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Cultura

12 de Abril de 2019

Una nana asesina y mamaderas envenenadas: A 55 años de un caso policial que estremeció a Chile y hoy sigue vigente

El pasado 20 de marzo la escritora Alia Trabucco Zerán lanzó el libro “Las homicidas”, ensayo que aborda las vidas y motivaciones de cuatro mujeres que cometieron crímenes, y las tensiones de género y clase que cruzaron sus biografías. Entre las historias que cuenta está la de María Teresa Alfaro, autora del crimen de tres de los seis hijos de Magaly Ramírez y Sergio España, conocido en los años ’60 como “el caso de las mamaderas envenenadas”. El día de la presentación de la obra los herederos de la familia asistieron en masa y pidieron leer su versión de los hechos. No estaban de acuerdo con que se afirmara que Teresa Alfaro o la “Teté”, como le decían sus patrones, cometió los asesinatos en represalia por maltratatos recibidos en esa casa, de la que era “nana”. Esta es la historia de la controversia entre la autora y los protagonistas de la obra.

Por

El último fin de semana de octubre del año 1963 el matrimonio Rodríguez Mayorga, con residencia en Copiapó, viajó a la capital para visitar a unos cercanos que vivían en Buin. Querían que sus amigos, el doctor Sergio España y la matrona Magaly Ramírez, se convirtieran en compadres y fueran padrinos de la pequeña Mariana, su hija de 11 meses.

Instalados en la casa de los España, los Rodríguez estaban en la pieza de invitados, cuando le dieron una “papa” a la niña. Tras tomar dos sorbos de leche, la pequeña expulsó la botella llorando. Pocos segundos después sufrió convulsiones. La madre de la guagua bebió un poco del contenido que tenía la mamadera y sintió un sabor amargo.

Los jóvenes padres partieron al hospital para tratar a su hija. Magaly Ramírez conservó la mamadera con leche y le pidió a su marido, de turno en el hospital San Luis de Buin, que mandara a examinarla al laboratorio. A las pocas horas, su ahijada se recuperó, pero una noticia les cayó como un mazazo: en la mamadera de la pequeña Mariana encontraron una fuerte presencia de estricnina, un veneno utilizado para matar ratones.

La asociación de este hecho con la muerte, tiempo antes, de tres de sus hijos y la madre de Magaly, fue inevitable. Un miembro de la familia los había envenenado. ¿La sospechosa? Sólo una: María Teresa Alfaro, la “Teté”, la mujer que desde el año 1959 trabajaba como empleada doméstica en la casa.

LAS MUERTES

Desde los años 1960 a 1963, cuatro miembros de la familia España-Ramírez murieron en extrañas circunstancias.  Viviana España Ramírez, segunda hija de la pareja, a los 16 días de vida, falleció el 22 de julio de 1960. Su acta de muerte aseguraba que había sido “por una causa indeterminada”.

Casi cuatro meses después de ese primer episodio, el 14 de noviembre de 1960, Magaly  España Ramírez, la hija mayor de los España-Ramírez, murió de un año y tres meses. ¿La causa? Un ”ataque convulsivo de origen no determinado”, reza el documento oficial.

Sergio Iván España Ramírez, de 27 días de vida y el tercer hijo del matrimonio, falleció dos años después, el 3 de julio de 1962, de un estado convulsivo.

Ana Córdova, la abuela materna de la familia, también murió el 20 septiembre 1963. ¿El método? El mismo de siempre: la asesina preparó una jalea con uno de los trozos de las tabletas de estricnina. Murió, al igual que el resto de sus nietos, envenenada.

ÚNICA ENTREVISTA

La escritora Alia Trabucco Zerán en marzo de este año publicó “Las homicidas”, un libro de ensayo sobre cómo los medios y la sociedad chilena reaccionaron frente a cuatro crímenes cometidos por mujeres y las respectivas tensiones de género y clase. En el texto plantea que existen leyes “invisibles de género” que “operan” para comprender y analizar dichos casos.

En el prólogo la autora señala: “Un hombre que mata, sin importar sus móviles o sus víctimas, sus armas o circunstancias, no pone en duda su masculinidad. Su acto de violencia es considerado siempre una posibilidad e incluso sirve para corroborar su estatus de verdadero hombre. Una mujer que mata, por el contrario, está dos veces fuera de la ley: fuera de las codificadas leyes penales y fuera de las leyes culturales que regulan la feminidad”.

