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4 de Noviembre de 2024

La dieta de Ibai Llanos: el streamer español que perdió 36 kilos en 4 meses y el riesgo de las soluciones relámpago para quienes buscan bajar de peso sin ser multimillonarios

¿Se puede bajar de 151 kg a 121 kg en cuatro meses? Ibai Llanos, el streamer español, lo hizo. "Mis claves han sido el déficit calórico, al final no queda otra y he tenido que controlarme en momentos donde era lo que me tocaba. La otra clave ha sido entrenar, entrenar mucho'', relata sobre su cambio físico y mental. Pero para hacerlo no solo se necesita motivación. Se necesita tiempo y recursos en un estilo de vida saludable, algo que según especialistas de la nutrición y la salud pública, es difícil de conseguir en Chile. "No es justo endosar a la población una responsabilidad moral de auto-cuidado mediante la adopción de un 'estilo de vida' saludable", dice el doctor Thomas-Lange. "No existe una real libertad a la hora de tomar decisiones relacionadas a la salud".

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Ibai Llanos es un streamer español famoso por romper récords mundiales de audiencia en eventos donde relata juegos y deportes electrónicos. El influencer y youtuber inició el 26 de junio un entrenamiento para combatir la obesidad. Comenzó pesando 157 kilos y la semana pasada, publicó en sus redes sociales un video sobre una balanza que marca 121 kilos. O sea, ha bajado 36 kilos en poco más de cuatro meses.

El streamer ha logrado mantenerse comprometido en su rutina de ejercicios de pérdida de peso. “Mis claves han sido el déficit calórico, al final no queda otra y he tenido que controlarme en momentos donde era lo que me tocaba. Aunque no pasa nada por un día comer un postre o tomarse la dieta, pero yo quería hacer ese esfuerzo. La otra clave ha sido entrenar, entrenar mucho‘, relata en uno de sus videos.

Pero ¿qué pasa cuando no se tiene la motivación ni los recursos para mantener una rutina de salud que te permita bajar tanto de peso? No tener el tiempo ni el dinero para pagar un gimnasio o elementos para un entrenamiento personalizado, por ejemplo. O peor aún, no poder acceder a una alimentación saludable que sea consistente en el tiempo.

En Chile hay 3,5 millones de personas obesas según cifras del Minsal y la Universidad Católica. El país es el segundo con más diagnósticos de obesidad en Latinoamérica (39,8%), solo por debajo de Ecuador.

“En Chile el patrón cultural es comer en exceso y moverse poco. Forma parte de nuestra razón de ser. La gente se junta a comer grandes cantidades de porciones. Sumado a eso somos sedentarios. Lo que se puede hacer paulatinamente es comenzar a trabajar en cambiar hábitos. El tema está en que en los adultos es muy difícil que lo hagan”, explica Rodrigo Valenzuela, académico del departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Según la OMS, el 70% de los chilenos tendrán sobrepeso en 2030. Mientras que en España, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad pronostica que en 2035 la prevalencia de la obesidad será del 37%. ¿Tienen los españoles más recursos para tener un estilo de vida saludable? Según un estudio de la Academia Española de Nutrición y Dietética, a 2022 los españoles gastaban más de 2.000 millones de euros al año en dietas y regímenes alimenticios.

Mientras que en Chile, según la última Encuesta de Presupuestos Familiares del INE, actualizada a enero de 2024, el 93% de los hogares declararon haber realizado gasto en algún tipo de pan.

En un mes, una familia puede consumir aproximadamente 16 kilos de pan pagando $28.013. O sea, $336.156 pesos al año. Individualmente, el INTA informó que en 2023 una persona podía llegar a consumir 126 kilos de pan al año. Si se trata de bebidas gaseosas, el 68% dice gastar $12.271 pesos mensuales en 13,4 litros. Eso significa casi 147 mil pesos al año.

Menos recursos, menos vida saludable

En lo que sí se parecen ambos países respecto a este tema, es que la prevalencia de esta enfermedad es mayor en los hogares más vulnerables. El estudio Aladino, del Ministerio de Derechos Sociales de España, muestra que los escolares españoles de seis a nueve años mejoraron ligeramente su peso excesivo en 2024. Salvo en los niños que viven en familias con más pobreza, donde la cifra aumentó.

