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Reportajes

24 de Febrero de 2024

El alicaído Barrio Yungay en voz de quienes viven y trabajan ahí: sus conflictos, contradicciones y su valor latente

Fotos: Felipe Figueroa

El cuadrante que hoy conocemos entre la Alameda, Matucana, Cumming y San Pablo, cuyo origen se remonta a 1835 y en el que hoy vive el Presidente Gabriel Boric, tiene un cariz que genera controversia. Aquí, una muestra de quienes lo habitan, contando la condición actual del barrio, sus historias, la crítica a las distintas administraciones y la sensación de abandono, producto de una degradación transversal.

Por Felipe Gacitúa Rubio

Su origen se remonta a 1835, cuando se le conocía como “el llanito de Portales”, en referencia a José Santiago, padre de Diego -el Portales más conocido-, ministro del presidente José Joaquín Prieto, entre 1831 y 1837, año de su asesinato. Antes, muerto su padre, el terreno de 350 hectáreas fue repartido entre sus 16 hijos. Subdivididas todas las partes, la de Diego Portales tendría un valor especial.

Y es que Prieto, en honor al fin de la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, firmó un decreto haciendo alusión a la batalla que da por victorioso a Chile, dándole el nombre de Yungay al sector del que era dueño su ministro estrella. El nombre del cuadrante que hoy conocemos entre la Alameda, Matucana, Cumming y San Pablo será inescindible de la palabra ‘barrio’, que lo antecederá, al menos, por los dos siglos venideros. 

El resto es historia.

Tendrá una plaza, donde habrá una escultura de un hombre que representa la hidalguía del mestizo chileno, pero que su cuerpo se parecerá más bien al de un indígena norteamericano. Célebres vivirán en el barrio a lo largo de su historia: científicos ayer, por ejemplo, cuando el conocimiento era escaso, o cantores populares hoy, cuando la palabra abunda. Habrá comercios, teatros, peluquerías, pasajes, museos. Ahí, la concepción de vida de barrio tendrá su esplendor. Se le vinculará con la bohemia, se erigirá como atracción turística, aparecerá en rankings internacionales, será visto como multicultural por los matices en los colores de piel que contornean el Barrio Yungay.

Sin embargo, con el tiempo se le emparentará con la crónica roja. Se le reconocerá su carácter patrimonial tanto como su condición deteriorada, de un olvido que parecerá intrínseco. En 2009 será declarado Zona Típica, una distinción sobre otros de su especie que, en el papel, implica resguardo, inyección económica para su conservación y mantenimiento, un trato acorde a su categoría. Eso, en el papel.

Hoy, 15 años después, las miradas se contraponen. El barrio tiene un cariz que genera controversia, y distintas voces dan cuenta de sus conflictos, contradicciones, pero también su valor latente. Las nociones de los focos delictuales, homicidios, narcotráfico y degradación es transversal; la crítica a las distintas administraciones y la sensación de abandono del primer barrio Republicano de Santiago, también. Algunos hablan de estigmatizaciones, de una atención desmedida por la presencia policial entre las calles Huérfanos y Compañía. Y es que con los años llegará a vivir ahí un Presidente de la República. En los alrededores, también, vivirá gente común a lo largo de toda su historia, parte del mobiliario simbólico de un barrio que se resiste a perder su brío tradicional y turístico a pesar de todo.

Aquí, una muestra de quienes lo habitan. Hablan sobre la condición actual del barrio, cuentan sus historias, destacan lo mejor y marcan lo peor, cómo conviven en el barrio Yungay hoy con todas sus connotaciones, cómo se han involucrado en su desarrollo, los aciertos que lo han beneficiado y los errores que lo han perjudicado. Y tratan de responderse a sí mismo por qué durante los últimos 15 años el Barrio Yungay se mantiene en un vaivén de nostalgia por lo que fue y la conmoción ante lo que se instala con violencia. 

Patrimonio a la deriva

-Es una situación compleja, como los son los temas de ciudad. Hace poco estuve ahí. Fui al Museo Taller, a la Plaza Yungay, al Museo de la Educación, Museo del Sonido, al Teatro Novedades y me quedó mucho por visitar. Teniendo todo para ser un polo cultural en nuestro Santiago Poniente, creo que el abandono de parte de las autoridades locales y centrales ha permitido que llegue al estado de deterioro en que se encuentra hoy.