Además agrega que exponer sus biografías y los hechos que las convirtieron en unas criminales es también una misión en la discusión feminista: “Recordar a las mujeres malas es también una tarea del feminismo. (…) Mi intención no es quitar importancia a la alarmante recurrencia de los femicidios ni promover el asesinato como un arma en la lucha feminista. Las mujeres que matan son excepcionales y es preferible que sea así”

La doctora en Filosofía y una de las presentadoras del libro, Lorena Amaro, escribió una reseña sobre el libro en Paniko.cl y señala: “Más allá de investigar periodísticamente o intentar llegar a una verdad forense, incluso más allá de procurar entender individualmente sus historias, el análisis de Trabucco busca remover las representaciones que se hicieron de estas sujetos en los discursos sociales, políticos y culturales de sus respectivas épocas e incluso desde la contemporaneidad en que aún se citan sus crímenes con afán rememorativo o ejemplarizador”.

Una de las historias que aborda es la de María Teresa Alfaro. Para escribir y teorizar sobre el hecho y fundamentar algunas tensiones de género y clase, la autora se basa en cientos de autores, fallos, recortes de prensa de la época y la única entrevista que dio Magaly Ramírez sobre el hecho, 40 años después de lo ocurrido con sus hijos y su madre.  

La entrevista fue publicada en revista El Sábado de El Mercurio el 1 de abril de 2006, bajo la firma de la periodista Margarita Serrano. Magaly Ramírez, hija y madre de las víctimas, habló sobre el dolor que significó toda esa experiencia para ella. En ese minuto dijo: “Hablar para mí es saldar una deuda con los hijos que no están”.

“Yo estaba un día de turno en el hospital -era matrona en Buin- y a las doce del día me llaman y mi mamá me dice: ‘Magaly, la niña se está muriendo’. Me hinqué en el suelo del pabellón de cirugía y le pedí a Dios, “por favor, no me la quites”. Y Dios no me escuchó. A ese Dios me ha costado mucho quererlo. Y no sé si lo quiero”, dijo a la revista.

En el momento de la entrevista, Magaly Ramírez se encontraba con la circulación arterial tapada y ya llevaba dos operaciones en la pierna para que no se la amputaran. “Yo ahora quisiera morirme, ¿me entiendes? Por eso te estoy dando esta entrevista, porque quiero morirme, pero antes quiero decirles que los quise tanto, tanto… Quiero ir a verlos. Necesito verlos, abrazarlos, abrazarlos”, decía en el texto.

Sobre el perdón, Magaly Ramírez aseguró que: “No perdono, eso no se perdona. Pero la vida es más sabia ahora, antes era más agresiva conmigo. Ya no me siento perseguida. No puedo negar lo que la vida me ha dado, pero tampoco puedo olvidar lo que me ha quitado”.

LA CULPABLE

Según da cuenta un expediente citado por la revista, María Teresa Alfaro -la única acusada por los crímenes- relató cómo fue la muerte de la pequeña Viviana: “Momento después la guagua se puso a llorar como si tuviera dolores de estómago, llamamos al doctor y cuando llegó, ella había fallecido. Ellos estaban en Santiago, comprándole un regalo a la guagua, y cuando volvieron, en la noche, la encontraron muerta”.

Sobre el segundo deceso, Alfaro fue más escueta. El mismo expediente citado, dice: “Al poco tiempo después, eché la otra mitad de la pastilla molida a la comida de Magaly Ximena, quien momentos más tarde sufrió dolores de estómago y falleció”.

La muerte de Sergio también fue abordada por ella: “Me dio pena, pero no se me ocurrió arrepentirme”.

El último crimen fue el de la madre de Magaly Ramírez. Una publicación del diario La Cuarta de septiembre del 2006, rescata una declaración de la “Teté”: “(La abuela de la familia) Me empezó a hostilizar con 30 mil pesos que me había prestado para hacerme remedio de un crío que me plantó un amigo mío”.

EL LIBRO, LA POLÉMICA

El pasado 20 de marzo la abogada y escritora Alia Trabucco Zerán publicó el libro “Las homicidas”. A ese lanzamiento, realizado en el Museo de Artes Visuales MAVI y moderado por la escritora Nona Fernández y la doctora en Filosofía Lorena Amaro, llegaron los herederos de los España-Ramírez, quienes escuchaban atentos cómo se contaba esa historia que, inevitablemente, también era de ellos.

