creativo detrás de estos proyectos.

Exterior de Bar El Bajo

El origen de los “restaurantes itinerantes”

La idea de crear restaurantes gitanos, desmantelando sus muebles estratégicamente ubicados, se originó en Londres, el año 2009. Muhr se había radicado en la ciudad europea después de titularse como actor. Ahí trabajó como bailarín en una compañía de danza contemporánea, donde conoció a su principal socio: el artista Tony Hornecker.

Su casa, como la define Muhr, era un espacio que parecía una instalación artística en sí mismo; lleno de ventanas, muebles rústicos y escaleras que subían a distintas direcciones. “No tenía ni uno. Entonces se le ocurrió hacer un restaurant en su casa para tener algo de plata. Y me invitó a mí para ser el garzón, porque en ese entonces yo tampoco tenía ni uno y necesitaba pega”, relata el actor.

La experiencia fue un éxito. En el interior de la excéntrica casa atendían a los comensales y realizaban performances artísticas. Su estilo distintivo, muy posicionado en el underground londinense, encontró un público fiel que pudo convertirlo en un buen negocio. Fue entonces cuando decidieron impulsar, como instalación artística, un restaurant itinerante llamado “The Pale Blue Door”.

Este local viajó por Santiago, Buenos Aires y Berlín, consecutivamente, entre los años 2010 y 2012. Posteriormente, esta temática, centrada en el desmantelamiento de los materiales para reubicar el local en distintos puntos, mutó en Chile bajo el nombre de “La Jardín”.

“La Jardín”, el restaurant desmontable

Foto de La Jardín

“Nosotros desarmábamos y guardábamos los materiales para otros proyectos. Entonces, a partir de esa experiencia, yo tenía ganas de volver a Chile a vivir. Y quería ver si encontraba la posibilidad de hacer algo más permanente”, relata Muhr.

Así, ambos artistas se asociaron con Rodrigo Arellano, periodista, Sebastián Muhr, artista que colaboró en el diseño, y Andrés Rodriguez, administrador de otros restaurantes, para instalarse en la Factoría Italia el año 2012. “Empezamos a limpiar esa casa. Y todas las cosas que encontrábamos más o menos interesantes, las guardamos. Recolectamos los escombros de demoliciones, íbamos al persa a buscar platos, tenedores…”, comenta.

Además de las plantas que decoraban todos sus rincones, los materiales reciclados que componían el local fueron uno de los principales distintivos del proyecto. A pesar de que esa nunca fue su intención inicial, como afirma el dueño.

“Nuestra idea no era esta volá del reciclaje, sino que todo era desde el punto de vista de lo práctico. Pero fue un éxito rotundo porque la gente lo encontraba lindo. Yo también lo encontraba lindo, pero igual era medio incómodo por lo precario de todo”, comenta entre risas.

“La Diana” original

Interior del restaurant La Diana original (2016)

El restaurant La Diana se hizo conocido por ser uno de los escenarios de la película “Una mujer fantástica”. Fue fundado originalmente por Cristóbal Muhr y sus socios -a quienes se sumó Álvaro Viguera– en el año 2016, en el monumento que anteriormente fue el Claustro de los Religiosos Sacramentinos.

“Era un convento abandonado del año del cuesco. Pero era un lugar precioso, muy alto, y muy desafiante. Porque no tenía nada de restaurante y debía transformarse en uno”, relata Muhr.

De a poco fueron acotando el espacio que recibieron con decoraciones ornamentales que venían de “La Jardín”, además de escaleras y muebles viejos que tenían guardados. Todo esto con la ayuda de la arquitecta Fernanda Sepúlveda, y la diseñadora Natalia Geisse.

A mediados del año 2018, Cristobal Muhr y sus socios abandonaron la administración del restaurant. Sin embargo, el actor continuó con otros proyectos.

“El Bajo”

“Queríamos darle una continuidad a nuestro trabajo que venía de antes, en específico La Jardín y Diana. Entonces postulamos a una licitación que se estaba haciendo en el GAM para el restaurant que había abajo”, relata Muhr en relación a una de sus últimas creaciones: “El Bajo”, ubicado en el zócalo del Centro Gabriela Mistral.

Interior del bar El Bajo

Las plantas que decoran su frontis, los mesones y las sillas migraron de los proyectos anteriores. Todo parecía estar listo; sin embargo, todo se ralentizó con el estallido social y la posterior pandemia. Así que su apertura debió postergarse hasta mediados del 2020, con las restricciones propias del momento.

“En el GAM yo quería hacer un espacio cultural. Quería que tuviera escenario, hacer espectáculos. Yo vengo del teatro, es una cosa que yo nunca he abandonado, entonces había esa cercanía”, comenta el dueño del bar.

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