La tradición valdiviana de Entrelagos en Semana Santa: los orígenes familiares de la icónica chocolatería
Entrelagos, desde sus modestos inicios en un pequeño galpón de Valdivia, ha evolucionado hasta convertirse en una de las marcas de chocolate más icónicas nacidas en Chile, expandiéndose en todo el territorio nacional. “Lo primero en que nosotros nunca hemos transado, es en temas de calidad", comenta Francisca Montecinos, exgerenta general, actual directora creativa, e hija del fundador, Tiglat Montecinos. Durante toda esta semana, sus 12 tiendas estuvieron enfocadas en su campaña de Pascua; la más importante en términos de ventas: representan entre el 30 y 40% de las ventas del año.
Por José López 30 de Marzo de 2024Compartir
Como muchos otros negocios artesanales del sur de Chile, la Chocolatería Entrelagos empezó en un pequeño galpón de 50 mts2. La hija de Tiglat Montecinos, uno de sus fundadores, recuerda que las primeras reuniones con clientes solían realizarse en el living de su casa en Valdivia. Desde niña estuvo influenciada por el entorno chocolatero; la fabricación del cacao y el diseño de su envase. Ayudó en el emprendimiento de su padre desde que tenía 12 años.
Se trata de Francisca Montecinos, quien ha sido gerente general de Entrelagos por más de 17 años. Entre el ajetreo que sumerge al negocio durante las vísperas de la Semana Santa, se toma un tiempo para repasar la historia de esta icónica chocolatería, hasta su presente.
“La Semana Santa y la Pascua es la temporada más alta que tenemos. Representa aproximadamente entre el 30 al 40% de las ventas anuales. Así que empezamos a trabajar en la campaña con bastante antelación; hasta con un año de anterioridad”, explica desde la tienda original ubicada en la Perla del Sur.
A pesar de que delegó la gerencia general en noviembre del año pasado, la periodista de profesión continúa en el negocio familiar como directora creativa. “De alguna forma, siendo la guardiana de la marca y el espíritu de Entrelagos, para que se mantenga a través de distintas generaciones”, comenta. Herencia que empezó con Tiglat Montecinos y José Luis Birke; un alumno y su docente, en la carrera de Turismo de la Universidad Austral.
Los orígenes del negocio familiar
Tiglat Montecinos, hijo de agricultores de Máfil, quería incursionar en la tradicional industria chocolatera de la región. Teniendo como norte relevar la identidad local y exportar algo de la cultura de Valdivia al resto del país. En septiembre de 1976 se asoció con su profesor José Luis Birke, descendiente de inmigrantes alemanes.
Posteriormente, en el pequeño galpón de la calle General Lagos empezaron a distribuir sus primeras calugas de chocolate, aún sin una etiqueta distintiva, principalmente a sus círculos de amigos.
Respecto al origen del nombre que marcaría para siempre la identidad de la chocolatería, Francisca Montecinos explica que se debe a que, cuando Valdivia pertenecía a la Región de Los Lagos, querían relevar el lugar de origen. “Ahora debería llamarse Entreríos, como cambiamos de región”, comenta entre risas. “Pero también es el concepto de que nosotros nos hemos desarrollado con una visión fluvial, hacia el agua. Y con la idea de relevar la naturaleza como un elemento importante”.
Actualmente, Entrelagos tiene su fábrica ubicada entre los frondosos árboles del bosque valdiviano, con vista al Río Cruces. Esto la ha convertido en un verdadero atractivo turístico dentro de la localidad. La hija del fundador comenta que cuentan con más de cien artesanos, en su mayoría mujeres.
“Somos tres hermanas, y todas hemos trabajado desde pequeñas. En otros negocios, las siguientes generaciones no desean participar, porque los dejan de lado. En cambio, nosotras crecimos junto a la chocolatería y participábamos del día a día”, explica.
Expandiendo la identidad de la tienda
Los chocolates de Entrelagos se distribuyen desde Arica a Punta Arenas. Actualmente cuentan con cinco tiendas en Santiago, y su más reciente incorporación es la que está ubicada en en nivel -2 del Mercado Urbano de Tobalaba, inaugurada a principios de este año.