“Agrupaciones de bienes inmuebles urbanos o rurales, que constituyen una unidad de asentamiento representativo de la evolución humana, y que destacan por su unidad estilística, su materialidad o técnicas constructivas”. Así define el Consejo de Monumentos Históricos la categoría de Zona Típica. Al Barrio Yungay se le otorga la declaratoria 19 de febrero de 2009, bajo la alcaldía de Pablo Zalaquett (UDI), la intendencia de Igor Garafulic (PPD) y la presidencia de Michelle Bachelet.

-Sin duda que los vecinos hicieron un gran trabajo al visibilizar y proteger y buscar proteger los valores y atributos de su barrio con el único instrumento que permite nuestra antigua ley 17.288 de Monumentos Nacionales, vigente desde 1970.

Javiera Benavides, académica, arquitecta de la Universidad de Chile y Magíster en Patrimonio Cultural, comenta que la posición de Zona Típica si bien le vuelve a otorgar valor histórico al barrio, la antigüedad de la normativa resulta una atadura en su conservación.

-Hace falta que se incorporen otras variables como el patrimonio cultural, inmaterial, que en este caso como en muchos es lo que sostiene al material -continúa Javiera-. Que dé nuevas posibilidades de financiamiento para mantener y renovar los inmuebles e intervenir los espacios públicos. Actualmente, tal como dice la nueva propuesta de Ley de Patrimonios, la normativa vigente es muy restrictiva respecto a intervenciones, hace énfasis solo en aspectos estéticos, dejando afuera planificaciones integradas a la calidad de vida de los barrios y al desarrollo sostenible.

Peluquería Francesa

Un emblema del Barrio Yungay, ubicado prácticamente en el centro de su perímetro, es la Peluquería Francesa, histórico recinto que ha resistido más de un centenario, un camino que ha recorrido precisamente por la visión integral de su entorno y necesidades que ha suscitado el paso del tiempo en el barrio.

-Las ciudades son así. Van mutando-. Es viernes por la tarde, y afuera de la Peluquería Francesa está Cristian Lavaud, con un pie apoyado en la vereda y las manos en jarra. Es el actual dueño de la Peluquería, herencia familiar y el emblema del patrimonio del barrio, próximo a cumplir 156 años.

-Tú preguntas cómo se ha mantenido esto: con pasión y mucho trabajo-. Lo acompaña Carlos Torrealba, venezolano asentado hace cinco años en Chile, quien es administrador de la Peluquería y gestor de actividades culturales que promueve. Y es que en la emblemática Francesa con los años ha asumido su propia historia como bastión de la férrea defensa del Barrio Yungay, más allá de cortar el pelo.

-Pero aquí estamos súper estigmatizados. Lo que pasa es que nadie hace la pega -dice Lavaud con un tono de hastío-. Nosotros desde aquí vemos el tema de la droga, las casas de donde la sacan, las cosas que traen robadas en carretillas y las guardan. Ya nos cansamos de tener reuniones con el policía uno, con el policía dos y después el policía tres. Todos saben pero nadie hace nada.

A través de un comunicado, la Municipalidad de Santiago asegura que “en el barrio Yungay se han llevado a cabo distintas acciones de seguridad como la recuperación de diez casas en comisión de delito, 1817 patrullajes dirigidos, 765 copamientos de espacio público, 607 patrullajes por encargo, 520 procedimientos por ruidos molestos y 182 procedimientos por operativos verificación en terreno. En el caso del Parque Portales se han llevado a cabo 98 procedimientos entre enero del año 2023 a la fecha”.

Según Lavaud, el barrio lleva al menos 10 años así, en que no se ha podido darle atajo a rasgos de la delincuencia. “Si los cortan, se acaba el problema”, dice, apuntando hacia un punto. Así como Cristian Lavaud, serán muchos actores del Barrio Yungay que harán hincapié en que las iniciativas de los propios vecinos y locatarios han ayudado a rehabilitar espacios, reacondicionar el patrimonio, cuestión que para Cristián resulta crucial. En definitiva, impulsar un barrio con herramientas propias y que se resiste a ser reconocido por su peligrosidad antes que por sus atractivos, más allá de las distintas administraciones.

-Este barrio está muy olvidado. Santiago se dividió en dos con el Metro, y nadie más se acordó de este barrio -remarca Cristián Lavaud-. Cuando empecé a restaurar este edificio después del terremoto de 1985, todos me decían que estaba loco. Y ya de ahí en adelante no paramos de hacer cosas. Creo que esto le ha dado al barrio un nuevo aire.