Uno de los factores que más influyen para la obesidad en los niños españoles de lugares vulnerables, según el estudio, es el de la publicidad. “Los niños de familias pobres ven el doble de anuncios de alimentos insanos que los de ricas. El Gobierno tiene preparado un decreto para regular estos anuncios desde 2021, pero ha sido incapaz de aprobarlo por tensiones entre ministerios”.

La realidad en Chile es similar. Una investigación desarrollada este año por el Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, comprobó que la mayoría de los puntos alimentarios cercanos a escuelas públicas en sectores de menores recursos de la Región Metropolitana (RM) eran almacenes, locales de comida rápida, y carritos callejeros.

Además se evaluaron los riesgos de obesidad comparando 50 comunas de la Región Metropolitana. Cerro Navia, fue la comuna con el indicador de riesgo más alto. “Si bien al lugar le pesa ser la segunda comuna con el peor índice socioeconómico del estudio, también se encuentra en el mismo puesto en salud. Esto involucra algunos factores directamente nutricionales”, dice el estudio.

¿Responsabilidad del Estado o responsabilidad personal?

El doctor Jeffrey Thomas-Lange, especialista en Salud Pública de la Universidad Andrés Bello, realizó una revisión en 2023 sobre las razones de por qué la prevalencia de la obesidad continúan en Chile, a pesar de los esfuerzos públicos por detenerla.

“El gran responsable sería el insistente uso de modelos basados en elección y responsabilidad individual. Buscan modificar factores de riesgo conductuales -sedentarismo y alta ingesta calórica- sin neutralizar los determinantes estructurales que predisponen esa conducta”, explica en la investigación.

La capacidad de tomar “decisiones” para cuidar la salud alimenticia y con deporte está directamente influenciada por los capitales económicos, culturales y simbólicos. “Para la mayor parte de la población chilena, no facilitarían la adopción de un ‘estilo de vida’ saludable”, dice Thomas-Lange.

Así, quien no puede pagar un gimnasio por cuatro meses o hacerse el tiempo para hacer este tipo de entrenamiento, no puede mostrar resultados óptimos como los del influencer Ibai Llanos. En su caso, cuando dice que mantenerse entrenando se trata de la “constancia” y un tema de disciplina, no se toma en cuenta a quienes no pueden dedicar tiempos o recursos a ellos.

“No es justo endosar a la población una responsabilidad moral de auto-cuidado mediante la adopción de un ‘estilo de vida’ saludable”, dice el doctor Thomas-Lange. “Si no existe una real libertad a la hora de tomar decisiones relacionadas a la salud, el comportamiento en salud se reproducirá según el lastre social individual”.

En contraste, el académico de la Universidad de Chile discrepa de que la responsabilidad de poder llevar una vida más saludable sólo esté en la sociedad. También de que sólo dependa de motivos socioeconómicos.

“La salud de una persona depende de la persona. El Estado entrega controles preventivos, hoy día los centros de salud familiar realizan talleres para que la gente haga ejercicio. Y la gente no va. No compran frutas y verduras, prefiere comprar Coca-Cola”, opina Valenzuela. “Hay que mejorar los ambientes alimentarios. Pero la pregunta es, ¿las personas están dispuestas a hacer ese cambio?”.

Valenzuela pone como ejemplo la contención del Estado en torno a las enfermedades infecciosas que eran causadas por problemas de alcantarillado y basura en el pasado. “Chile puso políticas públicas y las enfermedades infecciosas bajaron enormemente. Pero cuando se trata de hábitos, no solo depende del Estado“, dice.

“Se sigue fumando tabaco a pesar de toda la información e impuestos que se han dispuesto. Lo mismo con el alcohol. En términos de alimentación, hasta se ha promovido el jurel como alternativa para echarle al pan pero la gente sigue prefiriendo la mortadela, la mantequilla y el queso. El problema es de los dos lados”, concluye.

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