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Opinión

27 de Julio de 2014

Fulvio Rossi: “Mi temor es que terminemos en la misma cocina con Andrés Zaldívar”

Lo han acusado en su mismo sector de autoritarismo por criticar el acuerdo de la reforma tributaria. Dice que no está para cocinas donde no caben todos los comensales. El presidente de la comisión de educación- que sufrió bullying por contar abiertamente que era un fumador ocasional de marihuana- le presta ropa al cuestionado ministro Eyzaguirre, a pesar de sus continuas metidas de pata. Acá habla de sus aspiraciones presidenciales.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

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Fotos: Alejandro Olivares

¿Hay problemas comunicacionales en el ministerio de Educación?
-Sí, hay que mejorar, pero no es lo más importante. Mi apreciación, respecto al ministro Eyzaguirre, tiene que ver con los contenidos. Tenemos un compromiso de llevar adelante un proceso de transformación profunda. Y, evidentemente, todos sabemos muy bien que hay quienes -no quiero decir que intentarán debilitarlo- pero que estarían contentos con algún otro ministro que suavice la reforma.

Pero no es preocupante que no se esté explicando bien la reforma. El discurso se ha quedado en tecnicismos.

-Evidentemente, eso genera confusión. No hemos sido capaces de poder generar un bypass virtuoso, como los cardíacos, que nos permitan saltarnos a los sostenedores, que tienen intereses creados respecto a la reforma, y llegar con nuestro mensaje a padres y apoderados. En eso tenemos que hacernos la autocrítica. Ahora, no es fácil. Para nosotros y el gobierno, es mucho más difícil sortear este muro de desinformación. Es una tarea que requiere mucho más aplicación y un despliegue territorial más fuerte. Estoy de acuerdo que tenemos que mejorar las formas de transmitir el mensaje. Falta salir más a la calle a explicar la reforma. Ir a los colegios.

Tú te has paseado por los colegios explicando la reforma educacional. Y, tengo entendido, te han pifiado harto.

-Me han pifiado, pero me preocuparía más si los sostenedores, que defienden el lucro, me aplaudieran. Y espero que ojalá que los que defienden el lucro me sigan pifiando.

Se enredan harto los políticos. La ciudadanía parece que la tiene más clara.

-Claro. A la gente no le interesan los tecnicismos ni esta disputa por la compra o no de infraestructura educacional. Quieren que les dejemos claro si su hijo podrá estudiar gratis o no.

Eyzaguirre decía que no habría educación gratuita universal, que solo se financiarían cuatro años de carrera universitaria. Después lo desmintió.
-Eyzaguirre evidentemente con esa declaración confunde. Pero el ministro ya ha hecho la aclaración.

Mariana Aylwin dijo, en The Clinic, que Eyzaguirre metía puro la pata.

-Claro, el ministro puede meter la pata en una declaración y eso no es para aplaudirlo.

¿Encuentras que metió la pata en la entrevista que le dio a Carlos Peña?

-Claro, lo podemos considerar un traspié comunicacional.

Carlos Peña tuvo que salir a desmentirlo en una carta dejándolo casi como mentiroso.

-En esa discusión no me meto. No quiero entrar en el terreno del cahuín.

Pero esa es la idea…

-No. Para nada. No quiero ser parte del cahuín.

Algunos dicen que con sus últimas metidas de pata, es hora que se vaya para la casa.

-Sería súper poco serio pedir eso.

Pero no crees que le esté jugando una mala jugada al ministro salir un día diciendo una cosa y al otro retractarse de lo que dijo…
-Leí a Tironi, en La Tercera, que decía que sería un retroceso que saliera del cargo Eyzaguirre. Yo pienso lo mismo.

Y en el caso que suceda, ¿qué pasaría?

-Afectaría severamente el avance de la reforma. Hay un movimiento contrarreforma que está muy interesado en que Eyzaguirre se caiga. Y en ese movimiento forma parte no solo la derecha y sectores conservadores, sino que sectores minoritarios de la Nueva Mayoría, que quieren militar en ese movimiento. Yo prefiero quedarme con la metida de pata de Eyzaguirre -que quiere sacar una reforma de verdad- que por excesiva prudencia terminemos defraudando a la ciudadanía que nos entregó su confianza. Ahora, el ministro Eyzaguirre debería ser más cuidadoso con lo que dice.