“Si vas al MUT te vas a encontrar con un pequeño Valdivia. Nosotros trabajamos con madera, nuestros diseños están asociados a la flora y la fauna. Y también nuestros valores; las personas que atienden son representantes de la marca. Entonces deben tener esa calidez que la gente acostumbra a encontrar en el sur de Chile”, comenta Francisca Montecinos.
Cuando faltaban aún cuatro días para Semana Santa, la sede del MUT estaba atiborrada de clientes, compuestas por familias, oficinistas, padres, y repartidores de delivery. Todos contagiados por el espíritu -y la urgencia- de esta fecha, comprando huevitos o conejos de chocolate. Este último es uno de los productos más requeridos: varios conejitos de Pascua, de distintos tamaños y contexturas, son expuestos en las vidrieras, atrayendo los ojos de los niños.
Tras el mostrador atienden cuatro trabajadoras. Entre ellas se encuentra Karen, en la caja registradora, quien lleva cinco años trabajando en las tiendas de Entrelagos. Explica que esta fecha es la campaña más importante, superando la Navidad y el Día de la Madre. Asegura, además, que la gerencia se hace presente dentro de la sede.
“Antes no me gustaban los chocolates, hasta que llegué a trabajar a la empresa. Porque no conocía de buenos chocolates, pero aprendí al llegar acá. Porque es otra cosa comprarlos en la calle, con las típicas marcas artificiales. Además que el chocolate es muy beneficioso, así que es un placer culpable del bueno”, añade, y se ríe.
Qué determina la calidad de un chocolate chileno
“Chile está muy bien posicionado en la industria chocolatera. El estándar de calidad de es notablemente mayor en comparación con otros países de la región”, explica Sebastián Romero, experto chocolatier de Inacap.
El chef destaca el dato de que el país está posicionado como el mayor consumidor per capita de chocolate de “alta calidad”. “La presencia de numerosas chocolaterías y emprendedores dedicados al trabajo con chocolate fino muestra un compromiso con la excelencia y la innovación en la industria”, añade.
“Lo primero en que nosotros nunca hemos transado, es en temas de calidad. Es decir, nosotros trabajamos con chocolate legítimo, tenemos un producto que nosotros sabemos es de bastante calidad, y somos dentro del retail la opción más saludable y natural que existe”, destaca Francisca Montecinos.
La directora creativa explica que uno de los pilares valóricos que tiene la empresa, es democratizar el chocolate de calidad. “Ofrecer un producto que contenga la menor cantidad posible de elementos procesados a un precio accesible”, comenta. A esto se le suma su reciente línea vegana, y otros productos con los que han ido renovándose.
Separar la familia de los negocios
“Esta es una empresa que siempre ha tenido vocación familiar, muy cercana a los trabajadores, muy integrados en la forma de manejarse, porque así es como lo veía mi padre”, explica Francisca Montecinos.
La familia parece ser un concepto central en la historia de la chocolatería. De hecho, recientemente se incorporó un nuevo clan en la empresa: la familia Jara, los ex-dueños de Nutra Bien, quienes han sido amigos de los Montecinos durante años.
Montecinos admite que es difícil separar el trabajo de la familia. Para ella, la chocolatería ha sido como una “hermana melliza”. Ha crecido con ella y se ha incorporado de forma natural. Espera transmitirle esa misma pasión por el negocio familiar a sus hijos. Sin embargo, sabe que conlleva inevitables dificultades: “Cuando el trabajo es parte de tu vida, tu no lo dejas en la casa, sino que es parte de la conversación del sábado, del domingo. Las ideas nacen en cualquier momento”, comenta.
“Ahora, cuando las diferencias de opiniones se dan fuerte, tratamos de no llevarlas a la casa. Aunque a veces es inevitable. Y no quieres ir el fin de semana a comer a la casa de tus papás, porque los has visto toda la semana, entonces como que necesitas un momento de calma. Pero se da como se da en cualquier trabajo y en cualquier familia”, añade Francisca Montecinos.
A pesar de lo ajetreada que es la Semana Santa para el negocio, la familia Montecinos la sigue celebrando. Aunque sus hijos ya son grandes, asegura que siguen escondiendo conejitos y huevos de pascua de Entrelagos. Incluso su padre participa en esta tradición, desde su retiro. “Somos todos buenos para comer chocolates también. Y aunque sean fechas ocupadas, todas las festividades se celebran como corresponden”, comenta.