Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

27 de Junio de 2011

La voz mapuche de las rancheras tristes

El ritmo parece Juan Charrasqueado, las botas negras o el amante apasionado, pero la historia no es la del hombre que murió de un balazo ni menos la del patas negras. Esta canción denuncia el impacto socioambiental que sufrió la localidad de Tralcao producto de la contaminación tras la puesta en marcha de una planta de celulosa en Los Ríos. Su autor es el hombre más popular de su comunidad, el que cambió las rancheras de amor por las que cuentan el lado amargo del desarrollo.

Por

Por Azkintuwe

¡Pancho, tócate el Monstruo! – Gritó con fuerza una mujer desde el público. Una treintena de personas estaban expectantes frente al escenario. En el proscenio, Francisco Manquecheo miraba de frente a sus vecinos que estaban de pie. La guitarra sonaba despacio pero un pequeño amplificador multiplicaba los decibeles en forma exponencial.

El músico afinó su instrumento y comenzó a interpretar el corrido mexicano. De inmediato la mujer que pidió la canción buscó un varón para bailar. Cantó de principio a fin: “Todos le temen al monstruo, no se puede detener”. El estribillo se repetía una y otra vez, como queriendo grabar para siempre aquella frase en los 300 habitantes de Tralcao.

El Monstruo es una metáfora de Francisco Manquecheo para referirse a la empresa de celulosa que opera en San José de la Mariquina desde el 2004 y que vierte sus residuos en el Río Cruces. La gente de Tralcao denuncia que, desde entonces, llegó la contaminación a través del Rio Pichoy que baña la localidad.

Cuando se produjo el conflicto la gente participó de marchas y protestas. Después hicieron un catastro sobre los efectos de la contaminación en Tralcao y elaboraron un documento titulado “Tralcao: Presente y Futuro de Nuestros Hijos” que expusieron ante el Secretario Ejecutivo de la Comisión Ramsar Peter Bridgewater el año 2006 en Valdivia.

Los resultados fueron duros, además de los 600 cisnes que desaparecieron y la migración de aves hubo daño en la producción agrícola y frutícola. Encontraron cerezas, lechugas y acelgas “quemadas” por lluvia ácida. La producción de cereza cayó de 20 mil kilos en el periodo 2003 y 2004 a 2 mil 500 en el bienio siguiente. Las pérdidas se calcularon en 15 millones de pesos. Lo anterior sin contar la desaparición de coipos y la muerte de truchas, puyes, ranas, carpas y camarones “enanos” a orilla del río. El informe constató la existencia de junquillos, totoras y árboles pudriéndose.

El segundo terremoto

A mediados de los 90 en Valdivia se discutía la llegada de una Planta de Celulosa. La más grande de Latinoamérica, ¡La que dará trabajo y traerá desarrollo! Pregonaban empresarios, editoriales de prensa, políticos de derecha y Concertación.

En la otra vereda organizaciones ciudadanas alertaban sobre los riesgos medioambientales y recurrían a una incipiente legislación ambiental. El problema era dónde se verterían los Residuos Industriales Líquidos (Riles). Las dos grandes posibilidades eran el río Cruces o un ducto en Mehuín para botar los desechos en el mar. Después de un tiempo prevaleció lo primero.

Mientras en Tralcao el tiempo pasaba como Francisco describe en una cueca, “Hermosos tiempos aquellos que el hombre sabía apreciar viviendo de las riquezas que la tierra sabía dar”. Durante ese periodo llegó a la comunidad un joven estudiante de antropología de la Universidad Austral, Mauricio Huenulef.

Quería conocer la historia oral y se encontró con alguien que le enseñó eso y se transformó en su amigo y compañero de orquesta. Mauricio también tocaba la guitarra. Juntos comenzaron a cantar las bondades de la tierra.

Aunque los tralcahuinos miraban con preocupación lo que pasaba en Valdivia seguían preparando un proyecto ecoturístico. Con el conflicto ambiental todo se vino abajo. El tiempo que describía la cueca se terminó y las letras de Francisco Manquecheo nunca más fueron las mismas.

“Fue la debacle de la comunidad” es la frase con la que Mauricio Huenulef define lo que pasó en Tralcao. “Fue el segundo terremoto”, agrega Manquecheo, quien compara el efecto de la contaminación con el movimiento telúrico más grande que se tenga registro, pero éste, añade, no se produjo por las placas tectónicas sino, “por la ambición del dinero”.
Canto de la tierra herida

Francisco Manquecheo es un hombre tranquilo, jamás habla fuerte y cuando se molesta usa metáforas para aclarar su punto de vista. Ello explica que tras la contaminación emprendiera un modo de protesta pacífica. Sus nuevas canciones comenzaron a contar los daños en el agua, los animales y las personas. Escribía sentado fuera de su casa o en medio de una pampa. Así nacieron hojas y hojas de versos octosílabos llenos de dolor y denuncia.

El primer proyecto fue un disco para difundir sus creaciones. Con Mauricio Huenulef postularon a un proyecto del Fondo Nacional de Desarrollo Regional de Los Ríos que fue aprobado. El Cd no se grabó en un estudio capitalino ni menos en un sello con distribución nacional. El registro lo hizo una productora valdiviana al aire libre, en aquel mismo espacio dañado, entre cerezos que “ya no crecen como antes”, dice el cantor. Al poco tiempo apareció la producción, “Música Viva de la Tierra Herida”, donde las hojas de versos octosílabos tomaron ritmo y melodía.

Los cerezos fueron uno de los damnificados. Ello no impidió que la comunidad organice la “Muestra de la Cultura y la Cereza” que este 2011 cumple cuatro años. Francisco también es Presidente de la Asociación Indígena y cuenta que la muestra se caracteriza porque sólo se ofrecen productos naturales, “nada artificial”, subraya. Añade que el objetivo es entregar un mensaje de respeto al medioambiente.

Durante la última versión se presentaron cantores de varias localidades. También hubo artistas mapuche como Eliana Pulquillanca, Tito Lienlaf de Mehuín y muchos otros. Pero un invitado fue especial para Francisco Manquecheo; Wechekeché Ñi Trawün, jóvenes mapuche que cantan a su cultura, a Matías Catrileo y a la lucha indígena. Provienen de comunidades sureñas pero viven en Santiago y sus ritmos son cumbias, Hip Hop y hasta Reggaetón. Compartieron escenario con Francisco quien los invitó a Tralcao y recién allí escuchó sus canciones. Al final se quedó con una decena de discos de la banda y éstos lo invitaron para que viaje a la capital y grabe un segundo disco.

La noche final de la muestra 2010 Francisco llegó a su casa de madrugada. Recién entonces pudo descansar. Allí reconoció su admiración a Wechekeché. “Esos chicos me gustan porque están en la misma que yo, los escuché y sentí el newén, la fuerza mapuche”, dijo.

Francisco Manquecheo continuará escribiendo rancheras para reflexionar sobre lo que pasó en su comunidad. El escenario seguirá siendo la tierra herida que quiere más que a nadie. El Monstruo es la canción más conocida y no porque su disco sea difundido en los programas de música mexicana sino porque, al parecer, identifica a la gente de Tralcao. En el escenario cantó una y otra vez: “Todos le temen al monstruo / no se puede detener / las leyes lo favorecen / suelto no puede quedar”.

Notas relacionadas