Debe pensar bien lo que va a decir…

-Sí. Tiene que ser más prudente con las palabras que diga, porque hay mucho interesado en aprovecharse de sus metidas de pata.

Más allá de eso, ¿le ves futuro a Eyzaguirre como ministro de Educación?
-No he escuchado que quieran sacarlo. Pero, como te decía, hay gente interesada en que Eyzaguirre deje el cargo, porque justamente lo ven como obstáculo.

PURO HUMO


Algunos en la derecha dicen que la reforma educacional terminará siendo una gran venta de humo de la Nueva Mayoría.

-Mi temor es que terminemos en la misma cocina con Andrés Zaldívar. Y eso es lo que no quiero. Además, estoy seguro que cocino mejor que Andrés Zaldívar. Le pego harto a la cocina, ja, ja, ja.

¿Qué te parece que algunos pocos quepan en la cocina?
-Fue desafortunada esa metáfora. Lo más relevante, además de conseguir ciertos objetivos, es que el proceso de reforma ha sido un proceso de mucha discusión, muy transparente y muy participativo. Y eso se ensució con esta cocina a puertas cerradas que es todo lo contrario. Es una mala señal.

Además, que el que suele repartir termina recibiendo la mejor parte…
-Claro. Yo soy partidario si se va a hacer en una cocina sea una cocina americana, que esté abierta a todos y que permita que la gente pueda establecer una mesa de trabajo. Aquí hay que cocinar una buena reforma. Una especie de olla común con toda la gente. O podríamos, incluso, hacer un asado bien a la chilena, al aire libre.

Mucho mejor que un tecito con galletitas, que es harto siútico…

-Claro, la otra fue muy siútica, muy inglesa, muy conservadora.

¿Hay espacio para la derecha en esta cocina? Te lo pregunto porque Osvaldo Andrade dijo que no tenía problemas en pactar con la derecha en la reforma educacional

-No quiero ser comentarista de lo que digan otros actores, sino me volvería loco.

¿Pero eres de la idea de que hay que avanzar sin transar con la derecha?
-Evidentemente, así como están las cosas, no hay espacio para ellos. La derecha está contenta con la Constitución del 80, en lo que dice relación con la educación, y está contenta con el statu quo. Mientras esa visión no cambie, no hay espacio posible para un entendimiento. Soy de la idea de que hay que avanzar. Y, desde ningún punto de vista, transar aspectos que para nosotros y la ciudadanía son esenciales: el fin al lucro y el tema de la gratuidad. Esos son aspectos centrales. Si no llegamos a eso, sinceramente, prefiero no seguir avanzando, porque al final del día hay un pueblo que tiene expectativas. No podemos fallarles de nuevo a los jóvenes ni a la sociedad chilena. Los estudiantes no nos perdonarían.

Para Mariana Aylwin no es democrático no transar. De hecho, dijo que pecabas de autoritarismo.

-No estoy de acuerdo con renunciar. Lo que dice Mariana Aylwin es poco democrático. Está confundida. Defender ciertas convicciones no es autoritarismo. Ser progresista no es ser autoritario. Yo no la descalifico a ella por ser conservadora. Suena bastante ilógico de ella esto del autoritarismo cuando uno ve como se negoció y fraguó la reforma tributaria. Yo, justamente, he señalado que hoy es fundamental crear una nueva democracia. No soy yo el que le prohíbe a los jóvenes fumar pitos. No soy yo el que le prohíbe a la mujer interrumpir el embarazo. No soy yo el que impide que una pareja de homosexuales se case o adopte un hijo. Si hay alguien que respeta la libertad de los demás, más bien soy yo…detrás de esa crítica, hay una reacción conservadora frente a esta propuesta de cambio. Todos sabemos que al interior de la Nueva Mayoría hay dos almas frente al tema educacional. Hay quienes están de acuerdo con la selección, hay quienes regularían el lucro y no lo terminarían, hay quienes piensan que el Estado no debe meterse mucho en el tema educacional y por tanto están bastante cómodos con la Constitución del 80.