Peluquería Francesa

Hoy la Peluquería Francesa sigue funcionando como tal, pero también es conocida por el restaurante, de pasadizos, escaleras y espejos. En la esquina siguiente hacia el oriente, tiene su propio museo.

-La cultura es clave para aplacar la violencia, para al menos hacerle el contrapeso -comenta Carlos-. Anoche tuvimos un concierto de jazz y estaba lleno. Viene mucha gente, siempre. Eso es ganancia de hace 30 años. Gracias a la iniciativa de vecinos y vecinas se logró conservar el carácter del barrio, para que se dejaran de tumbar los edificios antiguos. Se conquistó la denominación de ‘barrio patrimonial’.

-En la valorización del patrimonio uno de los puntos primordiales es el conocimiento y el sentido de pertenencia -cierra Javiera-. Los propietarios de los inmuebles han emigrado a otras zonas dejando sus propiedades en arriendo principalmente a grupos de inmigrantes, que producen un grave hacinamiento y factor de riesgo al ocupar viviendas hechas para seis u ocho personas por 20 o más. Por otro lado, al ser pasajeros, no hay sentido de pertenencia lo que conlleva al poco interés y cuidado de la infraestructura pública y privada.

-Pero estamos tirando el barrio pa’ arriba. Se están haciendo hartas cosas. Se está trabajando harto -dice Lavaud antes de bajar unas sillas de una camioneta-. En el barrio hay 21 locales asociados en Distrito Yungay, un plan gestionado por la Municipalidad que congrega una red de boliches que impulsa el comercio y ofrecer una nueva perspectiva al barrio, con la Peluquería como nave madre de esa defensa al barrio

*

Cristián Lavaud, al final de la conversación, prefiere el optimismo. En tanto Patricio Olivares, dueño de la tetería Cleopatra, si bien coincide en que el barrio “desde que llegó a vivir el Presidente se le ha puesto un foco sobre algo que antes no lo tenía, cuando es una cuestión que ocurre en todo el país”, es más enfático con aquello que hace mella en degrada el barrio.

-El barrio siempre ha tenido vaivenes, alzas y bajas, mejores momentos que otros. Por eso, yo nunca pensé en que eso fuese a cambiar con la llegada de Boric, porque hay otros intereses metidos: inmobiliarios, políticos. Aquí la cosa está lenta hace rato, pero el barrio está subiendo, y eso es por la gestión de las redes que se han armado, pero por iniciativa de los que vivimos acá, porque el abandono se nota.

La gente que pasa por fuera del local se asoma mirando los gatos, acaso los verdaderos dueños del lugar. Para Patricio, Yungay se mantiene como un barrio tranquilo, donde persiste el espesor vecinal, de camaradería y cuidado por un espacio común.

-Pero al no hacer consideraciones sobre el espacio, sobre lo que es el patrimonio, se va perdiendo valor. Para mí, el barrio no está en decadencia. Sí pasan cosas, pero no es muy distinto de lo que pasa en otros lados. Pero claro, aquí se hace demasiado el énfasis en eso solo porque está el señor Presidente.

Algo más allá, en el Barrio Brasil -hermano del Yungay para unos, mero vecino para otros-, Cristian Pacheco es dueño de los restaurantes contiguos Cosmopolitan y La Martina, en Avenida Brasil con Patricio Bunster, que eran dos edificios construidos a principios del siglo XX y que, cuando los adquirió y abrió cerca del año 2010, eran lugares tomados y en condición de abandono.

-Aquí, en el Cosmopolitan, vivían como 15 familias, que tenían un muy mal vivir. Habían muchos delincuentes también. Y el dueño entró en una crisis, lo compré, sacamos a la gente y empezamos a hacer el local.

Aunque Cristian Pacheco establezca diferencias entre uno y otro barrio –”el Yungay es más peligroso, nosotros tenemos más edificios, más plazas, más colegios, más institutos y una vida bohemia más establecida” -dice-. También comenta que ambos padecen lo mismo: la falta de conservación del entorno.

Barrio Yungay

-La única forma de recuperar los barrios Yungay, el Brasil, de que la gente se vuelva a sentir más segura, de que quiera volver a hacer vida nocturna, es que se fomente la reconstrucción de casas antiguas, que se refaccionen edificios, se habiliten nuevos espacios, sitios eriazos.

