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Mundo

11 de Noviembre de 2018

Crónica: El oscuro pasado del chef de Putin

El empresario ruso Yevgueni Prigozhin, conocido como el “chef” de Putin por organizar banquetes oficiales y que es acusado por EE.UU. de interferir en las elecciones presidenciales, ha vuelto a poner en un aprieto al Kremlin con las nuevas y escabrosas revelaciones de la prensa sobre su oscuro pasado. El periódico “Nóvaya Gazeta” publicó una […]

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El empresario ruso Yevgueni Prigozhin, conocido como el “chef” de Putin por organizar banquetes oficiales y que es acusado por EE.UU. de interferir en las elecciones presidenciales, ha vuelto a poner en un aprieto al Kremlin con las nuevas y escabrosas revelaciones de la prensa sobre su oscuro pasado.

El periódico “Nóvaya Gazeta” publicó una entrevista con un antiguo colaborador de Prigozhin, Andréi Mijáilov, que acusa al empresario y a sus ayudantes de recurrir a toda clase de métodos para propagar información falsa, eliminar competidores en el negocio de la restauración, difamar y atacar a periodistas opositores.

Para empezar, reveló cómo el oligarca creó la famosa fábrica de “trolls”, también conocida como Internet Research Agency, que supuestamente lanzó en 2016 una campaña en las redes sociales para manipular a la opinión pública de EE.UU. y que llegó a más de cien millones de usuarios.

“Fue una idea de Prigozhin. Leí que había sido un encargo del Kremlin, un especie de ‘deber escolar’ que le encargaron y que Prigozhin cumple a cambio de contratos multimillonarios. Pero, por lo que yo vi y escuché, estoy convencido de que no recibió ningún encargo, ni pidió consejo ni permiso a nadie”, dijo.

Mijáilov mantiene que incluso el propio empresario eligió personalmente el edificio, que se encuentra de camino a su dacha (casa de campo) en las afueras de San Petersburgo.

“Los empleados no solo debían desinformar en los blogs, sino también buscar información negativa en la red sobre ciertas palabras clave. Al principio había unas 200 personas. Estaban divididos por departamentos, unos trabajaban con Ucrania y otros con EE.UU.”, explicó.

También le acusó de crear y colocar información falsa en la agencia de noticias estatal RIA Nóvosti para lograr el despido de su directora, Svetlana Mironiuk, que se había ganado el respeto con la cobertura equilibrada de la situación política en Rusia.

“Mironiuk fue relevada en diciembre de 2013. Eso significa que la misión fue cumplida”, dijo Mijáilov, en alusión a que en su lugar fue nombrado al polémico periodista Dmitri Kisiliov, que ha convertido a RIA Nóvosti en una pieza más de la máquina de propaganda del Kremlin.

Mijáilov, que dijo conocer a Prigozhin en 2012, también denunció ataques contra competidores y enemigos personales de Prigozhin con escenificaciones de intoxicaciones alimentarias, accidentes de tráfico y hasta presencia de cucarachas en hospitales.

También relató un caso de asalto contra un bloguero en Sochi (mar Negro), Antón Grischenko, que había publicado información crítica con el Kremlin.

La “garganta profunda” del periódico decidió acudir a la prensa después de que el pasado año hombres vinculados con su antiguo jefe le secuestraran, le llevaran a un bosque, le dieran una paliza y le amenazaran.

“Ya me han llevado al bosque y espero que no lo repitan…la práctica dicta que quedarse en casa encerrado es la peor defensa posible”, afirmó.

Recientemente, “Nóvaya Gazeta” recibió amenazas en forma de ovejas vivas, coronas de flores y la cabeza de un carnero muerto después de que un antiguo ayudante de Prigozhin, Valeri Alemchenko, le acusara en una entrevista de estar implicado en ataques contra varias personas y, al menos, en un asesinato.

El presidente ruso, Vladímir Putin, reconoció hace unos meses en una entrevista con la NBC que conoce personalmente a Prigozhin, pero que no es su amigo, como lo ha descrito la prensa estadounidense.

“Trabaja en el negocio de la restauración o algo así. Pero no es un funcionario. No tenemos nada que ver con él”, afirmó Putin, que negó que Prigozhin haga “el trabajo sucio” del Kremlin.

En cuanto al hecho de que, según la prensa, dirija la compañía militar privada Wagner, que envía mercenarios a zonas de conflicto, admitió que Prigozhin “podría” tener intereses energéticos en Siria, pero, a renglón seguido, insistió en que no cuenta con el apoyo de las autoridades.

Mientras el Kremlin intenta desligarse del empresario, Prigozhin reapareció esta semana públicamente en una reunión del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, con una delegación militar libia.

Poco después de que el vídeo apareciera en los medios de comunicación, una fuente militar anónima precisó a las agencias rusas que Prigozhin únicamente “organizó la comida oficial” y participó en la discusión del “programa cultural” de la visita de la delegación del país árabe.

Según el opositor Alexéi Navalni, en los últimos años el empresario habría logrado contratos estatales por valor de al menos 2.500 millones de euros, entre ellos uno para distribuir comida al Ejército.

En septiembre pasado el Departamento de Estado norteamericano sancionó a Prigozhin y a tres de sus compañías, entre ellas Concord Management y Concord Catering, por influir en los procesos políticos en Estados Unidos.

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