¿Esos dardos apuntan a la DC?

-No quiero apuntar a ellos, porque dentro de la DC hay un sector progresista y que está respaldando los cambios. Mario Venegas o la diputada Yasna Provoste están en la misma dirección nuestra. No quiero suscribirlo a un partido, pero efectivamente hay dirigentes que están muy contentos con el statu quo y con cocinas chicas, donde la gente no sabe lo que está ocurriendo, no opina y no participa. La verdad es que todo tiene su límite. Lo obvio es que los senadores de la comisión de Hacienda estuviesen todos involucrados en el protocolo. Ahí mi crítica.

No estás de acuerdo, entonces, con la política de los consensos…

Esta forma de hacer política nos recuerda una época donde tenían una justificación ética y práctica los consensos. Una justificación ética respecto a que teníamos una democracia tutelada. Pinochet era comandante general, hubo boinazos, ejercicios de enlace. Y la justificación práctica era que no teníamos mayoría para modificar leyes con alto quórum. Lamentablemente nos hemos farreado una gran oportunidad en el tema tributario de ejercer nuestra mayoría.

Osvaldo Andrade llamó a no demonizar el acuerdo.
-Uno siempre va a tratar de construir acuerdos en la sociedad, pero los acuerdos tienen que significar que la frontera de lo posible se mueva lo suficiente para justificar los costos de esa negociación. Porque todo acuerdo es precedido de una negociación. Y, por lo tanto, lo que deja de avanzar tiene que ser compensado con la legitimidad para tener una base sólida de apoyo. Pero cuando eso se descompensa, y empezamos a creernos el cuento de que los acuerdos son buenos, simplemente por el hecho de existir, a mí me parece que es desvirtuar la política misma.

¿Hubieses esperado otra reacción de él?
-Es la labor que tiene que tener también Osvaldo Andrade en el partido. Está bien. Está tratando de mantener unida a la coalición. Es legítimo que lo haga. Y yo tengo otro espacio para hacer otros planteamientos. Porque aquí si uno no abre la boca termina corriéndose todo a la derecha. Uno tiene que hacer ese contrapeso para que ojalá este equilibrio no termine en la derecha misma.

¿Tú crees que este acuerdo nos está llevando hacia la derecha?

-Nadie tiene ninguna duda de que es un retroceso en materia de progresismo tributario y de combatir la elusión con respecto al acuerdo que teníamos. Yo creo que aquí falló la Nueva Mayoría entera. Asumamos el error. Yo era un fiel defensor de la reforma tributaria. Pero ahora me siento decepcionado.

¿Piensas que terminó siendo una reformita, como dijo Pablo Lorenzini?

-Pienso que claudicamos. Yo me siento mal. Me siento frustrado. Nuestra gente nos está reclamando. Dijeron que iban a hacer las cosas distintas y terminaron haciendo lo mismo de antes.

Da la impresión que aquí ganó el lobby empresarial y de la derecha.

-Lo que me preocupa es el impacto que genera una foto de acuerdo. Te aseguro que la gente valorará darse la mano sin importar el contenido. Y nuestra base de apoyo, que tiene que ver con la masa crítica de la Nueva Mayoría, siente desazón y decepción. Porque siente que volvimos a hacer exactamente lo mismo, pero con la diferencia que hoy tenemos una mayoría.

¿Este acuerdo le jugará una mala pasada a la Nueva Mayoría a futuro? Se está generando una crisis de confianza…
-Lógico. Evidentemente, este modo de hacer las cosas no ayuda.

Ignacio Walker habló de la doctrina Rossi. ¿Existe una doctrina Rossi?

-Ese es un mecanismo que tiene para blindarse. Él piensa que cuando le hago una crítica se la estoy haciendo a todo su partido. Y no es así. Es una estrategia que usa para desviar el bulto.

Walker te acusó de armar divisiones al interior de la Nueva Mayoría

-Está equivocado. Pero lo doy por superado. No tiene ningún sentido seguir hablando. No es un tema personal. Con Ignacio Walker tenemos una estupenda relación que evidentemente se ha visto enturbiada por estas diferencias políticas.