“El día del lanzamiento fuimos con mi hermano, con mi señora, con mis hijos. Nos sentamos en primera fila. Esperamos que se acabara la charla y levantamos la mano. En la charla la autora dijo que Magaly Ramírez estaba viva, y mi mamá murió el 2 de abril del 2017. Y también lo dice equivocadamente en el libro. Entonces la pregunta que a mí me surge es: ¿Yo puedo decir cualquier cosa de cualquier persona en forma mañosa y depreciar completamente a esa familia?”, reflexiona Sergio España Ramírez, uno de los hijos vivos de Magaly y Sergio, y actual vocero de la familia.

“Es muy raro que alguien escriba sobre esto y no se haya dado el trabajo de decir: ¿Estará vivo alguno de estos gallos? Me parece que hay un cierto desprecio por el dolor, ¿te fijas? Es muy brutal el caso. Yo creo que por una cuestión de piel, de sensibilidad, de humanidad, yo preguntaría: ¿Esta gente está viva? Por último, por curiosidad”, agrega.

Hay tres temas que al heredero de los España-Ramírez le indignan hoy, tras la publicación del libro. “Uno de ellos son las supuestas presiones continuas de mis padres para que Alfaro abortara (basado en las propias declaraciones de asesina). Otro tema, es la especulación de un triángulo amoroso entre los patrones y la empleada (sacado de los trece recortes de prensa en los que se basa la autora) y el tercero tiene que ver con que esta mujer siente celos y que mi mamá en sus declaraciones avaló esta tesis. No sólo eso, también dice que mi mamá, tras los hechos, perdió prestigio profesional, cuando en realidad ella llegó a ser jefa de la maternidad del Hospital en Buin y se retiró de su profesión en 1972 para tener tiempo y disfrutar a su tercera hija, un embarazo de alto riesgo por su edad (40 años) y antecedentes de partos complicados”.

Aunque aclaran que no iniciarán acciones legales contra la autora, la familia España si espera tener un diálogo con Trabucco o la editorial. “No me corresponde juzgar sus intenciones. Pero creo que es intelectualmente incorrecto plantear una tesis sobre elementos que no son ciertos y sobre eso nos gustaría dialogar o debatir. Yo no soy un delincuente ni le voy a ir a tirar tomates. El feminismo que ella postula me parece necesario, pero no puede ser sobre la base de levantar algunas voces y ocultar otras. El debate que estamos planteando como familia es: ¿Podemos escribir de cualquier cosa y después escondernos?”, manifiesta.

LA SOBREVIVIENTE

El 30 de marzo de este año, Viviana Mariana Rodríguez Mayorga, la sobreviviente de la mamadera envenenada de la “Teté”, publicó una carta a El Mercurio donde alega que la autora del libro “Las homicidas” confunde roles e incluso profesiones de algunos personajes y “además demuestra desconocimiento de los hechos acontecidos y su contexto”.

De la noticia de la publicación, Mariana se enteró igual que los España. El Mercurio publicaba el pasado 10 marzo una entrevista con la autora donde que se refería al contenido del libro y el caso del que ella, sin recordarlo, había sido protagonista con sólo 11 meses de vida.

“Al leer el libro me sorprendió la falta de rigurosidad en la investigación del caso dada la relevancia de los hechos. Pienso que la escritora debería haberse contactado con la familia involucrada y las personas que ella cita con nombres y apellidos”, dijo a The Clinic, y agregó: “Me incomodó la forma en que la escritora Alia Trabucco interpretó una historia tan triste y desgraciada”.

LA AUTORA

Consultada por los cuestionamientos a su obra, Alia Trabucco Zerán expresó a The Clinic que su visión sobre estos cuatro casos está expuesto “en ‘Las homicidas’, un libro de ensayos que trabaja sobre la representación mediática, jurídica y cultural de la mujer asesina. Allí, en el libro, está mi lectura y cada una de mis fuentes, todas ellas públicas (artículos periodísticos de medios de distintos perfiles, sentencias judiciales, informes médicos y producciones culturales)”.

Además confirma que en la segunda edición de su libro, próximo a publicarse, contiene un nuevo epílogo donde la autora reflexiona “sobre los ecos que produce un tema tan complejo y tabú como la violencia perpetrada por mujeres”, dice.

