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17 de Febrero de 2024

Abrir la relación: las razones que llevan a algunas parejas a explorar nuevas experiencias manteniendo su vínculo afectivo

Abrir la relación: las razones que llevan a algunas parejas a explorar nuevas experiencias manteniendo su vínculo afectivo Ilustración: Camila Cruz

Las relaciones abiertas se pusieron de moda en la época de los 60 con el movimiento hippie. En ese momento, primaba el deseo de libertad sexo afectiva ante todo. Pero hoy, el psicólogo Antonio Godoy explica que más que una falta de compromiso con una persona, es todo lo contrario: un compromiso por buscar la satisfacción total para cada uno y para ambos. ¿Cómo lo hacen? Según cuentan algunas parejas en este reportaje, a través de un acuerdo, que cada uno cumpla sus ganas de tener nuevas experiencias, reavivar el amor, reavivar el deseo, salir de la rutina y obtener un sentimiento de libertad.

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Francisco Mella (39) se sentó en la cama, al lado de su mujer. Quedaban pocos días para su cumpleaños y estaban planeando cómo celebrarlo. “Cuéntame, ¿qué es lo que te haría más feliz”, le preguntó ella. Llevaban 20 años casados y en familia, pero en ese preciso momento, él consideró que podía ser una buena idea confesarle su fantasía. Y no se equivocó: le propuso a su señora hacer un trío, porque siempre había querido poder verla con otra mujer. 

Ella accedió, le dijo que no se cerraba a nada y que estaba dispuesta a complacerlo. Así, una noche invitaron a una amiga en común a cenar. Entrada la noche, empezaron a jugar y luego, a besarse entre los tres. En la mañana, ambos conversaron sobre lo divertido que había sido la noche anterior y él se animó a preguntarle a su esposa si se animaba a tener una relación abierta. 

Y le dijo que sí. Cada uno comenzó a probar ver a otras personas, pero, sobre todo, disfrutaban de encuentros casuales de a tres. “El secreto para que resulte es la confianza y las ganas de ver a tu pareja disfrutar”, opina Francisco Mella. “La clave es que sea algo nuevo siempre. Si la viera tres o cuatro veces con la misma persona, se iría la adrenalina que entrega lo prohibido”, agrega. 

Así se define este tipo de vínculo. “En la relación abierta no existe una monogamia sexual. La idea es que ambos puedan consentir probar experiencias sexuales con otras personas. Pero, manteniendo la relación de base y la exclusividad afectiva con la pareja original”, dice Antonio Godoy, psicólogo en terapia de parejas, sexólogo y director de CEPPAS.

La satisfacción como recompensa

Valeria Rosales, directora de Sexología Chile, psicóloga y doctora (c) en Sexología, explica que, si bien los beneficios de este acuerdo dependen de la persona, las razones más comunes para probarlo son “las ganas de tener nuevas experiencias, reavivar el amor, reavivar el deseo, salir de la rutina y obtener un sentimiento de libertad”. Así nació la idea en la década del 60 junto con el movimiento hippie. 

“Es justamente el principio de la libertad de no sentirse atado a nada, el que está en el origen de las relaciones abiertas”, explica Antonio Godoy. “Pero hoy, ha cambiado de matiz. La gente ahora está en busca de una satisfacción hedonista de cada uno de los miembros de la pareja. Ésta no se entiende como una falta de compromiso, todo lo contrario. Es un consenso comprometido a respetar un acuerdo que permita encontrar la satisfacción total de ambos”, explica.

Lucas Blaset (35) y su pareja María José Norambuena (42) han abierto su relación no solo respetando los acuerdos iniciales que fijaron, sino que también, creándolos en el camino. Se conocieron a través de Bumble, tuvieron una primera cita donde la química fue explosiva y a los dos meses se fueron a vivir juntos. 

Él había tenido varias experiencias abiertas y ella ninguna. “Nuestra forma de explorar este vínculo fue ir haciendo nuestras propias reglas acorde pasaban las experiencias. Aprendimos que ambos queríamos tanto vínculos emocionales como sexo-afectivos diversos, pero para vivirlos en conjunto”, relata Blaset. 

María José Norambuena venía de la monogamia. “En la última relación que tuve, le planteé el deseo de abrir el vínculo a mi pareja solo porque quería explorar. Él no estuvo de acuerdo y por eso todo se terminó”, dice. Pero cuando conoció a su pareja actual, encontró interesante su propuesta, que iba más allá de buscar sexo y placer con otros.   