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PRESIDENTE ROSSI

¿Todavía sigues con la idea de querer ser presidente de Chile?

-Sí, me gustaría ser presidente. Es como el sueño del niño chico que le gusta la biología y quiere ser médico.

Y tú, en cambio, soñabas con ser presidente…

-No, cuando chico quería ser tenista, pero la verdad es que siempre ha sido una aspiración poder presidir un país.

¿Cómo te surgieron las ganas de querer ser presidente? ¿Fue que un día te levantaste y dijiste “quiero ser presidente de Chile”?
-Nunca tanto. No es una opción, es una aspiración.

¿Es una aventura personal o la gente te dice “Fulvio, queremos que seas nuestro presidente?

-Lo hemos conversado con un grupo de gente. En mi propio partido, tanto colegas parlamentarios como dirigentes políticos, me han señalado que les parece una idea interesante.

Marco Enríquez Ominami anda rondando el PS. Te está saliendo competencia, Fulvio.

-En buena hora que haya mucha competencia. Marco Enríquez desea participar de la primaria y hay que decir que se ha ofrecido de participar dos veces y, al parecer, no ganaba. A mí me huele un poquito a oportunismo político. Pero está en su derecho. No le voy a cerrar las puertas. Y me parece muy bien que se converse con Marco Enríquez. Tenemos profundas coincidencias programáticas, por lo mismo me parece que es muy bueno conversar con él.

¿Te gusta como nombre presidenciable?
-Prefiero el mío, ja, ja, ja.

Recién decías que veías un oportunismo de parte de MEO.

-Evidentemente, nos ha sacado la cresta durante todo este tiempo diciendo que somos lo peor y que hoy diga que le parece interesante representar a la misma Nueva Mayoría. Eso es oportunismo. Además, que creo que Marco ha ido a buscar más a la Nueva Mayoría que la Nueva Mayoría a Marco. Pero, la verdad, es que le tengo harto cariño. A ratos se enfría la relación, a veces está mejor, pero le tengo mucho respeto por la capacidad que tuvo de levantar una plataforma de cambio en Chile. Yo soy lejos el tipo menos envidioso en política, así que le reconozco todos sus méritos.

Más allá de eso, para querer ser presidente hay que tener harto ego y vanidad.

-Todos los seres humanos tenemos defectos y algo de vanidad. Y los políticos en general tenemos vanidad, pero creo que lo que no puede ocurrir es que el ego y la vanidad sean el motor de alguna acción tuya en la vida pública. O sea, son elementos que pueden estar presentes en la vida de muchos servidores públicos, pero no puede ser ese el motor. Una candidatura presidencial no puede ser una aventura personal ni puede estar dada por un interés particular, porque justamente la política es la preeminencia del interés general por sobre el interés particular.

¿Qué te seduce del poder?

-Lo que me seduce del poder es la posibilidad de transformar cosas. Cuando tenía como 20 años fui a un bar y discriminaron a una persona por su apariencia. Eso, prácticamente, no ocurre hoy. ¿Por qué no ocurre? No ocurre porque hubo gente que se indignó y tuvo el poder para cambiar las cosas. O sea, yo creo que el poder te da la posibilidad de transformar cosas en esta sociedad.

Pero fuera de eso, ¿no encuentras un cacho ser presidente? Tienes que estar en todas. Termina siendo una lata.

-Bueno, la política misma tiene costos. Tú pierdes mucho de tu vida personal, el derecho a la intimidad, el derecho al espacio privado.

LOS 40

Para la Confech, los socialistas son momios.
-Sin duda. Mi hijo estudia en la Chile y me dice lo mismo. Pero no solo los socialistas, hoy hasta los comunistas son momios, porque están en la Nueva Mayoría. Si ser parte del establishment para un joven es sinónimo de ser conservador y momio. Está bien. Y, afortunadamente, mi hijo me conoce bastante para no considerarme momio.