Pacheco apunta a que las políticas públicas de las distintas administraciones municipales y gubernamentales, en los últimos 20 años, coinciden en los mismo: la falta de injerencia y una constante inoperancia en el resguardo de un barrio importante en la trama de Santiago Centro.

-Nunca han hecho un proyecto de ley, regulaciones, no hay fomento. Las plazas no están en buenas condiciones, hay gente viviendo en la calle. Aquí han venido alcaldes, de la municipalidad, gente del gobierno, de distintos lados. Les decimos los problemas que tenemos, ellos los anotan, pero después no pasa nada concreto, se lleva el viento las palabras.

Para Cristian Pacheco, la sensación de inseguridad se ve incrementada por un abandono por parte del orden público. “Al extranjero le dicen que no venga para estos lados porque es peligroso”, comenta. “Quizás cerca de donde vive el Presidente puede que haya más seguridad, una cuadra más allá o más acá, pero si uno da aviso de algo a Carabineros, no llegan. Dicen que vienen, que rondan, pero yo no los veo. Después del estallido nunca más aparecieron. Se van en puras estadísticas”.

Una constante llamada inseguridad

Cifras de la Subsecretaría de Prevención del Delito, Fiscalía Local, Fiscalía Centro Norte y Carabineros, han indicado durante los últimos años una creciente tendencia en los homicidios desde 2010, ocurridos en la comuna de Santiago Centro, y durante los años 2020 y 2021 con un foco específico en el Barrio Yungay. En 2022, el Presidente Gabriel Boric define su residencia en el pasaje Hurtado Rodríguez, que tiene salidas hacia Huérfanos y Compañía. También, hace 15 años en la esquina de Libertad con Huérfanos, a la entrada del pasaje cercado con vallas papales y custodiado por Carabineros, vive Carlos, dueño del minimarket Donde Carlitos. Mientras atiende, habla.

-Siempre ha venido mucho extranjero dispuesto a trabajar, a aportar. Pero en un momento como que ya empezó a venir de todo.

Llegó desde Lima, Perú, hace 25 años, y la cadencia en su tono se difumina entre los dos países.

-Acá el barrio destaca por ser cultural. Aquí donde estamos, es la parte cultural, hay perímetros más culturales que otros. Pero hacia Mapocho o hacia otros sectores del barrio lo cultural es la drogadicción, ese tipo de cosas. Incluso acá cerca, en la Plaza Yungay. Hay partes donde hay asesinatos, delincuencia, gente tomando, apuñalamientos, asaltos, prostitución.

Carlos mientras conversa atiende a vecinos. Chilenos y extranjeros, jóvenes, viejos. También, a un carabinero.

-Ahora el cuadrante está más seguro porque está el Presidente, pero antes… -Carlos levanta las cejas y teclea en una calculadora antigua, mientras un hombre pesa una bolsa de pan-. El carabinero se lleva un chirimoya alegre, le dice un chiste a Carlos y al hombre que pesa el pan. Sale sonriente. Se va. En una repisa, una televisión con conexión a internet reproduce canciones altiplánicas.

En el comunicado antes citado, el Municipio señala que “el Programa Personas en Situación de Calle desde el segundo semestre del año 2023 a la fecha ha efectuado un total de 64 visitas en el Parque Portales, en sus distintos tramos, poniendo a disposición de las personas en situación de calle toda la oferta municipal en materia de salud, educación, vinculación familiar, trabajo y seguridad social. Sin embargo, en todas estas instancias estas personas se han negado a aceptar este apoyo psicosocial y por ley el municipio no puede obligar a estas personas a dejar su situación de calle”.

-La sensación que aquí se tiene -sigue Carlos- es que hay diferencias entre la seguridad de un sector y otro. Aquí, cuatro cuadras a la redonda no pasa mucho. Pero en otros lados sí, y eso a la gente igual… le molesta, se sienten con un trato diferente.

Cuenta que cuando alguien tiene un problema cerca del perímetro donde vive Gabriel Boric y se acude a los carabineros que resguardan el pasaje, estos derivan a otros cuadrantes, comisarías o patrullas.

Barrio Yungay

-Por eso te digo, que la seguridad ha cambiado solo en el perímetro. Pero más allá, sigue todo igual o peor.

Luego de un momento, continúa.