“Poder tener una relación abierta con ella era justamente lo que me hacía querer conquistarla. Para mí eso es el amor: poder compartirlo todo. Integrar a esa persona en la membrana del ‘yo’. Poder ir entendiendo qué le gusta a esa persona que tú amas sin apropiarte de ella”, dice Lucas Blaset. “Además, una de las mejores partes de este tipo de vínculo es el fortalecimiento que se da cuando se abren las relaciones y no hay engaños ni secretos”, continúa.

La clave de la libertad está en los límites

Para María José Norambuena, el límite es la mentira. Por eso, ella y Lucas Blaset rescatan cómo han aprendido a cultivar una comunicación fluida y honesta. “Yo creo que me engañan, se termina la relación abierta”, afirma. “El ‘engaño’, no significa serme infiel por meterse con otra persona. Si yo le dijera a mi pareja que mi límite es que no puede estar con sus ex, él lo hace y lo descubro, sería un problema. Si el límite es blanco, no hay matices”, continúa.

Ahora, lo interesante es que, si las cosas se hacen bien desde el principio, las posibilidades son infinitas y los límites, escasos. De hecho, existen distintas formas de abrir una relación. Valeria Rosales, la psicóloga y sexóloga, explica que las diferencias dependen de los consensos y los límites. “Por ejemplo, respetar que relaciones externas sean protegidas por el tema de las enfermedades de transmisión sexual. Algunas dicen sólo sexual y no romántico, viceversa, o ambos. Otras, permiten que sea con personas desconocidas, o no. En algunas se pide saber todo, en otras no, y así sucesivamente”. plantea. 

Crear las propias reglas es parte de lo “libre”, de lo “abierto”. Pero con la libertad también vienen responsabilidades, por lo que cuidar los acuerdos y comunicar si hay algún cambio, es fundamental. A Camilo Aránguiz (32) le pasó que la primera vez que intentó tener una relación abierta, no hubo claridad en los acuerdos de base.

“No entender bien la definición o la diferencia entre los vínculos no-monógamos fue lo que me hizo fallar en mi primer intento. Yo empecé a tener una relación más seria con otra persona, bien emocional y profunda, cuando mi polola lo que quería, era solo una relación abierta”, cuenta. Hoy está emparejado con esa persona de la que se enamoró y con quien definieron desde un principio que podían tener múltiples vínculos sexo-afectivos.

Mientras que para Francisco Mella, el límite era más particular. “A mí me gustaba ver o saber que ella estaba con otras personas. Pero yo, no quería buscar a nadie más. El placer, lo encontraba en que ella pudiese buscar su propio placer”, dice. 

Consentimiento para que sea saludable

Después de cuatro encuentros entre tres, Francisco Mella decidió pedirle a la tercera persona que se encontrara a solas con él. “Inevitablemente, empezamos un vínculo más allá de lo sexual desde ese entonces”, cuenta. “Ahí, a mi esposa la invadieron los celos y nuestra relación terminó por un tiempo”, explica. 

La mayoría de las veces, esos celos son inevitables. “La cultura de la monogamia tiene una influencia muy fuerte en nuestro cerebro. A pesar de tener la libertad de entablar nuevos vínculos con consentimiento, los celos nos pueden afectar igual”, explica Antonio Godoy. 

“Sería genial que como especie pudiésemos ejercer una especie de libertad en no sentir que el otro es de nuestra propiedad. ¿Qué efectos tendrá a largo plazo si es que la monogamia sigue siendo la gran panacea de la vida en pareja? No lo sabemos, pero tenemos que investigarlo”, agrega. Y porque la pareja original en las relaciones abiertas sigue siendo la que prima en esta libertad, Valeria Rosales opina, que es un vínculo que se debe vivir de forma no heteronormada.

“Cada persona es distinta y tiene necesidades y demandas distintas cosas. Es muy importante los acuerdos se realicen desde relaciones igualitarias y respetuosas. Si se está reproduciendo el mismo patrón patriarcal de relaciones de poder de uno sobre otro, o de apropiación, se está reproduciendo un sistema de violencia”, explica la especialista. 

Por eso, muchas veces se dice que la complejidad de abrir una relación puede aportar al fortalecimiento de la pareja original. Es ese pacto de no fallarse entre los dos el que debe permanecer. Aquí “fallar” no es el disfrute con múltiples personas, sino, el quiebre de los límites que se ponen para evitar el daño al otro. “Un daño, que puede tocar las fibras más delicadas de la persona. En estas experiencias, también pueden aparecer conflictos internos no trabajados: vulnerabilidad de apego, celos, de sentimiento de pérdida, abandono o miedo a la separación”, finaliza Valeria Rosales. 

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