Tu hijo participó de las tomas en el 2011. Tenía una postura más radical.
-Sí. Cuando uno tiene la suerte de tener un hijo universitario es un privilegio. Porque uno tiene que tener un cable con esa generación, porque lo que ellos sienten es que hay un cortocircuito completo, por eso lo que más me gusta en política es ir a universidades a foros, a diálogos con secundarios. Los estudiantes te enseñan tantas cosas.

Estás hablando como un viejo.

-Bueno, tengo 43. Y, ojo, no soy viejo.

Eres un viejoven…
-Claro, ya no soy un lolo, tengo un hijo que va a cumplir 22 años.

Tú entraste bien joven al Congreso.

-Yo era el más joven cuando entré.

No te da lata que ya no estés entre los más jóvenes. La Bancada Juvenil te desplazó.

-Me da envidia, ja,ja, ja. Pero sana envidia. Es que cuando uno está en los 40 y empieza a mirar para atrás, claro, uno se da cuenta que ya no tiene 20.

Debe dar lata. ¿Y te vino un bajón después de los 40?

-No tengo crisis. Estoy impecable.

¿Pero no hay nada penca? ¿La ponchera que aparece?

-Lo más penca de los cuarenta es que el otro día jugué un campeonato de tenis, dos partidos al hilo, y en el segundo perdí 7-6 y pude llegar a la final pero ya no me da el cuero. Y mi ponchera la tengo súper asumida.

¿Y compartes con la Bancada Juvenil? ¿Te has tomado un copete con ellos?

-Todavía no. En todo caso, son mi esperanza todos estos cabros, la Camila, el Giorgio. De hecho, los siento como aliados en la reforma educacional. Ellos pueden jugar un rol muy relevante para poner un freno al movimiento conservador que existe en la Nueva Mayoría. Son fundamentales.

¿Qué costos tuviste que asumir cuando contaste públicamente que fumabas marihuana?

-Para ser franco, en esa decisión nos juntamos todo el equipo de gente que trabaja conmigo y me acuerdo que la mitad estaba a favor de hacer esa entrevista y la mitad no. Bueno, yo tomé la decisión de hacerlo. Y, efectivamente, hubo un bullying muy duro, porque en el fondo trataban de generar un menoscabo desde el punto de vista de tu integridad moral. Y eso es grave para un político, para un ser humano y para cualquiera. Fue duro, pero con el tiempo creo que esa entrevista ayudó a derrumbar muchos mitos y abrió un espacio de discusión muy positivo. A mí nunca me ha gustado hacer política desde lo anecdótico, pero creo que en ese caso tuvo una justificación política.

¿Recuerdas alguna volada loca con la marihuana?

-Te voy a contar una historia que me pasó con mi papá. Yo lo invité a Cuba cuando yo tenía 27 años y en Varadero me regalaron unos piticlines. Mi papá no había fumado nunca y me dice “qué es esa cosa” y yo “prueba poh”. Mi papá la probó y salimos esa noche a comer y yo nunca lo había visto que se riera tanto, que hablara tanto, que comiera tanto. Mi papá era un hombre muy serio y se puso galán. Al otro día me reclamó porque, según él, el pito no le había hecho nada, ja, ja, ja.

¿Y a ti te pone más galán la marihuana?

-No, no, en general, no cambia mucho mi personalidad.

¿Qué te fumaste cuando tuviste una experiencia ET?

-No soy una persona que ande viendo ovnis y cosas raras. Y, por lo demás, nunca señalé que hubiese tenido algún tipo de abducción. Lo único que he dicho, es que me ocurrió un fenómeno paranormal, del cual no tengo explicación, eso es todo.

El otro día salió una actriz contando que había pololeado seis meses con un ET.

-Qué suerte tiene ella de conocer cosas distintas. A mí no me ha tocado vivir ese tipo de experiencia. O quizás sí. Puede ser que haya tenido una polola extraterrestre y nunca me haya enterado, ja, ja, ja.

Aparte de la marihuana, ¿has probado otras drogas, como alucinógenos?

-Ya no. Algunas cosas, cuando era más cabro.

En el norte, se da harto el peyote.

Exactamente.

¿Y lo probaste?

-Alguna vez, pero hace muchos años.

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