-A lo mejor es un tema de cultura. Yo pienso… nosotros tenemos mucha más delincuencia que acá, mucha más. Pero, ¿conoces la Plaza de Armas de Lima? Este barrio, para la historia que tiene, mira la condición en la que está.

En otro párrafo del comunicado de la Municipalidad, dice: “Dentro del marco de Obras de Mantención de Fachadas Barrio Yungay, se realizó una iniciativa sostenida por parte del Municipio de Santiago, para dar respuesta a las necesidades planteadas por los vecinos y vecinas respecto de la recuperación del sector, contemplando la intervención principalmente en materia de limpieza de fachadas, reparaciones menores en la superficie y aplicación de pintura, una intervención que fue autorizado por el Consejo de Monumentos Nacionales y la Dirección de Obras de Santiago”.

-Cuando el chileno rayó el muro en Cusco -sigue Carlos-. O sea… Creo que tenemos más conciencia de lo que es el Patrimonio. Por eso te digo que a lo mejor es un tema cultural.

-Los museos y entidades culturales que están situadas en este sector de la capital, de las cuales el Museo Nacional de Historia Natural es la más antigua, constituyen un polo cultural, científico, patrimonial, artístico y de memoria que contribuye al aprecio que las personas tienen por la ciudad -dice Mario Castro, director del Museo Nacional de Historia Natural.

En 2020, un estudio de la Subdirección de Museos, demostró que en Chile un 55% de las comunas no tiene un solo museo en su territorio. Santiago, en tanto, es del 1% del país que tiene más de diez, junto con Valparaíso. Solo en el parque Quinta Normal, que pertenece a la administración de Santiago, hay cuatro (Museo Ferroviario, Museo de Arte Contemporáneo de Quinta Normal, Museo de Ciencias y Tecnologías, y el más antiguo del sector, Museo Nacional de Historia Natural). En su entorno, dos más (Artequin y Museo de la Memoria y Derechos Humanos). En noviembre de 2023, el Parque fue noticia por una violenta pelea entre guardias y un grupo de extranjeros en la entrada, a plena luz del día.

-No por nada estas instituciones están en esta zona -sigue el Director del MNHN-. Si hubiera habido más cuidado y valoración no solamente del Barrio Yungay, sino que de Santiago Poniente, tal vez la realidad sería diferente. Todo barrio tiene limitaciones y no puede escapar a la contingencia, pero ello no eclipsa la resonancia benéfica que tiene la presencia de espacios culturales en espacios como el sector poniente de Santiago.

También, un vecino del Barrio Yungay dirá con firmeza frotándose la cara:

-Una fachada pintada no es nada. No es suficiente.

Es hombre común, que vive en un pasaje histórico a metros de donde vive el Presidente, también patrimonial, abierto, pero sin vallas ni resguardo, aferrado a la empuñadura de una vida barrial dinámica y trascendental, a la vez que frágil y resquebrajada.

“Yo voté por usted”

-Mi madre compró esta casa el año 1978, cuando yo tenía 13 años, hoy día tengo 59. Ella tenía una boutique en la calle Chacabuco, frente al Hospital San Juan de Dios, preciosa, pequeñita.

La construcción del pasaje Adriana Cousiño se remonta a 1920, diseñado por los arquitectos Alberto Cruz Montt y Ricardo Larraín Bravo, probablemente dos de los arquitectos más importantes en la historia de Chile. Ante la creciente expansión del centro de Santiago, los barrios Yungay y Brasil fueron de los tantos lugares donde se asentó la naciente clase media chilena.

-Eso le generó a mi mamá una vida única. Nosotros vivíamos en La Reina, pero hicimos una vida en torno a este barrio. En esos años estaba muy deteriorado, pero le encantó la casa, se vino a vivir acá y comenzó a arreglarla.

En una de esas casas de fachada continua, roja, vive Guillermo Gálvez, fotógrafo, junto a su madre, quien hoy tiene 93 años.

-Ella ya no baja del segundo piso.

Guillermo, en su escritorio, tiene libros, revistas, en los muros fotos ampliadas de sus trabajos publicitarios. El piso es de madera. Dala, su perra, se asoma por la ventana.

-Lo que te puedo decir es que sí, efectivamente hay delincuencia, pero es algo que yo lo he visto en todos lados, digamos. No he visto mucha diferencia. Pero acá los problemas son varios. Fíjate en las veredas, todas cochinas. ¿Pasaste por fuera del pasaje del Presidente? ¿Viste cómo está de cochino ahí? Eso es lo que falta acá. Pintar fachadas no es nada. No es suficiente -dice, apoyando su espalda en el respaldo y con la mueca arrugada del desagrado.

