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Opinión

5 de Agosto de 2012

El circo de la política y sus payasos tan previsibles y aburridos

Columna de Roberto Silva Bijit publicada en el diario El Observador de Quillota Se ha hecho innecesario dar argumentos para tratar de probar que los políticos son poco confiables y que sólo están interesados en sus pequeños temas personales. Su prestigio y credibilidad han caído en forma estrepitosa. Se han transformado en el hazmerreír de […]

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Columna de Roberto Silva Bijit publicada en el diario El Observador de Quillota

Se ha hecho innecesario dar argumentos para tratar de probar que los políticos son poco confiables y que sólo están interesados en sus pequeños temas personales.

Su prestigio y credibilidad han caído en forma estrepitosa. Se han transformado en el hazmerreír de la población, que los mira con un poco de compasión y otro poco más grande de rabia. Algunos los miran con vergüenza ajena. Están lejos de las preocupaciones e inquietudes de la gente. No representan a los votantes que se vieron obligados a marcar sus nombres en la papeleta electoral.

Se han transformado en un circo con todo tipo de funciones y espectáculos, que ellos realizan como si todos fuéramos a creerles el show que montan para cada ocasión.

Vamos a la pista del circo para presentar los números.

Ingresa el senador, precandidato presidencial y presidente del partido Radical, José Antonio Gómez, para realizar un fallido acto de magia. Su plan consiste en un peligroso ejercicio sobre el trapecio, desde donde saca una propuesta espectacular (que todos saben que nadie respaldará, pero que podría significar algunos votitos) y propone que la dieta parlamentaria sea reducida en un 50% (se escuchan risas del público, que esta vez son los propios senadores, discutiendo sobre el salario mínimo). Pero Gómez también quiere hablar del salario, pero no para los trabajadores del país, sino para los funcionarios de la administración pública, entre los que él mismo se cuenta. La idea brillante de Gómez, todavía colgando del alto trapecio, es pedir que el “salario máximo” para los ministros, subsecretarios, parlamentarios y funcionarios de alto rango, sea de 20 sueldos mínimos mensuales, es decir, cerca de $ 3.800.000. Que nadie gane más de eso, en circunstancias que hoy la dieta parlamentaria asciende a cerca de ocho millones de pesos mensuales, sin contar la última asignación especial de dos millones de pesos mensuales más que están recibiendo la mayoría de los diputados y senadores.

¿Alguien le cree el cuento al señor Gómez? El verdadero mago del circo debiera hacerle desaparecer esa propuesta ridícula, que de antemano sabe que nadie de sus pares se la aceptará. Es como cuando algunos se han atrevido a proponer que se regule a dos períodos como máximo el tiempo de diputados, senadores, alcaldes y concejales, en consecuencia que nadie “pesca” una idea de ese tipo.

También pueden pasar a la pista del circo los ministros presidenciales del Presidente Piñera, Allamand, Golborne y Longueira. Todos aceptaron sus cargos para intentar lucirse y postular a algún cargo público bien remunerado. Hoy día, el propio Presidente les ha tenido que rayar la cancha, porque andan más preocupados de ponerse para la foto, que hacer bien su trabajo.

Muchas veces se dice en forma despectiva que son cosas de circo pobre, sin embargo, en esta oportunidad se trata de un circo de ricos, que ganan mucho dinero, que viven en medio de cócteles y eventos y que están convencidos que pueden engañarnos con sus voladores de luces.

Todavía a nadie se le ocurre nada para que los políticos se tomen en serio ellos mismos. Puede que la ausencia de votantes el día domingo 28 de octubre, los ayude a convencerse que importan muy poco y que la gente cree que son un gasto muy grande para el país.

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