Desde la editorial Penguin Random House también hicieron una declaración que exponemos íntegra:

“El libro “Las homicidas” es un ensayo destinado a ofrecer una interpretación de cómo fueron abordados cuatro casos de mujeres criminales en la historia de Chile. Sobre la base de una amplia bibliografía, una lúcida reflexión y una investigación de aquello que dijeron la prensa, los jueces, los médicos y los protagonistas públicamente (en sentencias judiciales, periódicos, informes médicos, producciones culturales de artistas y escritores) la autora desvela al lector procedimientos de una sociedad de múltiples prejuicios. En otras palabras, lo que hace este libro es trabajar sobre las representaciones y construcciones discursivas, aspectos sobre los cuales la autora vuelve a reflexionar en un epílogo a la segunda edición, actualmente en imprenta.

En esta reedición se señala la data de muerte Magaly Ramírez ocurrida en 2017, dato no consignado en la primera edición.  

Como todo ensayo, ‘Las homicidas’ interroga, conjetura, reflexiona, asocia, cuestiona e interpreta desde una mirada particular, no pretendiendo establecer verdades de ningún tipo. Junto con defender la libertad intelectual en la que se inscribe el libro, invitamos a su amplia lectura”.

EL FINAL

Foto de Magaly Ramírez en 1989.

Uno de los elementos que expone Trabucco en la publicación es que tras los crímenes cometidos por Alfaro, la familia España-Ramírez rompe para siempre su relación con las empleadas domésticas debido a la desconfianza que le provocaban.

En “Las homicidas” se expone textual: “se empeñaron en borrar toda huella de Alfaro. Nunca más contratarían una empleada doméstica, se rehusarían cambiar de ciudad y con el tiempo tendrían exactamente tres hijos”.

Sobre ese punto Sergio relata un pasaje de la muerte de su madre: “Ella murió el 2 de abril de 2017, acompañada de la persona que la cuidó hasta último minuto y que pidió estar con ella esa noche, junto con su hijo de dos años. Mi mamá pidió que el hijo de su cuidadora, estuviera jugando, sentado en la cama de ella. Tres horas después mi mamá murió. A nosotros, sus hijos, nos avisaron a las 4 de la mañana”.

Y enfatiza: “Lo que quiero decir es que si tú quieres escribir de esto, anda y pregunta, vas a tener un libro mucho más interesante. Eso es lo que más molesta, lo que más causa escozor. Que por último hable del caso judicial: pero déjennos tranquilos, no sigan reproduciendo cosas que no son verdad”.

CONFESIÓN

El 5 de abril del año 1965, el ministro en visita Julio Aparicio dictó sentencia: María Teresa Alfaro Hidalgo fue condenada a pena de muerte “como autora de los delitos consumados de homicidios calificados de Viviana España Ramírez, Magaly España Ramírez, Sergio España Ramírez y Ana Córdova”. Tras varias consideraciones legales, la mujer fue condenada a 19 años y medio de prisión. Finalmente, y por buena conducta en la cárcel de Buin, fue liberada 10 años después.

Sobre los crímenes cometidos, la homicida no manifestó motivaciones claras, según da cuenta el acta. La prensa de la época publicó la confesión de María Teresa Alfaro, quien era conocida en los medios como “la asesina de las mamaderas envenenadas”o la “nana diabólica”: “¡Sí, yo los maté, yo los maté! ¡Envenené a las guaguas y a la suegra del doctor y también quise matar a la niña del matrimonio amigo!”.

En una de las últimas páginas del libro “Las homicidas”, la autora señala: “Fusilar a una mujer homicida implica admitir una realidad que la sociedad se ha empeñado durante siglos en negar. Maniatarla, vendarle los ojos y conducirla al paredón bajo la mirada atenta de periodistas y curiosos, supone reconocer que esa mujer existe y es responsable de sus actos. No es una histérica, no está enferma ni es loca de atar. Apretar el gatillo y ajusticiarla es aceptar, en los hechos, en la imaginación y en el lenguaje, a un sujeto sistemáticamente negado. Y esa admisión, de haber ocurrido, habría causado el cuestionamiento de un modelo de género que repite obstinadamente que las mujeres son pasivas, prudentes, sacrificiales, amorosas y sobretodo, inofensivas. Ante ese peligroso escenario, el perdón se asoma como una mejor alternativa”.

Título: Las homicidas
Autor: Alia Trabucco
Sello: Lumen
Págs.: 228

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