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Opinión

13 de Diciembre de 2021

Reprobado 2.0: Análisis internacional del nuevo programa de gobierno de Kast

Si tuviéramos que ponerle una nota al nuevo plan de gobierno de José Antonio Kast en lo internacional, ésta no alcanzaría el mínimo para aprobar el curso, lo reprobaría 'y quedaría para repetición'.

Paulina Astroza y Paula Cortés
Paulina Astroza y Paula Cortés
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Se ha dado conocer el programa de gobierno 2.0 del candidato presidencial José Antonio Kast. Lo primero que llama la atención en el nuevo documento es que, a diferencia del anterior que establecía las que serían las bases programáticas del futuro gobierno del candidato en más de 800 propuestas, en éste se precisa que es un “plan” y no un programa, limitándose a dividir sus propuestas en 5 ejes (“Chile en paz y orden”, “Atrévete a recuperar la Economía”, “Vida digna”, “Mujer chilena” y “Medioambiante, Sequía y Energía en el marco del cambio climático”). Se mantiene intacto el espíritu del programa anterior, por ejemplo, al continuar con sus ideas de recuperar el “Estado de Derecho, el Orden y la Autoridad”, lograr el “bienestar material básico para todos” y dar “espacio para los bienes del espíritu–representados por los valores de bien, verdad y belleza− que, fruto de la libertad, pueden cultivarse hondamente con el cumplimiento de las exigencias de la justicia, el respeto auténtico por la libertad de las conciencias y la apertura a la trascendencia”. Sin embargo, esta vez enmienda errores de grueso calibre, no refiriéndose ya a la eliminación del Ministerio de la Mujer y reconociendo el fenómeno del cambio climático.

Si bien el documento señala que en él “no se tratan de manera directa una cantidad de temáticas que están siendo objeto de diálogo en todo el país y en las que, por su naturaleza, resulta particularmente importante recoger, con mayor extensión, la realidad de cada lugar”, resulta preocupante el enfoque dado a algunas materias y las grandes ausencias de otras. A continuación, revisaremos sólo algunas de ellas, teniendo como principal foco el casi nulo tratamiento de relevantes temas sobre política exterior, Derecho Internacional y derechos humanos.

Sin embargo, esta vez enmienda errores de grueso calibre, no refiriéndose ya a la eliminación del Ministerio de la Mujer y reconociendo el fenómeno del cambio climático.

El plan de Kast ignora el rol de Chile como un actor inserto dentro de la comunidad internacional. Lo “internacional” queda relegado sólo a nuestro rol de país exportador, y a la necesidad de impulsar “la participación en organismos y acuerdos multilaterales que reduzcan las trabas al comercio internacional y establezcan convenios de doble tributación internacional que incentiven la inversión en nuestro territorio”. La gran propuesta en materia internacional es promover la firma del TPP11 (propuesta que, por lo demás, ya se encuentra cumplida puesto que Chile ya ha firmado este tratado internacional, estando pendiente su aprobación por el Senado y su posterior ratificación). Curiosidad causa además la referencia a la “protección de nuestras inversiones”. Cabe recordar que las inversiones de chilenos en el extranjero -pertenecientes a un reducido grupo de empresarios nacionales- se encuentran fuertemente resguardadas por nuestra vasta red de tratados bilaterales de protección de inversiones. Lo que más urge en Chile en materia de inversiones en este momento es que quienes inviertan en nuestro país respeten nuestra institucionalidad medioambiental y de derechos humanos, además de asegurar que Chile tenga el espacio jurídico para ejercer sus poderes soberanos sin tener una “camisa de fuerza” para establecer cambios tan razonables como aumentar la carga tributaria, establecer mayores derechos laborales o priorizar las energías renovables, sólo por dar algunos ejemplos. Este tema es de suma importancia en el contexto de la discusión de una nueva Constitución.

En la compleja realidad en la que hoy se desenvuelven los Estados -en donde el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno cumple ya 150 años trabajando en este ámbito- esta visión de lo internacional no sólo es reduccionista, sino que insuficiente. Desde su independencia Chile se ha caracterizado por haber podido superar su natural aislamiento geográfico mediante su habilidad de mantener y potenciar tanto sus relaciones bilaterales como multilaterales. Nuestro país hoy forma parte de institucionalidades internacionales tan diversas y complejas como Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) o el sistema del tratado Antártico, sólo por nombrar algunas. La propuesta del candidato Kast en lo internacional parece ver a Chile más como una empresa exportadora que requiere fortalecer y ampliar acuerdos para aumentar los réditos a sus dueños, que como un Estado no sólo responsable del bienestar presente y futuro de quienes lo habitan, sino como un actor internacional relevante defensor de los derechos humanos, de la paz y seguridad internacional.

En la compleja realidad en la que hoy se desenvuelven los Estados -en donde el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno cumple ya 150 años trabajando en este ámbito- esta visión de lo internacional no sólo es reduccionista, sino que insuficiente.

El plan parece además no entender cómo funcionan ni el Derecho Internacional ni las relaciones internacionales actualmente. Por ejemplo, señala de manera textual “Exigiremos a los Gobiernos de Bolivia y Perú que refuercen sus fronteras y se hagan cargo de impedir las caravanas de migrantes ilegales que provienen de sus territorios y que terminan en Chile por falta de control”. ¿A qué se refiere con esto? ¿Es esto una amenaza a otros Estados vecinos igual de independientes y soberanos que nosotros de cumplir con un mandato unilateralmente impuesto? Olvida Kast, que los Estados democráticos contemporáneos (a diferencia de los nacientes Estados modernos en el pasado o de una dictadura) dialogan, cooperan entre sí. Además, el uso de la expresión “migrantes ilegales” va en contra de lo que establece el propio Derecho Internacional de los Derechos Humanos, puesto que calificar de ilegales a las personas que se encuentran en una situación migratoria irregular atenta contra sus derechos más básicos.

Los temas como inmigración, crimen organizado transnacional, contaminación transfronteriza, contrabando y narcotráfico, incluso la pandemia, no se resuelven haciendo “exigencias” a otros Estados sobre lo que a uno le parece que el otro debe hacer, sino escuchando las visiones propias del otro sobre el problema a tratar e intentando arribar a soluciones conjuntas vía cooperación, diálogo y acuerdos. Por supuesto, si esto no se logra, el conflicto escalará a otras instancias, en las que nuevamente, Chile necesitará de sus pares para que sus intereses sean considerados. En casos extremos y con el consentimiento de ambos Estados, será un tercero quien resuelva el conflicto. Chile no ha sido ajeno a estos procedimientos en su historia. Basta leer un poco sobre nuestros arbitrajes con Argentina o los recientes casos ante la Corte Internacional de Justicia.

Si tuviéramos que ponerle una nota al nuevo plan de gobierno de José Antonio Kast en lo internacional, ésta no alcanzaría el mínimo para aprobar el curso, lo reprobaría “y quedaría para repetición”.

*Paulina Astroza Suárez y Paula Cortés González son abogadas y académicas de Derecho Internacional en la Universidad de Concepción y la Universidad de Chile, respectivamente.

Lee también: Columna de Claudio Fuentes: ¿Podría un futuro gobierno hacer campaña para rechazar la nueva Constitución?


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