*

11 de diciembre de 2023. “Estimada señora alcaldesa”, dice el post de Instagram. “Quien le escribe es un vecino del Barrio Yungay que llegó a este mundo en este mismo barrio, en la Maternidad Carolina Freire, ubicada en la calle Maturana, entre San Pablo y Rosas, en 1953, hace ya 70 años”. La imagen subida dice “Carta abierta a la Alcaldesa de Santiago”, y la subió en su cuenta el músico y poeta Mauricio Redolés.

Puedo decir que soy uno de los tantos vecinos del Barrio Yungay que ha visto cómo este barrio se ha transformado poco a poco en ‘tierra de nadie’”, sigue en el texto que acompaña la foto. En la carta, hace la denuncia de una discoteque clandestina, foco de ruidos molestos y hostigamientos. Redolés, quien fuera preso político y largamente identificado con la izquierda, cierra la carta diciendo: “¿Debo mudarme de mi barrio porque los vecinos no tenemos un municipio que se encargue del bienestar de sus habitantes y sucumbe ante la prepotencia de los más gritones? Yo voté por usted. No sé si volvería a hacerlo”.

En los comentarios, la alcaldesa del PC Irací Hassler respondió: “Comparto su preocupación, para esta administración es una prioridad que nuestras comunidades vivan en paz y tranquilidad”.

-¿Por qué siente que a través de los años, con las características de este barrio, no se ha podido dar atajo a problemas que atraviesan las distintas administraciones?

-Porque todos al final dejan de priorizar el barrio en sus programas -responde Guillermo.

A la Municipalidad se le consultó lo mismo, pero en el comunicado no figura una respuesta. El fotógrafo, antes de seguir, irrumpe con un dejo de ironía:

-Y porque es más entretenido lo que pasa de Plaza Italia pa’ arriba. Mis amigos trabajan allá arriba, y no están ni ahí con venir pa’ acá. Otro mundo, otro aire. Aquí vivimos la vida de… sobrevivimos acá. Aquí está desatado el tráfico. Sí… sentimos un cierto abandono en Yungay.

Barrio Yungay

La mayoría de las personas que fueron consultadas señalan lo mismo: muchas de las iniciativas que mantienen al barrio con vida provienen de la gente. “Pero no es suficiente”, dicen. Al recorrer las calles, es notoria la presencia de restaurantes, hoteles boutiques, cafés, lugares que hasta hace unos años resultaba impensados en el barrio. La sensación de abandono es latente, ya sea por la gobernación, alcaldía, municipios o policías, pero la defensa de los habitantes del barrio Yungay se sopesa en cuestiones mínimas “como regar el patio del vecino… calladito… sin decir nada. De eso se trata aquí”. Guillermo cuenta que desde que la gente que vive en el pasaje empezó a usar su propio espacio haciendo vida de barrio, erradicó a quienes iban a Adriana Cousiño a tomar alcohol, orinar, rayar, asaltar. “Nada más, la verdadera fraternidad está en eso”, cierra.

El sol de media tarde que entra por las ventanas se esparce por el suelo de madera. Al fondo, en el patio de luz, un rayo se abre paso por las hojas del parrón.

-Pero soy feliz aquí. Se están haciendo muchas cosas… todo va a mejorar. Esas son mis expectativas de este barrio. Hay restaurantes, se están cuidando cosas. Los grandes, la Francesa, la Gárgola, el Museo Taller, distintos lugares, están pavimentando el camino para que esto cambie.

Por el corredor del pasaje, se escuchan tres franceses conversando entre ellos. Recorren el paisaje latinoamericano con curiosidad europea. Es febrero, el tránsito es escaso, lento, con el calor que todo lo funde, sobre todo el ánimo.

Cuando pasan por fuera de la ventana de la casa de Guillermo, él sube la mirada y apunta: “¿Viste? A eso me refiero”, dice, con un entusiasmo que se diluye de a poco mientras el eco de los turistas se aleja. Como cualquier otra historia, al barrio Yungay lo componen distintas miradas, contrapuestas o confluentes. Partes de un mismo relato sobre un lugar que se transforma, que cicatriza y que, hasta hoy, sigue dibujando sus vidas a pesar de todo.

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